Esto no es un velo | Coline Houssais | TEDxSciencesPoCampusMenton

"Esto no es un velo" es una exposición fotográfica que reúne imágenes de archivo y retratos elegidos de mujeres franceses, de todas las edades y de todos orígenes sociales, llevando sombrero. Coline Houssais demuestra la continuidad del sombrero a través de los años.

Nacida en 1987 en Bretaña, especializada en el mundo y la cultura árabe. Entre sus proyectos recientes, citamos : "Karaokitsch", una noche temática dedicada a las influencias occidentales y orientales en la música pop francesa y árabe en el Instituto de las culturas del islam en París, e "Inseparable de Bagdad", una experiencia musical y artística explorando la edad de oro de la música iraquí presentada en el Instituto del Mundo Árabe. Como escritora, Coline colabora con frecuencia con numerosos medios españoles, incluso Wahed, una revista franco-árabe sobre la cultura y temas de actualidad de los dos lados del Mediterráneo. Titulada de Sciences Po, LSE, INALCO y IFPO, Coline enseña actualmente la historia política y de la cultura árabes en Europa, además de la música y la política contemporánea en la región del Medio Oriente y de África del Norte, en Sciences Po.

Esta presentación se realizó durante un evento TEDx local utilizando el formato de las conferencias TED pero organizada independientemente de las conferencias TED. Para más información : http://ted.com/tedx

Debo comenzar por decirles algo:

llevo siendo seguidora de la moda
desde que tenía siete años.

Yo dibujo, coso, compongo.

Así, mi idea del paraíso,

es el bien llamado
"Marché Saint-Pierre" en Montmartre,

un lugar lleno de todos los tejidos
con los que pueden soñar:

popelinas, muselinas, sargas, cretonas...

Un lugar también lleno
de una atmósfera muy particular

de cordialidad y de solidaridad
entre los clientes,

como si nos reconociéramos
y nos respetáramos,

nosotros, diseñadores de fin de semana
y profesionales de la moda;

un lugar que reúne
a la gente de muy distintos antecedentes

que no necesariamente salen juntos
en otros lugares,

pero que aquí son semejantes,

porque solo están definidos
por esta misma cosa,

el amor de tijeras
deslizándose en la lona,

del patron que se traza,
de la aguja que se agita,

y de la tela que cae
en su punto sobre el maniquí.

Es por eso que, para mí,

la ropa sirve sobre todo
de tejer, perdonen el juego de palabras,

vínculos entre personas.

Por ejemplo, ¿Uds. han sentido
alguna vez empatía por alguien

felicitándole por su conjunto?

Lo que decidimos llevar

tiene esta particularidad de
distinguirnos los unos de los otros,

fortaleciendo y marcando
nuestra afiliación a un grupo,

incluso a varios grupos,
sociales, religiosos,

regionales, profesionales, generacionales.

En Francia, estamos orgullosos de contar
con una diversidad cultural tan fuerte

en un espacio relativamente reducido.

En Francia,

un país reconocido en todo el mundo
por su elegancia y su estilo de vida,

damos mucha importancia
a lo que llevamos en la espalda,

y en la cabeza.

Hablemos de sombreros.

¿No observan nada?

Se hicieron estas fotos
en distintas épocas

y representan mujeres
de antecedentes y de regiones variados.

No obstante, tienen dos cosas en común.

Primero, se hicieron
todas estas fotos en Francia.

En segundo lugar, muestran
que, desde siempre,

los franceses se han cubierto
la cabeza en un momento del día,

del año, incluso de su vida.

La función y la forma de sombrero
evoluciona según costumbres y modas,

pero sigue formando parte
integrante de nuestro vestuario.

¡Aquí vamos!

Diadema, tocado, pamela, sombrero, gorro,

gorra, pasamontañas, capucha, cucurucho,

pañuelo, velo, gorro de chef,
turbante, visera...

Levanten la mano aquellos que no han
llevado nada sobre la cabeza este año...

...aquellos que nunca han llevado
nada en sus vidas.

(Riéndose) ¡Es raro!

Estas fotos de familia son mías.

Son ésas de mis amigos
o de amigos de amigos,

pero también podrían
ser suyos, ¿no?

Entonces quando escucho que cubrirse
la cabeza no es francés,

me hace reír.

¿No francés?
Pero ¡es ignorar nuestra historia!

¡Es no mirar más allá de sus narices!

Cubrirse la cabeza, para las mujeres,
siempre ha sido objeto de discusión.

Respecto a los antiguos griegos,

el velo distingue las mujeres
casadas de alta virtud

de las prostitutas que pueden
y deben salir con la cabeza desnuda.

En "Corintios",

San Pablo exhorta a los creyentes
a cubrir sus mujeres.

En la tradición musulmana,

solo las esposas del profeta
Mahoma, inicialmente, se cubren,

así marcando su afiliación a una élite

tanto social como religiosa.

Durante siglos incluso milenios,
une cabeza cubierta significa a su vez,

pudor y arcaísmo,

conservadurismo y conveniencias.

Incluso en mi propia familia,

cada generación de mujeres da
un significado distinto al sombrero.

Por ejemplo,

para mi bisabuela paterna,

al principio del siglo XX,
llevar una cofia

significaba avenirse al grupo
del que era parte

y afirmar su afiliación a un territorio,

la región de Redon, en Bretaña.

Para su hija, mi abuela paterna,
en los años 1940,

"salir a pelo"
como se decía en aquel entonces,

significaba escapar del pañuelo campesino

que marcaba a la vez sus orígenes rurales

y recordaba igualmente
las labores del campo

donde servía de proteger
de polvo y del sol.

Salir a pelo significaba
considerarse una señora del pueblo,

incluso una de esas estrellas de cine
que siempre se ven bellas.

En el campo, todavía en Bretaña, siempre
salíamos con la cabeza descubierta,

guardando fulares atados bajo
el mentón para la misa del domingo,

sombreros para fiestas,
y velos para matrimonios y comuniones.

Para mi bisabuela materna,
más urbana y de clase media,

el fular y el sombrero,
como los guantes y las perlas,

era el atuendo obligatorio
de toda mujer de la alta sociedad,

un accesorio que marca
a la vez su estatus,

y que permite no despeinar su cabello

cuando había que pasar de un paseo
marítimo a un partido de bridge.

Para mi madre, que creció con 'Mayo 68',

la mayoría de sombreros,

de clase media u obreros,
estéticos o religiosos,

simbolizan una violación de
las libertades corporales de las mujeres.

Ella considera también no llevar
nada en la cabeza,

pero, no obstante,
lleva un canotier en verano,

y una capucha o un fular en invierno.

Por fin, para mí, llevar
algo en la cabeza,

es multiplicar el estilo
potencial de un conjunto,

es contar una historia,
inventarse un personaje.

Mi debilidad son:

sombreros de matrimonio,
que elaboro yo mismo;

gorros de tweed,
que inundan mis armarios;

gorros de chef de piel,
para disguto de algunos;

y fulares de seda,

que, atados en un diadema, en una cinta,
alrededor del cuello,

me permiten imaginarme
como Grace Kelly o Audrey Hepburn,

pero suelen acabar pareciéndose

a una de mis tías abuelas
cuando tenía dos veces mi edad.

Así, esta relación que mantenemos
con lo que llevamos en la cabeza

es indicativa de cada época.

Refleja también las preguntas
y evoluciones de nuestra sociedad,

aquí en Francia, pero también
en el extranjero, en otros países.

La próxima vez que pasen
delante de una mercería,

piensen en este vínculo tejido por tela.

Y cuando se crucen
con una mujer con sombrero,

recuerden que este último,

incluso cargado de memorias,
de símbolos y de historia,

se queda un trozo de tela o de paja

que solo tiene el sentido
que se le quiere dar,

y que la cabeza cubierta y descubierta,
mientras se haga libremente,

no deben ocultar situaciones
mucho más preocupantes.

Volvamos, para concluir,
a esos muros y a esas sombras.

Lo que llevamos
en la espalda, y en la cabeza,

nos proteja de buen y de mal tiempo,
de la mirada ajena o del divino.

También puede volver
más fuertes a quienes lo llevan,

y los empuja a autoafirmarse,
y a destacarlos.

Es la bandera de los tímidos.

Conjuntos y sombreros,
solo tienen, del muro y de la sombra,

su capacidad de proteger.

Si crean una barrera
física entre individuos,

chillan: "¡Mírenme!
¡interaccionen conmigo!

¡identifíquense conmigo!"

Entonces, miremos
más allá de estas barreras,

y no hagamos de esta tela
un muro, sino una puerta.

Muchas gracias.

(Aplauso)