La soledad y la ilusión de la conexión | Thich Nhat Hanh 13.12.2012

La última vez hablamos sobre el hogar.

Y sabemos que una vez
que estamos en casa,

ya no nos sentimos solos.

Si estás en casa,
estás cálido, cómodo, seguro,

realizado.

Entonces, el hogar es un lugar
donde la soledad desaparece.

Pero ¿dónde está el hogar?

Y el Buda dijo claramente que
el hogar está dentro de nosotros,

y que hay una isla a la
que tienes que volver:

la isla del Ser.

Y esta es una práctica, no una teoría.

La soledad es el malestar
de nuestro tiempo,

nos sentimos muy solos, incluso si
estamos rodeados por mucha gente.

Estamos solos cuando estamos juntos.

Y hay un vacío en nuestro interior,
donde no nos sentimos cómodos

con esa clase de vacío,

así que intentamos llenarlo
conectando con otras personas.

Creemos que cuando puedes
conectar con otras personas,

el sentimiento de soledad
desaparecerá.

Y la tecnología nos ayuda
con muchos dispositivos

para poder conectar,
y mantenernos conectados.

Siempre nos mantenemos conectados,
pero nos sentimos solos.

Continuamos sintiéndonos solos.

Revisamos correos muchas veces al día.

Enviamos correos muchas veces al día.

Publicamos mensajes
en todo momento durante el día...

queremos compartir,

queremos recibir.

Y estás ocupado,
te ocupas durante todo el día

para poder contectar.

Pero eso no ayuda, con la soledad,

con reducir la cantidad de soledad
dentro de nosotros.

Esto es lo que pasa
en el momento presente

en nuestra civilización moderna.

Nuestra relación

no es buena.

No estamos en una buena
relación con nuestra pareja,

con nuestro hermano,
con nuestra hermana,

con nuestros padres,
con nuestra sociedad;

nos sentimos muy solos.

Y

hemos usado tecnologías
para poder disipar,

intentar disipar el
sentimiento de soledad,

pero no hemos tenido éxito.

En la tradición de Plum Village,

cada vez que nos sentamos,

en un cojín,

eso es para conectar
con nosotros mismos.

Porque en nuestra vida cotidiana,

estamos desconectados
con nosotros mismos.

Caminamos, y no sabemos
que estamos caminando.

Estamos ahí, pero no
sabemos que estamos ahí.

Estamos vivos, pero no
sabemos que estamos vivos.

Estamos perdiéndonos
a nosotros mismos,

no somos nosotros mismos.

Y eso está pasando

durante casi todo el día.

Así que el acto de sentarse,
es un acto de revolución.

Te sientas, y cortas.

Detienes ese estado de ser,

perdiéndote a ti mismo,

no siendo tu mismo.