¿Por qué transpiramos? - John Murnan

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Son muchas las situaciones que nos pueden hacer transpirar, como la actividad física, ingerir comidas picantes y la ansiedad. Pero ¿cómo aparece esta sustancia tan de pronto y para qué sirve exactamente? John Murnan investiga la ciencia que se oculta detrás de la transpiración.

Lección de John Murnan; animación de Dogzilla Studio.

La línea de llegada está cerca
y el corredor aumenta su velocidad.

Las piernas se adaptan al ritmo,
la respiración se agita,

el corazón late más deprisa

y la piel empieza a cubrirse
de abundante sudor.

¿Cómo aparece de pronto esta sustancia

y para qué sirve exactamente?

Hay varios factores que pueden
disparar la sudoración:

las comidas picantes,

la ansiedad

y los estados febriles.

Pero el ejercicio es quizá
la situación más común y conocida.

En este caso, la sudoración se produce
como respuesta al movimiento,

la cual se origina en el interior
de las células.

Cuando aumentamos la velocidad,
los músculos hacen mayor esfuerzo

e incrementan su demanda de energía.

Un proceso denominado
"respiración celular"

consume glucosa y oxígeno para formar
el trifosfato de adenosina, o TFA,

que es la principal fuente
de energía de la célula.

Gran parte de este proceso ocurre
en estructuras llamadas mitocondrias.

Cuánto más esfuerzo realicemos,

tanto más trabajarán las mitocondrias
para proveer al cuerpo de energía.

Pero este trabajo tiene su costo.

Cuando las células descomponen
el TFA, liberan calor.

Ese calor estimula los sensores
de temperatura en todo el cuerpo.

Esos receptores captan el exceso de calor
generado por las células musculares

y envían esa información al hipotálamo,

que regula la temperatura corporal.

El hipotálamo responde

enviando señales a través del sistema
nervioso parasimpático

a las glándulas sudoríparas de la piel.

Estas glándulas están distribuidas
por todo el cuerpo

pero se concentran especialmente
en las palmas de las manos,

las plantas de los pies

y la cabeza.

Cuando una de estas glándulas
recibe la señal por primera vez,

el líquido que rodea las células
en su base con forma de ovillo

contiene gran cantidad de sodio y cloruro.

Las células empujan esos iones
hacia el tubo hueco

que va por dentro
de la glándula sudorípara.

Como el agua es más salina
dentro del tubo que fuera de él,

ingresa al tubo por ósmosis.

Cuando la llamada "secreción primaria"
se acumula en la base del tubo,

la presión del agua empuja
esa secreción hacia arriba

haciéndola circular dentro de la parte
larga y recta del conducto.

Antes de filtrarse por la piel,
las células que revisten el tubo

intentarán absorber
la mayor cantidad de sal posible

para que el proceso pueda continuar.

El agua de la transpiración absorbe
la energía del calor corporal

y se evapora al llegar a la superficie,

lo que a su vez hace disminuir
nuestra temperatura.

Este proceso, llamado
"enfriamiento por evaporación",

fue una adaptación importante
para nuestros antepasados.

Este efecto de enfriamiento no solo
es útil durante el ejercicio.

También transpiramos
en muchas otras situaciones.

Ingerir comidas especialmente picantes
causa abundante sudoración en el rostro.

Eso ocurre porque los condimentos picantes

inducen la misma respuesta
neuronal en el cerebro

que activa los receptores de temperatura,
los cuales suelen responder a mayor calor.

La sudoración también
es la respuesta a una amenaza

en un contexto de estrés,
como una cita romántica

o una entrevista laboral.

Esto sucede porque la adrenalina
estimula la actividad muscular

y expande los vasos sanguíneos,

dos respuestas que aumentan
la temperatura y provocan sudoración.

También transpiramos
cuando nos enfermamos.

La fiebre nos hace transpirar
porque las infecciones

estimulan el hipotálamo
para aumentar la actividad muscular,

que a su vez libera más energía
en forma de calor.

Esto aumenta la temperatura corporal,

mecanismo que protege el cuerpo
de la invasión de agentes infecciosos.

Al igual que cuando corremos,

sudar ayuda a liberar calor corporal.

Cuando la fiebre ha bajado
o cuando hemos ganado la carrera,

los receptores de nuestro cuerpo
captan el descenso de temperatura

y el hipotálamo ordena
detener la sudoración.

En algunos casos
--luego de correr, por ejemplo--

el hipotálamo también le ordena
al cuerpo reponer el agua

que fue eliminada por sudor.

Por eso, cuando hacemos un esfuerzo
para lograr el próximo objetivo,

debemos entender la sudoración
como nuestro propio regulador

que nos permitirá ir por nuevas metas.