Mi historia | Elizabeth Smart | TEDxUniversityofNevada

El secuestro de Elizabeth Smart fue uno de los casos de secuestro de menores más seguidos de nuestro tiempo. En esta fascinante conversación, ella discute su secuestro y le anima a que cuando se enfrenta a adversidad, no se dé por vencido, no se rinda, siga adelante, porque uno nunca sabe las vidas que será capaz de tocar.

Esta charla es de un evento TEDx, organizado de manera independiente a las conferencias TED. Más información en: http://ted.com/tedx

Yo no conozco a nadie que tenga
una vida perfecta; nadie.

Y yo sé que cada uno de nosotros
tenemos retos personales, pruebas,

y hay días en los cuales deseamos

no tener que salir de la cama.

Hay días que deseamos quedarnos
debajo de las cobijas y hibernar.

Pero tenemos una alternativa que tomar.

Tenemos la opción de quedarnos
acostados debajo de las cobijas,

o la opción de continuar hacia adelante.

Cuando yo tenía 14 años,
nada especial se destacó sobre mí.

Yo solo era cualquier niña de 14 años,

preparándome para graduarme de
tercer año de primaria, muy emocionada.

Recuerdo una noche

en el cuarto que compartí con mi hermana,
en la cama que compartí con mi hermana.

Yo recuerdo despertando por una voz,
una extraña voz, diciendo:

"Tengo una navaja en tu cuello;
no hagas ningún ruido.

Levántese y ven conmigo."

Este fue el comienzo de
una pesadilla de nueve meses.

Recuerdo a un hombre extraño llevándome
por las montañas detrás de mi casa,

siempre con su navaja.

Recuerdo que me llevó tan lejos y dentro
de las montañas.

Nosotros cruzamos la sima de la montaña,

y bajamos por el otro lado.

Estábamos como a un cuarto
del camino en el otro lado

cuando llegamos a una arboleda,
y nada pasaba

no parecía nada en especial,

pero él me dirigió dentro de
este bosque de árboles,

y recuerdo cuando caminaba

y vi que parte de la montaña
había sido nivelado.

Había una tienda de campaña.

Había lonas tiradas en el suelo,
colgadas en los árboles.

Recuerdo haber visto un agujero enorme
en el suelo detrás de la tienda,

donde habían puesto troncos en
la parte superior, y tirado tierra encima.

Pero la parte más aterradora de todo esto

fue la mujer que salió de la tienda.

Ella me metió y sentó en un balde

e intentó darme un baño de esponja,

y me cambió mis pijamas
por unas batas extrañas.

Yo crecí siendo muy tímida y muy cohibida,

y eso ha sido lo más traumático

que me ha pasado.

Recuerdo que yo le pedía y suplicaba
para que me dejara hacerlo por mí misma,

que yo no estaba sucia, que yo me
había duchado la noche anterior

y que yo podía cambiarme sin su ayuda.

Finalmente, después de... no sé,
15 minutos, quizás,

de suplicas y de llorar,
ella finalmente me pasó las batas.

Me las puse, ella recogió mi pijama,

y me dejo sola en la tienda,
sentada en un balde.

Recuerdo estar sentada ahí llorando,

y llorando, y pensando en
que me había pasado.

Cómo es que tan solo ayer to estaba
en la escuela con mis amigos.

Cómo es que tan solo ayer
yo estaba en mi casa,

deseosa por la graduación,
lista para ir a secundaria.

¿Cómo esto había ocurrido?

Cómo mi mundo se había
cambiado de día para noche,

y ¿que había pasado con mi familia?

¿Habría ya este hombre ido a mi casa,

y asesinado a mi familia?

¿Qué me iba a pasar a mí?

Lo único en que podía pensar
en que me iba a pasar a mí era:

Me va a violar, y después me va a matar

porque nadie sobrevive a ser secuestrado,

nadie vuelve a casa.

Nunca he visto un "feliz por siempre",
en una historia de secuestro.

Cada cosa que dan en las noticias,
es siempre lo mismo.

Quizás son días después, semanas después,
años después, que un cuerpo es encontrado,

pero eso es lo que pasa.

Mientras estaba ahí llorando,
yo estaba tan asustada,

recuerdo el abrir de la puerta de
la tienda, cuando el hombre entró,

y se había cambiado de la ropa oscura
en que me había secuestrado,

con una bata, como la que yo llevaba,

y se arrodilló junto a mí,
y empezó a hablar.

Al principio, me sentía tan atrapada

en mis propias preocupaciones y miedos,

y que había pasado, y que iba a pasar.

Ni siquiera podía empezar a pensar
en escuchar lo que decía.

Finalmente, una parte de mí
se retuvo lo suficiente

para escucharlo decir que
ahora yo era su esposa,

que yo era propiedad de él,

que tenía que hacer todas
las tareas de una esposa,

y que era tiempo de
consumar nuestro matrimonio.

Yo crecí en una casa tradicional.

Mi familia es muy religiosa.

Me han criado creyendo

que las relaciones sexuales están dentro
de los límites del matrimonio,

y eso es lo que siempre he creído.

Eso es lo que siempre quise seguir.

Entonces ese hombre estaba ahí, diciéndome

que yo debía consumar el matrimonio,

y quizás yo haya crecido en
una pequeña burbuja

quiero decir, quizás no haya sido

la niña más avanzada de 14 años de edad
en el mundo en ese momento.

Una parte de mí ni siquiera estaba segura
lo que "consumar matrimonio" significaba.

La otra parte de mí rezaba y esperaba

que no era lo que yo pensaba que era.

Rápidamente descubrí con exactitud
cuál era su significado.

Recuerdo estar mendigando,
suplicando, llorando,

intentando pensar en alguna posible razón

para intentar convencerlo, que me
dejara ir, que no me hiciera daño,

que simplemente me dejara
volver con mi familia.

Pero nada de lo que dije o hice
hizo una diferencia.

Nunca olvidaré.

Me tomó de donde estaba
sentada, me tiró al suelo,

donde me arrancó la bata que
había sido forzada a usar,

y se abusó de mí en la tienda de campaña.

Después, cuando había acabado,
él se levantó y me dejó sola.

Y jamás olvidaré como me sentí,
que tan destrozada me sentí,

como estaba más allá de
toda ayuda, de toda esperanza,

incluso si alguien me hubiese encontrado,
cuál sería el punto?

Yo era inútil, daba asco.

No valía la pena ser salvada a ese punto.

Yo me quedé dormida pensando sobre eso,

y cuando desperté, él estaba ahí
arrodillado a mi lado de nuevo,

y esta vez había tomado
un grueso cable metálico

y lo había envuelto y atornillado
alrededor de mi tobillo,

para que así no escapara.

En ese momento, yo comencé a pensar

en todos esos niños a quien
había visto en las noticias,

cuyas historias siempre parecían
terminar de manera trágica.

Y no pude evitar pensar:
Ellos son los afortunados.

Son tan afortunados: yo deseo
poder ser uno de esos niños,

porque nadie volverá a lastimarlos

nadie les hará sentir

que son inútiles o que no son amados.

Nadie les hará eso de nuevo.

Me gustaría que esa fuera yo.

Eso es solo un poco de lo que
fueron los nueve meses.

Muy temprano, tomé la decisión

que no iba a dejar que estos
dos secuestradores ganaran.

No iba a dejar que se llevaran
mi vida así de mí.

Yo haría lo que fuese posible
para poder sobrevivir,

incluso si eso significaba
sobrevivir a ellos,

incluso si eso significaba
sobrevivir por otros 30 años

viviendo este tipo de abuso cada día.

Gracias al cielo, no fueron 30 años;
fueron solamente 9 meses después.

No olvidaré la primer vez que vi a mi papá

después de que la policía
se detuvo y me recogió.

Nunca olvidaré esa sensación de que,
no importa lo que esté delante de mí,

que todo iba a estar bien, y que
nadie me iba a hacer daño de nuevo

de la forma en que ésas dos personas
lo habían hecho por 9 meses.

Mejor sentimiento en el mundo,
saber que alguien te ama.

Al otro día mi mamá me dio un consejo,

y quiero compartirlo con ustedes,

porque como dije, todos
tenemos pruebas en la vida,

todos tenemos momentos en los que
no queremos salir de la cama.

Mi mamá me dijo,

"Elizabeth, lo que este hombre
te ha hecho es terrible,

y no hay palabras suficientemente fuertes
para describir lo malvado que es.

Él te ha robado nueve meses de vida
que nunca tendrás de regreso.

El mejor castigo que
puedas darle, es ser feliz,

es seguir adelante con tu vida,
porque al sentir lástima por ti misma,

quedándote en el pasado y
hablando de lo que te ha pasado,

eso solo los está dejando tener
más control, más poder,

robar aún más parte de tu vida.

Así que no dejes que eso suceda.

Quizás se haga justicia o quizás no,
puede que haya o no haya restitución,

pero no te atrevas a darles
otro segundo de tu vida.

Desde entonces, yo he intentado
seguir ese consejo todos los días,

estoy muy lejos de seguirlo perfectamente,

pero de nuevo, que hija es perfecta
siguiendo los consejos de su madre?

(Risas)

Pero yo sé que todos tenemos una elección.

Sé que cuando nos enfrentamos
a la adversidad, tenemos elección.

Podemos rendirnos, o podemos
luchar y seguir hacia adelante.

Y a como he podido salir
y compartir mi historia,

hablando con diferentes personas,
he aprendido mucho.

He llegado a un punto en mi vida
en donde puedo decir

aunque nunca deseé que me sucediera a mí,

y ciertamente nunca le
desearía esto a nadie,

estoy agradecida por lo que me ha pasado,

porque lo que me enseñó, la perspectiva
que esto me ha regalado

y la empatía que siento
por otros sobrevivientes.

Estoy agradecida de que
puedo hacer algo al respecto.

Agradecida de poder hablar, especialmente
por aquellas víctimas de abuso sexual

quienes aún no son capaces
de hablar por sí mismos.

Es tan traumático, tan difícil
de ser fuerte de poder salir y decir,

"Me abusaron sexualmente, me hirieron.

Alguien me robó algo que
nunca tendré de regreso,"

pero tengo algo que decirte,
es muy importante

salir hacia adelante y
compartir tus historias,

incluso si no es para su comunidad o
en una audiencia más grande,

pero al menos ante las autoridades

para poder así detener a esos individuos

que se aprovechan de otras personas.

Es muy importante.

Así que tengo que alentar a
cada uno de ustedes.

Cuando te enfrentes a la adversidad,
no te des por vencido, no te rindas.

Sigue adelante, porque nunca sabes

lo que puedes hacer con ello.

Nunca sabrás cuantas vidas podrá tocar.

Estoy muy agradecida de estar
hoy aquí con ustedes.

Muchas gracias.

(Aplausos)