Cómo el cambio climático afecta a la salud mental

“Pese a lo que siempre se ha dicho sobre el cambio climático, no hemos oído mucho acerca del impacto psicológico de vivir en un mundo más cálido”, dice la escritora científica Britt Wray. En esta breve charla, ella investiga cómo el cambio climático amenaza nuestro bienestar mental, social y espiritual, y plantea cómo se puede hacer frente a él.

Pese a lo que siempre se ha dicho
sobre el cambio climático,

no hemos oído mucho
acerca del impacto psicológico

de vivir en un mundo más cálido.

Si han oído hablar de la preocupante
investigación climática que

comunicadores de la ciencia
producimos en libros y comentarios,

probablemente han padecido crisis
de miedo, fatalismo o desesperanza.

Si el desastre climático nos afecta,

esos sentimientos pueden
dañarnos profundamente

y desencadenar perturbación, trauma,

relaciones tensas, abuso de sustancias

y pérdida de identidad
personal y de control.

Se está llevando a cabo
un trabajo político y tecnológico vital

para reducir el caos climático,

pero estoy aquí para que Uds. reflexionen

por qué también necesitamos
que nuestras acciones y políticas

reflejen la comprensión de
cómo los cambios ambientales

amenazan nuestro bienestar
mental, social y espiritual.

La ansiedad, tristeza y depresión
de los científicos y activistas del clima

se han dado a conocer desde hace años.

Tras eventos climáticos extremos,

como los huracanes Sandy o Katrina,
vemos el aumento de casos

de trastornos de estrés postraumáticos
y de suicidios.

Hay datos acerca de la salud mental
de comunidades del norte,

donde el calentamiento es más rápido,
como el pueblo Inuit, de Labrador,

que se enfrenta a una angustia
existencial mientras el hielo,

una gran parte de su identidad,
desaparece ante sus ojos.

Por si fuera poco,

la Asociación Estadounidense de Psicología

afirma que crecen las respuestas
psicológicas al cambio climático,

tales como la solución de conflictos,
la desesperanza y la resignación.

Eso significa que los procesos
mentales conscientes e inconscientes

nos impiden identificar las causas

del problema como se presentan,

buscando soluciones y estimulando
nuestra propia resiliencia psicológica,

pero necesitamos todo ello
para asumir lo que hemos creado.

Últimamente he estudiado un fenómeno

que es un ejemplo de las dificultades
emocionales a que nos enfrentamos.

Y viene en forma de pregunta

que mucha gente de mi generación
se esfuerza para contestar.

La pregunta es:

¿Debo tener hijos en la era
del cambio climático?

Los niños que nacen hoy tendrán
que vivir en un mundo en el que huracanes,

inundaciones, incendios forestales,
que solían ser desastres naturales,

se han convertido en algo habitual.

Los últimos 20 años más calurosos
registrados ocurrieron en los últimos 22.

La ONU predice que dos tercios
de población mundial

pueden enfrentarse a la escasez
de agua en tan solo seis años.

El Banco Mundial predice que hasta 2050
habrá 140 millones refugiados climáticos

en el África subsahariana,
en Latinoamérica y Asia Meridional.

Otros estiman que el número
sobrepasará mil millones.

La inmigración masiva
y la escasez de recursos

aumentan el riesgo de violencia,
guerra e inestabilidad política.

La ONU informa que hasta 1 millón
de especies se extinguirán,

muchas de ellas en décadas,
y las emisiones de gases siguen creciendo,

aun después del Acuerdo de París.

En los últimos 18 meses,

he realizado seminarios y entrevistas
a cientos de personas

sobre criar a los hijos
en la crisis climática.

Y les puedo decir

que la preocupación por no tener
hijos a causa del cambio climático

no es por orgullo ascético.

La gente está angustiada.

Hay un movimiento llamado
"Huelga de partos",

cuyos miembros dicen
que no van a tener hijos

a causa de la situación
de la crisis ecológica

y de la inercia de los gobiernos
en aceptar esta amenaza real.

Otras generaciones se enfrentaron
a sus propios peligros apocalípticos,

pero no es razón para ignorar la gran
amenaza a nuestra supervivencia ahora.

A algunos les parece mejor adoptar.

O piensan que no es ético
tener más que uno,

sobre todo no es ético tener
tres, cuatro o más,

porque los niños aumentan la emisión
de gases de efecto invernadero.

Es una situación lamentable

cuando personas que desean
tener hijos se sacrifican,

porque les han dicho que la culpa
es de su estilo de vida,

cuando el problema es mucho más
sistémico, pero analicemos la lógica aquí.

Un estudio muy citado
muestra que, de promedio,

tener menos hijos
en un país industrializado

puede ahorrar cerca de 59 toneladas
de dióxido de carbono al año.

Mientras que en contraste,

no usar autos ahorra casi 2,5 toneladas,

y evitar tan solo un vuelo transatlántico,

ahora casi 1,5 toneladas,

además de una dieta basada en vegetales
que puede ahorrar casi 1 tonelada al año.

Consideren que un niño de Bangladesh

solo añade 56 toneladas métricas
de carbono al legado de sus padres

durante toda su vida,

mientras un niño norteamericano,

añade 9441 toneladas al suyo.

Por ello algunos sostienen que familias
de países con grandes huellas de carbono

deberían reconsiderar
el número de hijos tienen.

Pero la decisión de tener hijos
y el sentimiento sobre el futuro

son muy personales y envueltos en todos
los tipos de normas culturales,

creencias religiosas, nivel educativo
y socioeconómico, y otros.

Y a algunas personas,

el tema de niños en relación a la crisis
climática quizá les parezca raro.

Muchas padecen aún más amenazas
inmediatas a su supervivencia,

como poner comida en la mesa si se es
madre soltera y tiene tres trabajos;

si se es seropositivo o es parte de
una caravana de migrantes.

Sin embargo, el cambio climático
es óptimo para la interseccionalidad;

ya que multiplica el estrés que los grupos
marginados ya enfrentan.

Un científico político me ha dicho
que un indicador principal

de que el cambio climático empieza
a afectar psicológicamente

sería el aumento de la tasa
de mujeres informadas

que deciden no tener hijos.

Es interesante.

¿Esto afecta a Uds. psicológicamente?

¿Quizás Uds. padezcan estrés
pretraumático vinculado al clima?

Un psiquiatra climático acuñó el término

y, a propósito, es una profesión:
psiquiatras para problemas climáticos.

Son tiempos en los que algunos
alumnos de la secundaria

ya no quieren ir a la universidad, pues
no vislumbran un futuro para sí mismos.

Esto me remite al punto principal:

la creciente preocupación de tener
hijos en el cambio climático

es un gran indicador de cómo
las personas están bajo fuerte presión.

Ahora mismo, estudiantes
del mundo entero claman por cambio,

con voz penetrante de desesperación.

El hecho de que se puede ver
cómo contribuimos a este problema

que nos hace sentir inseguros

es enloquecedor de por sí.

El cambio climático es global

y así es su modo de actuar
en nuestra mente.

Muchos activistas les dirán

que el mejor antídoto
contra el pesar es el activismo.

Y algunos psicólogos dirán
que la terapia puede ser la respuesta.

Otros creen que la clave
es imaginarse en su lecho de muerte,

reflexionando sobre qué ha sido
lo más importante en su vida,

e identificar que debería hacer
con el tiempo que le queda.

Necesitamos todas esas ideas, es más,
debemos cuidar de nosotros mismos

ya que el ambiente que conocemos
se vuelve más penoso.

Sin importar si Uds. tienen hijos,

tenemos que ser honestos
en cuanto a lo que sucede,

y a lo que nos debemos unos a otros.

No podemos hacer frente al impacto
psicológico del cambio climático

como algo secundario,

porque otros temas, sobre ciencia,
tecnología, política y economía,

resultan difíciles, mientras ese,
de algún modo, parece fácil.

La salud mental necesita ser
una parte integral

de cualquier estrategia
de supervivencia al cambio climático;

requiere inversiones,
ética de equidad y cuidado,

y amplia sensibilización.

Aunque Uds. sean las personas
más evasivas del planeta,

no habrá alfombra suficientemente
grande donde esconder toda la suciedad.

Gracias.

(Aplausos) (Ovaciones)