Ciudades con alma, más allá de las Smart Cities | Ignacio Alcalde | TEDxLaMoraleja

Vivimos en un mundo conectado y digital, y a la vez en un mundo urbano.
¿Qué ocurre cuando unimos estos dos conceptos? ¿Son nuestras ciudades realmente inteligentes?
Ignacio Alcalde nos habla sobre el urbanismo del futuro (y del presente) y nos presenta el concepto de "ciudad con alma".

Arquitecto urbanista especialista en estrategias y proyectos para la transformación de ciudades, es Vicepresidente de la Fundación Metrópoli. Dirige el Máster Universitario en Urbanismo del CEU y ha obtenido en 3 ocasiones el Premio Europeo de Urbanismo y el World Smart City Award.

Esta charla es de un evento TEDx, organizado de manera independiente a las conferencias TED. Más información en: http://ted.com/tedx

Vamos a hablar sobre ciudades.

Pero antes de ello
quisiera presentaros a una niña.

Mi sobrina, María.

Seguro que todos tenéis en vuestro entorno
niños de la misma edad.

Ellos son los protagonistas.

Ellos tienen suerte,

porque han nacido en el mejor momento
de la historia conocida.

No sé si estamos de acuerdo con esta idea
o alguien opina lo contrario.

Porque lo que está claro
es que si leemos los periódicos

nos dicen lo contrario todos los días.

Sin embargo, la realidad
es que es el mejor momento.

Todos estos indicadores positivos
están mejorando.

La paz, el progreso, los derechos civiles,
la calidad de vida en todo el mundo.

Por supuesto, hay mucho por hacer
pero están mejorando.

Pero es que no solo es eso.

Es que estamos viviendo
en el momento más interesante,

en el momento más cargado
de innovaciones y sorpresas.

De hecho, el historiador
Harari, ha dicho:

"Por primera vez en la historia
la sociedad no sabe

cómo va a ser el mundo
en los próximos 25 años".

Es decir, mañana.

Por primera vez en la historia
no tenemos ni idea de cómo será el mundo.

Entonces, esto que está sucediendo ahora
y que nunca antes ha sucedido

nos tiene que llevar a una reflexión.

Algunos dicen que estamos viviendo
en una época de cambios.

Mentira.

Estamos viviendo en un cambio de época.

Hemos entrado en una era nueva
que algunos han llamado "el antropoceno".

Otros la llaman "la era digital".

Una era de cambios brutales,
continuos, acelerados.

Algunos días nos levantamos
y hay un cambio disruptivo,

como el del 9 de enero del 2007,

que fue el día en concreto
en el que el señor Steve Jobs,

presenta un teléfono inteligente.

No es un teléfono, mentira.
Es una extensión del cuerpo humano.

Un nuevo órgano
que nos ha nacido a todos nosotros

y que nos da más capacidades,
conectividad, habilidades y facilidades.

Nos cambia la vida.

Y eso es un cambio disruptivo.

Somos personas distintas
desde que hemos entrado en la era digital.

Como dijo el presidente de telefónica:

"La vida digital es la vida misma".

No hay más vida.
Esto es nuevo: la vida hoy es digital.

Pero más allá de eso, me gustaría
enfocarme en otro elemento

del que me gustaría hablarles.

Y es que, además,
hemos entrado en la era urbana.

¿Por qué digo esto?

Pues porque hoy el mundo
es más urbano que nunca.

Nunca en la historia de la humanidad

las ciudades habían tenido
la importancia que tienen hoy.

Y además esto es creciente.

Hoy, la mitad de la población
del planeta vive en ciudades.

En el 2050 se espera que sean dos tercios.

Es decir, cada vez somos más
los urbanitas.

El ser humano es un ser urbano.

Eso es interesante y es positivo,

pero desde luego es nuevo
respecto a un pasado reciente,

respecto al siglo XX.

¿Qué sucede si combinamos estas dos ideas?

El mundo digital y el mundo urbano.

Sucede que tenemos dos rasgos que
definen nuestra vida actual claramente,

una vida en la que la sociedad
está más conectada que nunca.

Vivimos en la sociedad hiper conectada.

Escuchamos hablar del Big Data,

de los sensores,
de la inteligencia artificial,

del internet de las cosas,

cuestiones que están empezando
en estas fechas

pero que se disparan.

Y que vamos a verlas desarrollarse
enormemente en poquísimos años.

E incluso podemos decir

que hoy en día la conectividad
no se mide en distancia.

Yo puedo tener un amigo a 8000 km de aquí,

y estar cerca de él
porque estoy a un clic de distancia.

Y eso es real. Nos pasa a todos.

Hace diez años esto no sucedía.

Por tanto este mundo es diferente.

Es el mundo de las personas
que están naciendo ahora,

pero también es nuestro mundo.

¿Qué nos interesa de ese mundo?

Tratar de entender cómo son esos nodos
que forman esa red conectada del mundo.

Esos nodos son las personas
pero también las ciudades.

Y según se cuenta ahora, cada vez más,
se habla de ciudades inteligentes.

¿Qué pasa con esto? "Smart Cities".

Sucede que todas
las compañías tecnológicas

se han dado cuenta de que hay
un enorme nicho de negocio en esto

y están desarrollando
una cartera de productos

en torno a las "Smart Cities".

Eso es interante.
Y es positivo, sin duda.

También las propias ciudades
están desarrollando slogans y estrategias

para enfatizar
ese concepto de "Smart Cities",

que parece ser la nueva pasión
de todas ellas.

Y desde luego, se está generando
un enorme turismo de eventos.

No hay una semana sin una feria, un
congreso, una exposición de Smart Cities

en algún lugar del mundo, en todas partes.

Algo está pasando
en torno a las "Smart Cities".

Se están poniendo de moda.

Pero la pregunta
que os quería transmitir es:

"¿Es esta la ciudad que queremos?

¿Es verdaderamente
este concepto de "Smart Cities"

(con las tecnologías aplicadas, etc)

el modelo de ciudad
deseable para las personas?

¿O estaremos cometiendo un error

como sucedió hace un siglo?"

Hace un siglo en urbanismo se hablaba
de la ciudad funcional o racionalista

que era una ciudad que se apoyaba
en las tecnologías de la comunicación,

física en aquel caso, hoy digital.

Pero aquella ciudad
basada en la conectividad física,

dio como resultado ciudades dormitorio,
zonas industriales separadas entre sí,

con un modelo de ciudad del siglo XX

que no es el más
interesante de la historia.

Nos gusta más la ciudad tradicional.

Yo diría que es manifiestamente mejorable.

¿No estaremos cayendo otra vez
en el mismo error?

¿Deslumbrarnos por la tecnología?

¡Bienvenida sea la tecnología!

Pero, ¿es esta la ciudad que queremos?,
¿la ciudad inteligente?

¿O debemos pedirle algo más
a la ciudad ideal?

Yo apuesto por un concepto
que llamaría "la ciudad con alma"

que es mucho más que una Smart City.

Pensemos un poco en ello.

En el siglo XX nos decían
que las ciudades eran máquinas para vivir.

Yo hoy diría que una ciudad
es un ente vivo.

Un ente que tiene momentos
a lo largo de su historia.

Al igual que las personas
tiene momentos malos, difíciles,

momentos en los que necesitan ayuda,
en los que triunfan.

Le pasa lo mismo a las ciudades.

Por tanto, las ciudades tienen alma.

Las ciudades tienen espíritu.

Claro, me podéis decir:
"Esto es algo etéreo, poético, bonito,

pero no es útil".

No. Yo me dedico a esto profesionalmente.

Yo trabajo sobre ciudades
y debo dar soluciones concretas

a situaciones reales.

Entonces, creo que esta filosofía
y esta forma de entender el tema,

nos acerca a situaciones
totalmente pragmáticas y reales.

No es poesía.

Vamos a tratar de definir
qué es una ciudad con alma.

Porque todos estamos de acuerdo

en que algunas ciudades parecen
tener alma, espíritu. Son especiales.

¿Cuáles serían las claves?

Yo propongo tres claves.

La primera clave proviene del pasado.

Y es que una ciudad con alma
recupera la identidad,

mantiene la identidad
y hace énfasis en su identidad.

En su legado.
Esa clave proviene del pasado.

La segunda clave está en el presente.

Ciudad con alma es aquella
que pone el foco en las personas.

Es decir, que más allá de la política,
del liderazgo institucional,

de los intereses económicos,
de la aplicación de las tecnologías

y de todas esas cosas que suceden,
por encima están las personas.

En el centro están las personas.

A veces se consigue.
Entonces eso es una ciudad distinta.

Y en tercer lugar, pensando en el futuro

una ciudad con alma
es una ciudad con proyecto

porque no vale lo que tenemos hoy,

debemos pensar en la ciudad del mañana.

Y para ello, tenemos que tener
una ciudad en la que sus líderes

tengan una visión, la construyan,

tengan unas ilusiones,

sean capaces de transmitir ese concepto
a los ciudadanos y compartirlo,

y por lo tanto, con estas tres claves

nos acercamos
al concepto de ciudad con alma.

Pero me gustaría
extenderlo y desarrollarlo más,

presentando algunos rasgos que definen
el ADN de una ciudad con alma.

Algunos rasgos
que forman parte de la identidad

de estas ciudades especiales,
de la ciudad deseable.

El primero es que, por supuesto
una ciudad con alma debe ser sostenible.

En armonía con el planeta.

Que utilice energías renovables,
construcción sana, movilidad sostenible.

Todos estos valores
que hoy la sociedad exige,

y es bueno que sea así.

Pero también es una sociedad abierta.

Una ciudad que desarrolla la solidaridad,
la tolerancia, la apertura,

el respeto por la diversidad,
la preocupación por los desfavorecidos.

Lo cual no quita que además
tiene que ser competitiva,

porque tiene que ser una ciudad
de oportunidades,

con atracción de inversores,
fomento del emprendedurismo,

empleo para sus ciudadanos,
oportunidades para salir adelante.

Y por supuesto, una ciudad que funcione.

Una ciudad eficiente, bien equipada,
con todos los servicios, funcional,

todo eso se debe exigir.

Yo apuesto por una ciudad de tamaño medio.

No por las megalópolis enormes, inhumanas,

tampoco por un pueblo pequeño,
en el que falten servicios.

Pensamos que esta escala intermedia
es la más interesante

para desarrollar ciudades atractivas,
en las que sea agradable vivir.

Y luego una ciudad compacta.

¿Hay desarrollos urbanos de baja densidad?
Evitémoslos.

Es mejor la media o la alta densidad.
Es decir, compacidad.

Que los ciudadanos se encuentren
con otros ciudadanos,

que haya espacios públicos
donde se produce la relación social,

donde se produce la "serendipia".

Esa palabra tan bonita que significa
el hallazgo casual valioso.

El encuentro casual.

Eso pasa en las ciudades
donde hay vida, plazas, calles, etc.

Por lo tanto, compacidad, densidad.

Eso es un valor típico
de nuestras ciudades europeas,

y hay que preservarlo.

Y luego están los espacios de fusión.

Hemos criticado antes
el urbanismo del sigo XX,

que separaba los usos urbanos
en distintas zonas

y generaba modelos ineficientes.

Lo que defendemos es espacios
de mezcla de usos,

para que funcionen 24 horas al día,
7 días a la semana.

Espacios donde se mezcle
gente de distintos perfiles

para trabajar, divertirse, aprender.

Ahí se desarrolla la vida.

Ese concepto, que puede parecer muy simple

pero que no está
en muchos planes urbanísticos.

Está lo contrario.
Está la separación de usos.

Hay que recuperar esta idea.

Y por supuesto, en una ciudad digital
no renunciamos a todos estos conceptos.

Es más, como la vida
y el ciudadano actual es digital

hay que tener esas tecnologías.

Una ciudad innovadora
que se plantea cosas nuevas,

que está abierta a ideas diferentes,

porque la sociedad actual lo es.

Y en consecuencia, tiene dar respuesta
a esa sociedad.

Y el último punto lo dejo vacío.

¿Por qué?. Pues porque esto
no es una ciencia exacta.

Seguro que a todos vosotros
se os ocurren ideas para añadir aquí.

Y son bienvenidas.

Cada ciudad puede tener su perfil,
su decálogo, su ADN específico.

Así que pongo sobre la mesa
este decálogo con 9 + 1 puntos,

que puede servirnos
como elemento de reflexión,

para empezar a pensar
cómo queremos que sean las ciudades.

Para empezar a pensar que las ciudades
pueden ser de otra manera,

como eran antes y actualizándose.

Veamos algunos ejemplos,

porque estos conceptos
se entienden mejor si vemos ejemplos.

Daré tres ejemplos de ciudad con alma.

Los tres tienen un alma ligada al mar,
a tres mares distintos.

El primero es Cartagena de Indias.

Nadie negará que es una ciudad
con gran carácter y personalidad.

Pero también tiene muchos problemas.

Disfunciones, desequilibrios sociales, etc

Sin embargo, tiene un proyecto de futuro
que va a intentar transformarla

manteniendo el alma del Caribe.

Mejorando la eficiencia
pero manteniendo el alma del Caribe.

El segundo ejemplo es la otra Cartagena,
en la región de Murcia, en España.

Cuando llegamos a esta ciudad en 1992,

y mientras Barcelona celebraba sus
Olimpiadas y Sevilla sus Juegos Olímpicos,

ellos tenían un grave problema
económico, social, ambiental y urbano.

Se había caído la base económica

y la ciudad no se relacionaba
bien con el mar.

Se desarrollaron una serie de proyectos
de apertura de la ciudad al mar.

Proyectos urbanos, una estrategia,
una serie de planes,

y hoy es una ciudad distinta.

Es una ciudad próspera, agradable,
atractiva, seductora, sexy,

es una ciudad
con diversificación económica,

y que sin embargo, no ha perdido
sino potenciado, su alma mediterránea.

Y en tercer lugar, cómo no, Bilbao.

Otro ejemplo de ciudad
con un alma muy fuerte,

con una identidad bien definida
a lo largo de los años y siglos,

que pasa por una crisis fuerte en los 80,
pero se transforma positivamente

y es capaz de reinventarse
sin perder el alma.

Actualizándose.

Generando una versión 2.0
de su alma atlántica,

siempre en torno al eje de la ría.

Creo que esos ejemplos

nos ayudan a entender cómo
algunas ciudades tienen algo especial.

Tienen alma.

Y un último concepto para terminar.

Esto sería un multiejemplo,
un ejemplo múltiple,

una tipología de ciudades
que cumplen con este requisito.

Me refiero a las ciudades
medias europeas en red.

¿Qué quiere decir esto?

Hablo de ciudades medias,
porque como decíamos antes

en Europa hay muchas ciudades
que tienen este carácter.

Entre cien mil y un millón de habitantes.

Son las mejores para vivir.

Tienen de todo pero siguen siendo humanas,

lo cual es una característica
deseable, interesante.

¿Porque europeas?

Porque en Europa, las ciudades
mantienen el valor de la tradición,

la identidad, la historia, etc.

Eso se conserva y hay que potenciarlo.

A mí, esta imagen de Salzburgo,

que si estamos en silencio
parece que podamos escuchar a Mozart.

No lo escuchamos, pero pareciera.

Está el alma, el espíritu.

Eso está en este tipo de ciudades.

Y por último, en red.
¿Qué quiere decir esto?

Pues que el sistema urbano europeo
tiene una característica diferente a otros

y es que hay muchas ciudades medias
próximas unas a otras.

A una hora o media hora de distancia.

¿Eso qué quiere decir?
Que la suma de varias ciudades,

trabajando en cooperación
y complementariedad,

nos aporta una gran cantidad
de beneficios para el ciudadano.

Yo vivo en una de ellas,
pero a media hora tengo otra

y a una hora tengo otra,

con elementos de valor
diferentes a los de la mía,

con lo cual me beneficio de todos ellos.

Es un sistema más equilibrado
que llega mejor al territorio, etc.

Yo creo que es un modelo muy interesante

que desde Europa podemos
utilizar, expandir y exportar,

porque para mí, es el modelo urbano
más interesante que existe en el mundo.

Y para terminar, simplemente
os dejo con esa reflexión.

Cuando oigáis hablar
de ciudades inteligentes,

de Smart Cities, de estos conceptos,
yo os sugeriría

que os paréis un poco a pensar y digáis:
"¿Es esto lo que la sociedad quiere?

¿O sería mejor algo más ambicioso?"

Una ciudad que sin renunciar
a los conceptos tecnológicos y digitales,

profundice en la búsqueda del alma,
de la identidad, de estos valores,

que al final son los que
nos permitirán vivir un poco mejor

y sobre todo,

dejar a las generaciones futuras
un mundo mejor.

Muchas gracias.

(Aplausos)