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¿Qué por qué hay tanto silencio aquí?
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Porque nos acercamos al Santuario.
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La tierra enmudece según nos acercamos.
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¿Cuánto lleva vuestro acompañante dormida?
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Unas pocas horas.
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Apenas escapamos del naufragio,
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Mi amiga necesita calma, calma de verdad.
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Y la tendrá.
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Me encargaré de ayudaros,
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pero no os puedo dejar entrar.
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No pensaba entrar
bailando a su templo sagrado,
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Santuaria.
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Montaré el campamento.
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No fuimos las únicas en llegar a la costa.
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Algunos eran gente importante...
o lo serán.
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Lo único que os pido es
que enviéis una paloma.
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Hay alguien que debe saber
sobre el naufragio.
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Y que cuidéis de mi acompañante.
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Este alma es frágil...
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diferente...
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No ha nacido en este mundo.
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Lo sentís, ¿verdad?
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Eso es muy amable y
honesto por vuestra parte.
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A pesar de nuestras diferencias,
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parece que tenéis un buen corazón.
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Aunque seáis una bruja.
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Maga, para ser precisos.
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Pero no es momento de
discutir por títulos.
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Al bien no le importa lo que seas.
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Estoy segura que tenéis muchos bastardos
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tras vuestras puertas sagradas.
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Las personas son las que
construyen los Santuarios.
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Y las personas tienen sombras.
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Nosotros también nos equivocamos.
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La santidad no implica perfección.
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Y, ¿puedo preguntar a dónde os dirigíais?
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Elfdale.
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¿Elfdale?
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¿Cómo habéis acabado tan al este
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y lejos del paso?
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No estoy segura.
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Sucedió algo en las cubiertas inferiores.
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Puede que fuera una pelea, quizá un motín.
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Perdimos el rumbo y
nos acercamos a los acantilados.
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Con el rumbo perdido,
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lo que encontramos fueron rocas.
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Y, si puede preguntarse,
¿cuál es el lugar al que llamáis hogar?
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Las Tierras Libres.
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¿Maksti?
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Ajá.
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Ahí hay muchos lugares
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silenciosos como este.
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Lugares que aparentan ser
más antiguos de lo parece.
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¿Sois nativa de Maskti?
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No.
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He viajado mucho.
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Lo suficiente como para reconocer
el silencio cuando lo oigo.
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El silencio es más que
la ausencia de palabras.
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Se puede hablar y permanecer en silencio,
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susurrar y hacer un ruido tremendo.
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Sí, sí.
-
Sí, sí.
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Conozco a gente que susurra como el trueno.
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Esperaré a que vuestras hermanas
lleven a mi acompañante dentro
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y seguiré mi camino.
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Claro.
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Está amaneciendo.
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Podréis montar campamento.
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Oh, Radiante.
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Esta mañana no vengo en son de confianza,
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sino de confesión queda.
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Este Santuario ha esperado tanto tiempo,
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cada amanecer he escuchado,
cada crepúsculo he observado,
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he creído.
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hasta que he dejado de hacerlo...
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Perdonadme.
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El silencio se tornó pesado.
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la quietud se transformó en piedra,
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pero si ahora se agita la sombra
de una maldición durmiente,
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si sus pasos traen
a la Elegida a nuestra puerta
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concededme la fuerza para no flaquear,
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dejad que sea más que la custodia
de las antiguas palabras
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dejadme ser el receptáculo,
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no de la gloria,
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no de la historia,
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sino del susurro que depositasteis en mi.
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El que aún recuerda
a qué sabe la esperanza,
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el que aún escucha... incluso ahora.
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Recordadme mi vocación.
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Recordadme quién soy.
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¿En serio?
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¿Montábais sobre una alfombra?
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Y decidme, ¿cómo se conduce
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semejante cosa?
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¿Os inclináis un poco a la izquierda
y esperáis que funcione?
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Es un milagro que consiguiérais
ir en línea recta siquiera.
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Con historias como las vuestras,
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me pregunto qué perseguíais
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para llegar de aguas tan lejas.
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¿O quizá huíais de algo?
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Debéis saber
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que aquí tenemos más
que jardines y cocinas.
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El santuario interior
alberga viejas promesas.
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Algunas dicen que
estamos esperando algo...
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La llegada de alguien.
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Esta solía ser una fortaleza de guerra.
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Ahora los caballeros de
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la Guardia Serena
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de la orden del Silencio
guardan las murallas exteriores.
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Sus guarniciones,
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sus forjas.
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Nosotras, las Santuarias,
guardamos el corazón:
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los jardines, los pasillos, el silencio.
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Podéis contarme más
sobre vuestras aventuras.
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Os sentimos en el silencio que
precede a las campanadas.
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Aquí, el silencio es más viejo que la voz.
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El Sagrado Silencio
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sabe quién sois.
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Acercaos, vuestro silencio no está hueco.
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Lleváis con vos ecos,
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como piedras
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en las mangas.
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Respirad
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sobre el receptáculo
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dejad que lo que os persigue
se refugie en la jarra.
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Lo que arrastráis ya está sellado.
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Nada más puede seguiros.
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El resto debéis dejarlo con nosotras.
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Lo doblaremos hasta reducirlo a la nada.
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Os han atrapado entre gestos.
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Atraído por sombras que
se mueven en direcciones opuestas.
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Tenéis demasiados reflejos,
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demasiado puertas semiabiertas.
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Empujan
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contra los límites.
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Como si debierais estar
en más de un lugar a la vez.
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Podéis quedaros aquí.
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Seguramente vayáis más allá.
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Así es la naturaleza de quienes
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llegan tan lejos.
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No hay más lugares a los que ir.
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Todo lo que buscáis
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está aquí... cogedlo.
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Os pertenece.
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Siempre lo ha hecho.
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La salida está en el mismo lugar
por el que entrasteis.
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La puerta no se ha movido, vos sí.
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Huh.
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Habéis vuelto.
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Os dormísteis en el patio,
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¿os acordáis?
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Encogido, como un viejo peregrino
bajo las vides de la cocina.
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No nos atrevimos a despertaros.
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Había paz en vuestra quietud.
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Y hace tiempo que no vemos de eso.
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Mientras dormíais,
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el pozo volvió a fluir,
-
el pozo sagrado,
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en el patio interior.
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Lleva 50 años seco.
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Podría ser coincidencia.
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Claro.
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Pero las hermanas ya están susurrando.
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Quizá no parezca gran cosa,
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pero el agua en movimiento indica
que algo ha despertado,
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Algo antiguo.
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Casi es ya la tarde.
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Me gustaría mostraros
las vistas desde la torre.
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Es bueno conocer
la tierra en la que os hayáis.
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En qué lugares hay caminos y en cuales no.
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¿Me acompañáis?
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Me gustaría enseñaros algo.
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¿Veis eso?
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Al este está
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el castillo de Sheheron.
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Detrás, las viejas montañas.
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Y más allá,
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el canal que nutre al mar de Elfdale.
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Y todavía más allá, Rhyx.
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Y luego las tierras de Accord al norte.
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Al sur está el bosque de Sheheron.
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Algunos dicen que
ahí vive un antiguo espíritu.
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Olvidado por casi todos,
pero aún persiste.
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Hay un pueblo, Leko, oculto en ese bosque,
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que rezuma magia salvaje.
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Es mejor no acercarse.
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A menos que queráis negociar
con cosas que no se ven.
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Todavía más el este está Birza.
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Una ciudad tranquila, bastante segura.
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Los pescadores y los monjes
recuerdan los viejos pactos
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y abren sus puertas a los viajeros.
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Más allá está el El-Pass,
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montañas cortadas
por los ríos y el viendo.
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Llevan hasta las
tierras llanas y las costas lejanas.
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Y al norte,
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más allá de los picos
más altos está el lago Mel'é.
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Un gran espejo del cielo.
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Dicen que cuando las estrellas se alinéan,
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el agua recuerda
las primeras canciones del mundo.
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Y todavía más allá,
-
el Imperio Deberor.
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Un vasto reino armado
con sus propias leyes.