La temible palabra "f..." | Sónia Fernandes | TEDxOporto

Esta charla es de un evento TEDx, organizado de manera independiente de las conferencias TED. Más información en: http://ted.com/tedx

¿Y si Dios se hubiese equivocado rotundamente? ¿Y si nuestros mayores ídolos estuviesen años sin saber qué significa la palabra "éxito"? El fracaso es el tema de Sónia, que nos explica por qué no debemos tener miedo a cometer errores ni estigmatizar a quienes fallan. Vamos a escuchar historias de fracasos profesionales en las áreas más variadas.

Hola, Oporto.

Público: ¡Hola!

Por favor que levanten las manos

quienes ya hayan fallado
profesionalmente.

Bueno, entonces ya puedo irme, ¿no?

Ya no tengo nada más que decir.

Bueno. Para entrar ya en el tema...
Si nos metiésemos ahora en Internet

y viésemos lo que se dice
sobre el fracaso, o los fallos,

o el error, o cosas del estilo,

veríamos cosas maravillosas
como estas:

[Unsinkable II]

(Risas)

(Risas)

Es todo muy guay y muy gracioso

y siempre tiene un tono humorístico,

un tonillo así como:

"¡Ah, que gracioso!"

Pero, por dentro:
"menos mal que no fui yo".

Sentimos mucho alivio
cuando vemos estas imágenes

y sabemos que no fuimos nosotros.

Pero hay otra cara de la moneda,
con bastante más gracia.

Para mí, esto parece
un poco esquizofrénico.

En un mundo en el que
solo importa ganar,

en el que los ganadores
son los mejores,

en que el primer puesto
es el que vale y el que cuenta

y por el que las personas luchan
para alcanzarlo.

Le estamos dando un premio
de consolación, poco consolador,

al niño que ha quedado cuarto,

y es como si negásemos la noción

de que alguien tiene que perder.

Porque para haber alguien que gane,
alguien tendrá que perder, ¿no?

Entonces, esta cuestión de los fracasos,

vamos a ver los fracasos profesionales,

no pienso entrar en los personales

porque eso directamente
no está en mis manos.

¡Sí!

En esta cuestión
de los fracasos profesionales

el contrario no es el éxito.

Les voy a mostrar por qué.

¿A qué viene todo esto?

Hace poco más de un año,
finalizaron los proyectos

en los que estaba involucrada

y me quedé, de repente,
sin nada que hacer.

Una mente que no está ocupada
comienza a divagar.

Y una cosa sobre la que divagué
y comencé a sentir su peso

sobre mis hombros, fue el fracaso.

Había fallado, estaba fallando,

no conseguía trabajo,

no tenía más proyectos
en los que ocuparme,

estaba en el sofá
con el mando de la tele

sin tener nada que hacer
de forma rigurosa.

Hace más o menos un año también fue
cuando nuestro país se vio arrollado

por el emprendimiento nefasto.

Nos arrolló la teoría de
"si crees, lo consigues"

y "tienes que tener la mejor idea

y la más original que las demás"

y "tienes que saber transmitir
y distinguirte"

y "tienes que diferenciarte de los demás"

y "si tienes el discurso adecuado

y consigues, en lo que tarda
una cerilla en arder,

convencer a alguien de tu brillante idea,

serás alguien en el mundo"

y "lo consigues, tienes que creer,
tener fe",

etc.

Yo escuchaba ese discurso

cuando me asediaban con él,

y yo: "no..."

Me sonaba como si me estuviesen

intentando culpar, a mí,
por mi falta de capacidad,

mi falta de creatividad,

mi falta de iniciativa;

como si toda aquella situación
en la que me veía

fuese exclusivamente por mi culpa
y por mi pereza.

Y, entonces, me paré a pensar:

A ver, esto del éxito obligatorio

y de que todo el mundo tenga
que ser exitoso,

y que es obligatorio que todos
tengan esa idea magnífica

que cambiará el mundo...

no puede ser así

porque, históricamente,
la mayor parte de las cosas

que tenemos hoy en día

nacieron de fracasos, de fallos.

Y empecé a buscar esos ejemplos.

[Nunca te rindas]

A flor de piel.

Mi cerebro no entiende del todo
lo que significa esto.

Entonces, empecé a buscar cosas

y les he traído tres ejemplos,
así rápidamente,

para que también tengan consciencia

de que, si del fracaso nace la luz,

también nacen los "post-it".

¿Querían hacer un pegamento
para construir aviones?

Descubrieron un pegamento
que no pega

y tardaron 12 años... ¡doce!

Pero consiguieron lanzar
un producto al mercado.

¡Doce! Hasta alguien en 3M

consiguió encontrarle
una utilidad al producto.

Él no consiguió encontrar
la cura para la malaria.

Entre todas las pociones mágicas
que hacía nuestro querido William,

descubrió que podía crear colores.

Y así es como se inventó
el colorante sintético.

Si no fuese porque este joven
de 18 años fracasó rotundamente

en su búsqueda de la cura
para la malaria,

ahora no tendríamos color en el mundo.

Me gusta mucho este ejemplo

porque yo también tengo
un poco de temperamento.

Nuestro George Crum era cocinero

y había un cliente que devolvía
las patatas constantemente.

Y entonces él

corta las patatas en rodajas,
las fríe excesivamente,

les echa un poco de sal y las sirve:

"Ahora vas a ver lo que son
las patatas fritas".

Al cliente le encantaron.

Vanaglorió tanto, tantísimo las patatas

que nuestro amigo George, años después,

ya era rico y famoso
a causa de sus patatas fritas.

Fracasó enormemente,
también en su objetivo.

Pero tuvo una visión
y tuvo la capacidad.

Tuvo la adaptación necesaria.

Asumió que "si por aquí no es,
iré por allí".

"Allí fallé, pero por aquí
me puede ir bien".

Se asumió, se repensó, se compartió,

se dejaron atrás las cosas
que ya no valían la pena.

Y se continuó hacia delante.

Comencé a pensar que esto
podría ser interesante.

Para enseñarle al mundo
del emprendimiento

que tenemos situaciones contrarias

que promueven una verdad
y honestidad mayor

en términos del éxito
de todas estas historias.

¿A quién le dieron un martillo?

y ¿a quién le dieron una velita?

Las velitas también son
tarjetas de presentación.

Creé un evento

en el que la gente tenía prohibido
hablar de éxito

y solo podía hablar
de sus fracasos profesionales:

el "World Failurist Congress".

Pedí el nombre prestado
a dos primos griegos

que tienen una página en Facebook
con el mismo nombre: los Failurists,

y creé el evento que está
ahí en el medio,

se juntó a una hermandad de eventos

que ya existían por todo el mundo,
que son estos,

incluyendo uno de pastores.

Pastores de varias religiones de EE.UU.

que confrontan
los distintos fracasos de Dios.

(Risas)

Uds. se ríen.

Confrontan los fallos de Dios

y cómo se supone que explicarán
a sus fieles: "Sí, Dios se equivoca",

"y yo no tengo la culpa".

(Risas)

En resumen, todos ellos
nacieron, curiosamente,

estos ejemplos de eventos,

si los buscan,

verán que hay una palabrita
que me encanta

y que está presente en todos ellos:

"emprendimiento".

Lo que yo quería era
que me contasen la verdad.

Estaba en paro y me sentía culpable

por no tener proyectos
a los que pudiese incorporarme.

Estaba en paro, y sigo en paro,

aunque ya haya hecho
tres eventos de estos,

porque no existía la posibilidad
de que yo consiguiera

ir a algún sitio y liberarme
de esa situación.

Y las personas relacionas
con el emprendimiento me decían:

"¡La culpa es tuya!
No te esfuerzas lo suficiente".

Entonces decidí emprender el fracaso.

(Risas)

(Aplausos)

Tres meses.

Tardé en llegar aquí hoy.
No está tan mal, ¿no?

Lo que yo quería era empleo,
pero bueno, no fue así.

¡Falló!

Y bueno, esta es una hermandad
de eventos bastante pequeña.

Ya hablé con media docena,

es decir, con casi todos.

Ya hablé con ellos y existe
una especie de orgullo:

"¡Hola, hermanos! Exactamente,
¡continuemos con la lucha!"

Algunas de las cosas que aprendí
al crear mi evento fueron:

una de las primeras y más importantes:

Esto de fracasar está muy bien
y es muy bonito

si estamos rodeados
de personas "inteligentes", ¿no?

Porque si no estamos rodeados
de personas inteligentes,

cuando fracasemos,
la situación será horrible,

nos van a etiquetar,

nos van a decir cosas feas

y no nos van a dar
una segunda oportunidad

ya en ningún sitio.

Otra de las cosas que aprendí

fue que en un contexto
de compartir nuestros fracasos,

las personas que nos escuchan,
como por ejemplo en mis eventos,

acaban siendo mucho más simpáticas,
mucho más comprensivas,

por ejemplo, con una personas
que esté nerviosa en la tarima;

perdonan mucho más fácilmente.

(Risas)

¡Es verdad!

(Aplausos)

Y todo esto de fracasar cerca
de gente inteligente es verdad

y tenemos ese apoyo casi intrínseco
por parte de las personas

mientras que...

no seamos mujeres.

(Risas)

Celso Martinho, cofundador de SAPO,

dijo una cosa una vez, pero
se me quedó grabado en el cerebro:

"En Portugal, estigmatizamos
el fracaso y penalizamos el éxito.

Y, si somos mujeres,

esto se vuelve peor y más grave
de forma exponencial".

Las mujeres no solo tenemos
vergüenza de nuestros fracasos,

sino también de nuestros éxitos

y estamos en un limbo constante,

sin tener muy claro hacia dónde ir.

Ni admitimos x, ni celebramos y.

Que sea lo que tenga que ser.

[Si no tienes éxito a la primera,
estás dentro de la media].

Me gusta este enfoque.

El éxito, además de no ser obligatorio,

y además de ser algo tan simbólico
y descontextualizado,

es tan individual,
es algo que es tan individual

para cada uno de nosotros,

que también lo será el fracaso.

¿Pero por qué fracaso?
¿Porque alguien dijo que fracasé?

Ya sabré yo si he fallado o no.

A nivel profesional, si no sabemos
cómo aprovechar esas oportunidades

para pensar de forma positiva,

para sacar algún provecho, algo útil,

de aquello en lo que
acabamos de fallar,

entonces sí que será un fracaso.

Y más en un tatuaje a flor de piel.

"Nunca falles siempre escucha".

Es una cuestión de lenguaje.

Pero que se mete mucho con nosotros.

Una palabra puede cambiar el mundo.

Lo dijo Manuel.

Y desde pequeños,
para que no tengamos hijos

totalmente inconsolables
con su cuarto puesto,

tenemos que empezar
a inculcar un mensaje diferente

tanto entre nosotros
como a nuestros hijos,

como a nuestros amigos;

sin señalarse cuando se falla,

sino dando la mano.

Por todo esto,
les voy a volver a preguntar:

¿Quiénes ya han fallado
a nivel profesional?

¡Enhorabuena!

(Aplausos)

Gracias.

(Aplausos)