Convertirse en uno mismo | Laurent Gounelle | TEDxMarseille

Esta charla es de un evento TEDx, organizado de manera independiente a las conferencias TED. Más información en: http://ted.com/tedx

El escritor Laurent Gounelle nos sumerge en el mundo de la espiritualidad con su charla en TEDxMarseille.

Laurent Gounelle es un novelista, antes especialista en ciencias humanas formado en Francia y Estados Unidos. Apasionado por el desarrollo personal, la psicología, la filosofía y la espiritualidad, escribe novelas que llevan al lector a viajes que invitan al auto descubrimiento.

Sus historias giran en torno de esa pregunta fundamental que habita en el autor: ¿cómo prosperar y darle un sentido a la vida? Todos sus novelas han llegado a ser best-seller internacionales: "El hombre que quería ser feliz", "Los dioses siempre viajan de incógnito", "El filósofo que no era sabio" y "El día en que aprendí a vivir".

Buen día.

Les digo "buen día" pero en realidad,
no sé quiénes son.

También muero de ganas de que Ud.
le pregunte a cualquiera de Uds.

pero son 900, por lo cual
eso tomará algo de tiempo.

Tal vez no se sientan cómodos

de decir quiénes son
frente a 900 personas.

Pero bueno, imagine, imaginemos

que yo estoy solo

con cualquiera de Uds.

Tranquilo, digamos,
estamos frente a frente

tal vez, no sé, en un
restaurante frente al mar,

un poco más lejos,

y yo le hago la pregunta: ¿quién es Ud.?

Francamente,

¿qué me podría responder?

Me dirá, tal vez su nombre.

"Yo soy Jean Dupont.

O Isabelle Durant".

Sus padres pudieron
haber elegido otro nombre,

o darles otro apellido,

¿por ende habría sido Ud. otra persona?

Ud. también se puede definir
por su profesión:

"Comerciante, contador,
secretaria, ingeniero". Bien.

Ud. habría podido elegir
otra carrera, ¿no es así?

¿Sería entonces otra persona?

Ud. se podría definir
por una cualidad, quizá:

"Yo soy alguien amable,

creativo, fuerte".

Sí, y tal vez su vecino posee
exactamente las mismas cualidades,

y seguir siendo otra persona, ¿o no?

Ud. tampoco se podría
definir por sus genes,

Porque si tuviese un hermano
gemelo o una hermana gemela,

bueno,

tendría exactamente el mismo
patrimonio genético que Ud.,

y seguir siendo otra persona.

Entonces, ¿quién es Ud.?

Cuando yo tenía

23 años,

terminé,

con mi maestría en el bolsillo,

impulsado al servicio de la dirección
financiera de una gran empresa.

Recuerdo que mis colegas
estaban muy orgullosos

de un tipo de cargo tan valorizante...
a mí me bastaron algunas semanas

para darme cuenta de que me estaba
arrastrando por un camino ajeno.

¿Por qué les digo esto? Porque,
cuando los periodistas me entrevistan,

quieren escuchar al autor exitoso,

escucharme hablar de
mis éxitos literarios.

Pero la verdad, aquí entre nos,
eso no saldrá de aquí.

Es que en mi vida he conocido
mucho más de fracasos

y también de humillaciones que de éxitos.

Y lo que las personas no saben,

es que han sido esos fracasos
y esas humillaciones las que,

paradójicamente, me han salvado la vida.

De hecho, me han ayudado
a saber quién soy,

y a partir de ahí,
todo ha surgido para mí.

Cuando tenía 23 años, les decía,

me di cuenta súbitamente
de que me estaba yendo

por un camino que no era el mío,

y, partiendo de allí,

yo fui en efecto yendo de fracaso
en fracaso, de empleo en empleo.

Erré durante años hasta terminar
por hacer que me despidieran...

Cuando uno no ama lo que hace,
uno no es muy bueno.

Me encontré desempleado.

Tenía tanta vergüenza que
se lo oculté a todos mis amigos,

y también se lo oculté a mi familia,

Y estuve

dos años

desempleado.

No sabía que más hacer con mi vida,

caí en depresión,

perdí 10 Kg.

Mi oficio se había escapado de mí

y el semblante de mi cuerpo
también escapó.

Hay que decir que la naturaleza
me ha dado este cuerpo

bastante grande, bastante estrecho,

un cuerpo con el que trataba
de disimular la delgadez,

anteriormente con ropa ancha.

Y por suerte, eran los años 80,

recuerdan,

esa era la moda de la ropa amplia
con las hombreras súper acolchadas,

yo adoraba esa moda,

rezaba por que durase. (Risas)

Y ese fue el caso.

Entonces me inscribí en un gimnasio,

bastante decidido a desarrollar
3 cm de deltoides en cada hombro.

Y durante varios meses,
estuve en la máquina de tortura.

Y no miraba a nadie, estaba
verdaderamente en mi burbuja,

no quería cruzar ninguna mirada,
siempre estuve frío de la vergüenza.

Quizá se pregunten por qué
les cuento esto.

(Risas)

Porque, de hecho,

es difícil para muchos de nosotros
saber quiénes somos.

Y miren, cuanto menos sabemos
quiénes somos

más queremos existir.

Entonces,

uno se apega a todo eso
que nos puede valorizar:

las imágenes,

las apariencias,

los roles.

Por ejemplo, uno se puede
enganchar a su rol profesional

y tratar de identificarse con su oficio,
existir a través de su oficio.

Hoy, soy escritor,

podría tratar de existir a través
de ese oficio de escritor,

pero jugaría un rol de escritor,
me pondría a hablar como escritor,

adoptaría actitudes de escritor,
look de escritor,

incluso sin saber mucho
a qué corresponde.

El problema, es que si fuese
en esa dirección...

más lo haría,

más me aferraría en una
representación de mí mismo

que me alejaría de quien soy

porque quien soy

va más allá de mi simple
empleo de escritor.

Quiénes son

va más allá de su oficio.

Uno también se puede identificar,
uno se puede apegar

a la apariencia física.

Eso les pasa frecuentemente a hombres
y mujeres dotados de un físico aventajado

que pueden en ese momento buscar
existir a través de su belleza,

de acuerdo,

y en ese momento, de hecho,
se enlaza un sentimiento

que su valor recae en su belleza,
siendo que no es más que un atributo.

No es algo consciente.

Por cierto, hay un medio para
saber si ese es su caso:

Se siente menospreciado

en presencia de una persona
más agraciada que Ud.

o si se jacta de la belleza
de otra persona

aunque

un poco como si tuviese un sentimiento
de que esa persona existe más que Ud.

Pero es completamente inconsciente.

La verdad es que su valor
va más allá de su belleza.

Uno también se puede identificar
con su inteligencia,

su cultura, sus ideas,

y tratar de existir por medio
de esos propósitos

y en ese momento, uno se siente más bien
menospreciado si alguien lo desacredita,

le dice algo

y en ese momento Ud. se siente
personalmente atacado

aunque la persona, de hecho, solo
ha expresado un desacuerdo con sus ideas.

Uno también se puede
apegar a sus posesiones

y creer que nuestro valor
surge de eso que poseemos,

de las cosas que tenemos:

Nuestro auto, nuestra casa,

un teléfono celular,

un bolso, y así,

uno se siente menos
en presencia de una persona

que tiene un auto más bello,

una casa más bella,

un bolso más bonito,

un mejor teléfono.

El problema, de hecho, si se quiere,

por relación a todas esas
representaciones falsas de uno mismo,

es que ellas nos alejan de quienes somos,

ellas nos alejan de quienes somos
y, por lo tanto, de cierta forma

uno se arriesga a perderse entre
esas falsas representaciones.

Cuando yo estuve en depresión
perdí, por supuesto,

por fuerza de las cosas,
todas esas representaciones,

y lo veía como el problema.

No me podía aferrar a nada
porque todo se derrumbaba a mis pies.

Y pasó algo fantástico:

Cuando me vi desnudo, me gustaría decir,

sin nada valorizante a qué apegarme,

no existía profesionalmente,

estaba delgado como un fideo,

no tenía nada, ni siquiera un auto,

y no obstante, me di cuenta
de que aún existía.

Es raro decirlo, pero...

no tenía nada más, pero aun así existía.

eso me hizo tener un sentimiento divertido.

Me puse a observar alrededor,

y en el gimnasio,

me di cuenta de que
los miembros del gimnasio

se partían en dos categorías.

De hecho, estaban los debiluchos
vergonzosos, como yo,

y luego estaban los musculosos.

Y ahí, descubrí que el gimnasio
estaba lleno de espejos.

lo frecuenté desde varios meses,
pero yo estaba en mi burbuja.

El salón estaba lleno de espejos,
y los musculosos hacían sus ejercicios

admirándose frente al espejo.

De hecho, era peor que eso,

estaban admirados con su cuerpo,

estaban enamorados de su propio cuerpo.

Rozando el auto-erotismo.

(Risas)

Esa visión me liberó totalmente.

de hecho...

(Risas)

De hecho, me di cuenta, ese día,

que su narcisismo y mi vergüenza

eran las dos cara de una moneda,
básicamente,

las dos caras de una misma creencia

que nuestro valor se mide
a partir de nuestra apariencia.

Ese día, me deshice de mi ropa amplia.

cuando me vi así desnudo,

sin nada más valorizante a qué apegarme,

bueno,

hubo cosas que emergieron en mí.

Me dieron deseos de hacer

eso que había deseado hacer en la vida.

ninguna otra cosa valorizante,

sino cosas que mi corazón
me impulsaba a seguir,

como por ejemplo
mi oficio de entrenador,

un oficio que ejercí seguido
durante una decena de años.

Eso les puede causar gracia,

pero en mi familia
de intelectuales científicos,

entrenador, era un trabajo pequeño,

en verdad.

Lo recuerdo como si fuera ayer,

el día en que decidí ser entrenador

y donde renuncié a ser reconocido,
principalmente por mis padres.

Y eso fue costoso para mí.

Fue costoso,

pero lo acepté plenamente,
lo acepté con serenidad.

Y al renunciar al reconocimiento,

técnicamente, obtuve
la realización personal.

En el frontón del templo

de Apolo en Delfos,

los conduciré por el camino
de la sabiduría.

En el frontón del templo de Apolo
en Delfos, había dos preceptos.

Uno que todo el mundo conoce:

¡Es célebre! La famosa
"Conócete a ti mismo",

que fue retomada por Sócrates.

Hay una segunda que el mundo entero
parece haber olvidado,

que es "Nada en exceso".

Nada en exceso.

Hace 2500 años,

los sabios de la antigua Grecia

nos invitaron a conocernos,

y a no perdernos

en eso que no somos.

A partir de ahí,
todo en mi vida ha sido simple.

A partir del momento
en que dejé de jugar un rol,

de buscar qué me valorizara,

las puertas se me abrieron
como por arte de magia.

Y los clientes llegaron a mí,
los contratos me cayeron del cielo,

Y, mientras tanto,

10 o 12 años después, sentí que
ascendía en mí el llamado de la escritura,

encontré un editor en 15 días.

Eso que les puede pasar

de lo más bello,
de lo más precioso en la vida,

es darse cuenta que es Ud. es
diferente a las identidades falsas

y renunciar a valorizarse
a través de ellas.

Bueno, Ud. siente tal vez
con esa idea una especie de...

vértigo, de miedo al vacío.

Se dirán, quizá:
"Bien, de acuerdo, pero...

si yo...

dejo de cuidar mi imagen,
de resaltar en mi oficio,

mis cualidades, mis posesiones,
mis relaciones, todo lo que me valoriza,

¿qué me queda?

Quizá también digan:
"Finalmente, seré ignorado,

tal vez también despreciado.
Nadie me señalará más".

En realidad, ven, la verdad es lo opuesto.

Porque existirán finalmente
por lo que son en realidad.

Y eso es realmente infinitamente

más grande, más bello,

más profundo,

que todo eso a lo que Ud. habrá
podido apegarse hasta el momento.

básicamente, su simple presencia

es de gran valor

y no tiene necesidad de ser
adornado de una forma u otra.

La sociedad de consumo
quiere hacernos creer

que les falta alguna cosa, pero...

la verdad es que no.

Ud. está completo.

Y dejando ir a esas
falsas identidades,

Ud. sentirá eso que yo he sentido,

las cosas emergerán,

eso que quiere hacer en su vida,

y esta vez, no será más un deseo
impulsado por la publicidad,

sino deseos verdaderos,

de eso que Ud. quiere hacer en la vida,

y cosas que vendrán de algo
más profundo que Ud. mismo.

tal vez también diga:

"Muy bien, pero

¿cómo hago para liberarme
de esas falsas identidades?

Pueden tranquilizarse en cierta parte.

de lo que les he contado, es parte
de ciertos fracasos cruciales para mí.

Uds. no están obligados a pasar por eso.

De hecho, después de eso,
tuve un trabajo en mis manos,

viajes, encuentros

con psicólogos, sabios,
filósofos, incluso chamanes,

pero hoy, en retrospectiva,
finalmente, de eso que me deshice,

es que no hay un solo camino
para descubrirse a sí mismo.

pasar del miedo de no ser reconocido,

de no existir, a la confianza en uno,
a la confianza en la vida.

Esa confianza,

se encuentra cuando aprendemos
a amarnos de verdad,

cuando aprendemos a amar eso
que somos cuando estamos desnudos.

En eso momento, no hay más necesidad

de portar una imagen, o de asumir un rol.

Esa confianza también la encontramos

cuando aprendemos a aceptar las derrotas.

Eso no está en nuestra cultura.

En Occidente, tendemos

a querer triunfar a toda costa,
pero en realidad, verán,

cuando uno acepta sus fallas,
sus debilidades, sus fragilidades,

bueno, poco a poco, eso nos ayuda
a encontrar un buen sitio para nosotros,

a encontrar nuestro lugar.

El fracaso, básicamente,
permite experimentar la vida,

si bien el éxito los impulsa
a identificarse con el triunfo

y por lo tanto a perderse.

La confianza en la vida,
en cuando a ella, la encontramos

practicando la gratitud, cultivando
un sentimiento de gratitud.

En nuestro país,
tendemos más bien a renegar

contra los acontecimientos,

a decepcionarnos de eso
que no va bien en nuestra vida,

pero si tomamos el hábito
de centrar nuestra atención

en lo bueno que nos pasa,

vendrán más cosas buenas por inercia.

incluso si es en algunos
instantes de nuestro día,

a pesar de las dificultades,
a pesar de los problemas,

si uno centra la atención
en lo bueno que le pasa,

bueno, desarrollará,

abrirá su espíritu a lo que venga

abrirá su corazón a eso
que la vida le ofrezca.

Si agradece a la vida por eso,
Ud. sentirá ese estado de gratitud.

Practicando la gratitud pasamos
de un estado de decepción

a uno de bendición.

Y una vez que esta confianza está fijada,

bien, uno es libre.

Libre de la mirada de los demás,

libre de actuar
con su propia alma y conciencia

y entonces sucede
un fenómeno extraordinario.

El caso es que se interese
menos por la persona.

De hecho, es justo cuando uno
se conecta a algo más grande que uno mismo.

Entonces, solo quería decirles:

Vayan al encuentro de su camino,

vayan en esa dirección,

porque en ese momento es que
la vida toma sentido verdadero.

Buen viaje, amigos.

(Aplausos)