Hacia una dieta basada en plantas | Benjamín Sigurgeirsson | TEDxReykjavík

Esta charla es de un evento TEDx, organizado de manera independiente a las conferencias TED. Más información en: http://ted.com/tedx

Benjamín Sigurgeirsson es doctor en Biotecnología del Real Instituto de Tecnología de Estocolmo. Actualmente trabaja como profesor e investigador en la Facultad de Vida y Ciencias Ambientales de la Universidad de Islandia.

En esta charla de TEDxReykjavík, Benjamín expone que con algo de culpa por nuestra parte, consumimos una dieta que explota a los animales y destruye el medio ambiente y la vida en nuestro planeta. Está convencido de que tenemos todo lo necesario para lograr cambios a mejor y nos reta a que reinventemos nuestra dieta y exploremos los tremendos beneficios que podemos obtener haciéndolo. Es fácil si nos lo proponemos.

Estoy convencido de que la Tierra
gira alrededor del Sol

y no al revés.

¿Quién de Uds. piensa lo mismo?
Levanten la mano.

Bien, veo que la mayoría.

Estoy igualmente convencido

de que mantener la dieta humana
prácticamente libre de animales

es lo correcto.

Sin embargo, no siempre he pensado así.

Igual que hubo un tiempo

en el que se intentaba erradicar la visión
heliocéntrica del sistema solar,

también hubo un tiempo en el que
no me gustaban los vegetarianos.

Como mucho, pensaba que eran tolerables,

y en el peor de los casos,
que eran un estorbo.

Y lo raro es que esta fue
mi opinión sobre los vegetarianos

hasta hace muy poco,

cuando conocí a una persona vegetariana,

una persona que había decidido
no comer animales,

y era divertida y nada molesta.

Así que me pregunté
por qué era vegetariana,

y resultó que en su país de origen

los animales criados para el consumo
soportan un trato y sufrimiento terribles.

Logré entender por qué era vegetariana,

pero era reconfortante pensar

que yo no tenía por qué
tomar medidas como esa

ya que en mi lugar de procedencia
se trata bien a los animales.

Además, una vez oí en la radio

que los animales domesticados
no podrían sobrevivir sin nosotros

y que nosotros no podríamos
sobrevivir sin ellos.

Desde esa perspectiva,

en la relación de humanos y animales
todos salíamos ganando.

Sin embargo, desde hace unos 5 años,

he reducido la cantidad de animales
que consumo hasta el punto de que

hoy es prácticamente inexistente.

¿Por qué lo he hecho?

Las inspecciones demuestran
que con frecuencia los animales

criados para el consumo soportan
un trato y un sufrimiento terribles

no solo en el país de mi amiga,
sino en cualquier otro del mundo.

Y esto no es todo.

Criar animales para el consumo
destruye el ambiente,

y la principal causa de muerte en humanos

son enfermedades relacionadas con dietas
pobres y con muchos productos animales.

En la relación entre humanos
y animales no ganamos todos,

sino que todos perdemos.

Nosotros perdemos,

los animales pierden

y pierde el medioambiente.

Estos son los tres pilares
en los que se basa el cambio

de una dieta basada en animales
a otra basada en plantas.

El primer pilar es la salud humana.

Estudios actuales hacen hincapié

en que si los humanos cambiásemos
a una dieta basada en plantas

viviríamos más

y se podrían optimizar los
sistemas de salud de todo el mundo.

Eso supondría reducir las enfermedades
mortales, difíciles y costosas,

como las enfermedades cardíacas,
la diabetes y algunos tipos de cáncer.

Considerando que la dieta basada
en plantas proporciona una mejor salud,

se debería animar a la gente
a optar más por esta alternativa.

Comparado con comer animales,

consumir plantas no es solo
probablemente más sano,

sino que tiene un fundamento
ético mucho mayor,

cosa que nos lleva al segundo pilar:
los animales.

La gran mayoría de animales
criados para el consumo

viven en granjas de fábricas.

Cada año matamos cerca de
60 000 millones de animales terrestres.

De esos 60 000 millones,
1300 millones son cerdos.

Así que para cubrir la demanda
de los humanos come-cerdo,

esas matanzas deben continuar,

y para seguir con esas matanzas,

lo primero que hay que hacer
es asegurarse de que los cerdos

paren todos lechones que matamos cada año.

A lo largo de los siglos
los cerdos hembra, las cerdas,

han sido criadas y seleccionadas

para poder parir
a cuantas más crías mejor.

Hoy, cada cerda pare
unos 10 o 12 lechones dos veces al año.

Los días previos al parto
y durante la lactancia,

la hembra permanece en una estructura
de metal llamada jaula de gestación.

En la jaula de gestación
la cerda no se puede mover,

ni siquiera darse la vuelta,

y mucho menos interactuar con sus crías.

Poco después del nacimiento, se extirpan
los testículos a los lechones

para que supuestamente su carne
huela mejor al cocinarse.

Para evitar que muerdan y sean mordidos,

a ciertos lechones se les corta la cola
y se les arrancan los dientes.

Independientemente de las
condiciones en las que han vivido,

cuando los lechones tienen
unas tres semanas,

se les aparta de su madre para siempre.

Durante el resto de sus cortas vidas,
se mantienen en lugares atestados

para ser alimentados y crecer
junto con miles de sus semejantes,

todos ellos destinados al mismo
futuro sin sentido.

Mientras tanto, sus madres se preparan
para la siguiente sesión de embarazos.

Para mantenerlas preñadas constantemente,

son fecundadas por inseminación artificial
llevada a cabo por humanos.

El semen de los cerdos es recolectado
por masturbadores humanos profesionales.

Si les interesa, pueden buscar
"recogida de semen de cerdo" en YouTube.

Así, a pesar de que los cerdos
paren crías todo el tiempo

nunca tienen sexo.

Creo que la mayoría de nosotros sabe
que los cerdos tienen sentimientos,

que pueden sentir placer y dolor
de manera similar a nosotros.

Por eso no tiene lógica
que perder un hijo,

que es una de las experiencias más
duras que un ser humano puede soportar,

sea algo que nosotros hagamos vivir
a los cerdos una y otra vez.

La mayoría de cerdos nunca respira
aire puro ni camina bajo el cielo azul

y el único momento que
pueden ver el sol de refilón

es cuando están en la parte trasera
de un camión de camino al matadero.

Lo que he dicho sobre los cerdos
puede aplicarse fácilmente

a las vidas de
otros animales domésticos,

como los pollos o las vacas.

El tercer pilar es el medio ambiente.

La gran cantidad de animales
que criamos para consumir

tiene terribles consecuencias
para el medio ambiente,

unas consecuencias quizá
impredecibles hace años,

pero que ahora se han vuelto evidentes.

Para contextualizar,
retrocedamos 12 000 años.

Hace 12 000 años,
no había animales domesticados

y el peso total de todos
los grandes animales terrestres

era de unos 300 millones de toneladas,
siendo los humanos un 1 % del total.

Hoy, la suma total de todos los grandes
animales terrestres

es de casi 1500 millones de toneladas,

cinco veces más que 12 000 años atrás.

De los 1500 millones de toneladas,
más de 1100 son animales domesticados.

Más de 300 son humanos,

y los animales salvajes representan
solo unos 30 millones de toneladas.

Solíamos ser el 1 % de 300 millones.

Hoy, junto con los animales domesticados
somos el 98 % de 1500 millones.

Es una gran diferencia
en muy poco tiempo.

Con esta imagen en la mente
surgen tres cosas.

La primera: los animales domésticos
necesitan un montón de comida.

¿Podemos alimentar 1100 millones
de toneladas de animales

y no podemos evitar que 10 millones
de personas mueran de hambre cada año?

¿Cómo es posible que haya más personas
que mueren por sobrealimentación

que personas que mueren
por comer demasiado poco?

Número dos: los animales domésticos
ocupan mucho espacio.

Para hacer sitio a nuestros animales
y a la comida que cultivamos para ellos,

talamos selvas.

Y cuando talamos selvas,

no solo destruimos la protección del
planeta contra el dióxido de carbono,

también destruimos el hábitat de las
especies y las condenamos a la extinción.

La principal causa de la extinción de
especies es la destrucción de la selva

y la principal causa de destrucción
de la selva es la agricultura animal,

sobre todo, para la cría de ganado.

Número tres: los animales domésticos
generan un montón de deshechos.

Todos estos animales cagan, mean,
se tiran pedos y eructan.

Todo eso es perjudicial para el ambiente,

pero los eructos son los que
tienen el efecto más devastador.

Cuando animales rumiantes como
el ganado o las ovejas eructan,

emiten gas metano,
y al parecer, eructan mucho.

El metano es un gas de efecto invernadero

que es mucho más potente
calentando la atmósfera

que el dióxido de carbono.

Sobre todo, a causa de los rumiantes,

la emisión de gases de efecto invernadero
en la agricultura animal es tan grande

que supera a la del
sector de transportes.

Reflexionar sobre estos pilares
les puede llevar a la idea

de que algo anda mal
en la especie humana,

que es la peor de todas las especies.

Dadas las condiciones que imponemos
para la supervivencia de los animales

es fácil perder la fe en la humanidad.

Y no es solo la manera de tratar
a los animales no humanos

lo que nos priva
de tener algo de esperanza.

También nos enfrentamos a guerras,
crisis de refugiados, cambio climático,

terrorismo, amenazas nucleares, hambrunas
y varios tipos de discriminación.

Hay lugares del mundo

donde las mujeres tienen poco o nulo
control sobre sus vidas o cuerpos,

y hay lugares en la tierra
donde algunos son perseguidos

por no amar o tener sexo
de manera ortodoxa,

y cada año

seis millones de niños mueren
antes de los cinco años de edad.

Con esta imagen tan siniestra
parece razonable preguntarse:

¿Se esforzará alguna vez
la especie humana

para cambiar de una dieta animal
a otra basada en plantas?

¿Tenemos lo necesario
para hacer un cambio así?

Yo creo que la respuesta
es un "sí" rotundo.

Dejen que se lo explique.

Hay dos motivos principales.

Primero, a pesar de nuestros defectos,

los humanos tenemos
una gran capacidad de compasión,

una compasión que ha crecido
y que sigue creciendo sin cesar.

También hemos logrado cambios
importantes en la defensa de los animales.

Así, muchas de las maldades humanas
quedan reducidas en comparación.

La historia demuestra claramente

que somos muchos más pacíficos
y menos violentos que antes.

Hubo un tiempo en el que

los encuentros entre dos tribus
explotaban en un violento conflicto.

Hemos mejorado mucho desde entonces.

Hoy, unos 7 mil millones de humanos
vivimos en relativa armonía.

Nunca antes ha habido
tan pocas guerras y a pesar

de la exageración mediática,

la amenaza terrorista
es relativamente minúscula.

La tortura solía mostrarse
para entretener a las masas,

la pena de muerte se ha abolido
en muchos países,

se ha ilegalizado la esclavitud

y desde entonces, poco a poco,

la discriminación racial
ya no se considera defendible.

Los derechos y el empoderamiento
de la mujer

han tenido un efecto positivo y drástico
en los últimos dos siglos.

Los derechos de los homosexuales
también mejoran,

en el Reino Unido la homosexualidad
no fue despenalizada hasta el año 1982.

Otra prueba clara
de nuestro carácter altruista

son las donaciones que hacemos para ayudar
a los que viven en la pobreza extrema,

gente que no conocemos ni conoceremos.

Una conducta tan altruista
parece impensable en otras especies.

Aunque es cierto

que 6 millones de niños mueren
cada año antes de cumplir 5 años,

hace solo 30 años esta cifra
era de 12 millones.

La mejora en otros ámbitos relacionados
con la pobreza también es evidente.

Así, parece irrefutable

que los seres humanos tenemos
una gran capacidad de compasión,

que esta capacidad sigue creciendo,

y nos da un buen motivo
para ser optimistas

sobre la posibilidad de cambiar

de una dieta basada en animales
a otra basada en plantas.

También hemos marcado la diferencia
en la defensa de los animales.

Muchos países tienen ahora
leyes sobre animales

donde antes no existían.

Gracias a estas leyes

las condiciones de vida
animales han mejorado

quizá de manera más destacada
en la Unión Europea.

Las grandes empresas estadounidenses
también han mejorado las condiciones

de los animales no porque
el gobierno las obligue,

sino a causa de las peticiones
de sus consumidores.

Quizá estos esfuerzos sean insuficientes,

pero demuestran que cuando
se trata de sufrimiento animal.

hay gente que es consciente
y que se preocupa.

Otro cambio en la defensa de los animales
es el hecho de que

por el motivo que sea,
cada vez más personas deciden

renunciar a los productos animales
en su vida diaria.

Ante la creciente demanda
de productos basados en plantas,

restaurantes, supermercados
y emprendedores

responden con un incremento
en el volumen y variedad de productos

que a su vez facilita todavía más

que la gente acepte y elija
una opción basada en plantas.

A pesar de los aspectos positivos,
la cría intensiva sigue siendo

uno de los mayores problemas
que sufre la humanidad,

un problema de tal magnitud

que afecta a toda la biósfera del planeta.

Por eso es realmente importante
que tanta gente como sea posible

participe en el cambio
a una dieta basada en las plantas.

Si miran las atrocidades

que con éxito y a veces con orgullo

hemos erradicado
de las sociedades civilizadas,

como la tortura, la esclavitud,
la pena de muerte y la discriminación,

y entonces miran lo que ocurre
con los animales que consumimos,

nuestra imaginación no tiene que
esforzarse mucho para apreciar

que con los animales que comemos

tiene lugar la tortura,
permanece la esclavitud,

y en esencia, es discriminación.

Compañeros humanos, ya es hora

de integrar a los animales no humanos
en muestro creciente círculo moral.

Nos proporcionará beneficios
sin precedentes a humanos y animales

en las generaciones venideras.

(Aplausos)