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Estas podrían ser
las más grandes historias jamás contadas.
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Es por eso que tenemos
el mejor trabajo en Norteamérica.
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Podemos contar historias
sobre misioneros en EE. UU. y Canadá
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—historias tan poderosas e increíbles
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que nos hacen sentir humildes
de solo poder hacer este trabajo.
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¿Escuchaste la historia del francotirador
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que está plantando una iglesia?
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¿O la de los misioneros
que abrieron una lavandería
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solo para poder suplir una necesidad
y compartir de Cristo con sus vecinos?
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¿O qué hay del plantador de iglesias
en Wyoming,
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quien está discipulando nuevos creyentes
y enviándolos a ser parte del circuito
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en pueblitos no alcanzados
en todo el estado?
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Las llamamos "historias misioneras",
y eso tiene sentido.
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Los misioneros son
los que están sirviendo en el campo
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y son los que salen en los videos.
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Pero hay otro personaje principal
en estas historias
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que no puedes ver,
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a menos que veas un espejo.
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Tal vez no te hayas dado cuenta,
pero tus oraciones fieles
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y tu generosidad al dar a
la Ofrenda de Resurrección Annie Armstrong
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es lo que les da energía y aliento
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a estos misioneros.
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Dios está tomando
tus oraciones y ofrendas
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y plantando esta familia misionera
en un vecindario
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donde pueden "ir al mundo"
sin tener que salir de su casa.
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Está enviando a este misionero
a la que podría ser
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una de las comunidades menos alcanzadas
de Norteamérica.
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Y le mostró a esta pareja
cómo convertir un pueblo de la frontera
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en un centro de entrenamiento misionero.
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Tu apoyo te vuelve un personaje principal
en cada una de estas historias;
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historias sobre cómo Dios
está construyendo su reino.
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Está usando miles de misioneros,
algunos de los cuales conocerás
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y otros que tal vez nunca conozcas,
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y te está usando a ti.
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Unidos estamos compartiendo el evangelio,
la más grande historia jamás contada,
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con las personas que necesitan oírlo.
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Unidos somos parte de la historia.