¿Cuál es tu poligamia? | Lance Allred | TEDxSaltLakeCity

Lance Allred, el primer jugador sordo de la historia de la NBA, reta a su público a que identifiquen sus creencias autolimitantes compartiendo cómo su experiencia creciendo en una cultura polígama creó sus propias fronteras psicológicas restrictivas, y cómo se liberó de ellas finalmente.

Nació y creció en una comunidad polígama en una zona rural de Montana. Lance Allred escapó de allí a los 13 años. Fue el primer jugador sordo legal en la historia de la NBA, con un 80% de pérdida auditiva, cuando jugó con los Cleveland Cavaliers en 2008. Una conversación con Lance desafiará tus percepciones y te invitará a analizar las fronteras psicológicas que dan forma a tu realidad.

Esta charla es de un evento TEDx que utilizó el formato de conferencia de TED pero fue organizado de forma independiente por una comunidad local. Más información en: http://ted.com/tedx

"Vaya, eres muy alto.

¿Cuánto mides?

¿Juegas baloncesto?"

"¿Jugaste en la NBA con Lebron James?

¿Cómo era eso?"

Fue divertido, nos llevábamos bien.

(Risas)

Lebron, un chico de barrio de Ohio,

y yo, un niño sordo
de una comunidade polígama de Montana.

(Risas)

¡Puf!

"¡¿Qué?!

¿Creciste en poligamia?
¿Cómo era?

No lo entiendo.
¿Por qué hay gente que hace eso?

¿Por qué se quedan? Yo no podría
ser una segunda o tercera esposa.

No es muy complicado, la verdad.

Es lo que conocen.

Es el mundo en el que han crecido.

Conocen los límites y las reglas.

Y les dicen que tienen que mantenerse
dentro de esos límites,

los límites físicos de la comunidad

y también los límites mentales
y emocionales.

Mantente dentro de esos límites
y siempre estarás a salvo.

A salvo del dolor.

La mayoría de la gente elige
lo malo conocido conocido

por encima de lo bueno por conocer.

Así que ahora te pregunto,

¿cuál es tu poligamia?

¿Cuáles son los patrones de pensamiento
que has heredado de tu infancia?

De tus padres, de tus abuelos,
de tu comunidad,

que te has llevado a tu vida adulta.

¿Cuáles son las historias
y verdades percibidas que aún perduran,

y que pueden estar saboteando
tu experiencia adulta?

¿Cuáles son los límites
y zonas de confort que has establecido?

Nunca atreviéndote a arriesgarte.

Escapar físicamente de la poligamia
a los 13 años, para mí,

fue la parte fácil.

¿Escapar mentalmente y emocionalmente?

Esa es otra historia.

Mi abuelo era Rulon Allred,

el profeta y fundador
de los Hermanos Apostólicos Unidos.

Nunca le conocí,

fue asesinado cuatro años antes
de que naciera yo,

por la mujer de un líder polígamo rival.

Pero a mí me criaron
en este sueño utópico,

en Pinesdale, Montana.

Mi infancia fue un mundo
de maravillas y misticismo,

solidificado por absolutos
blancos y negros.

Absolutos que decían
que éramos especiales;

que éramos el pueblo escogido de Dios;

que teníamos la Iglesia Verdadera,

con "V" mayúscula.

Y que mi abuelo estaba
en el cielo, esperándome.

La naturaleza y el atractivo
de los absolutos es que proveen certeza

en un mundo incierto.

Y la mayoría de la gente hará lo que sea,
cualquier cosa, para proteger eso.

(Vídeo) Entrevistador:
¿Podría convertirse en un Dios?

Vance Allred: Sí.

Entrevistador: ¿Cuán lejos
estaría dispuesto a ir

para defender
el principio de la poligamia?

VA: Me criaron para ello, nací para ello,
me entrené para ello, toda mi vida.

Entrevistador: ¿Moriría por ello?
VA: Por supuesto.

Rulon Allred: Intentamos mantener
todos los mandamientos de Dios.

Presentador: Hoy temprano, Rulon Allred,

líder fundamendalista
de los Hermanos Apostólicos Unidos,

ha sido encontrado muerto a tiros
en su oficina médica.

Les testigos han visto a dos mujeres
no identificadas huyendo de la escena.

Lance Allred: De nuevo, te pregunto:

¿cuál es tu poligamia?

¿Cuáles son los absolutos negros y blancos
a los que te aferras?

Que te permiten creer
que tienes la verdad,

que tienes razón.

¿Y qué relaciones sabotearías o tolerarías

para aferrarte a esa historia?

Quizás es un gimnasta mental experto,

como yo.

Tenías que serlo, creciendo
en un mundo de absolutos molestos:

por un lado, eres muy especial;

pero, por el otro,
no vales lo sufuciente,

podrías ser mejor.

(Risas)

Eres querido, incondicionalmente,
sin ninguna duda,

con la condición que hagas
todo lo que dice el profeta.

Y cuando hablas del profeta,
hablas suavemente, así.

Te dicen que mentir es un pecado.

Pero si alguien te pregunta
si tu padre es polígamo,

tienes que mentir.

¿Cuál es la gimnasia mental que haces

para permanecer dentro de tu paradigma?

Para evitar reducir tus pérdidas.

¿Les gustaría ver una boda polígama?

¡Levanten las manos!

Esta es mi madre con 16 años,

siendo colocada en
un matrimonio arreglado con mi padre.

Ahora, vean: estas no son damas de honor,

estas son las hermanas-esposas
de mi madre, y esas las de mi padre:

una, dos, tres, cuatro, cinco, seis...

Hay muchas mujeres en esa habitación.

A lo largo de mi carrera de baloncesto,
he tenido compañeros que venían

y me decían: "¡Eh, tío!
El club nuevo es la hostia.

Hay unas tres chicas por cada chico,

tenemos que echar un vistazo."

Y yo digo: "No me apetece."

(Risas)

Siendo niño varón, creciendo
en la poligamia, veía hombres en el poder,

los profetas, con varias mujeres,

y me decía a mí mismo
que una mujer es como Dios te valida.

Más mujeres equivale a ser más digno,
tener más poder, más bendiciones,

que equivale a más mujeres,
y así sucesivamente.

Y también te dicen que las mujeres
no necesitan el sacerdocio

porque ya son muy espirituales de por sí.

Así que, como niño varón, empecé
a poner a las mujeres en pedestales

creyendo que eran mejores que yo
por naturaleza.

Que de alguna manera
tenían visión de rayos X,

y podían ver a través de mí,
y determinar si era digno o no.

Un diálogo fue así un día
con mi primo, cuando tenía 12 años:

"Steven Don -"

y el protocolo es
usar el segundo nombre

cuando tienes 400 primos hermanos
correteando el bosque como pitufos.

(Risas)

"Steven Don, creo que me gusta Lisa.
¿Crees que puedo gustarle yo a ella?"

"No, ya me la he pedido yo."

"Pero ya te pediste a Sarah
la semana pasada."

"Sí, ¿y qué? Somos polígamos."

Oh.

¿Se imaginan lo competitivo
que puede llegar a ser ese mundo?

¿La poligamia?

Cuando una chica empezaba a madurar,
no sólo te gustaba a ti,

también a tus hermanos, primos, tíos...

¡Diablos! Incluso a tu padre
que, teóricamente, también es competición.

Y juegas para ver quién se las queda.

Porque los fundadores
de la fe mormona declararon

que necesitas al menos dos esposas

para conseguir el grado más alto
de gloria en el cielo.

Mi miedo y ansiedad alrededor
de las chicas empeoraba

con lo difícil que era para mí oírlas,

ya que hablan en un registro más alto,

y también era muy consciente
de cómo hablaba yo.

Y sé que ahora no se aprecia,

pero estuve en terapia del lenguaje
hasta los 15 años.

Voy a enseñarles un vídeo,
de mi mismo hablando a los 11 años.

A estas alturas he estado
en terapia del lenguaje durante 9 años.

(Vídeo) LA: "Sí, era portero
en mi equipo de fútbol,

ahora [inaudible] en baloncesto y eso,

y tengo una [inaudible] aquí.

Abro mi regalo,
y ese [inaudible] juego de Nintendo,

[inaudible] sobre nada."

(Escenario) LA: He visto
este vídeo más de 300 veces,

y aún no tengo ni idea
de qué demonios estaba diciendo.

(Risas)

El mayor reto de una discapacidad
no es la discapacidad en sí.

Sino las limitaciones percibidas

que todos a tu alrededor,
y finalmente tú también,

empiezan a creer que son verdad.

Quizás esa es tu poligamia.

O como yo,

que cuando tenías cinco años

tu profesor de los domingos te dijo

que Dios te ha hecho sordo
como forma de castigo.

Que has hecho algo malo
en una vida anterior.

Y, desde que tienes memoria, realmente,

siempre has creído
que tenías que ganarte el amor de Dios.

Después de haber escapado la poligamia
durante años, en el fondo creía

que tenía que ser el primer
jugador sordo de la historia de la NBA,

y así Dios estaría orgulloso de mí.

Que sería digno de Su amor.

Pero no solo de Su amor,
sino también el amor de una mujer.

Esa era mi poligamia.

Durante años
de la década de mis 20 años,

evitaba las relaciones, las saboteaba,

y mi primera relación real
fue cuando cumplí los 30,

y esa se convirtió en un matrimonio.

¿Pueden imaginarse la carga
que llevé a esa relación?

Pero ahora elijo la claridad.

Elijo que brille una luz
en la prisión mental que es mi poligamia.

Si no lo hago,

entonces teré perdido
mi matrimonio por nada.

Elijo la claridad.

Elijo empoderarme
con la responsabilidad de mi elección.

Pasamos nuestras vidas regalando
nuestro poder por cómo hablamos.

"Tengo que recoger
a los niños de la escuela."

"Necesito entregar
mis informes trimestrales."

Y si...

¿Y si empezáramos a hablar así?

"Elijo ir a recoger
a mis hijos de la escuela."

"Elijo entregar
mis informes trimestrales mañana."

"Elijo no coordinar colores en las fotos
familiares de este año, mamá. Lo siento."

(Risas)

Es mucho más difícil de lo que parece,
cuando lo intentas,

porque estamos tan condicionados
a regalar nuestra voluntad y elección

por cómo hablamos...

"Tengo que, necesito,
quiero, podría, debería."

Yo elijo.

Elijo empoderarme
con la responsabilidad de mi elección.

Elijo preguntarme:
¿con estos pensamientos,

es Lance el que está pensando?

¿O son mis patrones de pensamiento
polígamos los que están pensando?

Patrones de pensamiento
que ya no me sirven.

Elijo no ser un mártir como mi abuelo.

Elijo la claridad,
que es la gimnasia mental,

creer que mi autoestima
está siempre en cuestión.

Elijo la claridad,

que el amor es incondicional
o no es amor en absoluto.

Elijo ser el líder de mi propia vida.

Yo elijo, es mi elección,

siempre ha sido mi elección,

de la misma manera que siempre
ha sido tu elección.

Así es como escapas tu poligamia.

Empodérate con la responsabilidad
de tu elección.

Se un líder en tu propia vida.

Y ahora, mientras digo adiós,

de parte de ese niño de cinco años
de la Montana rural,

que no podía oír, ni hablar muy bien,

que se pasó miles de horas
en terapia del lenguaje,

practicando y practicando,

con la esperanza de que un día él pudiese

convertirse en uno de los mayores
comunicadores en el mundo.

De parte de ese niño de cinco años:

Gracias,

por permitirme ser escuchado.

(Aplausos)