La brillantez está en el ADN | Mike Smith | TEDxYouth@Lincoln

Fundador de "The Bay" y "Skate for Change", Mike Smith es un orador profesional que anima a los jóvenes a hacer la diferencia. En esta inspiradora charla, desafía tanto a jóvenes y adultos a prepararse para lo que esta generación pondrá sobre la mesa.

Esta charla es de un evento TEDx, organizado de manera independiente a las conferencias TED. Más información en: http://ted.com/tedx

En los últimos años,
he tenido la oportunidad

de viajar a cientos
de escuelas por todo el país.

He estado frente a miles de jóvenes

y les hice una pregunta,
una simple pregunta.

Esa pregunta es:

¿cómo quieres ser recordado?

¿Cuál quieres que sea tu legado?

Cuando ya hayas dejado
los pasillos de tu escuela,

¿qué quieres dejar tras de ti?

¿Qué quieres que digan de ti?

Les he hecho esa pregunta
a miles de jóvenes.

Y, sorprendentemente,
al hacer esta pregunta,

empiezo a recibir respuestas,

ya sea por Twitter, Instagram o Facebook,
correos electrónicos o cartas escritas,

y siempre hay algo en común
en todas las respuestas.

No quieren ser recordados por su trabajo,

ni por la cantidad de dinero que acumulen.

Es muy diferente a eso.

Jóvenes de todo el país

me escriben y dicen que quieren
ser recordados por una cosa:

el cambio.

Todos quieren ser parte de algo increíble.

Todos quieren producir
cambios en sus comunidades,

sus escuelas, el mundo.

Y no importa dónde vaya:

Nueva York o Los Ángeles,
Washington o Florida,

Nashville o una comunidad
rural pequeña en Nebraska.

La gente joven en todo EE. UU.
quiere ser parte de algo increíble.

Yo le llamo a eso "el pequeño susurro".

Creo que este pequeño susurro
vive en cada uno de nosotros,

que dentro de todos nosotros hay algo

que nos invita a ser parte
de algo increíble,

a ser parte de algo grande.

¿Alguna vez le han preguntado
a un niño de 5 o 6 años

qué quiere ser cuando sea grande?

Sus ojos se iluminan, te miran

y sus respuestas son solo
de esperanza y emoción por el futuro.

El cielo es el límite en ese momento.

"Mamá, quiero ser astronauta".

"Papá, quiero ser bombero".

"Quiero ser artista", "Quiero ser músico".

Cuando yo era joven
quería ser una tortuga ninja.

(Risas)

Pero al crecer, ese pequeño
susurro empieza a cambiar.

Al pasar de cinco, a seis, a siete,
cuando comenzamos la escuela,

los años más difíciles para muchos,

y tras sobrevivir esa etapa
pasamos a la secundaria

y, de pronto, ese pequeño susurro
es abatido por el mundo exterior.

Los jóvenes empiezan a escuchar:

"No puedes hacer eso.
Nunca ganarás dinero así.

No hay título universitario para eso.

Eso no es una carrera".

Y de repente, ese pequeño susurro
que vive en cada uno de nosotros

y dice que podemos ser
parte de algo increíble

y crear algo por nosotros mismos

se empezará a ahogar
por el ruido de afuera,

por la presión,
las capacidades y los deseos

que debemos lograr para llegar a la meta,

tener un mejor puntaje
para entrar a la universidad.

Y si no vas a la universidad,
no tendrás una carrera

y no lograrás nada.

De pronto, el pequeño susurro
que vive dentro de nosotros

empieza a desaparecer.

Y entones esa gente pasa
de la adolescencia a la adultez,

y cuando somos adultos

olvidamos eso que llevamos dentro,

eso que tanto nos apasionaba

y casi nos hemos creído este concepto.

Una prueba que le pongo
a mucha gente es decirles:

"¿Alguna vez han visto
a alguien hacer algo increíble?

¿Alguna vez han visto
a alguien hacer algo inspirador?".

Observen y se darán cuenta.

Se verán forzados
a responder de dos maneras.

Ven a alguien haciendo algo increíble

y dicen: "¡Guau, qué asombroso!

Necesito levantarme y hacer algo,
hacer lo que sé hacer,

porque eso es increíble".

O vemos a alguien hacer algo inspirador

y nos volvemos celosos,
molestos o amargados.

Sentimos que esa persona
hizo lo que nosotros no.

Esa persona logró algo
que nosotros nunca pudimos.

Tomaron el riesgo que
nosotros no quisimos tomar.

Y, como jóvenes, vemos a los adultos,
y lo vemos en la sociedad:

adultos que tal vez olvidaron
lo que ese susurro les decía

cuando eran solo unos niños.

Yo tengo esta idea,

y es que todos los jóvenes
quieren ser recordados por algo.

Es lo que quieren.

Es su motivación.

Todos quieren hacer algo increíble,
algo que sea importante.

Y al ir creciendo, nos vemos
forzados a tomar decisiones,

nos obligan a decidir,

nos dicen qué podemos
y qué no podemos hacer.

Cuando yo era joven,

pensaba que la educación era
la escuela, la universidad, un título.

Y creo que, hoy en día, los jóvenes
definen la educación de otra manera.

Los jóvenes definen el éxito
de una manera muy diferente.

Para ellos, el éxito
no depende del dinero,

sino de qué diferencia marcan.

Para ellos, la educación
no siempre es un título,

sino cumplir con lo que creen
que saben hacer.

Cuando visito las escuelas
y hablo con los jóvenes,

veo la pureza de la emoción
y la pasión en sus ojos,

la ansiedad por sobresalir,
el deseo de lograr ese objetivo.

Creo que ser parte de algo increíble
está escrito en el ADN de los jóvenes,

sin duda.

Es como si su ADN ya supiera quiénes son
y quiénes creen que pueden llegar a ser.

En cuanto a mi educación,

me gradué con un 2,4 de promedio
de la escuela secundaria.

Obtuve un 19 en el ICT.

A duras penas entré a la universidad.

Siempre me desvelaba
estudiando para un examen,

memorizando fechas
que olvidaba el mismo día.

Esa no fue mi educación.

Mi educación empezó,

cuando empecé a escuchar
a ese susurro dentro de mí,

que me decía que podía ser algo increíble

y vino mucho después de la universidad.

Me dijo: "Mike, puedes tomar
esta tabla de madera

que tiene un metal y ruedas fijas en ella.

Esa patineta que tu mamá, papá y amigos

piensan que no debes usar
pues ya estás grande.

Puedes usarla para provocar
un cambio, para retribuir algo.

Puedes usar esa patineta
para marcar una diferencia".

Empecé a escuchar esa voz
y me dije: "Creo que puedo".

Así que tomé mi patineta y mi mochila

y allí puse calcetines, comida, agua,

elementos de higiene y boletos de autobús.

Me reuní con unos chicos que, como yo,

creían que debíamos obedecer
ese susurro interior,

y empezamos a patinar
en las calles de Lincoln,

alimentando gente sin hogar,
dándoles calcetines, comida, agua.

Ahí fue donde mi educación empezó.

Estuve debajo de un puente

hablando con gente que vivía
en la calle por 20 o 30 años.

Esas personas se volvieron mis profesores.

Ellas me enseñaron lo que significa soñar.

Me enseñaron lo que es
tener éxito, lo que es fracasar.

Me enseñaron lo que es creer en ti mismo,

y me enseñaron qué pasa cuando
te olvidas de ese pequeño susurro

y empiezas a desviar tus objetivos.

Estoy frente a ustedes hoy,

emocionado porque tengo esta idea.

Este cambio social está escrito en el ADN

de los jóvenes que caminan por
los pasillos de las escuelas de EE. UU.

Creo que es característico de los jóvenes

el querer ayudar y hacer una diferencia.

Cuando le pregunto
a los niños qué quieren hacer,

siempre son esos grandes conceptos e ideas

de que tendrán
la capacidad y la oportunidad.

La vida los creó para hacer un cambio,

les ha dado la oportunidad
de ser parte de algo increíble.

Creo que en la sociedad
donde vivimos ahora

hay una brecha entre adultos y niños.

Creo que la tecnología y las redes
sociales tienen mucho que ver con esto.

¿Acaso sus hijos les han preguntado
cómo usar sus iPhones?

Ellos nos enseñan a hacerlo,
se convierten en nuestros maestros.

Con esta idea de que el cambio
está escrito en el ADN,

en el corazón, la mente
y el alma de los jóvenes,

tengo una pregunta para los adultos.

Y mi pregunta es:

¿están listos para nosotros?

Porque hay una avalancha
de jóvenes que piensan así.

Muchos jóvenes que piensan como yo.

Creen que hacer una diferencia
importa más que hacer dinero.

Hay muchos jóvenes con
un 2.4 de promedio que piensan así.

Hay muchísimos jóvenes graduados
de la universidad de YouTube.

Hay muchos jóvenes

que siguen sus sueños,
esperanzas y metas en Twitter,

Y suben a Instagram lo que quieren ser.

Hay muchísimos jóvenes que creen
como yo creía cuando era niño

y como creo ahora.

El cambio está escrito en nuestro ADN.

Así que mi pregunta para el mundo es:

¿están listos para nosotros?

Porque ya estamos llegando.

Gracias.

(Aplausos) (Ovación)