La mulata que nunca llegó | Nátaly Neri | TEDxSaoPauloSalon

Nátaly habla sobre los prejuicios.

Estudia Ciencias Sociales en la Unifesp, en Sao Paulo; le interesa la moda y la belleza. Luego de un año en el canal de YouTube (Afros e Afins), fue reconocida por la plataforma como una "digital influencer".

Esta charla se dio en un evento de TEDx que utilizó el formato de conferencia de TED pero fue organizada de forma independiente por una comunidad local. Obtenga más información en https://www.ted.com/tedx

Siempre fui considerada una niña fea.

Al menos por mí, o por muchas personas
a mi alrededor.

Solo mis padres realmente apreciaban

esta belleza singular.

(Risas)

Si bien siempre tuve
un autoestima muy baja,

como todo niño negro a esa edad,

había un grupo específico de personas
que me trataba de manera diferente.

A esa edad, había un grupo de personas
que, de hecho,

sabían que yo era una niña
no muy linda,

medio torpe, desgarbada...

pero que también sabían que,
de alguna manera,

me convertiría en una mujer
muy bonita cuando creciera.

Ese grupo de personas estaba compuesto
en su mayoría por hombres;

hombres mayores.

Generalmente primos de segundo grado,

amigos de primos de segundo grado,
o, en otras palabras, desconocidos

que cuando estaban en la calle
con mi padre,

detrás del mostrador, entregando el vuelto
del dinero del almuerzo, le decían:

"Dios mío, su hija es linda,
le va a dar mucho trabajo cuando crezca...

va a tener buitres revoloteando".

Y reían.

Yo tenía ocho o nueve años.

Y me preguntaba...

¿por qué hombres como aquellos
detrás del mostrador

y tantos otros hombres percibían
en una niña de ocho, nueve años

alguna posibilidad de belleza?

¿Cómo sabían ellos que,
de alguna forma, daría "trabajo"?

¿Cómo sabían ellos que, de alguna forma,
tendría pretendientes?

¿Cómo sabían ellos que una niña

que no se esforzaba en lo absoluto
para ser sensual, para ser bonita,

que no sabía nada sobre maquillaje,
escotes, que era solo una niña,

cómo sabían ellos
que esa niña fea daría trabajo?

Esa fue una de las preguntas
que siempre me he hecho.

¿Por qué me veo fea?
¿Por qué me ven fea?

Pero, ¿por qué algunos hombres
están seguros de que seré bonita?

¿De dónde sacaron esa idea?

Comencé a preguntarme
y dejé de cuestionarme,

por qué me sentía fea.
Era mejor que dijeran:

"Nátaly, eres fea,
pero puedes ser bonita",

a que dijeran: "Nátaly,
siempre serás fea."

Fue a los 11, 12 años cuando
comprendí lo que era.

Comprendí que era mulata.

Comprendí que las personas me trataban
y me veían como una mulata.

y ¿qué era una mulata en aquella época?

En aquella época, para mí, mulata
era una categoría menos peor que negra.

Las personas decían: "Nátaly,
eres fea de verdad;

no sirve ni que te alises el cabello.

Suerte que no eres tan negra."

Levantaba los brazos al cielo y decía:
"¡Qué suerte que no soy tan negra!"

Dios no me hizo blanca,
y eso me entristece,

pero agradezco que me haya hecho mulata.

Es un sufrimiento menos.

A los 13, 14, 15 años, más o menos,

comencé a comprender lo que los medios,
lo que la sociedad decía sobre

lo que es una mulata.

Comencé a entender
que ser mulata no era tan malo.

Que ser mulata era ser
del color del pecado,

que ser mulata era tener
curvas cautivadoras, sensuales,

que ser mulata me colocaba en poesías,

que ser mulata colocaba mi cuerpo
en la bossa nova.

No era "una mulata",
pero me convertiría en una.

Y era la expectativa
de que mi cuerpo se desarrollara,

que aparecieran las curvas
y pudiera finalmente

ser la mujer que baila samba,
la que hacía que recibiera elogios.

Esos eran los únicos.

Y acepté...

me llamaban mulata, mulata, de "mula"...

que es un híbrido...

entre caballo y asno.

Un término acuñado en el pasado colonial

para clasificar a los hijos producto
de las violaciones cometidas

por los dueños de las haciendas
a las negras esclavizadas.

Y que, hoy en día, es un término racista
que caracteriza a mujeres negras

de piel clara, delgadas, pero curvilíneas

y que por una determinación biológica
saben bailar samba,

ya que está en la sangre
el saber bailar samba.

Con 16, 17 años seguía
esperando a la mulata.

"Ah, ¿dónde está la mulata?
Siempre dijeron que la mulata llegaría,

y aquí estoy esperándola..."

(Risas)

Estoy en secundaria
esperando el primer beso...

Tienen que verme bonita de alguna manera.

El único elogio que escuché
fue que solo sería bonita

el día en que mi cuerpo se desarrollara
y la mulata apareciera.

Y, ¿dónde está la mulata?

Esperé a la mulata,

y la mulata no aparecía.

La mulata no venía,
y me preocupaba.

Mis amigas tenían senos y traseros grandes
y yo chata, y decía:

"¿Dónde está la mulata
que me prometieron toda la vida?"

(Risas)

¿Dónde está el autoestima
que vendría con ella?

¿Dónde está la única expectativa
de amor propio

que puse en manos de
un trasero y un escote?

¿Qué me prometieron durante toda mi vida?

"Ella va a ser muy bonita,
va a bailar samba...

va a rebolar,

va a tener un cuerpo de envidia,

porque es una mulata,
y mulata es menos malo".

Esperé a la mulata, la mulata no apareció,

y aquí estoy hoy.

(Risas)

(Espectador:) ¡Eres linda!

(Aplausos) (Vivas)

Mi cuerpo dejó de desarrollarse
a los 13 años.

A los 13 años no crecí más,
no me desarrollé físicamente.

Así que a los 13 años
empecé a entrar en pánico.

A los 15 años estaba desesperada.

Y comencé a percibir que, de hecho,
la mulata no llegaría,

y que tendría que comprender y encontrar
otras formas de lidiar con mi cuerpo.

A los 17, 18 años pasé
a odiar mi cuerpo,

pues la mulata no vino.

Entonces, no tenía nada que me salvara,
no tenía expectativas de mejora.

Odiaba mucho mi cuerpo.

Odiaba quien era de manera muy profunda,

al punto de golpearme en noches de crisis
cuando estaba mal.

Al punto de golpear mis propios senos
porque no crecieron

tanto como las personas decían
que deberían haber crecido.

A los 17, 18 años pasé por
una etapa en que odiaba mi cuerpo;

odiaba mi cuerpo delgado.

Este cuerpo aquí, un cuerpo delgado.

¿Cómo yo, una adolescente,
tan propia de mi época,

que leía revistas femeninas,
que miraba televisión, novelas,

que sabía que el ideal
era un cuerpo delgado;

¿cómo llegué a odiar mi cuerpo delgado?

¿Cómo llegué a odiar
un cuerpo estandarizado?

¿Cómo llegué a odiar
un cuerpo que era valorizado?

¿Cómo llegué a odiar
un cuerpo que en todos lados

decían que era el mejor?

Odiaba mi cuerpo delgado.

Y ¿por qué?

¿Sería porque...

los mecanismos de racismo
son mucho más complejos

y mucho más profundos
que cualquier padrón de belleza?

¿Será que odié mi cuerpo delgado

porque de alguna manera

el hecho de considerar a las personas
como inferiores por sus rasgos

y por sus orígenes culturales,

a lo largo de la historia, vale más
que los padrones de belleza

que se transforman a lo largo
del tiempo? ¿Será eso?

¿Será que el racismo, de hecho,
es cosa seria?

¿Será que el racismo
es estructural y no coyuntural?

¿Será que el racismo
está mucho más

arraigado en la sociedad de lo que
la gente comprende?

¿Será que la senzala aún no terminó?
¿Será que la senzala aún está aquí?

¿Será que es una senzala...

cuando encontramos un niño negro
en la calle y nos asustamos?

¿Será que es una senzala cuando
menosprecian quien soy?

¿Será que es una senzala cuando
se sorprenden al percibir

que las mujeres negras
somos inteligentes?

¿Será que es una senzala

cuando se sorprenden al verme
a mí hablándoles a ustedes?

¿Será que es senzala
cuando me sorprendo

al estar aquí hablándoles a ustedes?

¿Será que la senzala no está en mí,
sino en ustedes?

¿Será que lo superamos?

Existen mujeres
que ven a la mulata llegar.

Y cuando la mulata llega, ¿qué sucede?

Cuando llega el trasero, el escote,

¿qué sucede con esas mujeres?

Piden nunca haber nacido,

porque no soportan
la manera en que las tratan,

porque no soportan la manera
en que son objetivadas todo el tiempo,

en todas sus relaciones
y en todos lados.

Cuando la mulata llega es insoportable
porque no pueden ir por la calle,

porque no pueden conversar con la gente

sin sentir la incomodidad de las miradas,
de las bromas acerca de sus cuerpos.

Cuando la mulata llega,
las mujeres piden a Dios:

"¿Por qué me has hecho mulata?"

Y yo le pedía a Dios:
"¿Por qué no me has hecho mulata?"

Entonces, ¿cuál es la diferencia?

La diferencia es que
el racismo es estructura.

Y el racismo va a hacer que te odies.

Que odies tu cuerpo, tu vida,
tus orígenes,

independientemente de quien seas;
basta con ser negro.

Puedes ser delgado, gordo,
rico, pobre,

intelectual, analfabeto.

La senzala existe para todo el mundo.

De forma más intensa, tal vez,
para unos que para otros.

Pero la senzala está aquí.

La senzala está cuando odio mi cuerpo,

cuando odio mi realidad,

cuando odio quien soy,

para corresponder
a un estereotipo de belleza

de esta sociedad esclavista de hoy.

Si el racismo no mata al principio

va a hacer que quieras morir al final.

Si el racismo...

destruye de manera clara y descarada,
a la negra de piel retinta, parda, oscura;

usa mi nombre para hablar

de amor: "mulata, bonita, sensual...",

y después me apuñala por la espalda.

Parafraseando a Augusto dos Anjos,

"el racismo escupe en mi boca
mientras me besa".

No necesitamos hacendados,
no necesitamos latigazos

en nuestros cuerpos, porque la senzala
aún está en nuestras mentes,

de manera virtual, no corpórea.

Mientras todavía haya personas
negras que se sienten subyugadas

por ser quienes son;

mientras tengamos personas negras
que sienten que no pertenecen,

que no se sienten valiosas
por ser como son

mientras todavía odie mi cuerpo
que nunca me hizo nada,

porque la sociedad dice que debo odiarlo;

mientras crea que lo único
que me hace valiosa

es un ideal racista impuesto sobre mí,

cuando mi cuerpo no se había desarrollado;

Mientras eso suceda, la senzala existirá.

La senzala todavía existe.

Los latigazos, aunque silenciosos,

continúan azotando nuestra mente.

Gracias.

(Aplausos) (Vivas)