Resignificar el amor | Barbara Fredrickson | TEDxLowerEastSide

Esta charla es de un evento TEDx, organizado de manera independiente de las conferencias TED. Más información en: http://ted.com/tedx

Elijamos amar por el bien de la salud nuestra y del otro.

La doctora Fredrickson es Profesora Distinguida de Psicología de Kenan e Investigadora Principal de la Universidad de Carolina del Norte. Es investigadora en psicología social, ciencias afectivas y psicología positiva. Su labor se centra en la investigación sobre las emociones positivas y la prosperidad humana. Barbara es autora de "Positivismo y amor 2.0: Cómo nuestras emociones supremas afectan todo lo que sentimos, pensamos, hacemos y llegaremos a ser".

Hola.

Volví.

¿No tuvimos un maravilloso recorrido

hasta ahora?

¡Sí!

Les hago una pregunta:

¿Qué tal si todo lo que saben del amor
está equivocado?

Cuando preparaba esta charla,

pensé que podría subtitularse

"Cómo hacer el amor todo el día
sin que te canses ni que te despidan".

(Risas)

¿Sabrían cómo hacerlo?

Mi mensaje de hoy

es que nuestra forma habitual
de pensar el amor es demasiado limitada.

No es muy útil.

Si me hubiesen conocido hace 20 años,

les sorprendería verme aquí
hablando de amor.

Cuando tenía menos de 30,
ya había tenido varios despechos,

y me había vuelto cínica
respecto del amor.

Ese cinismo se combinó
con una carrera en ciencias,

y básicamente, todo pasaba
por aquí, por el cerebro.

En esa época conocí
al que sería mi marido.

Y mientras él sentía
esa conexión entre nosotros,

yo estaba perdida.

Me decía que era áspera.

Por ejemplo:

Me llamaba al trabajo durante el día
solo para charlar

y, antes de cortar,

le informaba

exactamente cuántos minutos
habíamos estado hablando,

con la insinuación poco sutil

de que me había robado
tiempo intelectual.

(Risas)

Sí, tuve suerte de que no me dejara.

Hasta me dedicó una canción

de Grateful Dead que decía:

"Cuando las cosas se ponen difíciles,
tienes miedo de amar".

A pesar de ser psicóloga social
y de estudiar las emociones positivas,

era muy ignorante sobre el amor.

Y en un punto, llegué a pensar

que, tal vez, todos somos
ignorantes sobre el amor.

Las encuestas mundiales reflejan
que la mayoría de la gente

cree que el amor consiste
en encontrar a esa persona especial.

Y eso me parece triste,

porque casi la mitad de los adultos,
al menos en EE.UU.,

no han encontrado aún a esa persona

o ya la han perdido.

¿No existe el amor para los solteros?

Pues estoy aquí para
bajar al amor del pedestal romántico,

eliminar los Cupidos
y los corazoncitos de caricaturas,

y enseñarles a ver el amor
desde una perspectiva científica.

Bueno, seguro algunos ya se erizaron

y piensan: "Qué aguafiestas.

No quiero mezclar mi idea
del amor con la ciencia".

Les aseguro que involucrar la ciencia

no necesariamente mata la chispa del amor

y, de hecho,

es lo que los ayudará
a hacer el amor durante todo el día.

Para mostrarles adónde apunta la ciencia,

no quiero que piensen
en el amor abstracto,

atrapado aquí en la cabeza,

y tampoco quiero que piensen
en el amor carnal,

de la cintura para abajo.

Encontrémonos en el medio:

Encontrémonos en el corazón.

Ahí.

Pongan la mano en el pecho, siéntanlo.

Su corazón no es una caricatura.

Es un músculo que late
constantemente en el pecho.

Quiero que aprendan a ver
cómo el corazón reconoce el amor.

Pues bien, solemos olvidar
que el amor es una emoción,

y que las emociones son efímeras.

Ocurren en el lapso de un micromomento.

Un micromomento en el que compartimos
un sentimiento genuino y positivo

con otro ser viviente.

Puede ser reírse con un amigo

o abrazar a un vecino con compasión,

o podría ser sonreír a un bebé.

No tiene que ser tu bebé;
puede ser un bebé en el avión.

Bien, esta idea la hemos oído,
no es nueva para nosotros:

(Canto en off)
♪ Veo amigos que se dan la mano ♪

♪ y dicen: "¿Cómo te va?" ♪

♪ En realidad, se dicen: "Te amo". ♪

Sí, Louis Armstrong describía
la calidez del saludo cotidiano

como una de las maravillas del mundo.

Pues esas maravillas son más profundas,

porque cuando te conectas de verdad
con otra persona,

se crea una bella coreografía
de danza biológica,

cuando las sonrisas, gestos y posturas
se reflejan entre sí

y se sincronizan.

Y cuando se conectan de verdad
con otra persona,

el ritmo de sus corazones se sincroniza.

Sus bioquímicas se sincronizan.

Incluso su excitación neuronal
se sincroniza.

Como si en ese micromomento,

una única emoción positiva

recorriera dos cerebros
y dos cuerpos a la vez,

y creara una resonancia momentánea
de buenos sentimientos entre ambos.

Pues bien, tener más
micromomentos de conexión

en la vida cotidiana

nos cambia.

Nos cambia para bien.

No solo social y psicológicamente,
sino también físicamente.

He desarrollado un interés especial
en el nervio vago.

El nervio vago surge
de la corteza cerebral

y conecta el cerebro con el corazón.

Una de sus funciones es ralentizar
el corazón acelerado tras un susto.

Y cuando el nervio vago funciona muy bien,

reduce un poquito el ritmo cardíaco
cada vez que exhalamos.

Ahora bien, lo que pasa en el vago
no siempre se queda en el vago.

(Risas)

Se propaga y afecta la salud
en términos más generales.

Refleja la capacidad del cuerpo
para regular la inflamación,

y para regular la glucosa
y el ritmo cardíaco.

Además, establece la capacidad
biológica para conectarse.

Los científicos solían creer

que el funcionamiento del nervio vago
era más uniforme,

como la estatura una vez
que alcanzamos la adultez,

pero hemos descubierto

que si encontramos formas
de incorporar mayor cantidad

de micromomentos de conexión
en la dieta diaria,

mejoramos el funcionamiento
del nervio vago.

El ritmo cardíaco se hace más saludable.

Esos micromomentos de conexión
son conductas de salud tan positivas

como la ingesta de vegetales,

como comer coliflor

y hacer actividad física.

¿Y no es mucho más placentero
y fácil conectarse

que adoptar otras conductas saludables?

Y no se trata solo de la propia salud.

Cuando te conectas de verdad
con otra persona,

tu corazón se afina un poco,

y también el del otro.

Tenemos cables conectores.

Lo que hemos aprendido

es que el nervio vago
es parte esencial de ese cableado.

Pero no me interesa que piensen

en un cableado mecánico
que es invariable en el tiempo;

es un tejido vivo.

El nervio vago es tejido vivo,
y cambia con el tiempo

según los hábitos,

los hábitos de conexión.

Cuanto más nos conectamos,

más se fortalece el cableado,

más disminuye la probabilidad
de un paro cardíaco,

y aumenta la probabilidad
de una vida larga, feliz y saludable.

Esto me pone la piel de gallina.

No hemos dado el mérito que merecen
estos micromomentos de conexión.

Cuando decimos que sentimos una afinidad,

o que nos conectamos

o que estamos en la misma página,

en cierta forma, damos a entender

que los beneficios de la conexión
son optativos,

que son la crema de la torta.

Sin embargo, las pruebas muestran

que estas conexiones
son una necesidad biológica,

nos dan vida,

tal como la adecuada combinación
de sol, agua y tierra

da vida a las plantas.

Pues bien, estos hallazgos

me llevaron a elevar
los micromomentos de conexión

y ponerlos en un pedestal

al que llamamos "amor".

El amor no es solo
una experiencia fugaz

que te conecta con tu alma gemela.

No menos transformador

es también esa sonrisa simple y genuina
que compartes con cualquiera

a lo largo del día.

Esto no es solo un ejercicio
de torre de marfil

para redefinir conceptos.

En lo personal, fue una
llamada de atención para mí.

Me di cuenta de que toda interacción
que tengo durante el día

es una oportunidad.

Si voy a aprovechar esa oportunidad,

necesito salir de mi cabeza,
alejarme del teclado

y asumir algunos riesgos:

ser abierta, vulnerable.

Descubrí que la recompensa es enorme.

Todo el día puedo dar y recibir
energía y salud,

ya sea conociendo a Anita,

sentada a mi lado en el vuelo
a San Francisco de la semana pasada,

jugando a las cartas con mis compañeros

durante el almuerzo

o disfrutado a mis dos gatos
con mis dos hijos.

Y ¿saben qué?

Ya no cuento los minutos

que paso conectada con mi esposo
durante el día

como una distracción del trabajo

sino como parte de la magia

que fortalece nuestros vínculos
y la salud del corazón.

Lo que resulta más conmovedor

es que sabemos fehacientemente

que la relación causal es de ida y vuelta,

que cuantos más micromomentos
de conexión tenemos,

más se beneficia la salud cardíaca,

y esa salud cardíaca determina
nuestra capacidad de conexión.

Esta influencia mutua revela

cómo la falta de conexiones
positivas nos marchita.

La capacidad de amor del corazón

obedece la ley biológica
de "lo usas o lo pierdes".

Así que elijan.

Elijan amar.

Dejen de esperar que la flecha de Cupido
o un chispazo los elija.

Elijan amar.

Elijan conectarse con la gente
que los rodea:

cara a cara,

corazón a corazón,

y sonrisa a sonrisa.

La ciencia nos llama a despertar

ante el poder vital de esos micromomentos

y llevarlos más plenamente al corazón.

Elijan amar.

Sobran las oportunidades.

Gracias.

(Aplausos)