-
Al día siguiente, mi hermana Daniela y yo fuimos a recoger a Linda a su hotel. íbamos a ir a San Miguel de Allende, a visitar a nuestra abuela Nela.
-
Muchas gracias por invitarme a ir con ustedes.
-
¿Cómo se llamaba tu abuelo?
-
Freddie.
-
Federico en español, ¿no?
-
Sí, Frederico Toledo. ¿Por qué?
-
No sé… sólo curiosidad.
-
¿Bueno? Es Julio. Nos está siguiendo como un detective… Sí, hombre, aquí está… Quiere hablar contigo.
-
¿qué tal? Sé que tienes planes para la comida hoy, ¿no?
-
Sí, con la abuela de Roberto…
-
¿Quieres comer mañana conmigo? Podemos vernos en el hotel.
-
¿El hotel? No sé… quizás. Mira, ¿por qué no me llamas mañana por la mañana?
-
De acuerdo. Hasta mañana.
-
Por fin llegamos a la casa de la abuela. Los tres estábamos muy contentos de estar allí.
-
Hola, bienvenidos.
-
Abuela, te presento a Linda… Linda Toledo. Linda, nuestra abuela Nela.
-
Ah sí, de San Antonio. Mucho gusto en conocerte. Pero pasen, por favor.
-
Y aquí las fotos de la familia.
-
Aquí estamos con la abuela.
-
Y… ¿su esposo?
-
Qué extraño ¿Por qué no había ninguna foto del abuelo de Roberto y Daniela?
-
Cuando mi esposo y yo llegamos aquí, San Miguel era un pueblo muy pequeño y muy lindo.
-
Todavía es muy bonito, ¿no te parece?
-
Sí.
-
Abuelita, esta mole te salió riquísimo.
-
Linda, ¿qué te parecen las quesadillas?
-
Deliciosas.
-
El secreto está en las tortillas…
-
¡Y en la salsa!
-
Y de postre tenemos el pastel de Berta y una gelatina que me ayudó a preparar mi vecina Olga…
-
Abuela, el abuelo de Linda también se llamaba Federico… Federico Toledo. ¿Qué coincidencia, no? ¿Será posible? ¿Federico Toledo y Federico Toledo?
-
No te preocupes, hijo. Es… es imposible.
-
¿No tienes alguna foto del abuelo?
-
Sí… tanto tiempo, tanto tiempo…
-
Mira, éste es tu abuelo.
-
Eran tiempos difíciles. Federico, tu abuelo, salió hacia el norte, en busca de oportunidades.
-
Nela, cuídate mucho. Aquí tienes todo el dinero que tengo. Eres lo más importante para mí. Quédate con tu familia; yo volveré lo más pronto posible.
-
Querido, no tardes mucho. Tú sabes, nuestro bebé…
-
“Federico Zúñiga y Chato Montesinos…” ¿Federico Zúñiga? No entiendo…
-
Así se llamaba tu abuelo. Cuando se fue con Chato y no volvió, me quedé con mi apellido de soltera, el de mi padre. Por eso nos llamamos Toledo.
-
Y este Chato Montesinos, ¿quién es?
-
Sólo sé que era un amigo de Federico. Creo que era de Dolores Hidalgo o vivía allí.
-
Dolores Hidalgo…
-
Ya tenía mi primera pista. Dolores Hidalgo y Chato Montesinos.
-
Nela, querida Nela… ¿Cómo estás?
-
¡¡¡Federico!!! Pero, ¿dónde estás?
-
Nela… Nela… Te puedo explicar todo…
-
Nela, ¿estás ocupada? ¿Quieres tomar un café?
-
Sí, Olga...