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¿Por qué cuando las cosas parecen ir bien,
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...de repente, sin aviso...
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...dejan de funcionar?
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Preguntas.
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Preguntas que sí tienen respuestas.
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Y lo único que hacen
es aumentar la incertidumbre.
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¿Cuánta influencia
tiene la suerte en todo esto?
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Pero, en realidad,
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en un segundo,
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todo puede cambiar.
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¿Es verdad lo que dicen:
que si una puerta se cierra,
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una ventana se abre?
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La vida, a veces, parece conducirse sola:
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gira, cambia de velocidad.
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¿Cuánta influencia tenemos realmente
sobre esos cambios?
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¿QUIÉN ERES?
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ÉL
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¿Quién soy?
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Soy el hijo mayor de padres que soñaban
con una familia grande y unida.
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Y me acostumbré
a tener más cosas de las que necesitaba.
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Mi retribución era ser el mejor en todo.
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Comencé a buscar más independencia.
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La escritura me permitió crear ese lugar.
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Un día...
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...decidí buscar más lejos.
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Me di cuenta de que había muchas cosas
que no sabía, como...
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...tocar la guitarra.
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Hasta que, una mañana,
tuve un feliz accidente.
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Conocí a Beatrice.
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Ella fue la primera en ver mi manuscrito.
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Beatrice se lo mostró a Jack.
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Jack leyó sin parar.
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Jack se lo mostró a Celine.
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Celine se conmovió.
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Se lo mostró al profesor Pingut.
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El profesor Pingut pensó
que no lo había escrito yo.
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Él se lo mostró al señor Connor.
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El señor Connor era dueño
de una editorial muy importante.
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Y en ese momento...
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...todo...
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...comenzó.
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Te cuento
que la primera edición se está agotando.
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Estamos imprimiendo la segunda,
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y sigues en el ranking.
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¿Si? Buenas tardes.
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¿Quién es usted?
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ELLA
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¿Quién soy?
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Crecí con mis abuelos.
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Tuve una niñez muy feliz...
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...que se esfumó de a poco.
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Primero fue mi abuelo,
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luego mi abuela.
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La gallina, la planta
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y la visión del perro.
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La ciudad parecía el lugar perfecto
para comenzar a crecer.
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Parecía.
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Todo iba bien
en la verdulería del señor Usef,
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pero el avaro no soportó
que yo tuviera hambre.
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Por casualidad,
conocí a un gran peluquero.
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Las actrices del teatro de al lado
venían por las tardes
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a pedir cabello para sus pelucas.
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Yo lo colocaba en una bolsa
y se lo llevaba.
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Pasaron varios meses...
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...hasta que un día,
la protagonista no fue al último ensayo.
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Y yo sabía sus líneas de memoria.
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Solo pensarlo me hace querer desgarrarme.
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Luego, con la primera obra,
pude demostrar mi habilidad.
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Y luego comenzaron a pagarme para actuar.
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Mi primera inversión fue una bicicleta.
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Por las mañanas, la usaba para ir
a la escuela de teatro.
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Y por las tardes,
trabajaba como repartidora.
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Señor, vengo de Oficinas Click,
entrega a domicilio.
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Bueno, pase, no se quede allí parada.
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No se preocupe, señor,
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solo tiene que firmar el recibo.
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Pase.
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No estoy acostumbrado a firmar de pie.
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No dice lo que contiene la caja.
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¿Usted sabe?
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Veo que nunca recibió una entrega.
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¡No tengo idea!
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¡Cuántos libros!
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¿Es escritor?
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Escribí alguna que otra cosa.
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¿Es famoso?
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¿Qué es la fama para usted?
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Creo que es...
¿algo así como lo opuesto al olvido?
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Una vez, un escritor dijo que la fama
es una manchita en la punta de la nariz.
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Todos la ven menos tú.
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Creo que notas que te importa
cuando miras el periódico...
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...y no apareces allí.
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Cuando sales a la calle...
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...y nadie te saluda.
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Voy a preparar café. ¿Quiere uno?
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No sé si eso es apropiado.
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Solo serán cinco minutos inapropiados.
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Bueno.
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ELLOS
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Cuénteme, ¿a qué se dedica?
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La mitad del día, soy repartidora,
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y la otra mitad, soy actriz.
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Estrenamos una obra dentro de dos semanas
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y, por primera vez, soy la protagonista.
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-¡Eso es genial!
-¡Sí!
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¡Todo ha sido como un sueño!
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Todavía no lo puedo creer.
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¿Y usted? ¿En qué está trabajando?
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En una especie de crisis... diría.
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No encuentro inspiración.
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Es como si todo hubiera cambiado de golpe.
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De repente,
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estaba en la cima
y mi punto de vista había cambiado.
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A veces, la inspiración tiene vértigo.
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Se va sin dar explicaciones,
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y quedas con la mente en blanco.
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El tiempo pasaba y mi editor
quería explicaciones que yo no encontraba.
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Quizás, todo era una sumatoria
de sucesos afortunados.
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Quizás debía estar en el lugar indicado,
en el momento indicado.
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Lo peor...
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...es que, quizás,
yo ni siquiera...
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...tenía...
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...talento.
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Tengo que confesar algo.
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Sé muy bien quién es usted.
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Tal vez ni se lo imagina,
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pero su libro fue mi única compañía
durante mucho tiempo.
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Lo leí muchas veces.
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Fue un gran amigo...
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...en tiempos difíciles.
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Cuando entré a trabajar
en la compañía de repartos,
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fantaseaba con la idea de que, algún día,
me tocaría a mí hacerle una entrega.
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Y podría conocerlo en persona.
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A veces... hay que ayudar a la suerte.
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También quería contarle que la obra
de la que le hablé es mía.
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Y está inspirada en su libro.
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Espero que no le moleste.
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¡No!
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No, no.
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Por supuesto que no.
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Tenía que contarle lo que usted...
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...su libro...
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...significa para mí.
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Bueno, debo irme. No le robaré más tiempo.
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Gracias por la conversación y el café.
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De nada.
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Lo pasé muy bien.
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Me encantaría verla...
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... ir a verla...
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...al estreno de su obra.
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¡Por supuesto! ¡Tiene que verla!
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Le enviaré una invitación.
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¡Oiga! ¡La caja está vacía!
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¿Está seguro?
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¡Mire de nuevo!
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¡Quizás tenga suerte esta vez!