Si sabemos cómo salvar vidas ante un desastre, ¿por qué no lo hacemos? | Sarah Tuneberg | TEDxMileHigh

"Decir que los huracanes, las inundaciones, los incendios forestales y las olas extremas de calor son 'naturales' nos libera de nuestra responsabilidad como personas. Nos exonera de la culpa por la muerte y destrucción que esos desastres causan". Al final de esta impactante charla dictada por Sarah Tuneberg, experta en prevención y recuperación, nos hará replantear nuestra visión sobre los llamados desastres "naturales". Pongamos atención; podría salvarnos la vida.

Por más de una década, Sarah Tuneberg trabajó en salud pública y gestión de emergencias en lugares como Sudán del Sur y en Nueva Orleans posterior a Katrina. Fundó Geospiza con la convicción de que los datos pueden salvar vidas. Su equipo multidisciplinario desarrolla soluciones en base a datos y evidencias que reducen el riesgo y aumentan la capacidad de recuperación, especialmente de las poblaciones más vulnerables que sufren de manera desproporcionada en caso de desastres. Cuando no nos está protegiendo de huracanes, incendios, inundaciones y tornados, Sarah está poniéndose al día con los chismes de las celebridades, su placer inconfesable.

Esta charla es un evento TEDx, organizado de manera independiente a las conferencias TED. Más información en: http://ted.com/tedx

En agosto de 2017,

el huracán Harvey devastó localidades
en Texas y Luisiana.

Más de 100 centímetros de lluvia
cayeron en solo cuatro días.

Se inundaron 150 mil viviendas.

Se rescató a 17 mil personas
de las inundaciones,

y hubo más de 36 víctimas fatales.

Lo veíamos, atónitos.

Estabamos devastados
por aquellos que lo perdieron todo,

y llenos de orgullo por el accionar
de voluntarios espontáneos,

nuestra "Armada Cajun"

que dispuso de su tiempo
y de sus botes de pesca

para rescatar los sobrevivientes varados.

(Aplausos)

"Sin precedentes", decíamos.

"Inesperado".

"Una terrible fatalidad".

"Unos de los peores desastres naturales
en la historia de los EE. UU."

¿Pero saben qué?

No estoy de acuerdo.

Por supuesto,

lo que ocurrió con
el huracán Harvey fue terrible,

pero es la palabra "natural"
cuando decimos "desastre natural"

lo que me molesta.

Así como el cambio climático es 100 % real
y causado por los humanos...

(Ovación) (Aplausos)

también es lo que nosotros llamamos
"desastres naturales."

Sí, por supuesto: el viento, la lluvia
y los huracanes ocurren naturalmente

pero llamar "natural" a la muerte
y destrucción que estos eventos provocan

implica que la devastación parecería
inevitable y fuera de nuestro control.

Pero no está fuera de nuestro control.

(Aplausos)

He sido jefa de emergencias por 15 años.

En especial, ayudaba a las localidades
a prepararse para los desastres.

Pero también las he ayudado
a responder y recuperarse

de más de 50 desastres
oficialmente declarados,

desde Katrina a María,

de incendios en California
a inundaciones en Colorado

y muchos otros desastres.

De aquella experiencia,
cofundé la compañía Geospiza,

donde usabamos información
para ayudar a empresas y comunidades

a entender y mitigar
el riesgo de desastre.

Y gracias a toda esa experiencia,

lo más importante que aprendí

es que casi todo el trauma y la tragedia

de lo que llamamos "desastre natural"

no solo es predecible,
sino también evitable.

Los desastres son 100 %

el resultado de malas decisiones humanas.

El hecho de que cualquiera pueda morir

o perderlo todo como resultado
de los llamados "desastres naturales"

debería hacernos estallar de furia.

Los increíbles avances en mapeo,
modelación y ciencia atmosférica

nos muestran de 7 a 10 días antes
dónde un huracán tocará tierra

y nos permite predecir,
muchas veces identificando las viviendas,

cuál será la magnitud del daño.

La modelación de inundaciones
es tan confiable,

que días antes podemos predecir
qué día, a qué hora y dónde

se desbordarán los ríos.

E incluso mejor que nuestra habilidad
de predecir ciertos eventos específicos

es nuestro conocimiento de cómo
estos peligros afectan las comunidades

y cómo podemos prevenir el daño.

Para mostrarles esto,

veamos el caso de Houston y Harvey.

Houston es la ciudad más grande
de los EE. UU. sin zonificación formal.

Y entre el final de los 90 y Harvey,
fue una de las que más creció.

En su punto álgido,

se mudaban 275 personas por día,

y con ellos llegó la necesidad
de construir más viviendas.

Houston se adaptó

al pavimentar más del 30 %
de los humedales y las llanuras.

Y cambiar tierras naturalmente absorbentes
por viviendas impermeables y caminos

tiene consecuencias.

La lluvia no se absorbe rápidamente
ni tampoco se distribuye.

Por el contrario, se canaliza, se acumula,

¡e inunda todo!

Más de una década antes de Harvey,

un informe del Cuerpo de Ingenieros
del Ejército de EE. UU. mapeó en Houston

los lugares que serían afectados
por inundaciones catastróficas

en períodos de lluvias intensas.

Pero los constructores
y los funcionarios municipales

escogieron ignorar este riesgo anunciado.

Cambiaron las ganancias a corto plazo

por la seguridad a largo plazo
de los futuros residentes.

Deliberadamente construyeron en áreas,
sabiendo que se inundarían

¡y hubo muertes!

La información sobre los desastres
muestra otra realidad dolorosa.

Como los desastres no son naturales,
sino resultado de las decisiones humanas,

las mismas desigualdades sistémicas
que existen día a día en nuestra comunidad

se magnifican cuando occure un desastre.

Los desastres no distribuyen
su ira de igual manera.

Las localidades históricamente marginadas
sufren de manera desproporcionada.

Al no ofrecer financiamiento

y al construir viviendas económicas
en terrenos de alto riesgo,

como en el barrio
"Lower Ninth Ward" en Nueva Orleans

o el "Far Rockaway" en Queens,

creamos un sistema en el que
las personas de color, discapacitadas

y de bajos recursos

tienen más posibilidades
de perder la vida y el trabajo.

Y los muy ricos, como
Kim Kardashian y Kanye West,

contratan bomberos privados
para proteger sus hogares,

mientras que el resto dependemos
del cuerpo de bomberos nacional,

conformado por un 69 % de voluntarios.

Los incendios en el norte de California

son otro ejemplo de que los datos
no han sido bien utilizados.

Los informes de Medicare
disponibles para jefes de emergencia

identifican a quienes reciben
atención médica a domicilio diariamente.

Otros informes identifican a quienes
tienen problemas de audición.

Algunos sitios web muestran dónde
hay señal telefónica reducida,

y los planes de notificaciones públicas
nos indican que, en una emergencia,

las órdenes de evacuación
se comunicarán por mensaje de texto

y que los vehículos policiales
circularán por los barrios

anunciando con megáfonos
la orden de evacuar.

Una simple superposición
de estos elementos nos indica

que, para muchísimas personas,
estas estrategias no funcionarán.

Sabíamos que no oirían
las alertas de los mensajes,

y sabíamos que, aunque
escucharan los megáfonos,

no podrían salir de la cama
por sus propios medios,

mucho menos de sus casas,

¡y así murieron 46 personas sin necesidad!

Aún no sabemos cómo protegernos
totalmente de los desastres,

obviamente,

pero podemos hacer mucho
más de lo que hacemos hoy.

Una de las claves
es invertir en prevención,

en proyectos como elevar
los equipos eléctricos

en edificios altos u hospitales

del subsuelo a pisos superiores,

limpiar arbustos cerca de las viviendas,
o instalar techos resistentes al fuego,

incluso aumentar la capacidad
de desagüe en los caminos.

No son atractivos,

para nada atractivos.

Mucho menos que los dramáticos
rescates que vemos en las noticias,

pero estos proyectos salvan vidas

y ahorran grandes sumas de dinero.

Obviamente,

un proyecto en Reedsburg, Wisconsin,

para elevar equipos de telecomunicación
solo un metro de altura

suena superaburrido.

Pero ese proyecto de 235 mil dólares

ahorrará 2,2 millones de dólares

al prevenir pérdidas por inundaciones.

Son retornos comparables
a capitales de riesgo.

Un detallado análisis de costo-beneficio

hecho por el Instituto Nacional
de las Ciencias de la Construcción

descubrió que por cada dólar
que invertimos en prevención,

ahorramos al menos seis dólares

en costos de recuperación
y respuesta al desastre.

En algunos proyectos
el retorno es de 32 a 1.

Lo bueno es que en algunos lugares
ya trabajan con datos para salvar vidas.

Pensemos en Portland, una metrópolis
con vegetación fértil y abundante.

Es cálida y verde,

pero ese bello manto de vegetación
no está distribuido de igual manera.

Los vecindarios al noreste de la ciudad

tienen menos de la mitad de superficie
plantada que otras partes de la ciudad,

y esa falta de árboles
aumenta drásticamente

la temperatura de la superficie y el aire.

En días de verano,

el noreste de Portland puede tener más
de 15 grados que el resto de la ciudad.

Incluso en esta sala,

podemos imaginarnos la diferencia entre
unos agradables 23° y unos horribles 35°.

Y esos barrios de árboles escasos
también tienen salarios escasos,

y sus habitantes tienen altos niveles
de asma y enfermedades cardíacas.

Y la evidencia es clara:

enfermedades cardíacas, asma y pobreza

incrementan el riesgo
de morir en una ola de calor.

En días extremadamente calurosos,

que ahora son mucho más comunes
gracias al cambio climático,

los residentes del noreste de Portland
van a morir de manera desproporcionada.

Pero Portland está tomando medidas.

Los organismos municipales,
junto a miembros de la comunidad

están plantando y cuidando árboles.

No solo son hermosos,

sino que también reducen el calor urbano,
absorben la contaminación ambiental

y reducen el riesgo de morir
en una ola de calor.

Es tan simple;

no es para nada complicado.

Esto es lo básico:

decir que los incendios, los huracanes,
las inundaciones y olas de calor

son desastres naturales

nos libera de responsabilidad,

nos libera de la culpa por la muerte
y destrucción que causan.

Puede sonar extraño al principio,
pero llamémoslos "desastres humanos".

Y dejemos de actuar como si no
tuviéramos control de sus consecuencias.

¿Qué pasaría si tratáramos
a los accidentes aéreos

como tratamos a los desastres humanos?

¿Y si al caer un avión, la Administración
Federal de Aviación dijera esto?:

"¿Y qué quieren que hagamos?

¡Hacemos volar tubos de metal
llenos de gente por el aire!

¡Estamos desafiando a la naturaleza,
y es sumamente difícil...!".

(Risas)

¿Y si tomaran la increíble
cantidad de información

de las cajas negras y las grabaciones,

las dejaran en estantes y los aviones
continuaran cayendo del cielo?

Estaríamos furiosos.

Pero de esa misma manera tratamos
a los huracanes, las inundaciones,

los incendios forestales
y las olas de calor.

Localidades enteras quedan destruidas,

y dejan a sus habitantes emocional
y económicamente devastados,

y otros terminan muertos.

Y nuestros líderes solo
se encogen de hombros,

y dicen:

"La Madre Naturaleza".

"Obra de la fatalidad".

"Hicimos lo que pudimos".

No.

¡No lo hicieron!

¡Nosotros sabemos
cómo detener el sufrimiento!

¡Tenemos los datos!

Solo tenemos que usarlos

para crear políticas
que prioricen la prevención,

para dejar de construir viviendas
en lugares que sabemos que son peligrosos

y para tomar medidas preventivas
contra el cambio climático, ahora.

(Un espectador) ¡Sí!

¡Antes de que sea demasiado tarde!

(Aplausos)

Tenemos el poder de salvar vidas,

¡y debemos usarlo!

Gracias.

(Aplausos) (Ovaciones)