Cómo la resiliencia frente a los desastres salva vidas |Derrick Tin| TEDxUniMelb

Los desastres están a la vuelta de la esquina y están afectando a más gente que nunca. Desde desastres naturales hasta ataques terroristas, estos eventos están incrementando en escala y frecuencia. ¿Qué tan preparados estamos y qué han hecho para incrementar su propia resiliencia? Derrick hablará de la importancia de la resilencia comunitaria frente a desastres.

Dr Derrick Tin es un médico con un historial en la administración de desastres y eventos con muertes masivos. Él estuvo previamente involucrado en rescates marítimos multiagencia y hospitales móviles en zonas de desastre. Es el beneficiario de la beca completa de la Commonwealth de 2019 otorgada por el Instituto Australiano de la Resiliencia a los Desastres gracias a sus continuos estudios en la administración y respuesta a los desastres.

Esta charla es de un evento TEDx, organizado de manera independiente a las conferencias TED. Más información en: http://ted.com/tedx

¿Qué les pasa por la mente

cuando escuchan hablar
del más reciente terremoto

que devastó a ciudades
matando a miles de personas?

¿O sobre otra onda de calor o sequía
que arrasa nuestro continente?

¿Sienten tristeza y compasión

o tal vez un deseo de ayudar?

O tal vez estén cansados

del constante bombardeo
de estas devastadoras noticias.

Pero ¿han pensado alguna vez,

y si esto me pasará a mi?

Yo soy Derrick Tin y hoy les contaré
como los terremotos han salvado vidas

y como esta charla
les podrá salvar algún día.

Históricamente, cuando ocurre un desastre

el primer pensamiento que tenemos
es haberle fallado a los dioses.

Y que la furia de las deidades
viene por nosotros.

Pero la ciencia nos dice lo contrario,

que de hecho los humanos jugamos un rol

en la crisis climática actual,
la que, por supuesto

ha resultado en la creciente frecuencia
e intensidad de eventos climáticos.

Incluso si fueran escépticos
del cambio climático,

un terremoto aqui hoy

afectaría invariablemente
a mucha más gente

que un temblor idéntico
en el mismo lugar, hace 100 años,

por el solo hecho de que
la densidad en la población aumentó.

Es innegable que los desastres de hoy

afectan a más gente que nunca.

Pasé gran parte de mi carrera
trabajando en áreas de desastres

en el Océano Índico y el Pacífico Sur,

haciendo rescates marítimos
y creando hospitales en zonas de desatres.

Ése soy yo en mis inicios.

En la esquina inferior derecha
hay un dibujo que nos hizo un niño,

un niño que rescatamos,

eso fue parte de su terapia
para superar el trauma a través del arte.

Esa tarea, como se imaginarán,

es extremadamente traumática
para los que hacemos rescates.

Es extremadamente traumático
para quienes tratamos de ayudar,

pero es también muy traumático
para las comunidades

que presencian y que a veces también
son parte de esa experiencia.

Cuando comencé a estudiar medicina,

sabía que enfrentaría traumas,

que vería muertes.

Esto es parte de la rutina diaria
en nuestro departamento de urgencias.

Así que antes de mi primer despliegue

me sentí respaldado por 10 años
de experiencia en la sala de urgencias.

Estaba listo para ello.

Y sin embargo no lo estaba,

porque no hay educación o entrenamiento
que pueda prepararte para ese momento,

cuando la persona que acabas de rescatar
saca la foto de su hija pequeña,

y te pregunta si la has visto,

sabiendo que está perdida en el mar.

Ninguna educación ni entrenamiento
podría jamás prepararte para ese momento

cuando tienes que entrar al congelador
de una morgue improvisada

con cuerpos apilados hasta el techo

y tu trabajo es abrir las bolsas de los
cadáveres para identificar a los muertos.

Esos momentos me llevaron
a lugares oscuros.

Me impactaron poderosamente.

Y me hizo preguntarme

si alguien con mi historial y experiencia

pudo haber sido afectado
tan profundamente por esto,

¿cómo podría afectarlos a Uds.

si de repente se encontraran
en una situación similar?

Me hizo preguntarme,

¿cómo puede un individuo o una comunidad
recuperarse de ello mejor o más pronto

después de semejante evento traumático?

Y eso es lo que realmente quiero
que Uds. se lleven a casa hoy:

la importancia de la
resiliencia de la comunidad.

Resiliencia es la habilidad
de absorber estrés

y de recuperarse de un evento traumático
para crear algo nuevo.

La resiliencia individual y comunitaria

han demostrado ser
el único factor más importante

para ayudar a que las comunidades
puedan reconstruirse después de un evento.

Toma tiempo,

toma esfuerzo,

y los resultados no son
obvios ni mensurables.

Pero tampoco es tan difícil.

En realidad se trata sólo
de tener un plan B,

de tener una buena red local
de apoyo comunitario,

de conocer mejor a sus vecinos,

conocer los recursos locales

y de colaborar con organizaciones
públicas y privadas

para ayudarlos a contruir su plan B.

Se trata de empoderarse
a uno mismo y a sus comunidades

a tomar responsabilidad activa

en su bienestar, seguridad y salud
y en la de los demás.

Y después de los rescates

tuve la oportunidad de hablar
con gente del lugar,

y quedé sorprendido por su resiliencia.

Sus recursos son sumamente limitados.

La recepción telefónica es intermitente,

y no tienen internet.

A veces los alimentos
tardan semanas en llegar.

Y aún así, son extremadamente
ingeniosos y autosuficientes.

Tienen líderes comunitarios de negocios,
líderes mayores y grupos de jóvenes

y todos ellos se combinan
para formar una red de apoyo,

y se plantean constantemente
sobre todo lo otro que podría ocurrir.

Esto es típico de muchos
pueblos rurales en Australia,

sobre todo porque han tenido que inventar
estos mecanismos de supervivencia.

para lidiar con los retos cotidianos,

así como los imprevistos
que pueda lanzarles la naturaleza,

ciudades inundadas,
incendios forestales en Victoria,

sequías dobles.

Todas estas lecciones aprendidas
y vividas en desastres regionales

están ayudando a estas comunidades a crear
mejor resiliencia para el futuro.

Y cuando regreso a casa
después de un despliegue,

usualmente de alguna comunidad remota
de la que pocos han oído,

de vuelta en casa en Sydney,
prendo el teléfono,

y pienso, "¡Genial!
¡Internet en el móvil!

¿Qué tan increíble es eso?

Ya no tengo que racionar
mi comida favorita;

puedo pedir comida
por Uber Eats cuando sea.

Puedo ver Netflix sin que se entrecorte.

(Risas)

Y me digo a mi mismo,

"¿Cómo pude sobrevivir estas semanas

sin todos mis lujos tecnológicos?"

Y les diré cómo.

En vez de tener internet móvil,

todos los días iba al café local,

donde se instaló
un punto Wi-Fi comunitario.

A las pocas semanas,
uno empieza a conocer a todos.

Qué hacen, hace cuanto que están ahí.

Uno empieza a saber a quién
le mandan emails, a qué equipo apoyan,

y comienzan una conversación
con la comunidad local.

En vez de Uber Eats,

cada mañana paseaba por el ayuntamiento

donde los lugareños preparan
y venden su propia comida.

Nunca sabes lo que vas a conseguir,

porque depende mayormente

de qué ingredientes conseguieron
la semana previa.

Aún recuerdo
la primera vez que fuí ahí.

Era una gran mezcla ecléctica de cocina.

Hay roti de Malasia,

había pasta,

y hasta rosquillas fritas.

Y me dije, "OK, ¡rosquillas fritas
para el desayuno!"

(Risas)

Y cuando eres la cara nueva en el pueblo,

y especialmente si la gente se entera
que eres un profesional de la salud,

ellos realmente empiezan
a hablarte con más interés

acerca de qué haces y por qué estás ahí.

"¿Cuánto tiempo planeas quedarte?"

Así que, en vez de quedarme
en mi alojamiento viendo Netflix,

me invitaban a todos esos increíbles
eventos de la comunidad local,

y pude entremezclarme con ellos.

Y me dí cuenta pronto

de que todos esos momentos
y conversaciones eran, de hecho,

la forma subconsciente en que las
comunidades construían resiliencia.

Y que es algo que no ocurre
en las grandes ciudades.

85 % de nuestra población actual
vive en zonas urbanas.

Y mientras que podemos ser económicamente
mucho más resilientes

que nuestras contrapartes,

nuestro ambiente de exceso
y de adaptaciones tecnológicas,

combinado con este boom demográfico

crea un perfil de riesgo muy diferente,

Un perfil de riesgo que es constantemente
cambiante y muy difícil de predecir.

Y lo que estamos aprendiendo

es que están surgiendo desastres
familiares en formas no familiares

y desastres no familiares
surgen en formas nunca imaginadas.

Como el terremoto de Tōhoku
en 2011 en Japón.

Un sismo que causó daño
en la infraestructura

y que también desencadenó un tsunami,

que luego inundó la densamente
poblada línea costera.

Las presas que se suponían
nos protegerían de las inundaciones

y nos darían una fuente constante de agua

fueron dañadas y sobrepasadas,

causando aún mas daño.

Los reactores nucleares

que debían proveer
una corriente constante de energía

colapsaron;

No sólo cortando el suministro de energía

sino que crearo un riesgo de radiación.

Murieron 15 000 personas
como resultado de este evento.

Y estamos hablando de Japón,

uno de los países más tecnológicamente
avanzados del mundo

que ha estado lidiando con terremotos
desde los inicios del tiempo.

Y aún así, han sufrido
uno de los peores desastres

de la historia moderna.

Hoy, Australia no es tradicionalmente
un continente propenso a sismos,

y somos muy afortunados

que nuestro riesgo de desastre
es relativamente bajo

y nuestro índice de resiliencia
es relativamente alto.

Pero si vemos ciclones, sequías
e incendios forestales.

Y no hay que olvidar
los ataques terroristas

o los desastres que no conocen fronteras.

¿Recuerdan el SARS en 2003,

el virus respiratorio
que arrasó el sudoeste de Asia?

¿O el ébola

que la Organización Mundial de la Salud

acaba de declarar como
una emergencia de interés global?

Justo tuvimos una de las temporadas de
gripe más mortales de las últimas decadas

aquí en Australia.

Así que, ¿quién podría decir
que algo mucho peor

no podría surgir de repente

y destruir una ciudad densamente poblada

y abrumar un ya estresado
sistema de salud?

Los desastres son complejos:

los recursos son finitos.

Nosotros podríamos
no poder venir a salvarlos.

Entonces tenemos que cambiar esa actitud
de que "alguien vendrá a salvarnos"

a una que se enfoque
mucho más en la autoresiliencia.

¿Y si no hay ayuda en camino?

¿Cuál es su plan B?

Nueva Orleans lo aprendió de manera
dura tras el huracán Katrina.

Es muy difícil para la mayoría
de Uds. poder imaginar

un incidente grave en donde viven.

Y tienen razón, es inusual.

Pero inusual no equivale
a un menor impacto.

Entonces, déjenme escalarlo
a algo que quizá puedan imaginar.

¿Que tal un apagón prolongado?

¿Cuánto tiempo creen que sobrevirían?

Yo pasaría un par de días sin problema.

Después se me apagaría el teléfono,

se cortaría la internet,

y no tendría modo de pedir ayuda.

¿Que tal sí en la oscuridad,
se tropiezan y se rompen una pierna?

¿Que harían entonces?

Una encuesta en EE. UU. mostró
que el 54 % de la población urbana

tiene poca o ninguna confianza
en sus vecinos.

Y aún así en un desastre, nuestros vecinos
pueden ser nuestra única línea de vida.

Entonces pregúntense:

¿Qué tan bien conozco a mi vecino?

¿Lo suficiente para decir
"hola" cada mañana?

Seguro.

¿Tal vez lo suficiente para dejarles
un repuesto de llaves

en caso de que se queden afuera?

Pero, ¿los conocen lo suficiente

para confiarles su vida?

Cuando una onda de calor azotó
a Chicago en 1995.

Auburn y Englewood fueron
dos suburbios afectados

que eran casi demográficamente idénticos.

Y aún así, hubo 10 veces más muertes

en el suburbio que no tenía
la misma cohesión social

que su contraparte.

Eric Klinenberg,
un sociólogo norteamericano

escribió acerca de esto en su libro

y lo llamó una "autopsia social"
del desastre de Chicago.

Resultó que, las condiciones vecinales
que nos aislan uno del otro en un buen día

pueden ser realmente letales en uno malo.

Y ha empeorado desde los años 90.

A pesar de estar más conectados

y pese a un ambiente de exceso,

recientes estudios denotan el aislamiento
social: "la nueva plaga moderna".

Hoy una de las dificultades
en estar mejor preparados,

es en realidad tratar de convencerlos

de que necesitan poner
el esfuerzo y tiempo

en prepararse para un evento
que puede que nunca ocurra.

El comportamiento humano
demuestra que nuestro enfoque

está mucho más en la respuesta
y en la fase de recuperación

que en la fase previa al desastre.

Pero lo que sabemos hoy

es que mientras más pongamos
en la prevención y preparación,

habrá un menor impacto
posterior al desastre.

Se estima que por cada dólar
que gastamos en mitigación del riesgo,

nos ahorramos unos 6 dólares en el futuro.

Y muchos podrían argumentar

que si se hiciera más en las fases
de planeación previas al desastre,

desastres causados por el hombre, como
11S, habrían sido enteramente prevenidos.

Y eso nos dice una cosa,

que de verdad necesitamos
cambiar esta conversación,

traerla de vuelta a los
cimientos de la comunidad

y hacer que Uds.
se comprometan con este tema.

El inicio del desarrollo de la resiliencia

empieza con que Uds.
entiendan su importancia.

La fortaleza de una comunidad
viene de sus individuos,

y la fortaleza de un individuo
es la comunidad.

No estaba lloviendo cuando
Noé construyó el arca.

La historia ha dado sus lecciones,

y sabemos que la tormenta se aproxima.

Pero la pregunta es:

¿Están listos?

Gracias.

(Aplausos)