-
¿Sí?
-
Pierre, una llamada
desde Francia, es urgente.
-
Después del concierto.
-
Es acerca de su madre.
-
¿Sí?
-
¿Me reconoces?
-
"Fond de l'etang", " Mi padre
me vendrá a buscar el sábado".
-
Pepinot.
-
Pues claro.
-
¡Pepinot! ¿Cuánto
tiempo ha pasado?
-
Unos 50 años.
-
"Fond de l'etang".
-
Ahí estás, el bajito
de la primera fila.
-
Y tú.
-
Y el vigilante,
¿cómo se llamaba?
-
Clement Mathieu.
-
Clement Mathieu.
-
¿Qué habrá sido de él?
-
Ábrelo.
-
"Fond de l'etang" -- año 1949.
-
Este es el diario guardado por Mathieu,
acerca de sus días en "Fond de l'etang".
-
Sobre su historia,
y la nuestra también.
-
Él quería que
lo tuvieras tú.
-
Habría preferido dártelo en
circunstancias más felices pero...
-
15 de enero de 1949.
-
Después de unos
pocos años de fracaso...
-
estaba convencido de que
lo peor ya había pasado.
-
Iba a un internado para
chicos con problemas.
-
Al menos eso era lo
que decía el anuncio.
-
"Fond de l'etang".
-
El colegio parecía tener
el nombre apropiado para mí.
-
Buenos días.
-
¿Estás sólo?
-
¿Qué haces aquí?
-
Estoy esperando
al sábado.
-
¿Por qué?
-
Mi padre vendrá
a buscarme.
-
Pero hoy no es sábado.
-
¡Pepinot!
-
Buenos días. Soy Clement
Mathieu, el nuevo vigilante.
-
¿Es su primera
vez como vigilante?
-
Una vez enseñé en
un colegio privado.
-
-¿Qué enseñó?
-Música.
-
-Se llevará bien
con el señor Rachin.
-
El director. Acostumbra
a tocar la trompeta.
-
¿Ah sí?
-
Estas son sus
hijas, él vive aquí.
-
-¿Ya se ha entrevistado con él?
-Aún no, hallé el trabajo por la señora Boissement.
-
¿Ah sí?
-
Ese era el tío Maxence.
-
Continuó explicando
que estaba a cargo de...
-
la seguridad, la enfermería,
el almacén, y las ventanas.
-
¿Qué hace?
-
Es un estudiante al que ha
castigado el señor Rachin.
-
15 días de servicios comunitarios.
Trabajo de sirviente.
-
¿Cómo son los chicos?
-
¿No se lo dijeron?
-
No.
-
Esta es la enfermería. Más tarde
le enseñaré mi pequeño huerto.
-
Con mucho gusto.
-
-¿Qué habrán hecho ésta vez?
-Déjeme ayudarle...
-
¿Es usted
Clement Mathieu?
-
El señor director.
-
Rachin, director
de éste lugar.
-
Ah, director, lo siento.
-
Sí, llega tarde.
-
-No me dieron el horario de autobuses correcto.
-Llegar puntual es un principio básico aquí.
-
Muy bien.
-
Señor director.
-
Muy bien,
señor director.
-
Bien, sígame.
-
Le sugiero que primero aprenda nuestras reglas.
Supervisará el estudio después de las 4 de la tarde.
-
¡Qué sucede! ¡Responda!
-
Tome esto.
-
Otra trampa. El encantador
carácter de nuestros alumnos.
-
Sentémosle ahí.
-
No veo nada.
-
No exagere, déjeme ver.
-
No tiene buen aspecto.
-
-Toque la campana, llame a todo el mundo.
-¿No deberíamos llamar primero al médico?
-
¿Sabe cuánto cuesta? Qué
le dije, toque la campana.
-
¿Dónde está la campana?
-
Abra la puerta y la verá.
-
¡Todo el mundo aquí!
-
¡Todo el mundo aquí!
-
¿Esta clase de incidente
ocurre a menudo?
-
Toque, toque la campana.
-
¡Todo el mundo al patio!
-
Rápido, permanezcan
en silencio.
-
- ¡Cabeza de huevo!
- ¡Silencio!
-
-¡Cabeza de bala!
-¡Silencio!
-
Permanezcan en silencio.
-
-¡No dije nada!
-¡Silencio!
-
Les he llamado porque el tío Maxence
ha sido víctima de un ataque cobarde.
-
De acuerdo con nuestro principio de "acción-reacción",
el responsable será severamente castigado.
-
Si el culpable no
aparece en tres segundos...
-
les encerraré a todos,
6 horas cada uno.
-
Hasta que el culpable
confiese o sea denunciado.
-
Uno, dos, tres.
-
¿Nadie? Naturalmente.
-
Venga aquí.
-
Usted, Mathieu.
-
¿Yo?
-
Venga aquí.
-
Señor Chabert, déme el
libro de registro, gracias.
-
El señor Mathieu, el nuevo vigilante,
tiene la suerte de no conocerles aún.
-
¡Cabeza de huevo!
-
Silencio.
-
Así que él decidirá imparcialmente
quién será castigado primero.
-
¡Silencio!
-
Elija un nombre.
-
¿Al azar?
-
Si me permite
un consejo...
-
Déjele. Adelante.
-
Boniface.
-
Mala suerte. Chabert,
traiga a Boniface.
-
Pero, ¡yo no hice nada!
-
¡Cállese!
-
-¡Es injusto!
-¡Cierre la boca! Vamos.
-
-¡No quiero ir!
-¡Le azotaré si me obliga!
-
¡Silencio!
-
Además, mientras no conozcamos al
criminal, el recreo será cancelado...
-
y las visitas prohibidas.
-
Les invito a denunciarle
tan rápido como sea posible.
-
Esto solo fomenta
la denuncia.
-
Como todos los nuevos, tiene grandes
ilusiones. Hablaremos dentro de una semana.
-
Hasta entonces el señor Regent le mostrará
su alojamiento. Usted le va a sustituir.
-
Sábanas limpias.
-
Gracias.
-
¿Por qué se va?
-
10 puntos.
-
Tijeras.
-
Todo esto porque confisqué
los cigarrillos a Mouton.
-
¿A Mouton?
-
Un chico que
se llama Mouton.
-
¿Está todavía
aquí, Mouton?
-
Para su información, Le Querrec es el que
puso la trampa en la puerta de Maxence.
-
Le pillé
hablando de ello.
-
¿Por qué guardó silencio?
-
No quiero perder
el autobús.
-
Maxence le castigó por
romper algunas ventanas.
-
Una venganza.
Es su estilo.
-
Le Querrec,
recuerde este nombre.
-
Y "Morange",
sí, "Morange".
-
Habla poco, pero no
le pierda de vista.
-
Cara de ángel, pero
poseído por el diablo.
-
Acción-reacción, eso es
todo lo que entienden.
-
Me marcho. ¡Buena suerte!
-
Gracias.
-
Nuestra benefactora.
-
Este es el
horario de clases.
-
Las clases eran departidas entre el
director, que impartía historia y francés...
-
y un tal señor Langlois
que impartía el resto.
-
Señor Langlois, déjeme presentarle
a nuestro nuevo vigilante.
-
Me llamo Clement Mathieu.
-
¿Vigilante a su edad?
-
Sí, señor, fui profesor.
-
Me parece perfecto.
-
Es el más
divertido del lote.
-
Vaya a la sala de estudio
que ya llega tarde.
-
No necesito
enseñarle el camino...
-
Caballeros.
-
No se fuma en clase, eso va
incluso para usted, señor.
-
¡Devuélvanmelo! ¡Quietos!
-
Devuélvamelo.
-
¡Buen comienzo!
-
Felicidades, Mathieu.
-
Siéntense.
-
Naturalmente.
Usted, siempre usted.
-
¿Qué ha hecho?
-
Nada, señor director.
-
¿Cómo que nada?
-
¿No quería castigarle?
-
Estaba preguntándole por la pizarra,
y pidiendo silencio cuando ha entrado.
-
Efectivamente necesitaba
silencio. Que no tenga que volver.
-
Ve a la esquina.
-
Bien. Ahora que me conocen,
necesitaremos enderezar algunas cosas.
-
En este momento, uno de sus
compañeros está encerrado.
-
Por nada.
-
Quizá no parezca muy
inteligente, pero no nací ayer.
-
Sé quien es el culpable.
-
Le doy 15 segundos
para que confiese.
-
Estoy esperando.
-
Mal asunto. Solo
faltan 5 segundos.
-
Demasiado tarde.
-
Le Querrec, quién
es Le Querrec.
-
Yo , señor.
-
Qué coincidencia.
-
Así que es usted quien
hirió al señor Maxence.
-
No. Yo no.
-
No le pregunto.
Lo afirmo.
-
Pero yo no lo hice.
-
¿A quién creerá el
director, a usted o a mí?
-
Mientras estoy fuera, me gustaría alguien
serio para vigilar al resto de la clase.
-
Si confío en mi intuición,
esa persona es...
-
el señor Morange.
-
Silencio, silencio.
¿Quién es el señor Morange?
-
Yo, señor.
-
Así que usted es el
de la cara de ángel.
-
Vaya a la pizarra. Vigile a
la clase mientras estoy fuera.
-
¡Vaya!
-
Bonito atuendo.
-
Sáquese más la camisa,
es más apropiado.
-
Se dice que las ovejas negras tienen
autoridad sobre sus compañeras. Muéstremelo.
-
Vamos. Con el director.
-
Tenga piedad, señor.
-
¿Piedad?
-
¿Ha tenido piedad por el compañero
que está encerrado en su lugar?
-
¿Y por el tío Maxence?
-
No quise hacerle daño.
Solo era una broma.
-
¿Una broma?
-
Ya es suficiente, me oye, le daré
una buena paliza en mi oficina.
-
¿Quién es?
-
Es Leclerc, se ha
escapado por tercera vez.
-
Le enviará a la celda.
-
Así tendrá un
compañero. Vamos.
-
No.
-
Escuche. Quizá
podamos hacer un trato.
-
Hirió al tío Maxence
muy gravemente.
-
No le llevaré al director,
pero le castigaré.
-
A partir de ahora, durante el
recreo, trabajará en la enfermería.
-
Atenderá al tío Maxence,
hasta que se recupere.
-
¿Está de acuerdo?
-
No está mal, ¿eh?
-
Creo que puedo hacerlo
mejor. Muéstreme su perfil.
-
El perfil.
-
Una pequeña
sonrisa para variar.
-
Dése la vuelta.
-
Ah, lo olvidé.
-
Una pequeña
mota de color.
-
¿Mejor? Vaya
a su asiento.
-
Bien, para
conocerles mejor,
-
escriban su nombre, edad y qué es lo
que quieren hacer cuando sean mayores.
-
Para mi sorpresa,
-
todos los alumnos hicieron
lo que les había pedido.
-
Todos, excepto uno.
-
¿No escribe?
-
¿Cuánto tiempo
lleva aquí?
-
¿Mucho tiempo?
-
No lo sé.
-
Vamos, escriba, pequeño.
-
Un primer día agotador.
-
No sé por qué estoy aquí.
-
Rachin me asusta.
Este lugar me asusta.
-
Incluso los
chicos me asustan.
-
En cualquier momento pueden entrar en
mi habitación aunque cierre la puerta.
-
Mi manta.
-
Dame una calada.
Cállate. Duerme.
-
Leí lo que los
alumnos escribieron.
-
Todos soñaban con
carreras fabulosas.
-
Dos bomberos, tres cowboys, un domador
de tigres, un piloto de combate,
-
dos espías, un
general de Napoleón,
-
un piloto de globo aerostático,
tres soldados. Ningún vigilante.
-
Es muy amable ofrecerte
voluntario para cuidar de mí.
-
Ve, doctor, el nuevo
vigilante pidió un voluntario.
-
Y él se apuntó.
Espontáneamente.
-
Para eso es
necesario un milagro.
-
Entre.
-
Este es Mathieu,
nuestro nuevo vigilante.
-
Señor... Señor...
-
Entonces...
-
No está a salvo en este lugar Maxence.
Si no se va de aquí, no sé que esperar.
-
Vaya paciencia
que tiene con ellos.
-
Ha sido duro.
-
Pero no me quejo. Los pobres
chicos lo tienen peor que yo aquí.
-
Uno de ellos murió.
-
¿Uno murió?
-
Se llamaba Mouton.
Saltó desde el tejado.
-
Afortunadamente,
era huérfano.
-
Como él. Todos dijeron que no
tenía remedio, pero no es verdad.
-
Era un buen chico. Tendría
que haberle conocido.
-
El tío Maxence es
amable, ¿verdad?
-
Le Querrec, estoy
hablando con usted.
-
El tío Maxence
es amable, ¿no?
-
Sí.
-
No le he oído.
-
Déjele, es tímido.
Tímido, como yo.
-
¿Sí?
-
Necesito hablar con
usted, señor director.
-
-¿Ya quiere abandonar?
-No, quiero hacer un experimento.
-
Sobre el accidente
del tío Maxence.
-
No fue un accidente.
-
Cierto. Me gustaría que
me concediera tres cosas.
-
¿Cuáles?
-
Primero, levantar
el castigo colectivo.
-
segundo, permitirme
castigar al culpable.
-
Tercero, permitirme mantener
su nombre en secreto.
-
¿Conoce el nombre?
-
Por supuesto,
es evidente.
-
Es un arrogante,
amigo mío.
-
Así que cree que puede
encontrar al culpable.
-
Bien. Si tiene éxito,
levantaré el castigo.
-
Pero nunca encontrará al culpable,
o yo soy el rey de los imbéciles.
-
Sé quien lo hizo, señor.
-
¿Ah sí?.. ¿quién es?
-
Me permitió guardar
su nombre en secreto.
-
Bien, muy bien.
-
Pero sus métodos
me molestan.
-
Que no encuentre ningún
error en sus clases.
-
Creo que ya les
tengo bajo control.
-
Ya hablaremos, amigo mío.
-
No son malos dibujos.
-
Nunca dije que
fueran malos.
-
¿Qué hay escrito
en los tuyos?
-
Ave Maria, Soprano,
por Clement Mathieu.
-
El mío dice "Cuarteto de
cuerda", por Clement Mathieu.
-
Esto parecen partituras.
-
¿Cómo lo sabes?
-
¿Quizá sea código morse?
-
¿Códigos secretos?
-
Quizá sea un espía.
-
Sí, posiblemente un espía
disfrazado de vigilante.
-
¡Rápido! Viene
cabeza de huevo.
-
Devuélvanmelo.
-
¿Qué es, señor?
-
No es asunto suyo.
-
¿Algún problema, Mathieu?
-
No, ninguno.
-
Son partituras.
-
¿Para hacer qué?
-
Un coro.
-
En los servicios...
-
Salid fuera coro.
-
-Nada de esto aquí, Mathieu.
-¿Nada de qué?
-
No pretenda no saber de
lo que estoy hablando.
-
No creerá que...
-
Cerraré los ojos
por ésta vez.
-
-Ve maldad por todas partes.
-¿Aquí? Sí.
-
"Cabeza de bala
estás acabado"
-
"Tú no haces
las reglas aquí"
-
"Tú no haces
las reglas aquí"
-
"Tú no haces
las reglas aquí"
-
"Tú no haces
las reglas aquí"
-
Eh, chicos, ¿sois
gallinas o...?
-
Se llama Corbin, ¿no?
-
Señor, no estaba
haciendo nada.
-
Sí, estaba cantando.
-
Señor, se lo juro.
-
Estaba cantando,
además de, desafinar.
-
No me lleve la contraria.
-
Vamos, empiece.
Le escucho.
-
Quizá quiera cantar en
la oficina del director.
-
Vamos: "Cabeza de
bala estás acabado"
-
"Cabeza de bala
estás acabado"
-
"Tú no haces
las reglas aquí"
-
"Tú no haces
las reglas aquí"
-
Nadie le dijo nunca
que canta muy mal...
-
¿Es cierto que tiene
música en su maletín, señor?
-
Métase en sus
propios asuntos.
-
A propósito,
-
al próximo que pille cogiendo
mis cosas... le costará caro.
-
Ahora, silencio. Vayan a
dormir. ¡Venga, andando!
-
A dormir.
-
Tengo esa melodía
atascada en mi cabeza.
-
No cantan muy
bien, pero cantan.
-
Incluso reconocí unas
pocas buenas voces.
-
¿No hay nada que
hacer con éstos chicos?
-
Yo que juré que nunca más
volvería a tocar mis partituras.
-
Nunca digas jamás.
-
Siempre hay algo
que intentar.
-
23 de enero, una semana
después del accidente...
-
el estado del tío
Maxence se agravó.
-
El doctor ordenó
trasladarlo al hospital.
-
¿Va a morir?
-
No, se va a salvar.
-
Ese mismo día,
Pepinot tuvo problemas.
-
Señor Pepinot,
es un inútil.
-
Ultima pregunta,
la última.
-
¿Cómo murió Marshall Ney?
-
Estoy esperando.
-
¿Cazando?
-
Cero.
-
Escriba 100 veces para mañana:
Marshall Ney fue ejecutado.
-
Salgan.
-
Boniface.
-
Venga aquí.
-
Boniface.
-
Tenga. En recompensa
por su redacción.
-
Déselo a madam Marie y
ella le dará una galleta.
-
¿Sabía que Marshall
Ney fue fusilado?
-
Sí, señor, como Napoleón.
-
Fuera.
-
Espere, señor Morange.
-
Le vi tomar notas
durante mi clase.
-
Debo decirle que tanto
interés me sorprende.
-
Tráigame su cuaderno.
-
Encantador.
-
Tenga. Léalo. Y
admire la ortografía.
-
El señor Rachin
come mierda.
-
¿Escribió "señor"?
-
Umm, no.
-
Señor Mathieu,
acción-reacción, A la celda.
-
Vamos.
-
-Señores, que aproveche.
-Gracias.
-
¿Tienes hambre Pepinot?
-
Toma, puedes comer ahora.
-
Pepinot es huérfano.
-
Sus padres murieron
durante la guerra.
-
¿Cómo murieron?
No se sabe.
-
El chico tiene en la cabeza que su
padre vendrá a recogerle el sábado.
-
Cada sábado, nadie viene.
-
Le decimos que lo hará a la siguiente
semana, y así una y otra vez.
-
¿No sería mejor
decirle la verdad?
-
Le dijimos unas 100 veces que sus
padres estaban muertos. No nos hizo caso.
-
Ahora, le dejamos que espere
en la puerta, eso le hace feliz.
-
Silencio.
-
¿Lo ve? Acción-reacción.
-
¿Qué quiere decir?
-
¿Acción? ¡Reacción!
-
Alguien pregunta
por Morange.
-
¿Morange? Está
en la celda.
-
No hay visitas para los castigados.
Lo sabe bien, son las reglas.
-
Dígaselo usted mismo.
-
Buenos días, señora.
-
Buenos días.
-
Soy el nuevo vigilante.
-
Soy la madre de
Pierre Morange.
-
Clement Mathieu.
-
Sé que hoy no es día de visita,
pero es el único momento que...
-
No es eso...
-
¿Está castigado de nuevo?
-
No, no, no
está castigado.
-
Pero no está aquí.
-
¿Cómo es eso?
-
Le llevaron al dentista hace
una hora por un dolor de muelas.
-
Dolor de muelas.
-
Sí, dolor de
muelas. Nada serio.
-
Volverá por la tarde.
-
No puedo esperar. Mi
turno empieza a las cinco.
-
¿Puedo dejarle algo?
-
Por supuesto.
-
Se llama Violette,
Violette Morange.
-
Madre soltera. Desesperada
por la actitud de su hijo.
-
Propenso a robar, introvertido. Expulsado
de varios colegios por escaparse.
-
Cuando Pierre fue enviado
a "Fond de l'etang":
-
ella le dijo al juez: al menos,
tendrá dos comidas calientes al día.
-
30 de enero, comienza
el experimento.
-
"Tienen sombreros redondos,
vivan los bretones"
-
"Tienen sombreros
redondos, viva Bretaña"
-
"Tienen sombreros redondos,
vivan los bretones"
-
Soprano, a la izquierda.
-
Leclerc.
-
"El niño dios ha nacido,
vayamos todos a cantarle"
-
Casi afinado. Alto,
de pie a la izquierda.
-
Delaire.
-
"Tres kilómetros a
pie, es duro, es duro"
-
"Tres kilómetros a pie,
es duro para los pies"
-
Continúela.
-
"Cuatro kilómetros a
pie, es duro, es duro"
-
"Cuatro kilómetros a pie,
es duro para los pies"
-
Como pensaba,
Bajo, a la derecha.
-
Ricoeur.
-
"Hay buen tabaco
en mi tabaquera"
-
"Hay buen tabaco,
pero no habrá"
-
No está permitido fumar.
-
Alto, a la izquierda.
-
Ilouse.
-
"El amor es como
un chico bohemio"
-
"nunca ha
conocido de leyes"
-
Soprano, evidentemente.
A la izquierda.
-
Pepinot.
-
No sé ninguna canción.
-
No importa, yo
te la enseñaré.
-
De momento, te nombraré
asistente del director del coro.
-
Boniface.
-
"¡Marshall,
aquí estamos!"
-
¿Quién le enseñó
esta canción?
-
Mi abuelo.
-
Un poco pasada de
moda. A la izquierda.
-
Clement.
-
"Cojan las armas,
ciudadanos. Formen batallón"
-
A la derecha.
-
"Los vigilantes son de la peor
calaña" "fuman, beben y nunca trabajan"
-
A la izquierda.
-
"Cuco, cuco, cuco"
-
"Cuco, cuco, cuco"
-
Muy bien, alto.
-
A ver, Corbin.
-
Lo siento, esa nota
no existe. Venga aquí.
-
Señor Pepinot,
deme la partitura.
-
Muchas gracias.
-
Sus manos.
-
Póngalas así.
-
Bien, yo te nombro atril.
-
Señor Pepinot, la
batuta. Gracias.
-
Atención.
-
¡Ya lo tienen!
-
Un, dos, tres, cuatro.
-
"El director
come pan duro"
-
"Leclerc no es
muy inteligente"
-
Cada noche, les hago practicar
un único tono que yo compongo.
-
"Somos de Fond de l'etang"
"Es algo que nos desconcierta"
-
"Somos de Fond de l'etang"
"Eso es lo que nos molesta"
-
"Somos de Fond de l'etang"
"Es algo que nos desconcierta"
-
"Somos de Fond de l'etang"
"Eso es lo que nos molesta"
-
No está mal.
-
Era simple, pero había
captado su atención.
-
Para continuar, necesitaba
el apoyo de mi superior.
-
¿Qué?
-
¿Un coro?
-
Sí.
-
Pobre Mathieu, ha
perdido la cabeza.
-
¿Un coro? Nunca cantarán una
nota, o yo soy el rey de...
-
Por favor señor.
No me diga de qué.
-
¿Por qué?
-
Porque ya están cantando.
-
-¿Ah, sí?
-Un poco.
-
Entonces por qué viene a pedirme
autorización si ya ha empezado.
-
No me gustan sus
métodos, ¿me oye?
-
Señor director.
-
Me está molestando.
-
Tengo otros
problemas que tratar.
-
Bien. Yo también quiero
divertirme. Que canten.
-
Pero si las cosas van
mal, perderá su trabajo.
-
Gracias por sus palabras
de ánimo, señor director.
-
8 de febrero, mientras hago el primer
ensayo, Rachin se ensaña con Morange.
-
Después de salir de la celda, le condena, por
ejemplo, a un mes de servicios comunitarios.
-
¡Eh, criada, no
olvides hacer mi cama!
-
15 de febrero.
-
La visita del doctor
Dervaux, psicólogo,
-
nos trajo un
pequeño regalo.
-
Decidimos traer a este chico del centro
de detención juvenil de St. Fereol.
-
Para estudiar su capacidad de
adaptación en un medio más liberal.
-
Desgraciadamente como muchos de sus compañeros,
Mondain está empezando a leer y a escribir.
-
Pero en cualquier
caso, puede hablar...
-
más o menos normalmente.
-
Hemos sometido su inteligencia
al test de Binet-Simon.
-
¡Ah, el test
de Binet-Simon!
-
Sí, y también le hemos
hecho el test de Rorchar.
-
Bien.
-
El test, como sabe, divide la
inteligencia de los chicos en 7 categorías.
-
Normal, suficiente, en el límite,
con ligero, medio y severo retraso,
-
y finalmente, imbécil.
-
Mondain está
en el límite.
-
Por tanto no es un demente hablando
apropiadamente. Pero, debo advertirle,
-
que es un perverso
desestabilizador.
-
Sí que es malo, sí.
-
¿Qué significa
exactamente?
-
¿Doctor?
-
Propenso a la crueldad, al parasitismo y a
la destrucción, y sobre todo, sobre todo...
-
-...mentiroso.
-Ahí lo tiene.
-
Ya tenemos
alguno así aquí.
-
Excepto que aquí los chicos
reciben una educación generalista.
-
Será interesante ver como
Mondain puede integrarse.
-
Veremos que
podemos hacer.
-
Todos intentaremos satisfacer
sus expectativas científicas.
-
Señores, tomen a su
cargo a este chico.
-
¿Puedo invitarle a
comer? Será un placer.
-
En cuanto a él, préstenle
toda la atención necesaria.
-
Acción-reacción.
-
Nada de cigarrillos aquí.
-
Para comenzar el experimento,
debía primero afirmar mi autoridad.
-
Parece un idiota.
-
Será mejor que se
esconda, o habrá problemas.
-
De acuerdo.
-
Habrá problemas.
-
¿Conoce alguna
canción, no?
-
Sí, pero...
-
¿Pero qué?
-
No le va a gustar.
-
Lo de siempre. Bien.
-
Vamos.
-
Le escucho.
-
(canción indecente)
-
Pare.
-
Ya vale.
-
Ya se lo dije.
-
No está mal. Necesita practicar, pero
tiene bastante buena voz de barítono.
-
¿Voz de qué?
-
De barítono, no es un insulto.
Describe a los cantantes con voz grave.
-
Vuelva al fondo.
-
Puta.
-
Deje a las
putas tranquilas.
-
Al próximo que se
ría le daré una torta.
-
Cuando quiera, Mondain.
-
Su aislamiento
ha terminado.
-
Le traigo a Pepinot,
estaba en la puerta.
-
Pepinot, hoy
no es sábado.
-
A propósito, debo decirles que en
las cartas que envíen a sus padres...
-
Yo no tengo.
-
Sí, para los
que los tienen...
-
recuérdenles que pueden visitarles
el primer y tercer jueves de cada mes.
-
Morange, ya está distraído.
¿Qué es lo que he dicho?
-
No sé.
-
Dije, que puede
escribir a su madre...
-
para que le visite el primer
o tercer jueves de cada mes.
-
O ambos días, si quiere.
¿Lo ha comprendido?
-
-Pero sólo a los que no estén castigados.
-No me gusta ver a mis padres.
-
Pero Morange puede
querer ver a su madre.
-
Quizá no sea el único.
-
Ya ve, Morange, ahora
tenemos un verdadero coro.
-
Me trae sin cuidado.
-
¿Qué significa "me
trae sin cuidado"?
-
¿Qué clase de voz
tiene? Haga la escala.
-
"Hágalo"... Vamos.
-
¿Quiere volver a la
celda? Vamos, rápido.
-
La grosería no es buena
para usted, muchacho.
-
No todo el mundo
puede ser como Mondain.
-
Comencemos de nuevo.
-
¿Dónde va?
-
-Voy al retrete.
-Mondain, espere.
-
-Bien, Corbin
-¿Puedo ir también al retrete, señor?
-
Bien, todo el
mundo fuera.
-
En silencio,
en silencio...
-
Cantas bien, querida.
-
¿Quieres?
-
¿Te dejaron solo?
Te protegeré.
-
Espérame. Somos iguales.
-
Mis padres
son gilipollas.
-
Tu madre es parecida.
-
Te deja aquí para
estar tranquila.
-
No, ella tiene
que trabajar.
-
-Ah, así que me han dicho la verdad.
-¿Qué?
-
Que es una puta.
-
¡Entra ahí!
-
¡Eres hombre muerto!
-
¿Ah sí?
-
Ese día, Morange faltó cuando
se pasó lista a las tres.
-
Nadie sabe dónde
fue, pero volvió.
-
Eso era lo esencial.
-
Pero...¿por
qué estás aquí?
-
No me dejan subir arriba.
-
¿Qué quieres decir?
-
¿Por qué?
-
Porque no tengo dinero.
-
¿Necesitas dinero para
dormir? ¿Qué historia es esa?
-
Mondain no me deja subir
si no le doy dinero.
-
Debemos tener cuidado.
-
Donde estuve antes un
guarda intentó abusar de mí.
-
Así que se lo hice pagar.
-
¿Cómo?
-
Con un cuchillo.
¡Le marqué bien!
-
-¿Se lo clavaste?
-¡Ya lo creo!
-
Aquí igual. Nadie abusará
de mí y quedará impune.
-
Mathieu no es
mala persona.
-
¿Estás de broma? A la
cara te dice una cosa,
-
y en cuanto te das la
vuelta habla mal de ti.
-
Buenas noches, señores.
-
-¡Que aproveche!
-¡Le juro que no he hecho nada, señor!
-
Veo que tiene amigos
de clase alta, Corbin.
-
¡Fuera!
-
Consideraremos este banquete
como nuestro secreto.
-
Un regalo.
-
Pero le advierto,
-
no hable con Pepinot,
no se le acerque,
-
ni le mire, ¿está claro?
-
Mírele una sola vez y convertiré
su vida en una pesadilla.
-
-¿Qué está haciendo aquí, Morange?
-Nada, señor.
-
-He oído voces,
quizás sea la fatiga.
-
Artículo 8 del reglamento del colegio: a los
estudiantes no les está permitido estar solos en clase.
-
Si fuera el señor Rachin, debería
escribirlo 100 veces para mañana.
-
Y además se lo
contaría a su madre.
-
Me trae sin
cuidado mi madre.
-
-¡Qué le hizo ella, dígame!
-No tengo nada que decirle.
-
¡Espere! No he terminado. No
se va a librar tan fácilmente.
-
Todo tiene un precio
aquí, pregunte a Pepinot.
-
Su problema, Morange, es que hace
cosas que son impropias de usted.
-
Se escapa, se mete en
peleas, hace novillos...
-
Le puede parecer
divertido, pero...
-
no quiero jugar a su juego. Desde mañana,
participación obligatoria en el coro.
-
Y una clase de
música, todos los días.
-
Puede irse a dormir.
-
Vaya.
-
3 de marzo.
-
Él no se da cuenta,
pero yo estoy seguro.
-
Su voz es un milagro.
-
La rara promesa de
un don excepcional.
-
Pueden salir en silencio.
-
¡en silencio!
-
Poco a poco, al tiempo que
mi coro iba progresando...
-
domestiqué a mi
nuevo estudiante.
-
Bien, cojan sus
libros de cálculo.
-
¿Es usted quién hace
cantar a los chicos?
-
Sí, señor ¿Tiene
alguna queja?
-
Oh, no, al contrario.
Adoro la música.
-
-A veces yo mismo canturreo.
-¿Ah sí?
-
¡Qué tenga un buen día!
-
Lo mismo le digo,
querido colega.
-
Libro de álgebra,
página 27.
-
Buenos días, señora.
-
Pierre vendrá enseguida.
-
-¿Qué sucede?
-Todo está bien.
-
¿Cómo está su
dolor de muelas?
-
Mucho mejor.
-
¿Le dijo que
pasé a verle?
-
-No.
-¿Por qué?
-
Preferí no decírselo.
-
Como ya sabe, Pierre es un
chico sensible, y dotado.
-
Sí, para hacer
travesuras.
-
No solo para eso.
-
Debo hablarle de ello.
-
¿Canta? ¿Nadie le enseñó?
-
Tiene un don. Es obvio.
Debemos hacer algo.
-
Hola.
-
Les dejo solos.
-
No dude en venir a verme.
-
No le dije a su madre que estaba
castigado, le dije que fue al dentista.
-
-Me dijo que cantas bien.
-Sí.
-
El señor parece contento
contigo, ¿es amable?
-
Lo es.
-
Te traje ropas limpias, y he hecho
tu pastel de chocolate favorito.
-
¿Estas contento?
-
Abril, estos
chicos me inspiran.
-
Estoy seguro de que llegará el
día en que mi música se toque.
-
Me llamo Clement Mathieu, soy músico
y cada noche compongo para ellos.
-
¿Estuvo bien, señor?
-
Sí, bien,
estuvo muy bien.
-
¡Bastardo! ¡ Vamos!
-
¿Qué ha hecho?
-
Ha robado mi reloj. Le
pillé en mi habitación.
-
Le llevé a ver a Rachin.
"Acción-reacción".
-
-¿A dónde le lleva?
-¡A la celda! ¡15 días!
-
-¡Espere!
-¿Qué espere por qué?
-
Es mi único barítono.
-
¡Mathieu!
-
-¿Qué sucede, señor?
-Encontré un dibujo en...
-
Lo siento, señor,
un balón perdido.
-
¡Apártese!
-
Mathieu, Chabert,
-
conmigo.
-
Con el paso de las semanas,
me anoté nuevas victorias.
-
Leclerc, todavía somos
buenos amigos,¿no?
-
Por supuesto, ¿Por
qué lo preguntas?
-
-¿5 más 3?
-53
-
-¿Estás seguro?
-Claro.
-
¡Gracias!
-
Quizá solo sea una
ilusión, pero...
-
parece que incluso nuestro
director está cambiando.
-
Mirad, el tío Maxence.
-
Atención, no se muevan.
-
Sonrían.
-
Vamos, ¡Fuera, Mondain!
-
Se acabó, chico.
-
¡Venga, venga!
-
Chabert, he hablado
con el señor Rachin...
-
y le he dicho que el coro
de Mathieu es sensacional.
-
-Estoy cansado.
-
-Siempre estás
cansado. ¡Vamos 29!
-
¿Y qué ha dicho?
-
Que me fuera al infierno.
-
¿Dónde está Mondain?
-
¿No notó su ausencia
antes de ir a correr?
-
Estaba presente al pasar lista
esta mañana, señor director.
-
fue después cuando...
-
Bien, en ese caso, prohibiré
toda salida hasta final de año.
-
-¿Tenía mucho dinero?
-Todo, unos 200.000 francos.
-
¿Cómo voy a pagar las
provisiones ahora?, ¿cómo?
-
Nunca debería
haberle aceptado aquí.
-
¡Todo esto por un
maldito experimento!
-
Como usted,
con su música.
-
Debo pagar los impuestos
antes de la próxima semana.
-
Antes de eso
llamaré a la policía.
-
¿Qué sucede?
-
Observo que cantar les hace
más inteligentes, Mathieu.
-
Hacen grandes progresos.
-
Señor director, los chicos no han tenido
agua caliente desde hace tres semanas.
-
El agua fría es buena para la
circulación sanguínea. Salgan.
-
A propósito, Mathieu.
-
Termine con el coro.
-
-Pero, señor director.
-Gracias, señor Mathieu.
-
Estación de
policía, por favor.
-
Aún no sé que va a
pasar con el coro,
-
pero para los chicos,
podemos usar madera.
-
¡No tenemos leña!
-
El almacén personal
del señor director.
-
Chabert,
"Acción-reacción".
-
Chabert me sorprendió.
-
Pensaba que
era como Rachin,
-
y en realidad era un buen hombre, que
creía que el deporte y la música...
-
eran el motor de la
cohesión nacional.
-
Con su ayuda, organicé
la resistencia.
-
Nuestro coro pasó
a ser clandestino.
-
No..., siempre paran
al final de la frase.
-
Pido una vez más que
separen cada nota claramente.
-
Es tarde, trabajaremos
en ello mañana.
-
¿No vamos a hacer la
segunda parte, señor?
-
No le enseñé el solo.
-
Pero lo aprendí.
-
¿Cómo que lo aprendió?
-
Bien, comencemos.
-
Vamos, fuera.
-
El 13 de marzo, a las tres
de la tarde, Mondain volvió.
-
-¿Dónde está el dinero?
-No sé.
-
-¿Quién lo robó?
-No sé, yo no.
-
¿Qué pasa?
-
¿Le está pegando?
-
Desde hace media hora.
-
¿Está loco?
-
Pierde el tiempo, el
chico no dirá nada.
-
Bien, comencemos
desde el principio.
-
¿Dónde está el dinero?
-
¡Hable!
-
¿Dónde está el dinero?
-
¡Suéltale!
-
¡Suéltale!
-
¡Cálmate!
-
¡Cálmate!
-
El chico ha confesado,
llamaré a la policía.
-
Irá a conocer otra residencia, con
otros encargados y otros barrotes.
-
Para evitar la depresión, el asunto de
Mondain se disimuló ante a los chicos.
-
Había sido enviado de vuelta a
su colegio original. Punto final.
-
Una gallina...
-
produce una media de...
-
84 huevos por año.
-
Bien alimentada,
y alojada,
-
con la ventilación
y limpieza adecuadas,
-
producirá 150 huevos.
-
¿Cuántos huevos más
puede obtener así...
-
una granjera
con 9 gallinas?
-
¿Bonito día?
-
Es bueno tomar el sol.
-
Ya llega el verano.
-
Sabe, Pierre me sorprende
un poco más cada día.
-
En todo caso, yo...
-
debo darle las gracias
por lo que hace por él.
-
Lo hago por
usted también.
-
No me interprete mal, si Pierre
está bien, usted estará bien, si...
-
-Déjeme limpiarlo.
-No, estoy bien, estoy bien.
-
-Tinta, nunca.
-¡Te has pasado! ¡Idiota!
-
¿Qué sucede?
-
¿Por qué le pegan?
-
Dímelo tú, Bebert.
-
Porque tiró
tinta sobre usted.
-
¿No puedes
estarte callado?
-
Me avergüenzo
de ti, Pierre.
-
¡Espere! ¡No pasa nada!
-
Entiéndalo, es porque
usted es bonita.
-
¿Bonita?
-
Entiéndame, usted no es como
las madres de los otros chicos.
-
¿Es porque vivo
sola? ¿Es eso?
-
Yo también.
-
-Pero usted no tiene un hijo.
-No.
-
Tengo sesenta.
-
Cuando ellos la ven, ven
a la mujer de sus sueños...
-
quiero decir... la madre con
la que todos ellos sueñan.
-
Para Pierre no es un
sueño, usted es su madre.
-
Y como cualquier chico,
no quiere compartirla.
-
Deberíamos sacarle de este internado
y enviarle a un conservatorio.
-
Me gustaría que tuviera
un trabajo de verdad.
-
La música es una
carrera de verdad.
-
Siempre que uno tenga
una sólida formación.
-
Podría ir al
Conservatorio de Lyons.
-
Podría vigilarle para
que no se distraiga,
-
incluso allí, puede
tener un mal profesor.
-
-¿Y después?
-Después, será lo que tenga que ser.
-
Pierre es excepcional.
-
Tiene talento y haré lo
posible para que no desaparezca.
-
- Pero necesitaré su ayuda
-Lo comprendo, gracias.
-
¡No, no! ¿Qué pasa
hoy? ¿Están dormidos?
-
¿Y tú, Boniface,
qué postura es esa?
-
¿Crees que puedes cantar
así? ¡Ponte derecho!
-
Bien, comencemos por
"tan dulce concierto..."
-
¿Y mi sólo?
-
¿Qué sólo?
-
¡Mi sólo!
-
Ah, sí, tú sólo.
No, ya no hay sólo.
-
Tienes buena voz, pero
no eres indispensable.
-
Que cantes o
no, me da igual.
-
Podemos hacerlo
sin ti. Escuchad...
-
Bien, comencemos por...
-
comencemos por
"Oh, noche".
-
¡Mathieu!
-
-Le van a dar una reprimenda...
-Pensé que había ido a la ciudad.
-
Bien niños,
pueden ir a jugar.
-
Es un pesado, ¿sabe?
-
Señor director, le prometo
que han terminado los deberes.
-
Nuestro comité benéfico
ha oído hablar de su coro.
-
La condesa misma
me ha escrito.
-
Ella y sus amigos nos visitarán el
próximo domingo. Quieren escucharlo.
-
¡Eso es estupendo!
-
Quiero decir
que... es bueno.
-
Qué va a decir usted. ¿Qué
van a ver, mocosos, música...?
-
Me da trabajo extra
con sus imbecilidades.
-
Pero, señor director,
admitirá que...
-
la música no ha
relajado la disciplina.
-
Tenemos menos
problemas que antes.
-
Coincidencia.
-
No creo en las
coincidencias, señor director.
-
Eso parece. ¿Quién aparte de usted
le ha hablado del coro a la fundación?
-
He sido yo.
-
¿Sabe escribir usted?
-
-El tío Maxence pensaría que actuaba bien.
-Ahórreme sus explicaciones.
-
No me gustan sus
métodos, Mathieu.
-
Creo que hay muchas cosas que
no le gustan, señor director.
-
¡Señor Rachin, le esperan
en la sala de espera!
-
Hablaremos más tarde.
-
Es para usted.
-
A veces pienso que debería haber
dejado que Mondain le estrangulara.
-
Violette me daba las gracias por
lo que estaba haciendo por su hijo.
-
Quería hablar
conmigo en privado...
-
y decirme algo
importante.
-
Cita en el Café La Plaza, el
20, a las cuatro de la tarde.
-
Escribí una carta al
Conservatorio de Lyons.
-
Conozco al director.
-
Contestó
amablemente que...
-
le hará una audición, y
en caso de que le admitan,
-
le ayudará a
conseguir una beca.
-
-Las cosas serán más fáciles a partir de ahora.
-¿Ah sí?
-
Después de encontrarle,
-
yo...mi vida...
-
¿cómo le diría?
-
-¿Cambió?
-¡Exacto!
-
Gracias a usted.
-
No me puedo
imaginar que...
-
Oh, no crea,
yo tampoco....
-
Creo que quizás estoy
yendo demasiado rápido.
-
Oh, no, confíe en
mí, no hay problema.
-
La verdad es que
me ha traído suerte.
-
¿Suerte?
-
He conocido a alguien.
-
Es un ingeniero de Lyons.
-
Le conocí en el café.
-
Trabaja cerca de aquí en la
construcción de un puente.
-
¿Está usted bien?
-
Estoy bien.
-
Es una gran oportunidad,
para usted y para Pierre.
-
No se disguste,
pero tengo que irme.
-
Sería un placer que comiésemos
los tres juntos uno de estos días.
-
¿Se lo dirá a Pierre?,
¿le parece bien?
-
Por qué no.
-
Bien, adiós.
-
adiós.
-
Gracias por todo.
-
Lo olvidaba, ni una
palabra a Pierre de momento.
-
Perdone, ¿puedo
coger la silla?
-
-Por supuesto.
-Gracias.
-
Condesa, yo...
feliz... flores.
-
No se lo que has dicho,
pero agradezco la intención.
-
Gracias, pequeño.
-
Señora condesa, permítame
presentarle al señor Mathieu,
-
nuestro vigilante, que ha hecho
cantar a nuestros queridos niños.
-
Señora condesa.
-
Mis felicitaciones,
señor.
-
Seguimos con gran interés las humanas y
sensibles técnicas de enseñanza del señor Rachin.
-
Le agradecemos su
contribución a estos métodos.
-
Por cierto, el coro...
¿fue una idea de?..
-
-Bueno...
-Mía, señora condesa. Mía.
-
Es un gran placer, señora condesa,
ayudar a un director tan comprensivo.
-
Bien, hágales cantar.
-
-El señor Rachin es tan modesto, no le gustan los cumplidos.
-Cierto.
-
Entonces, ¿Qué es lo
que nos van a cantar?
-
"La Noche", de
Rameau, señora condesa.
-
Eso debe ser magnífico.
-
Perdone, ¿quién es el chico
que está de pie ahí al lado?
-
¿Está castigado?
-
¿Ese chico?
Es caso aparte.
-
¿Me permite?
-
En los ojos de Morange, que
seguía tan bien mi ritmo,
-
pude leer algunas cosas. Orgullo,
felicidad de ser perdonado,
-
pero también algo nuevo
en él, agradecimiento.
-
Primer día del verano.
-
Nuestra coro cuenta
con un nuevo miembro.
-
Lo siento, perdí la
línea. Ha sido culpa mía.
-
Adelante.
-
Sus miradas eran la muestra
de su deseo de escapar,
-
de construir cabañas
a cielo abierto.
-
Estos corderos
estaban tristes.
-
Venga, es importante.
-
Estaba fregando las paredes de los
servicios para borrar los dibujos.
-
Me subí a una escalera
y encontré esto.
-
-Es la armónica de Corbin.
-Y esto.
-
Al menos 200.000 francos.
-
Nadie sabe dónde
estaba tu banco.
-
No me digas que llegó
allí por casualidad.
-
¿Sabes que Mondain fue expulsado
porque le habían acusado de robarlo?
-
No lo sabía.
-
Es verdad, no lo sabías.
-
Pero te lo digo ahora.
-
¿Quién te lo dio? ¿Qué
ibas a hacer con el dinero?
-
¿Si se lo digo se
lo dirá a alguien?
-
A nadie.
-
Lo juro.
-
Quería comprar...
-
¿Comprar qué?
-
Un balón.
-
No sabemos quién robó el dinero,
pero prueba que Mondain es inocente.
-
Nunca se habría ido sin
el dinero. Es evidente.
-
Lo investigaremos dentro
de dos días, cuando vuelva.
-
Pero, no se preocupe
demasiado Mathieu.
-
Si Mondain no es culpable esta
vez, lo habrá sido en otra ocasión.
-
No se puede hacer nada
por estos individuos, nada.
-
-¿Y qué pasa con la justicia?
-En sus manos está ahora.
-
¡Señor director,
espéreme!
-
-¡Espéreme!
-¿Se marcha?
-
Tengo que coger el coche, voy a
pasar las vacaciones con mi hija.
-
Allí hay... un piano.
-
¿Sabe qué va a hacer
Rachin en Lyons?
-
Creo que va a discutir la financiación
con el comité del patronato.
-
-¿No?
-Sí.
-
Pero la verdad es que su propósito principal
es que le asciendan y le condecoren.
-
¿Cree que le saldrá bien?
-
¿Con lo astuto que es él? Presentará
una idílica imagen del colegio,
-
escondiendo las cosas malas que ya sabe,
y acreditándose el éxito de su coro.
-
-¿Éxito?
- Sí, he oído que es muy bueno.
-
Señor, ¿es verdad que Langlois
y el director se fueron juntos?
-
Sí, se tomaron dos semanas de vacaciones,
nosotros somos los maestros ahora.
-
¿Entonces habrá coro hoy?
-
No.
-
-¿Qué haremos?
-La siesta.
-
No, tengo una idea mejor.
-
Perdóneme, usted...
-
-¿Su medalla?
-Sí.
-
Prácticamente
asegurado señor Rachin.
-
No sé cómo darle
las gracias.
-
Señor director, una
llamada para usted...
-
Discúlpeme, yo...
-
El fuego comenzó
en el tejado.
-
Las llamas devoraron los dormitorios, donde
los chicos fueron vistos por última vez.
-
Sesenta chicos desaparecidos,
atrapados como ratas.
-
Para Rachin...
-
su promoción y su medalla se
habían prendido fuego delante de él.
-
Pero de repente...
-
Después de comer salimos por la
puerta de atrás, cercana al huerto,
-
así que Mary y los aldeanos
no nos vieron, después...
-
fuimos al
bosque de Lignon.
-
¿Por qué fue allí?
-
Hacíamos un juego de orientación.
A los chicos les gusta.
-
Basta decir, tío Maxence, que estoy
enormemente decepcionado por su comportamiento.
-
Señor director, asumo toda la
responsabilidad de ésta escapada.
-
Tío Maxence no dejó
de intentar disuadirme.
-
A eso llamo yo una
falta de convicción.
-
Por otro lado, se podría decir
que salvamos la vida de los chicos.
-
Si no hubieran dejado el colegio
desatendido, no habría habido fuego.
-
No sé por qué
aún le escucho.
-
Bien, tío Maxence,
considerando su antigüedad,
-
esto le costará
un mes sin sueldo.
-
En cuanto a usted, señor
Mathieu, está despedido...
-
por romper las
normas del colegio.
-
Si es por eso,
despídame a mí también.
-
Usted no decide.
-
Gracias, señor Maxence, pero
los chicos le necesitan aquí.
-
Piense en los chicos, cosa
que este señor nunca hace.
-
Aquí tiene su
paga. Tenga.
-
Váyase inmediatamente en
el autobús de las seis.
-
-Le prohíbo que vea a ninguno de los alumnos.
-¿Qué quiere decir?
-
Tío Maxence, asegúrese
de ello. Váyanse.
-
Señor director, antes de separarnos,
permítame decirle lo que pienso de usted.
-
Lo sé, Mathieu.
-
-Usted es incompetente y cruel.
-¿Y ellos?
-
-No eligieron estar aquí
-Nadie lo hizo.
-
Nunca quise ser educador.
-
Y no me diga que usted soñaba con
enterrarse en este lugar abandonado de Dios.
-
Tenía otras ambiciones,
y yo también.
-
No debería descargar su
fracaso sobre los chicos.
-
¿Cree que disfruto jugando
a dirigir una prisión?
-
Alguien debe hacerlo.
-
Pero vaya, vaya a Paris.
-
Vaya a llamar a la
puerta del ministro.
-
¡Hola! Soy Mathieu, debemos usar
verdaderos educadores, no farsantes.
-
Llame, pelee, diga que tiene
fe. ¡Mathieu! ¡San Mathieu!
-
Es un músico
fracasado, un vigilante,
-
un pequeño vigilante,
-
¿A qué se dedica señor Mathieu? Soy
vigilante, ¡vigilante, vigilante, vigilante...!
-
Está loco.
-
Estoy cansado,
¡váyase al infierno!
-
Al contrario,
váyase usted.
-
Había esperado que algún chico desafiara la
prohibición y saliera a despedirme, pero nada.
-
Esa prudencia de los chicos
me pareció indiferencia.
-
Y Morange..., en fin...
-
En el primer papel, reconocí la
exquisita escritura de Boniface.
-
El de las faltas de ortografía
era, sin duda, de Pepinot.
-
Y aquel con notas musicales,
era la firma de Morange.
-
Y ése..., y aquel.
-
¡Deténgalos!
-
-Han cerrado la puerta.
-
En ese momento, me sentía lleno
de felicidad y de optimismo.
-
Quería gritarle
al mundo entero.
-
¿Pero quién me
habría escuchado?
-
Nadie sabe que existo.
-
Un gran artista ve en el
espejo su condición de hombre.
-
Soy Clement Mathieu, un músico
fracasado, un vigilante no mucho mejor.
-
Soy Clement Mathieu, un músico
fracasado, un vigilante no mucho mejor.
-
¿Y lo que sigue?
-
Nunca volvió a escribir.
-
Pero yo..., yo
te lo contaré.
-
Y Pepinot me lo contó. Al día
siguiente, en el camino de vuelta...
-
mi infancia me
volvió a la memoria.
-
Después de que despidieran a
Mathieu, mi madre vino a por mí.
-
Fuimos a Lyons, donde fui
admitido en el conservatorio.
-
El ingeniero quería que fuese
interno de nuevo, ella se negó...
-
y él nos dejó.
-
Chabert, Langlois y el
tío Maxence se unieron...
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para denunciar los
abusivos métodos de Rachin.
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Se interrogó a los chicos
y Rachin fue expulsado.
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Clement Mathieu continuó enseñando
música hasta el final de su vida.
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Nunca intentó ser famoso.
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Todo lo que hizo,
lo guardó para él.
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¿Para él? No,
no totalmente.
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¡Señor Mathieu!
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Espere, por favor.
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¡Señor Mathieu!
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¿Qué haces aquí?
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¿Podría llevarme
con usted?
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Oh, no puedo hacer eso.
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Debes volver al colegio,
sino te castigarán.
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-Por favor.
-¿Viene ya?
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Un momento.
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No tengo autorización,
no puedo llevarte.
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Vuelve.
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Vete.
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Vete.
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Pepinot no podía creerlo.
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El día que despidieron
a Mathieu era sábado.