Su Santidad el Papa Francisco habla en Countdown

Su Santidad el Papa Francisco habla en Countdown

Buenos días.

Vivimos un momento histórico marcado
por desafíos difíciles, lo sabemos.

El mundo está sacudido por la crisis

causada por la pandemia de Covid-19

que subraya aún más,

otro desafío global:

la crisis socioambiental.

Esto nos coloca a todos
ante la necesidad de una elección.

La elección entre lo que importa

y lo que no importa.

La elección entre seguir ignorando

los sufrimientos de los mas pobres

y maltratar nuestra casa común,

la Tierra,

o comprometernos a todos los niveles

para transformar la forma en que actuamos.

La ciencia nos dice
cada día con más precisión,

que es necesario actuar con urgencia,

—y no exagero,
esto es lo que dice la ciencia—,

si queremos tener esperanza
para evitar el cambio climático

radical y catastrófico.

Y por eso hay que actuar con urgencia.

Este es un dato científico.

La conciencia nos dice
que no podemos ser indiferentes

ante los sufrimientos de los más pobres,

ni a las crecientes
desigualdades económicas

ni a las injusticias sociales.

Y la economía en sí no puede limitarse
a la producción y la distribución.

Debe considerar necesariamente

su impacto en el medio ambiente
y la dignidad de la persona.

Podríamos decir que la economía

debe ser creativa,

en sí misma, en sus métodos,

en la forma de actuar.

Creatividad.

Me gustaría invitarte a emprender,
juntos, un viaje.

Un viaje de transformación y acción.

Hecho no tanto de palabras

sino sobre todo de acciones
concretas que no pueden posponerse.

Yo lo llamo viajar, porque requiere
un desplazamiento, un cambio.

De esta crisis ninguno de nosotros
debe salir igual.

No se puede salir igual;

de una crisis nunca uno sale igual,

y se necesitará
tiempo y esfuerzo para salir.

Tendremos que ir paso a paso,

ayudando a los débiles,
persuadiendo a los que dudan,

imaginando nuevas soluciones

y comprometiéndonos a llevarlas a cabo.

Pero el objetivo es claro:

construir en la próxima década

un mundo donde poder responder

a las necesidades de
las generaciones presentes,

incluyendo a todas y todos,

sin comprometer las posibilidades
de las generaciones futuras.

Me gustaría invitar
a todas las personas de fe,

cristianas o no,

y a toda la gente de buena voluntad,

a embarcarse en este viaje,

por su fe

o, si no tiene fe, por su voluntad,

por su propia buena voluntad.

Todos y cada uno de nosotros,
como individuos y miembros de grupos

—familias, comunidades de fe,
empresas, asociaciones, instituciones—

puede hacer
una contribución significativa.

Hace cinco años escribí
la encíclica Laudato Si',

dedicada al cuidado
de nuestra casa común.

Propone el concepto
de "ecología integral",

para responder juntos
al grito de la Tierra

pero también al grito de los pobres.

La ecología integral es una invitación

a una visión integral de la vida,

partiendo de la convicción
que todo en el mundo está conectado

y que, como nos recordó la pandemia,

somos interdependientes
los unos de los otros,

y también dependientes
de nuestra Madre Tierra.

La necesidad surge de esta visión

de buscar otras formas

para comprender el progreso y medirlo,

sin limitarnos
solo a las dimensiones económicas,

tecnológicas, financieras
y al producto bruto,

sino dando un relieve central

a la dimensión éticosocial

y educativa.

Hoy me gustaría proponer
tres líneas de acción.

Como escribí en Laudato Si',

el cambio y orientación correcta
hacia el camino de la ecología integral

en primer lugar, requiere dar

un paso de tipo educativo.

Entonces la primera propuesta,

es promover, en todos los niveles,

una educación
en el cuidado de la casa común,

desarrollando la comprensión

que los problemas ambientales

están relacionados
con las necesidades humanas.

Debemos entender esto desde el principio:

Los problemas ambientales están
relacionados con las necesidades humanas.

Una educación basada en datos científicos

y con una aproximación ética.

Esto es importante; ambas cosas.

Me alienta el hecho de
que mucha gente joven

ya cuenta con una nueva sensibilidad
ecológico y social

y algunos luchan generosamente

para la defensa del medio ambiente
y por la justicia.

Como segunda propuesta,
tenemos que poner más énfasis

en el agua y en la alimentación.

El acceso a agua potable segura

es un derecho humano esencial y universal.

Es imprescindible

porque determina
la supervivencia de las personas

y por lo tanto es la condición

para el ejercicio de cualquier
otro derecho y responsabilidad.

Asegurar una alimentación
adecuada para todos

mediante métodos
de una agricultura no destructiva

debería convertirse
en el propósito fundamental

de todo el ciclo de producción
y distribución de alimentos.

La tercera propuesta es
para la transición energética:

un reemplazo progresivo, pero sin demora,

de combustibles fósiles
con fuentes de energía limpia.

Tenemos pocos años,

los científicos calculan, aproximadamente,

menos de 30.

Tenemos pocos años, menos de 30,

para reducir drásticamente

las emisiones de gas de
efecto invernadero en la atmósfera.

Esta transición no solo
tiene que ser rápida

y capaz de satisfacer necesidades
energéticas presentes y futuras,

sino que además debe ser cuidadosa

con el impacto sobre los pobres

en poblaciones locales

y sobre quien trabaja en los sectores
de producción de energía.

Una forma de fomentar este cambio

es liderar los negocios
hacia la urgente necesidad

de luchar por el cuidado integral
de la casa común,

manteniendo alejadas de las inversiones

a las empresas que no satisfacen
los parámetros de la ecología integral

y recompensando
a las que trabajan concretamente

en esta fase de transición

para colocar en el centro de su negocio

parámetros como la sostenibilidad,

la justicia social
y la promoción del bien común.

Muchas organizaciones
católicas y de otras religiones

ya han asumido la responsabilidad

de trabajar en esta dirección.

De hecho, hay que trabajar
y cuidar la Tierra,

cultivarla y protegerla;

no podemos continuar
exprimiéndola como una naranja.

Y podemos decir que esto,
el cuidar la Tierra,

es un derecho humano.

Estas tres propuestas deben entenderse

como parte de
un amplio conjunto de acciones

que debemos continuar
llevando a cabo de forma integrada

para llegar a una solución duradera
de los problemas.

El sistema económico actual
es insostenible.

Nos enfrentamos al imperativo moral
y a la urgencia práctica

de repensar muchas cosas:

cómo producimos, cómo consumimos,

pensar en nuestra cultura del desperdicio,

en la visión cortoplacista,

en la explotación de los pobres,

en la indiferencia hacia ellos,

en el aumento de las desigualdades

y en la dependencia
de fuentes de energía nocivas.

Todos desafíos.

Pero tenemos que pensar en ello.

Ecología integral
sugiere una nueva concepción

de nuestra relación con la naturaleza.

Esto conduce a una nueva economía,

en la que la producción de riqueza

esté dirigida al bienestar integral
del ser humano

y a la mejora,

que no a la destrucción,

de nuestra casa común.

También significa una política renovada,

concebida como una de
las formas más elevadas de caridad.

Sí,

el amor es interpersonal,

pero el amor también es político.

Involucra a todos los pueblos
e involucra a la Naturaleza.

Por eso invito a todas y a todos

a embarcarse en este viaje.

Así lo propuse en Laudato Si'

y también en la nueva encíclica
"Todos los hermanos".

Como sugiere el término Countdown,

debemos actuar con urgencia.

Cada uno de nosotros puede
desempeñar un papel precioso,

si todos nos ponemos en marcha,

hoy, no mañana, hoy.

Porque el futuro se construye hoy,

y no se construye solo,

sino en comunidad y en armonía.

Gracias.