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[música]
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¿Quién os enseñó a odiar el color de vuestra piel?
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¿Quién os enseñó a odiar el tacto de vuestro pelo?
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¿Quién os enseñó a odiar la forma de vuestra nariz y de vuestros labios?
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¿Quién os enseñó a odiaros de la cabeza a los pies?
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¿Quién os enseñó a odiar a vuestros iguales?
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¿Quién os enseñó a odiar vuestra raza
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tanto que no queréis estar cerca los unos de los otros?
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Ya sabes. Antes de venir a preguntarle al Sr. Muhammad si inculca odio, deberías preguntarte
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quién te enseñó a odiarte tal como Dios te creó.
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Muchos de nosotros, negros o negratas, como nos llamaba
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pensábamos de verdad que éramos libres
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sin darnos cuenta de que subconscientemente, todas esas cadenas que pensábamos se habían roto, seguían ahí
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Y, de muchas maneras, lo que realmente nos motivaba
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era nuestro deseo de que los blancos nos quisiesen.
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Malcolm quería acabar con esa sensación de inferioridad.
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Sabía que sería doloroso.
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Sabía que había gente que podría matarte por ello,
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pero se arriesgó.
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Su discurso estaba muy por encima del de cualquier otro líder de aquellos días.
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Mientras otros líderes suplicaban poder entrar en la casa de su opresor,
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él te decía que construyeras vuestra propia casa.
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Decía "Voy a decir bien alto lo que habéis estado pensando"
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y decía " Vosotros lo veréis, la gente lo oirá, y no tiene por qué mejorar nada para nosotros, ¿de acuerdo?
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Pero no lo diré para la masa."
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Cuando decía eso de forma tan convincente, en esa forma tan masculina, en esa forma que dice
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"No me da miedo expresar lo que habéis estado pensando todos estos años"
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por eso le amábamos.
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Lo decía en alto, no a puerta cerrada,
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se enfrentó a América por nosotros.
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Y yo, personalmente, como musulmán, creo que el hombre blanco es lo suficientemente inteligente.
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Si le hiciéramos darse de cuenta de cómo los Negros nos sentimos
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y de lo cansados que estamos de la adulación por compromiso de siempre
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Claro, eres tú el que te lo pones difícil.
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El hombre blanco te cree cuando apechugas con el camelo de siempre
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porque tú mismo llevas camelándotelo desde el día en que te trajo aquí
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¡Deja de adularle!
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¡Cuéntale cómo te sientes!
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Cuéntale el infierno por el que has pasado, y hazle saber que si no está preparado para limpiar su casa, si no está preparado para limpiar su casa,
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entonces no debería tener una casa. [multitud: ¡es verdad!]. Su casa debería prenderse fuego, y quemarse...
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[aplausos]
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[tambores y música]
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En estas esquinas de Harlem, durante la mayor parte de este siglo, la gente de color ha celebrado su cultura
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y discutido el problema racial en América.
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Aquí fue donde Malcom se unió por primera vez a los oradores de la calle, que prestaban su voz a la esperanza de Harlem, y también a su rabia.
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He predicado el nacionalismo, y eso significa que quiero salir de este país de blancos, porque la integración nunca va a suceder
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Nunca, en vuestras vidas,
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os integrareis en el régimen del hombre blanco.
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el centro de la actividad entre los oradores negros callejeros
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Cuando Malcolm llegó, técnicamente no tenía esquina.
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Así que podríamos decir que estableció su base delante de la tienda de libros de Elder Michaux.
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Cuando subía a su pequeña plataforma, no hablaba, no podía hablar durante los primeros cuatro o cinco minutos.
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La gente le elogiaba de tal manera
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y él permanecía allí, llevándose su merecido.
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Y entonces abría la boca.
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Al Sr Muhammad le llaman predicador de odio
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porque te hace odiar la hierba y el alcohol.
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Le llaman supremacista negro
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porque nos enseña no sólo que somos tan buenos como el hombre blanco
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sino que somos mejores.
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Sí, mejores que el hombre blanco.
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Eres mejor que el hombre blanco
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y eso no quiere decir nada.
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No quiere decir que no sepas que somos igual que él.
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¿Quién es él para ser igual que él?
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Miras su piel
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y no puedes comparar tu piel con la suya,
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por qué tu piel parece de oro al lado de la suya
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Hubo un tiempo en que babeábamos con la gente blanca.
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Pensábamos que eran guapos porque estábamos ciegos, éramos tontos.
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No les veíamos como lo que son.
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Pero desde que el honorable Elijah Muhammad vino a enseñarnos la religión del islam,
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que nos ha limpiado, que nos ha hecho ver por nosotros mismos
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ahora que podemos ver esa vieja cosa pálida exactamente como lo que es
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sólo una cosa vieja y pálida.
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una vez que le oías hablar,
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nunca volvías a ser lo que eras.
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Incluso aunque te mantuvieras en tu posición tenías que replanteártelo.
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No estábamos acostumbrados a que nos dijeran que éramos demonios
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y que éramos opresores aquí arriba, en nuestras maravillosas ciudades del Norte.