El trance chamánico. ¿Una capacidad cerebral? | Corine Sombrun | TEDxParisSalon

Esta charla es de un evento TEDx, organizado de manera independiente a las conferencias TED. Más información en: http://ted.com/tedx.

Figurando hoy entre los escritores viajeros, Corine Sombrun pasó su infancia en África, en Burkina Faso. En 1999, se trasladó a Londres donde trabajó como pianista, compositora y periodista de BBC Mundo. Durante un reportaje en Mongolia en 2001, una chamán le revela que ella también lo era y su "camino", según dijo, era el de seguir sus enseñanzas secretas. Después de ocho años de aprendizaje, donde pasó varios meses al año en la frontera de Siberia al lado de Enkhetuya (una chamán de la etnia de los Tsaatans encargada de enseñarle las técnicas del trance), llega a colaborar con unos científicos y a presenciar así el nacimiento del primer protocolo de investigación sobre el trance chamánico mongol estudiado por la neurociencia.

Su último libro "Les esprits de la Steppe" ("Los Espíritus de la Estepa"), publicado por Albin Michel, recoge a través de la vida de Enkhetuya, esa aventura del chamanismo mongol desde los años 1950 hasta llegar a los laboratorios de investigación.

Filmado en TEDxParisSalon el 27 de noviembre del 2012 en la Gaîté Lyrique. Más presentaciones en http://tedxparis.com/

(Aplausos)

Bueno, les contaré sobre
cómo el azar tocó a mi puerta

y sobre todo de cómo me condujo
a averiguar

si el trance chamánico
era una capacidad cerebral o no.

Comencemos en el 2001,

en esta región de Mongolia.

Yo hacía un reportaje
para la BBC sobre el chamanismo

y Nara, una amiga, me acompañó

a casa de un chamán llamado Balchir.

Él celebraba una ceremonia.

Cayó la noche y los vecinos llegaron.

Estos tenían muchos problemas

y algunos querían saber

por qué los tenían.

Yo solo sabía, en aquella época,
que un chamán

era un tipo de vínculo
entre el mundo de los humanos

y el de los espíritus.

Ese mundo espiritual alberga entidades

que de algún modo son responsables

de mantener la armonía de este mundo.

Así, cuando hacemos algo
que "desarmoniza" este mundo,

los espíritus nos envían alarmas

en forma de problemas.

Así que cuando se tienen muchos,
muchos problemas,

se intuye que hemos enfadado a un espíritu
aunque quizá no sepamos el porqué.

Y es ahí donde interviene el chamán:

Él cae en trance
con el sonido de un tambor

e interroga directamente
al mundo de los espíritus

para saber cuál es la causa
o la razón de su enfado.

Así pues, al caer la noche,
el chamán tomó su tambor,

yo instalé mi equipo de la BBC

y he ahí lo que se escucha:

(Sonido de tambor)

El problema fue que el sonido
de ese tambor

hizo algo muy particular en mi cuerpo,
empecé a temblar...

y a hacer movimientos
cada vez más violentos,

comencé a aullar como un lobo.

Sentí que mis manos
se convertían en patas,

que mi nariz se volvía un hocico.

Me transformaba en un lobo.

Y lo peor, fue que sentí
que todo esto sucedía

sin que tuviera absolutamente
ningún control.

El tambor y el trance pararon,

el chamán se dirigió a mí,
parecía enfadado;

la amiga que me acompañaba
me tradujo

y el chamán me dijo:

"¿Por qué no me contaste
que eras chamán?"

(Risas)

Dije: "Sin duda esto es un error,
estoy aquí por un reportaje,

es un error y Ud. se equivoca, señor".

Y él me dijo: "No, si el tambor te produjo
ese efecto, es porque tienes el don,

tienes acceso al trance y por lo tanto
al mundo de los espíritus.

Y bueno, no es complicado,
esto es lo que vamos a hacer:

Te quedarás 3 años con nosotros aquí
en la frontera de Siberia,

y te transmitiremos este conocimiento".

Así, tal cual...

Eso no era lo que en realidad esperaba
en el plan de mi carrera,

y dije: "¿Pero si me niego,
no sería un problema?"

Él agregó: "no deberías decir eso porque
si estás aquí, no es coincidencia

y ya te habrán debido llegar
problemas durante tu vida".

Respondí: "Sí, un amigo falleció,
5 años de cáncer, en fin, una gran pena".

y dijo: "Pero eso no es nada,

para lo que llegará a tu vida
y en lo que esta se convertirá.

Si no llega a ser lo que los espíritus
han decidido para ti,

vas a tener muchos más problemas".

Así que me volví a Nara, quien me dijo:

"Escucha, a pesar de todo es
un conocimiento muy secreto,

es muy interesante, solo se transmite
de chamán a chamán

y la historia de la venganza
de los espíritus no es una broma,

en tu lugar, yo prestaría atención".

Así que terminé preguntando al chamán
si era posible, por casualidad,

ir allí durante varios meses por año.

Así que negocié y me dijo:
"No hay problema,

lo esencial es que hagas
lo que los espíritus decidieron para ti".

Es así que me reuní
con mi maestra chamán,

que era pastora de renos
e integraba la etnia de los Tsaatans.

Y ella me dijo que, efectivamente,
yo tenía poderes.

Le dije: "¿Qué poderes?"
Si los tuviera, yo lo sabría".

Y ella me dijo: "¡Pero claro!
Vas a descubrir esos poderes

con la práctica del trance".

Así que me fabricaron un tambor, un traje.

Sí, esa soy yo.

Y durante años volvía a su casa,

en la frontera de Siberia,

para vivir en un tipi, sin agua,
sin electricidad.

Me enseñaron los rituales,
me enseñaron la práctica del trance.

Me transformaba en lobo,
profería aullidos de lobo,

tenía visiones, todo bien,
pero me decía: "¿De qué sirve esto?"

Hacía tantas preguntas que terminé
por ganarme un sobrenombre,

el cual fue "chichi cochconok",
que significa "pequeña boba".

(Risas)

Yo reconocía evidentemente
que lo merecía, pero bueno,

la pequeña boba continuaba
yendo varios meses al año

y se entrenaba en el trance.

Y, finalmente, al cabo de 8 años
de este régimen,

terminé por ganar y merecer
el título de "Udgan",

la cual es una mujer chamán, allí.

Descubrí que el trance,
que ellos llaman poderes,

efectivamente producía ciertas
alteraciones en mi percepción.

¿Cuáles?
Objetivamente, después de 8 años,

perdí la noción del tiempo,

ahora, me doy cuenta que era
la noción del tiempo psicológico.

Durante el trance, tenía una disminución
de la percepción del dolor:

al comienzo me daba muchos golpes
con el tambor, era una catástrofe,

pero en el trance no lo sentía,
aunque sí saliendo del trance...

El tambor pesaba cerca de 8 kg
y medía 80 cm de diámetro,

y ese tambor podía sostenerlo
en brazos durante horas,

durante dos o tres horas,

sin sentir la menor dificultad,

así que tenía más fuerza
que en un estado normal.

También tenía visiones, tenía acceso
a otras percepciones.

Era como si, de pronto,
estuviera en un mundo obscuro.

Tenía visiones, percepciones
diferentes de las que sentía normalmente,

y sobre todo, sentía
que tenía la capacidad de percibir

los lugares que estaban en "desarmonía".

Así, lo más sorprendente fue que
al percibir estos lugares inarmónicos,

yo empezaba a producir cánticos,
gestos, sonidos,

idiomas totalmente
desconocidos

y sentía que eso iba a traer
a estos espacios inarmónicos

justo lo que necesitaban
para recuperar su equilibrio.

Entonces, ¿por qué?
¿Por qué todo esto?

¿Acaso el trance modifica
el comportamiento del cerebro

y nos da otras capacidades?

¿Por qué en ese estado,
sentía que tenía

un modelo diferente
de la percepción de la realidad?

Por lo cual, dije:
"Acudiré a los científicos".

El primero al que me dirigí y a quien
le conté mi historia me dijo:

"Tengo un amigo psiquiatra,
es realmente bueno,

usted puede consultarle, señorita,
eso sería realmente bueno".

Por suerte, todos no son así y así
encontré a Pierre Etevenon,

quien fue exdirector
de investigación del INSERM.

Él estudió en Princenton los efectos
de las sustancias alucinógenas

sobre el campo visual,

así que conocía bien
los estados alterados de conciencia

o de la cognición, por trances.

Y dijo: "Hágame
una demostración".

Tomé mi tambor,

entré en trance, actué como un lobo, etc.,

salí del trance y me dijo:

"Sí, efectivamente es interesante,
pero el problema es su tambor,

lo que debemos hacer, para saber si
el trance afecta la conducta cerebral,

es aplicar un EEG a su cerebro.

Además, con un tambor como ese
lo romperá todo en el laboratorio,

Así que vea usted:

o Ud. provoca el trance por su sola
voluntad o detenemos la investigación".

Y yo no sabía entonces

si era posible hacer un trance
por mera voluntad.

En Mongolia, no había esa necesidad,
esas investigaciones no les interesaban.

Así que me acosté en el suelo en casa,
sabiendo que solo el sonido del tambor

provocaba el estremecimiento
del que les hablé,

intenté producir ese estremecimiento.

Así quizá alcanzaría ese trance.

Y, luego de varios intentos,
en efecto, lo logré.

Aunque no solo logré provocar
el trance a voluntad,

sino que además podía decidir
cuando entrar y salir de él, todo genial.

Volví a ver a Pierre Etevenon
y le dije: "Bien, estoy lista".

Le hice otra demostración
y me dijo: "Así está perfecto,

te apruebo como conejilla de indias".

Y me puso en contacto
con investigadores y colegas suyos.

Y, pese a no causar gran cosa
el estudio de mi cerebro,

hubo alguien que llegó a interesarse
en estos estudios,

fue el profesor Flor-Henry.

Allí está en Canadá, en Edmonton,

en un hospital psiquiátrico,
allí me encuentro.

Él es neuropsiquiatra, dirige el dpto.
de psiquiatría para mayores en el hospital

y también es responsable de las admisiones
al laboratorio de investigación.

Así que fui allí.

Él me pidió hacer una demostración

frente a los investigadores,
neuropsiquiatras y psquiatras.

Hice mi demostración,
me acosté en el suelo,

el trance se detuvo

y escuché una voz que me dijo:

"Desde luego, es un desdoblamiento
violento de la personalidad".

Ah...

y otra voz dijo:

"Pero también puede ser un síndrome
de personalidad múltiple".

Y otra: "O bien una encefalitis límbica".

Ellos se acercaron a mí:

"Lo que es sorprendente,
es que Ud. parece controlarlo,

puesto que salió de ese estado.
Realmente queremos saber lo que pasó".

¡Igual yo!

Así, ingresé al laboratorio,
me pusieron electrodos en la cabeza,

me hicieron
un electroencefalograma,

en estado de reposo y normal.
Uds. verán prácticamente mi mente allí.

Está bastante tranquila.

Ese es el inicio del trance.

Vemos que algo, de hecho, está pasando.

Esa soy yo en el laboratorio,
con esas cosas en la cabeza.

Solo para darles una idea,
les haré escuchar unos cuantos audios.

(Aullido de lobo)

¡Oh, sí!

(Risas)

Eso lo fue todo, me ridiculicé
frente a todo el mundo.

Imaginen a los asistentes

al escuchar esos ruidos
en el laboratorio de investigación.

Bueno, ese es el EEG durante el trance.

Uds. verán que, de hecho,
algo importante ocurre.

Obviamente, el profesor Flor-Henry
estudió luego esos resultados

y vino unos meses más tarde
para decirme:

"Su cerebro es del todo normal,
en un estado normal,

ninguna patología, está sano.

Pero no así, durante el trance...".

Así, Etevenon
ideó una hipótesis, y me dijo:

"Tus resultados me hacen pensar
en otros de un conejo bajo el LSD".

Eso comenzó mal,
pero llegó a ser peor después

ya que Flor-Henry comparó los resultados
de trance con tres grupos de control.

Uno sufría de depresión grave,
el otro con trastornos maníacos

y el tercero de esquizofrenia,

así que me dijo:

"Durante el trance, sus patrones tiene
similitud con estas tres patologías".

Pregunté: "¿Las tres a la vez?

Respondió: "Sí, las tres a la vez".

Eso era, ya de por sí, raro en un cerebro,

pero lo que parecía más inconcebible
y que para él

fue un descubrimiento mayor
sobre el cerebro,

fue que no creíamos que un cerebro sano,
deliberadamente,

también pudiera provocar
estados patológicos y volver en sí

solo con la voluntad y, sobre todo,
sin mantener ninguna secuela.

Así, esos resultados han sido el origen
de un primer protocolo de investigación

sobre el trance chamánico mongol
estudiado por la neurociencia.

Y, la otra cuestión fue:
si un cerebro podía

atravesar esos estados y volver en sí,
¿era eso posible?

¿Esas técnicas de trance
practicadas en Mongolia,

no serán, quizá, un medio
para dar una respuesta

a este tipo de patologías?

Hoy, no hay en lo absoluto
ninguna certeza o respuesta a ello,

es por eso que este protocolo
está en proceso.

El Prof. Flor-Henry hará las publicaciones
científicas de esos resultados.

Yo he escrito todo el detalle
de esa aventura en mi último libro,

pero ¿qué nos dice
esta aventura concretamente?

¿Qué es lo que me ha enseñado?

Me ha enseñado a ordeñar renos,

porque habiendo pasado ocho años
con un criador de renos,

es lo que se aprende como mínimo.

Sé que puedo provocar
un trance a voluntad,

ya que es una capacidad cerebral
al que, sin duda, todos tenemos acceso

y que muchos ya han desarrollado,
y no lo esperaba de mí.

Y aun las visiones que tuve
en ese estado,

esa otra percepción de la realidad,
como si estuviese aumentada,

esa otra forma de percibir el mundo

fue justo el resultado de una alteración
del comportamiento de mi cerebro.

Por qué y para qué sirve, aún
no lo sabemos, pero podemos estar seguros

que lo que percibimos del mundo,

lo que vemos, no es el mundo,

sino un modelo del mundo
creado por el cerebro.

(Aplausos)