¿Son reales todos nuestros recuerdos? - Daniel L. Schacter

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En un estudio de la década de los 90, los sujetos recordaban haberse perdido
en un centro comercial cuando eran niños. Algunos incluso describían sus recuerdos con todo lujo de detalles, pero había un problema: ninguno se había perdido en realidad en un centro comercial. Produjeron estos falsos recuerdos cuando los psicólogos les dijeron que se habían perdido y sus padres se lo confirmaron. Así que, ¿qué está pasando? Daniel L. Schacter explora los fallos en nuestra memoria.

Lección de Daniel L. Schacter, dirigida por AIM Creative Studios.

En un estudio llevado a cabo
en la década de los 90,

los sujetos recordaban haberse perdido
en un centro comercial cuando eran niños.

Algunos describían sus recuerdos
con todo lujo de detalles,

uno incluso recordaba
que el anciano que lo rescató

llevaba una camisa de franela.

Sin embargo, ninguno se había perdido
en realidad en un centro comercial.

Generaron estos falsos recuerdos

cuando los psicólogos
que realizaron la investigación

les dijeron que se habían perdido y,
a pesar de no recordar el incidente,

sus padres se lo confirmaron.

No fueron ni una ni dos personas
las que creyeron recordar perderse,

sino un cuarto de los participantes.

Este descubrimiento
puede parecer increíble,

pero en realidad es un reflejo
de un hecho bastante común.

A menudo, nuestros recuerdos
son poco fiables.

Aunque aún no sabemos con exactitud
qué causa estos fallos a nivel neuronal,

diversos estudios han destacado
algunas de las formas

en las que nuestros recuerdos
se desvían de lo que pasó en realidad.

El estudio del centro comercial demuestra
que podemos insertar información

de fuentes externas,
como otras personas o las noticias,

en nuestra propia memoria
sin siquiera darnos cuenta.

Esta sugestibilidad es solo una forma más
de influenciar los recuerdos.

En otro estudio,

los investigadores mostraron brevemente
un conjunto de imágenes aleatorias

a un grupo de participantes,

entre los que se incluían imágenes
de un campus de universidad

en el que ninguno
había estado previamente.

Cuando volvieron a ver las imágenes
tres semanas después,

la mayoría de los participantes
afirmaron que quizás o sin lugar a dudas

habían estado alguna vez en ese campus.

Los participantes atribuyeron información
de un contexto, la imagen que vieron,

al contexto de otro, un recuerdo de algo
que creyeron haber vivido realmente.

En otro experimento, a los sujetos
se les mostró la imagen de una lupa

y les dijeron que imaginaran una piruleta.

Con frecuencia recordaban haber visto
tanto la lupa como la piruleta.

Les costaba asignar los objetos
al contexto correspondiente,

si lo habían visto en realidad
o simplemente lo habían imaginado.

En otro estudio, un psicólogo
preguntó a más de 2000 personas

su opinión sobre la legalización
de la marihuana,

y evidenció otra cosa
que puede tergiversar los recuerdos.

Los participantes respondieron
a preguntas hechas en 1973 y 1982.

Los que apoyaban la legalización
de la marihuana en 1973,

pero afirmaron estar en contra en 1982,

eran más propensos a recordar

que en realidad
estaban en su contra en 1973,

por lo que mezclaban su visión actual
con la que tenían con anterioridad.

Nuestra opinión, sentimientos
y experiencias actuales

pueden tergiversar los recuerdos
de cómo nos sentíamos en el pasado.

En otro estudio,

los investigadores dieron información
a dos grupos sobre una guerra histórica

y les pidieron que dijeran
qué bando era más probable que ganara.

Ambos grupos fueron provistos
de la misma información,

pero solo a uno de ellos
se les dijo qué bando ganó la guerra,

el otro no tenía ni idea
de quién la ganó en realidad.

En teoría, las respuestas de ambos grupos
deberían ser similares,

porque la probabilidad de ganar
de cada bando

no se ve afectada
por quién la ganó en realidad.

Si hay 20 % de probabilidades
de tormenta eléctrica y al final ocurre,

la probabilidad de tormenta eléctrica
no es retroactiva y no aumenta al 100 %.

Pese a esto, el grupo que sabía
cómo acabó la guerra

le daba al bando ganador
más probabilidades de ganar

que el grupo que no lo sabía.

Los recuerdos falsos pueden tener
una repercusión en el mundo real.

Si en un interrogatorio la policía
formulara preguntas tendenciosas

a los testigos o a los sospechosos,

la sugestión podría acabar
con identificaciones erróneas

o confesiones poco fiables.

Hasta cuando no se formulan
preguntas tendenciosas

una mala atribución podría derivar
en un testimonio impreciso.

En los tribunales,

si un juez dictamina
que una prueba es inadmisible

y le pide al jurado
que no la tenga en cuenta,

quizás no sean capaces de hacerlo.

En el ámbito sanitario, si un paciente
busca una segunda opinión

pero el otro médico
conoce el diagnóstico inicial,

ese conocimiento podría
afectar sus conclusiones.

Nuestros recuerdos
no son a prueba de balas,

están sujetos a la percepción.

Y no es necesariamente algo malo,

el problema aparece
cuando tratamos a los recuerdos

como si fueran un hecho,

en vez de aceptar la naturaleza real
de nuestra memoria.