Del "bello" al "biùtiful": ¿Qué le pasa a la lengua italiana? | Annamaria Testa | TEDxMilano

Esta charla es de un evento TEDx, organizado de manera independiente a las conferencias TED. Más información en: http://ted.com/tedx

Annamaria Testa se ocupa de comunicación y creatividad. A su profesión como consultora en empresas añade una intensa actividad de escritura como bloguera y ensayista, y más de 20 años de docencia universitaria.

En febrero del 2015 fue la promotora de la iniciativa #dilloinitaliano que apunta a reducir el uso frecuente y arbitrario de términos ingleses, el así llamado "itanglés", en particular en el lenguaje administrativo, empresarial y publicitario.

Las palabras son importantes.

Nos relacionan los unos a los otros,
dan forma a nuestro pensamiento.

Las palabras de nuestra lengua
son extraordinarias.

Son sonoras, evocativas, ricas.

Están llenas de historia,
de vibraciones, de emoción.

Son sonoras, son evocativas,
resuenan con nuestra historia.

Y de la belleza de nuestra lengua,

y del hecho de que se defienda, preserve,
y se perciba esta belleza,

les hablaré más adelante.

Les voy a hablar de la creciente
oleada del "itanglés":

la mezcla provinciana, sin motivo,
frecuentemente incomprensible,

de palabras italianas e inglesas

que desde hace pocos años
se está volviendo algo común.

Pero me remontaré un poco en el tiempo,

y empezaré enseñándoles
algunos lemas latinos.

Las universidades más grandes del mundo
tienen lemas en latín en sus insignias,

y los muestran con gran orgullo.

Aquí estamos en Australia,
aquí en Hong Kong;

y hay un lema en latín.

En Gana, en Corea, en Rusia, en Suecia,

en el King's College de Londres,

en Oxford, también en el Reino Unido,

en Chicago, en Estados Unidos.

En la insignia de Harvard dice: "Veritas".

Y no solo las universidades se proclaman,
con orgullo, en latín.

Londres tiene un lema en latín,

París tiene un lema en latín,

Canadá tiene un lema en latín,

Queensland, en Australia,
tiene un lema en latín.

Y más aún.

La Marina de EE.UU. dice:
"Semper fidelis",

Ya habrán escuchado: Semper fidelis!
en miles de películas.

La Marina británica habla en latín,

y hasta una institución como la NASA,
nada conocida por afiliarse al pasado,

les coloca un lema latino
a las misiones Apollo.

¿Por qué me extiendo con lo del latín?

¿Y con los lemas latinos?

Porque si hay un único lugar en el mundo
al que un lema en latín pertenecería,

es este.

Aquí está. La cuna del latín.

En cambio,

¿han visto la marca turística reciente
de la ciudad de Roma,

aprobada y organizada
por el municipio romano?

Es esta.

(Risas)

Ni siquiera entendemos
cómo debemos pronunciarlo.

"Rome, me and you?"

"Rome and you?"

¿Qué es este guiño despreciable?

¿Qué es esta contaminación,
este cortocircuito de dos lenguas,

que le quita el sentido a ambas?

¿Qué son esas cinco bolas encima?

(Risas)

(Aplausos)

Y uno se pregunta: "¿Pero por qué?"

(Risas)

Pero, ¿por qué en el momento

en que miramos las marcas turísticas
de todas las ciudades del mundo,

no hay nadie que cometa
la insensatez de arruinar su nombre

para promoverse.

En ninguna parte.

Solo en Roma.

A propósito de arruinar,

echemos un vistazo al portal turístico

(Aplausos)

que el Ministerio de Bienes Culturales
acaba de lanzar.

"Very Bello". ¿Cómo?

(Risas)

O sea, ni "molto bello",
ni "very beautiful".

Solapamos italiano e inglés
de manera totalmente insensata.

No nos gusta a nosotros,
y tampoco a los anglófonos.

Lo curioso es esto.

Pero, "Du ui still spik italian?"

¿Hablamos aun italiano?

Estoy hablando del italiano.

La lengua más romántica del mundo,
a propósito de "RoMe & You"

Guiño.

La lengua más romántica del mundo,
según 320 lingüistas anglosajones.

La cuarta lengua más estudiada del mundo.

No estudian italiano para hacer negocios.

Lo estudian porque lo aman,

por la cocina, la moda, la ópera,
por el arte, la historia, por Dante.

Lo estudian por esto.

Hablamos

de la lengua de los ángeles,

según Thomas Mann.

Sin embargo,

bueno,

por ejemplo,

la pizza ha conquistado el mundo
y continúa llamándose pizza.

Aquí ven el mapa de las pizzerías
en Estados Unidos

comparado con los sitios donde se venden
hamburguesas o salchichas.

La pizza gana.

Bien, si todo el mundo
come y dice "pizza",

¿por qué en Italia bebemos "wine"?

Miren aquí:

Comemos "food" y bebemos "wine".

en Lucca, en Cernobbio,
en Catania, en Milán.

Y lo curioso es que en Nueva York,

si en el Waldorf Astoria han de promover
la semana del vino italiano,

dicen: "vino".

(Risas)

Porque en los restaurantes de Nueva York,

lindos y elegantes,
donde se venden comida y vino,

dicen: "vino".

O hablemos de otra excelencia italiana.

Dejemos la comida y hablemos de moda.

Esto es lo que escribe
la mayor revista italiana de moda:

"El look curvy-friendly más glam
directo de las pasarelas del fall-winter".

De acuerdo, se entiende que las estaciones
ya no son lo que eran antes,

(Risas)

pero, explíquenme por qué he de llamar
a una mujer opulenta: "curvy",

como si fuese una carretera
de montaña en el Gran Cañón,

en lugar de "voluptuosa",

como lo son nuestras Venus,

y las mujeres que vemos
en nuestros retratos renacentistas.

¿Por qué?

¿¡"Curvy"!?

¿No les da vergüenza? ¡No soy "curvy"!

¿Quieren hablar de publicidad,
mejor dicho, "advertàising"?

Esta es la página publicitaria
de un auto de Renault en España,

y está en español.

Esta es la página publicitaria
del mismo auto en Francia,

y está en francés.

Esta es la misma página en Italia,
y está en inglés.

Hay solo dos palabras italianas:
"Il primo".

(Risas)

(Aplausos)

¿Qué nos está pasando,
si hasta el sindicato

(Risas)

dice: "Volvamos a nuestras raíces,
llamémonos -este es Landini- 'Unions'".

¿Unions las raíces del sindicato italiano?

¿Estamos seguros?

Es curioso porque
más de un italiano de cada dos

no domina una palabra de inglés.

Era el 60 % en el 2012,
digamos que ahora es el 58 %.

Por tanto, no sabemos inglés,
no lo sabemos como país.

Y se ve.

(Risas)

[Se exige control Pey Smecker.
Paciente Portador Pey Smecker]

Y se espera que las competencias médicas

del señor o la señora que completó
este formulario del servicio de salud

superen sus competencias lingüísticas.

Sin embargo, cada día, por pereza,
por distracción, por conformismo,

porque nos parece moderno,
porque somos provincianos,

usamos una cantidad innecesaria
de palabras inglesas,

poco profundamente adoptadas
en el tejido de la lengua italiana,

puramente secundarias e inútiles.

Decimos "call" en lugar de "llamada";
decimos "location" en lugar de "lugar".

He oído decir:

"el Nazareno es la 'location' que Renzi
ha escogido para sus encuentros".

¿La sede del partido es una "location"?

Decimos "competitor" y "compilation";
decimos "customer care" y "day by day".

En las oficinas se escucha decir:

"Hay que 'schedular'
una 'conference call'

para el 'fine tuning' de
la 'customer satisfaction'

(Risas)

con la 'business unit'".

Cuando bastaría decir:

"Tenemos que llamar
a Pippo, Franco y Gennaro

para resolver este asunto
del servicio al cliente".

¡Porque al final la "business unit"
es siempre Pippo, Franco y Gennaro!

(Risas)

(Aplausos)

El "itanglés" ya lo hablan

no solo las empresas, también los medios,
la administración pública, el gobierno.

Aquí tenemos una ley del Estado
que se llama "Jobs Act",

y les aseguro de que el hecho de llamarse
"Jobs Act" no la ha vuelto más agradable.

Y en los noticiarios
se ven obligados a decir "Jobat",

que es algo que no existe "in natura".

Dentro de poco habrá una tasa en inglés

que no nos agradará más por el hecho
de tener un nombre en inglés.

Bien.

Hace un par de meses, después
del estreno del logotipo romano,

me dije a mí misma que debía hacer algo.

La comunicación es mi trabajo,

tengo en mente dos o tres procesos
e instrumentos que pueden ser eficaces.

Mis compañeros de trabajo y yo pensamos
poner en marcha una iniciativa en la red

para sensibilizar y crear un activismo
sobre este problema.

Gratis y sin gastar dinero.

Simplemente poniéndole
un poco de competencia,

de comunicación en la oficina,
y un poco de energía.

Esta petición, que invitaba al gobierno,
a las administraciones públicas,

a las empresas, a los medios,
a "decirlo en italiano",

se envió en primer lugar
a la Academia de la Crusca

para que fuese protagonista
de esta obra de sensibilización.

Nos esperábamos una pequeña respuesta,
pero no lo que ha pasado.

En menos de un mes han firmado,
poniendo nombre, apellidos, dirección,

70 000 personas.

Han firmado jóvenes, mayores,

políglotas y personas que no saben inglés;

han firmado rectores y estudiantes;
han firmado traductores;

profesores de italiano e inglés;
profesionales espléndidos y jubilados;

italianos en el extranjero, diciendo:
"¿Qué le están haciendo a nuestra lengua?"

Y han firmado extranjeros en Italia.

Han firmado de todas partes del mundo:

de Singapur, de Jerusalén, de Perú,
de Sudáfrica y del norte de África,

desde Canadá, desde Australia.

Algo conmovedor.

Me he pasado horas mirando
cómo crecía el número de firmas,

y leyendo los motivos.

Y me gustaría enseñarles algunos.

"El italiano es un derecho,
pero también un deber".

"Hay sobrecarga de porquería".

"Si hablamos mal, pensamos igualmente mal.

Trabajo en una administración pública.
¡Socorro!"

"Firmo porque estudié letras,
pero ahora trabajo con economistas".

"Trabajo en moda: recibí una press release
para un happening de preview de trends.

No creo que vaya".

(Risas)

"Un italiano excelente y un inglés decente
es mucho mejor que un decadente itanglés.

Shish!"

Sabemos de lo que estamos hablando.

Esta es una de las más estrepitosas:

"Tengo un nombre extranjero,
pero hablo italiano" Chung Fei Wu en Roma.

"Firmo porque echo de menos
la iridiscencia de nuestro idioma".

"Porque no quisiera oír nunca decir
en mi funeral: que magnífica 'location'".

(Risas)

(Aplausos)

"Firmo por Dante, Montale, Caproni,
Pavese, Bianciardi, por Gadda..."

"Estoy harto de oír a oradores

que no saben ni decir
'the book is on the table',

pero se les llena la boca
de 'company profile'".

Pasa exactamente así.

"Firmo porque no creo que
quien dice 'cool' sea 'cool'".

"Firmo porque he oído
a profesores universitarios

diciendo 'displayato' y no visualizado".

"Estoy firmando porque no sé inglés".

(Risas)

(Aplausos)

"Firmo porque quiero entender qué dicen
los políticos que piden mi voto".

"Ya era hora de que alguien finalmente
tomase la iniciativa. Tengo 85 años.

Gracias a los promotores".

Bueno, les decía, un eco
extraordinario y transversal,

porque los medios de comunicación de masas
lo han agarrado de la red sin costo

y lo han amplificado.

Esta iniciativa salió en diarios italianos
en más de 130 artículos

con un consenso transversal inimaginable.

Han hablado de ello Gramellini y Serra,
juntos en La Stampa y La Repubblica;

y la ha recuperado con gran elogio
incluso Il Secolo d'Italia y l'Avvenire.

Han hablado de ella Wired y Vanity Fair;

han hablado de ella en Famiglia Cristiana
y en la revista mensual Touring;

también en Oggi, donde el director
le ha dedicado una editorial.

Una transversalidad

extendida a todo el arco constitucional,

un poco aquí y un poco allá,

y que se ha hecho más profunda

de las cabezadas más cultas
a aquellas más populares

y ha expresado un gran deseo
de reapropiarse de nuestra lengua,

con orgullo y conciencia.

Ha aparecido hasta en los noticiarios.
Me tocó maquillarme e ir a hablarles.

Ha salido en emisoras de radio.

Me entrevistaron de una radio australiana,

de una irlandesa.

Pues bien, se necesita algo así.

Y todo esto es algo que nace de la
conciencia de cada uno de nosotros,

porque la lengua es aquello
que nosotros construimos

en cada momento en que hablamos,
pensamos y escribimos cada día.

Y por tanto, el llamamiento es:

adoptemos el italiano.

Y les recuerdo, como conclusión,
algunos motivos para hacerlo.

Usar palabras italianas
nos ayuda a que todos nos entiendan,

y es un hecho de democracia,

porque hacerse entender es democrático.

No hacen falta reglas,
no hacen falta prohibiciones.

Hacen falta buenos ejemplos.

Hay que pedir a las instituciones
que den buen ejemplo.

Nuestra lengua es además un valor,
un factor de promoción.

Tenemos que venderla, usarla,
llevarla al mundo, porque nos representa.

Y saber hablar otras lenguas,
sin lugar a dudas, es bellísimo.

Saber hablar más de una
protege incluso el cerebro.

Pero quien sabe varias lenguas,
las usa de una en una.

Con el itanglés, además, como vimos,
es fácil parlotear,

y por ello: "quien habla como come,
habla mejor".

Y también se ha citado a Leornardo
en la primera intervención de hoy.

Leornardo se definía como:
"Homo sanza litterae"

porque escribía en vulgar,
es decir, en italiano.

Desde siempre, la estructura, la forma,
la iridiscencia de la lengua italiana

nos ayuda a expresar nuestra creatividad.

Si renunciamos a expresarnos
en nuestra lengua,

renunciamos a expresar
una de las peculiaridades,

de las elegancias,

de las magníficas potencias
de nuestra creatividad italiana particular

cuyas raíces vienen de su lengua materna.

Y si nuestro tejido lingüístico
es fuerte y sólido

podemos acoger algún término extranjero,
no me tomen a mal;

pero debemos hacerlo en un tejido
no deteriorado por la falta de sentido

causado por el exceso y mal uso
de términos extranjeros.

¿Por qué les digo esto?

Porque el italiano somos nosotros,
los italianos,

con nuestra identidad, nuestras raíces,
nuestra historia,

nuestra apertura al mundo, que
va más allá de nuestras palabras.

Gracias.

(Aplausos)