Las instituciones que te cambian | Piper Kerman | TEDxMuncyStatePrison

Piper Kerman, autora de la memoria, "Orange is the New Black: mi año en una prisión de mujeres", habla de la importancia de la educación para los individuos encarcelados como una inversión en rehabilitación. Ella compara y contrasta su tiempo en dos instituciones para mujeres: Smith College y la prisión federal.

La Srta. Kerman trabaja actualmente como consultora de comunicaciones con ONG ,filantropías y otras organizaciones. También es una oradora frecuentemente invitada para estudiantes de derecho, criminología, género y estudios femeninos, sociología y escritura creativa, así como organizaciones correccionales y reforma de la justicia.

Esta charla tuvo lugar en un evento TEDx utilizando el formato de conferencias TED pero organizada de manera independiente por la comunidad local. Más información en http://ted.com/tedx

Mi nombre es Piper Kerman.

Soy la autora del libro de memorias

"Orange is the New Black:
Mi año en una prisión femenina".

Y, por supuesto, cuando pongo
un pie en un lugar como este,

cuando vengo a una cárcel de mujeres,

inmediatamente me transporta
10 años atrás en el tiempo

a la comunidad notable de mujeres

de la que formé parte
cuando estaba cumpliendo condena.

Ahora, yo fui muy afortunada
por haber de pasar solo un año

en una institución federal para mujeres.

Y las mujeres que conocí allí tuvieron
un impacto muy poderoso en mí.

Cambió mi vida.

Ellas me ayudaron a sobrevivir ese año,

y compartieron su propia
supervivencia conmigo.

También me dejaron
una impresión indeleble

sobre las dramáticas y urgentes reformas

que necesitamos en este
sistema de justicia criminal

en Estados Unidos. Y...

(Aplausos)

Muchas de esas mujeres
son aún parte de mi vida hoy,

y estoy tan agradecida por su amistad.

Ahora, cuando estoy en este lugar,
también estoy pensando

en la otra institución para mujeres
donde pasé parte de mi vida:

un colegio femenino.

Fui a un colegio femenino,
Smith College.

Me gradué hace más de 20 años.

También fue una comunidad notable
de mujeres que dejaron

una impresión indeleble sobre mí;
me cambiaron la vida.

Y yo fui muy afortunada de pasar
cuatro años en esa institución.

Y no solo porque me dieron
una gran educación,

sino también porque me fui de ese lugar
con la idea muy clara

de que las vidas de las mujeres importan.

Los pensamientos y opiniones de las
mujeres son realmente importantes.

Las relaciones de las mujeres entre sí
son fascinantes y transformadoras

y cambian el mundo.

Siendo sincera, no sé si
todas las niñas y jóvenes mujeres

están recibiendo
esos mensajes de la sociedad,

pero dejé la universidad
teniendo claros esos hechos.

Ahora, a veces la gente dice:
"¿Cuáles son las similitudes

entre una prisión
y una universidad para mujeres?"

Y les diré

que las similitudes más importantes
tienen que ver con esas relaciones,

con las formas en que
las mujeres compiten y colaboran.

Pero la verdad es que las diferencias
entre ese tipo de instituciones

son mucho más drásticas.

Un instituto de mujeres existe
para ayudar a las mujeres

a convertirse en la mejor
versión de sí mismas,

y prepararlas para salir al mundo

y hacer lo que se propongan.

Y para ayudar a ampliar
su comprensión del mundo

y los cambios que
vayan a promover en ese mundo.

Una prisión de mujeres
existe para castigar,

y en EE.UU. la mayoría de estados
invierten más dinero en el castigo

que lo que gastan
en la educación superior.

Ahora, el problema de las
prisiones estadounidenses

es que son, de hecho,
lugares muy, muy duros.

Lugares en los que cada día
de tu sentencia

tu peor elección, tu error más grave

y tu mayor fracaso
son aquello que te definen.

El tiempo empleado en una
institución penitenciaria

es tiempo aislado del mundo exterior

Mi experiencia cumpliendo condena es que
buena parte de tus energías mentales

son empleadas en sobrevivir
en esa institución.

Muy pocas prisiones estadounidenses
están haciendo una labor sustantiva

para ayudar a la gente
a hacer los cambios necesarios

para ayudarles a pensar acerca de
lo que van a hacer de manera diferente

cuando vayan a casa

- y prácticamente todos volverán a casa -

y no hay suficiente trabajo para
ayudar a las personas a reconocer

lo que se necesita para que sean
las mejores versiones de sí mismos

y cuáles son realmente
sus posibilidades ahí fuera en el mundo,

en el mundo exterior adónde volverán.

Ahora, yo discutiría apasionadamente

que si queremos que los prisioneros
sea vean transformados para mejor,

entonces falta una pieza
esencial del rompecabezas

y esa es la educación superior.

Esto es lo que sabemos:

que la educación universitaria
para los presos funciona.

Las personas que tienen la oportunidad
de ganar un título de licenciatura

mientras están encarcelados

tienen una tasa de reincidencia
de menos del seis por ciento.

Sabemos que la educación
es verdaderamente transformadora

que ayuda que las personas
salgan de la cárcel con éxito,

pero en los años 90, las becas
federales Pell para los presos,

y ayuda para la matriculación
estatal les fueron arrebatados,

y casi de un día para otro,
se hizo casi imposible

el obtener una educación universitaria
si estabas encerrado en prisión,

porque, Uds. deben saber

que el 80 % de las personas acusadas
de un delito en este país

son demasiado pobres como para
permitirse contratar a un abogado,

y mucho menos pagar la matrícula
de la universidad, ¿verdad?

Por lo tanto, es un problema
muy significativo; es una barrera.

Ahora, la mayoría de las mujeres
con las que cumplí condena...

Bueno, déjenme decirles un poco
acerca de cómo describiría

a las mujeres
con las que cumplí condena.

Lo describiría como perceptivas.

Las describiría como consideradas,

decisivas, curiosas y creativas.

Y la cuestión es el siguiente:

las mujeres no solo
necesitaban aprender

sino que muchas de esas mujeres
realmente estaban listas para aprender.

Cuando yo estaba en la universidad,

mucha gente había hecho
un montón de sacrificios,

estudiantes y familias se habían
sacrificado para estar allí.

Algunas personas
habían viajado muy, muy lejos,

algunos del otro lado del mundo,
para obtener su educación,

y muchas familias y estudiantes
hacían grandes sacrificios financieros,

cosas que pensaron que
realmente valían la pena.

Ahora, cuando entras
en una cárcel para mujeres,

por supuesto que vas a conocer
a personas que han cometido delitos.

Pero cuando te fijas en las mujeres
y niñas en el sistema,

lo que verás, demasiado a menudo,
es gente que ha sido sacrificada.

Sabemos lo que impulsa las mujeres
a ser partícipes del crimen:

Son problemas de salud mental.

Es la adicción, para las mujeres
y niñas en el sistema,

es la experiencia de haber padecido
abusos en sus antecedentes personales.

Y, tengo que decirles,

cuando una chica no siente
la seguridad que se merece,

demasiada a menudo, su educación
termina prematuramente,

y sabemos que cuando un niño
deja la secundaria,

sus posibilidades de terminar
en la cárcel van en aumento.

Por lo tanto, estas mujeres
con las que cumplí condena,

la mayoría de ellas, ¿saben?,

nunca tuvieron la oportunidad de ser parte
de una institución tan productiva

como el instituto para mujeres que yo
tuve la suerte de asistir, ¿verdad?

Y, creo que para la mayoría de la gente

si hubieran conocido a las mujeres
con las que cumplí condena,

probablemente habrían dicho
que encerrarlas

en una institución penal

fue entre inútil y absurdo,

porque la mayoría de las mujeres
con las que cumplí condena

habían cometido delitos de bajo nivel
y crímenes no violentos.

Desearía poder decirles que
la Oficina Federal de Prisiones

estaba haciendo todo lo posible para
fomentar la percepción y la curiosidad

y la firmeza y todas
esas otras buenas cualidades

que he descrito,

y que estaban haciendo algo
para reconocer esas cualidades

y fomentarlos y dirigirlos

hacia algo que podría crear
un mejor futuro para esas mujeres

después de la cárcel,

pero no puedo afirmarlo,
con toda honestidad.

Ahora,

las mujeres con las que cumplí condena

se merecen la misma oportunidad
que yo mercería.

Se merecían la oportunidad
de ir a la universidad.

Se merecían ser parte de una
institución increíblemente productiva,

y si queremos que eso ocurra,

entonces tenemos que centrarnos
en hacer de las cárceles

no solo lugares que castigan
sino también lugares que educan.

Algunas de las mujeres
con las que cumplí condena

contra todo pronóstico,

se fueron a casa y prosperaron.

Consiguieron su educación universitaria
a pesar de todo,

y se construyeron vidas increíbles
después de su encarcelamiento.

Pero ¿no habría tenido más sentido

hacerlo mientras estaban encerradas?

Así que, podemos dejar
de perder tiempo y dinero

y podemos dejar de perder
el potencial humano

si hacemos que la educación universitaria
esté al alcance de los encarcelados

que lo necesitan y que están
dispuestos a hacer el trabajo.

En este país, hay algunos excelentes

programas de educación universitaria,
pero solo existen un puñado de lugares.

Son lugares increíbles,

como el "College and Community
Fellowship for Women",

o el Hudson Link,
o la iniciativa de la prisión de Bard.

Ahora sabemos que necesitamos
más de esos programas,

y para que eso suceda, es necesario
restablecer las becas Pell,

y tenemos que asegurarnos
de que la ayuda de matrícula

que fue arrebatada a los presos
sea reincorporada.

También necesitamos que los miles

de institutos y universidades
de todo el país,

forjen relaciones directas
con los miles de prisiones

que hemos construido por todo el país.

Y necesitamos que
esos institutos y universidades

pongan fin a la
discriminación de admisión

contra los 60 millones de estadounidenses
con una convicción en su pasado.

Bien,

aprendí cuando estaba en prisión
que el gobierno te puede despojar

de todo, literalmente.

Puede llevarse tus pendientes,
sus ropa interior, tu dignidad,

pero nunca podrán quitarte tu educación.

Nunca podrán quitarte la capacidad
de pensar críticamente.

Nunca podrán quitarte la capacidad
para comprender el mundo

y de percibir tu vida
en un contexto más amplio,

y eso es lo que te da
una educación universitaria.

La gente me pregunta a veces:

"Piper, ¿qué sería de tu vida si nunca
te hubiesen encerrado en la cárcel?

¿Puedes imaginarlo?"

Y tengo que decirles una cosa:
me resulta muy fácil imaginarlo,

(Risas)

pero es imposible para mí imaginar

lo que mi vida sería
sin mi educación universitaria.

Eso es lo mucho nos transforma
como personas.

Cambia la forma
de pensar sobre ti mismo.

Cambia la manera en que
piensas sobre el mundo,

y cambia la forma en la que
resuelves problemas.

Cada mujer con la que cumplí condena
se merece ese tipo de cambio

y ese tipo de transformación.

Si queremos que la
gente de la cárcel cambie,

deben recibir las
herramientas para hacerlo.

Deben recibir las herramientas
para la transformación,

y eso se traduce en educación,
así de sencillo.

Gracias.

(Aplausos)