El rol espectacular y sorprendente de la nutrición en la salud mental | Julia Rucklidge | TEDxChristchurch

En esta charla de importancia crítica, la psicóloga clínica Julia Rucklidge explora una serie de estudios científicos, incluyendo los suyos, que muestran el papel importante que la nutrición desempeña en la salud mental o en las enfermedades.

La doctora Julia Rucklidge ha estado investigando durante los últimos 6 años el rol de los micronutrientes en la manifestación de las enfermedades mentales, específicamente el TDAH, el trastorno bipolar, la ansiedad, y más recientemente el estrés y el TEPT asociados con los terremotos de Christchurch.

Esta charla es de un evento TEDx, organizado de manera independiente a las conferencias TED. Más información en: http://ted.com/tedx

En 1847

un médico llamado Semmelweis

aconsejó que los médicos
se lavaran las manos

antes de tocar a una embarazada,

para prevenir la fiebre puerperal.

Sus investigaciones demostraron
que la mortalidad por septicemia

se podía reducir de un 18 % a un 2 %

simplemente lavándose las manos
con cal clorada.

Sus colegas médicos no quisieron aceptar

que ellos mismos esparcían la infección.

Semmelweis fue ridiculizado
por sus compañeros, destituido,

y las críticas y reacciones adversas
le hicieron perder la salud

y murió en un asilo,
dos semanas más tarde, de septicemia

a los 47 años.

Hoy voy a hablar sobre algo
que puede parecer tan radical

como lo de lavarse las manos
a los médicos del siglo XIX

y, sin embargo, es algo
científicamente equivalente.

Es la idea simple

de que optimizar la nutrición
es un modo seguro y viable

de evitar, tratar,
o aliviar las enfermedades mentales.

La nutrición es importante.

Una nutrición deficiente
es un gran factor de riesgo modificable

en el desarrollo de una enfermedad mental.

Según una encuesta de salud
de Nueva Zelandia del año 2013,

las tasas de enfermedades
psiquiátricas en niños

se duplicaron
durante los últimos cinco años.

Internacionalmente, el TDAH se triplicó,

el autismo aumentó 20 veces,

y el trastorno bipolar en niños
aumentó 40 veces.

Y este gráfico aquí muestra
que se cuadruplicó

el número de personas
en retiro por invalidez

como consecuencia directa
de una enfermedad psiquiátrica subyacente,

Las tasas de enfermedad mental
están en aumento.

¿Y cómo nos estamos ocupando
de este problema?

Por ahora, nuestro sistema de salud
actúa dentro de un modelo médico.

Esto significa que típicamente
primero se ofrecen medicinas psiquiátricas

seguidas de terapias psicológicas,

y otras formas de apoyo.

Nuestra fe en las medicinas
como tratamiento de primera línea

se evidencia en el aumento
de la tasa de recetas médicas.

Por ejemplo en 2012,

a medio millón de neozelandeses,
una octava parte de nosotros,

les recetaron antidepresivos;

lo que representa un 38 % más
que hace cinco años.

De manera similar, las tasas de recetas
para antipsicóticos se duplicaron

entre 2006 y 2011.

Dado que este modelo médico

es casi universal
en todas las sociedades occidentales,

uno ciertamente esperaría
que funcione bien.

Y en verdad, en algunos casos,
estos tratamientos salvan vidas.

Y no estoy aquí
para descartarlos completamente.

Sin embargo, si el tratamiento
fuera realmente efectivo,

¿no deberían las tasas de trastornos

e invalidez como consecuencia directa
de esas enfermedades

estar disminuyendo
en lugar de estar aumentando?

Por esto debemos considerar
el rol de las medicinas

en algunos de estos resultados.

Si tomamos cualquier clase de medicinas:
antipsicóticos, ansiolíticos,

antidepresivos...

el patrón es el mismo.

A corto plazo,

estos tratamientos son muy eficaces,
pero a largo plazo no lo son.

Y en algunos casos, empeoran la vida.

Si observamos, por ejemplo,
algunos estudios

realizados en niños con TDAH
tratados con estimulantes o Ritalin,

a corto plazo,

se encuentran mejor, y responden,

responden mejor
que a otras formas de tratamiento,

pero a largo plazo,

les va peor

que a los niños que nunca
recibieron estas medicinas.

Otro estudio mostró

que a pesar de nuestra creciente
confianza en los antidepresivos

las tasas de recuperación y de recaída

no son mejores ahora
que hace 50 años,

antes de la llegada de estas medicinas.

Y los niños con depresión

que fueron tratados con antidepresivos

tienen tres veces más probabilidades
de adquirir el trastorno bipolar

que los niños a los que nunca
se les dieron estas medicinas.

Y las personas asignadas aleatoriamente

para seguir con su dosis
de medicinas antipsicóticas

tienen menos posibilidades de recuperarse
de esquizofrenia a largo plazo

que las personas asignadas aleatoriamente

a una reducción de la dosis
o la eliminación completa de la droga.

Y les puedo mostrar más y más estudios

que destacan esta imagen sombría.

Es decir,

bastante deprimente.

(Risas)

¿Hay otro camino a seguir?

Hace casi dos décadas,

mi supervisora del doctorado
la profesora Bonnie Kaplan,

me contó de unas familias

que se estaban tratando
con micronutrientes,

en Southern Alberta, Canadá.

Sufrían de trastorno bipolar,
psicosis, depresión.

Estas son condiciones serias,
y mi educación en psicología clínica

me enseñó que la nutrición y la dieta
eran poco importantes para la salud mental

y que solo las medicinas o la psicoterapia
podían tratar estas condiciones graves.

Pero ella y otros
estaban publicando unos datos preliminares

a principios de este siglo,

que mostraban a personas mejorándose
y permaneciendo bien.

Y entonces,
decidí estudiar los nutrientes,

y es lo que he estado haciendo
durante la última década.

En 2009, recibí algunos fondos para hacer
un experimento aleatorio con placebo,

usando minerales y vitaminas,
también conocidos como micronutrientes,

para el tratamiento de TDAH en adultos.

Y este estudio fue publicado
en el British Journal of Psychiatry

en abril de este año,

y esto es lo que encontramos.

Dentro de un período de solo 8 semanas,

el doble de personas respondieron bien
en el grupo de micronutrientes

comparado con el grupo con placebo;

el doble de personas entraron en remisión
de su depresión,

con los micronutrientes.

La hiperactividad e impulsividad
disminuyeron hasta un margen normal,

y los que estaban tomando micronutrientes

eran mas propensos a informar

que sus síntomas de TDAH
les afectaban menos e interferían menos

en su trabajo y relaciones sociales

que las personas con placebo.

Y un año más tarde,

las personas que continuaron
con los micronutrientes

mantuvieron estos cambios
o mostraron una mejoría mayor,

y aquellos que cambiaron a medicinas
o no tomaron más los micronutrientes

mostraron un empeoramiento
de sus síntomas.

Ahora, aquí debo decirles algo,

y es que, cuando digo micronutrientes,

me estoy refiriendo en realidad
a una dosis mayor de la que se obtiene

al tomar una píldora de vitaminas
comprada en el supermercado.

En este estudio,
dimos a los participantes

hasta unas 15 píldoras al día
con 36 nutrientes.

Así que sería improbable

que si fueran y consiguieran
un suplemento sin receta,

sería improbable
que vieran estos beneficios,

porque la dosis es menor,
y la variedad de nutrientes es menor.

Estos beneficios positivos
no están limitados a un único estudio.

Mi laboratorio en Canterbury

es el Mental Health
and Nutrition Research Group,

y hemos publicado
más de 20 artículos en revistas médicas,

documentando
los beneficios de los micronutrientes.

Por ejemplo, este estudio aquí

mostró una reducción de los síntomas
del trastorno bipolar en niños de un 50 %

con una reducción simultánea
de las medicinas.

Este estudio aquí

mostró que podíamos reducir las tasas
del trastorno de estrés postraumático

de un 65 % a un 18 %,

después de los terremotos de Christchurch,

con una intervención de micronutrientes
durante un mes,

sin cambios en aquellos
que no tomaron los nutrientes.

Incluso un año después, aquellos
que habían recibido los nutrientes

estaban mejor que aquellos que no.

Y reprodujimos esto hallazgos

en colaboración con investigadores
de la universidad de Calgary,

después de las inundaciones
de junio de 2013 en Alberta, Canadá.

Para mi, el mensaje es claro:

que un cuerpo y un cerebro bien nutridos

puede resistir mejor el estrés continuo
y recuperarse de las enfermedades.

Dar micronutrientes en dosis apropiadas

puede ser una forma eficiente y económica
de intervención en la salud pública

para mejorar la salud mental
de una población

después de una catástrofe medioambiental.

En mis 20 años de carrera,
pocas veces he visto

esta clase de respuestas
a los tratamientos convencionales.

Cuando las personas mejoran,

mejoran en general,

no solo en los síntomas tratados,

sino también en otras áreas,
como la mejora en el sueño,

estabilización del humor,
reducción de la ansiedad,

y una reducción en la necesidad
de cigarrillos, marihuana y alcohol.

Mi investigación
y otras alrededor del mundo

han mostrado que de un 60 a un 80 %
responde a los micronutrientes,

lo que demuestra lo poderosa
que es esta intervención.

E internacionalmente,

ya se han hecho 20 estudios aleatorios
controlados con placebo,

esta es la regla de oro
que usamos para hacer decisiones clínicas,

que demuestran que podemos reducir
la agresión en los reclusos,

retrasar el deterioro cognitivo
en los ancianos,

tratar la depresión, la ansiedad,
el estrés, el autismo y el TDAH.

E incluso pueden ser más económicos

que los tratamientos
convencionales actuales.

Este estudio documentó el tratamiento
de un niño de 10 años con psicosis.

Al fracasar su tratamiento con medicinas
durante 6 meses en el hospital,

fue tratado con micronutrientes.

No solo los micronutrientes

eliminaron por completo
sus alucinaciones y delirios,

cambios que aún se mantenían
seis años después,

sino que también el costo del tratamiento
fue de menos del 2%

del costo de su tratamiento fracasado
como paciente interno.

Solo el ahorro en los costos
hace imperativo

que nuestra sociedad preste atención
a los amplios beneficios de este enfoque.

Y hay más buenas noticias.

Tratando...

Dando suplementos
antes de que surja la enfermedad mental

puede realmente evitar en primer lugar
que estos problemas se desarrollen.

Este estudio fantástico examinó
a 81 adolescentes con riesgo de psicosis

y los distribuyó aleatoriamente

para recibir ácidos grasos omega-3
en forma de aceite de pescado,

nutrientes básicos
para la salud cerebral,

o un placebo durante 12 semanas.

Un año más tarde,

un 5 % de los que recibieron
el aceite de pescado sufrían psicosis

contra un 28 % de aquellos con placebo.

Eso representa un 80 % de reducción

en la posibilidad
de convertirse en psicótico,

simplemente con dar aceite de pescado.

Me pregunto si yo sé
lo que algunos están pensando.

Me pregunto si algunos están pensando,

"¡Un momento! ¿Por qué simplemente
no trato de comer mejor?"

"¿Por qué simplemente no les digo
a todos los demás que coman mejor?"

Y verdaderamente,
hay unos estudios fantásticos

que documentan la fuerte relación que hay
entre la alimentación y la salud mental

aunque todavía estamos en los comienzos
de la investigación científica.

No sabemos quién se beneficiaría
con solo manipular la dieta,

y quién necesitaría un estímulo adicional
con otros nutrientes.

Pero incluso en los últimos cinco años,

hubo 11 estudios epidemiológicos,

transversales y longitudinales,

en poblaciones grandes
alrededor del mundo,

y todos muestran la misma cosa.

Cuanto más uno come una dieta prudente,
o una dieta mediterránea

o un tipo de alimentación no procesada,

más bajo es el riesgo de depresión.

Y cuanto más uno come la dieta occidental
o alimentos procesados,

más alto es el riesgo de depresión.

Solo conozco un estudio
que no encontró esta asociación,

y ningún estudio demuestra

que la dieta occidental
sea buena para nuestra salud mental.

(Risas)

¿Qué es la dieta occidental?

Es una dieta muy procesada,

con alto contenido de cereales procesados,
bebidas azucaradas, comidas para llevar,

y con pocos productos frescos.

Y una dieta sana es aquella que es fresca,

con muchas frutas y vegetales,

pescado, frutos secos, grasas sanas,

y baja en alimentos procesados.

Lo que nuestras abuelas
reconocerían como comida.

(Risas)

Todavía quedan muchas preguntas

sobre la relación
entre la salud mental y la nutrición.

¿Qué papel juega la genética

para determinar quién responderá
a los nutrientes,

y quién necesitará nutrientes adicionales
que no pueden obtener de su dieta?

¿Cuál es el rol de un intestino infectado,
inflamado, en la absorción de nutrientes?

No somos lo que comemos

somos lo que absorbemos.

¿Y qué papel juegan las medicinas

en determinar cuán eficientes
son los nutrientes?

Combinar medicinas y nutrientes
es verdaderamente complicado,

y necesitamos más estudios
para poder entender estas interacciones.

Pero en el fondo, necesitamos saber
cuánto duran estos beneficios.

Con todos estos datos,

estos datos abundantes que destacan
el poder de la nutrición,

creo que ahora podemos hacer
cambios individuales y colectivos.

Podríamos reconsiderar
nuestro enfoque de los tratamientos:

dar prioridad a los factores
del estilo de vida,

comer sano, hacer ejercicio, suplementos,

y cuando sea necesario,
tratamientos psicológicos,

y dejar la medicación
para cuando estos enfoques no funcionen.

Si los nutrientes actúan,

¿no deberían estar cubiertos
por el sistema de salud?

Tomemos en serio la prevención universal

optimizando la nutrición
de aquellos que son más vulnerables.

No esperamos a tener un ataque cardíaco

para modificar las cosas
en nuestro estilo de vida

que contribuyen
a las enfermedades del corazón.

Con la salud mental
no debería ser diferente.

Un modo fácil de implementar
la prevención universal

sería que las embarazadas...
no las embarazadas,

que las parteras digan a las embarazadas
lo importante que es la nutrición.

Las madres con pocos nutrientes
producen niños con pocos nutrientes.

Una dieta pobre durante el embarazo

aumenta las posibilidades de que el niño
padezca una enfermedad mental.

Aprendamos sobre los riesgos
de la comida barata, procesada.

Como dijo Michael Pollan,
la comida barata es una ilusión;

no hay comida barata.

El precio se paga en algún lugar,

y si no se paga en la caja registradora,
se carga al entorno

y a los fondos públicos
en forma de subsidios,

y se carga a nuestra salud.

Todos los niños tienen
que aprender a cocinar.

Los niños deben saber que la comida
no tiene porque venir en un paquete.

Las escuelas deben reflexionar
sobre el contenido de sus comidas.

Los niños frecuentemente son recompensados
por buena conducta con comida procesada.

Tenemos que reflexionar
si esta combinación tiene sentido.

En el fondo, tenemos la responsabilidad
de enseñarles

que cada vez que ponen algo en su boca,

están haciendo una elección:

comer algo nutritivo,
o algo de escaso contenido nutricional.

En el siglo XIX, los médicos se ofendieron

cuando Semmelweis sugirió que se lavaran
las manos antes de atender los partos.

Ahora les pedimos que consideren

si las medicinas que prescriben

contribuyen a los resultados
mediocres a largo plazo

en las personas
con enfermedades mentales.

Sin embargo, comer bien y consumir
nutrientes adicionales cuando se necesita

puede mejorar
la salud mental de mucha gente.

Los dejo con un último pensamiento.

Pruebas aleatorias en el 1600

mostraron que consumir limas en los barcos
que partían para hacer largos viajes

eliminaba completamente
el 40 % de mortalidad por escorbuto.

Pero al gobierno británico
le tomó 246 años

para ordenar que todos los barcos
llevaran cítricos para sus marineros.

¿Cuánto tiempo tardará nuestra sociedad
en atender a los estudios que muestran

que una nutrición inadecuada contribuye
a la epidemia de enfermedad mental?

Esta es mi idea válida de ser difundida:

La nutrición es importante,

y si realmente estamos preparados
para tomar en serio la salud mental,

debemos tomar en serio
el papel crítico de la nutrición.

Gracias.

(Aplausos) (Ovaciones)