-
Es su turno.
-
- Buenos días.
- Buenos días. Siéntese.
-
¿Cómo se llama?
- Émilie Muller.
-
- ¿Es su nombre real?
- Sí [sonríe]
-
- ¿Es actriz?
-
- Tuve un pequeño papel en el teatro
hace mucho pero
-
no creo que me pueda considerar actriz.
-
- ¿Es todo?
- Sí.
-
- ¿Ninguna película?
- Pues no, ninguna.
-
- ¿Castins?
- No, es la primera vez.
-
- ¿Y estudios de arte dramático?
-
- No, lo siento.
-
- ¿Cómo ha sabido que buscamos una actriz?
-
- Por una amiga, que quería que la acompañara.
Insistió mucho.
-
Y al final, he venido yo y ella no.
-
- Pese a ello ha venido.
- Sí, por la historia...
-
bueno, el guión.
-
El hombre atrapado en una habitación y la mujer que trota por el mundo en su lugar
-
me ha conmovido.
-
- ¿Podría enseñarme lo que lleva en su bolso?
-
sí, su bolso.
- ¿En mi bolso?
-
- Sí.
- Yo...
-
- ¿No quiere? Venga, anímese.
- Vale, de acuerdo.
-
- ¿Le parece tal vez una indiscreción?
- No, en absoluto.
-
- O sea que quiere que vacíe mi bolso.
-
¿Cómo lo hago?
-
- Pues saque un objeto al azar
y explique qué hace en su bolso,
-
lo que le evoca.
-
De acuerdo, rodamos. ¿Todo el mundo listo?
-
¿Motor?
- Émilie Muller, 1ª.
-
- Bueno, ¿empiezo?
-
La verdad es que no hay nada del otro mundo.
-
Monedero.
-
Una polvera.
-
Esta mañana al venir hacia aquí
he pasado por un mercado,
-
había fruta de todos los colores,
manzanas rojas y verdes...
-
Como me he parado a mirar,
el vendedor ha cogido una y me la ha dado.
-
- ¿Qué es?
- ¿Esto?
-
Clasificados del periódico.
-
- ¿Busca algo?
-
- Ahora nada, pero a veces busco trabajo.
-
- ¿Qué tipo de trabajo?
-
- Bueno, cambio continuamente:
-
criada, canguro, camarera... documentalista...
-
Ahora soy correctora en una editorial.
-
Me gusta mucho.
-
Lo malo es que en los textos ya no veo
más que los defectos, precisamente.
-
Es tremendo lo que uno puede encontrar en los clasificados cuando se es un poco curioso.
-
Y me parece que es tan estupendo...
-
saber que unas pocas palabras de un periódico
pueden cambiar una vida.
-
Me gustan los de casas también
porque sueño con tener una casa para mí.
-
Nada del otro jueves.
-
Me bastaría con una casita en el fondo de un bosque.
-
Pero tendría que poder ir cuando me apeteciera,
-
para llevar a amigos y beber,
-
escuchar música, hasta la madrugada.
-
Cuando leo el anuncio de una casa,
-
enseguida imagino la vida que podría llevar,
-
porque una casa tiene que ser el comienzo de una nueva vida.
-
O sea, olores diferentes,
-
colores nuevas... ¿nuevos?
-
o si no la soledad, total,
-
sin nada, sin nadie con quien hablar.
-
Sueño con eso a veces.
-
- ¿Y no le da miedo?
- No, no.
-
Desde pequeña, mis padres me enseñaron
a quedarme sola.
-
Me dejaban tardes enteras,
-
con un libro, eso sí.
-
No recuerdo haber tenido miedo, nunca.
-
Ah, un anillo.
-
Me lo dio un amigo de toda la vida.
-
Era de su madre, que falleció.
-
Nunca me lo he podido poner.
-
- ¿Por qué?
- Porque no es nada fácil llevarlo. *
-
Un billete de avión.
-
- ¿Viejo?
- No, nuevo.
-
... me lo envió un amigo.
-
París-Niza ida y vuelta. No sé si iré.
-
- ¿Y eso por qué?
-
- Me dijo que tenía allí un piso muy blanco,
-
con vistas al mar, como en un cuadro de...
-
no, la verdad es que sería para ver una tumba.
-
- ¿Una...?
- Una tumba, ya sabe, una tumba.
-
Que está en un extremo de la ciudad.
Hay un cementerio, totalmente blanco, según parece.
-
Matisse, el pintor, está enterrado allí.
-
Es una tumba sencilla con un ramo de flores rojas,
siempre las mismas.
-
Alguien, no se sabe, quizá una mujer,
las cambia todos los días.
-
Cuando me lo contó,
le dije que me apetecía mucho ver esa tumba,
-
y ayer recibí este billete.
-
Bueno, si me voy, temo no volver.
-
Mm, un libreta para anotar.
-
- ¿Para anotar el qué?
- Una historia, un trozo de sueño,
-
una frase que he leído en un libro.
-
Pero tampoco me va mucho. Es una manía absurda.
-
- ¿Por qué absurda?
- Porque no sirve para nada.
-
Lo que de verdad importa no hace falta anotarlo,
lo recordamos.
-
- ¿Y eso es su diario?
- ¿Esto? Sí.
-
Escribo todos los días, me obligo a ello.
Es como un trabajo.
-
Escribo lo que veo, lo que hago,
sobre la gente que me encuentro, todo.
-
- ¿Y no teme que alguien lo lea?
- Sí.
-
El otro día, perdí una de mis libretas.
-
Livretas.
-
- Libretas.
- Libretas [corrección de pronunciación].
-
Desde entonces, tengo muchas pesadillas.
-
Sueño que la encuentran y que vienen a pedir
explicaciones sin parar.
-
Hay cosas terribles,
cosas que no he dicho nunca a nadie.
-
- ¿Podría leerme algo, cualquier cosa?
-
Un poco al azar.
-
- Lunes 7 de julio.
-
He conocido la felicidad,
pero no es lo que me ha hecho más feliz.
-
Es bonito, ¿no?
-
- ¿Es suyo?
-
- No, de Jules Renard.
-
Lo leí en su diario.
-
Espere, hay una frase muy divertida
que anoté el otro día.
-
Ya me pondré a buscarla.
-
- Quiere un poco de café.
- No, no, gracias.
-
- Oiga, ¿le gusta seducir?
-
- Francamente, no creo.
-
- Pero a todos nos gusta seducir, ¿no?
-
- A mí me seduce más
-
el deseo del otro.
-
- ¿Es decir?
-
- O sea que en cuanto muestran un poco de interés,
me derrito.
-
Me gustaría que no fuera así, pero es más fuerte que yo.
-
- Pero los hombres deben de aprovecharse, ¿no?
-
- Pues los dejo yo.
-
A veces es muy inesperado.
-
- ¿Por ejemplo?
-
- Puede bastar con una palabra, un gesto,
-
para ellos es algo fútil, pero para mí es suficiente.
-
Basta para que me dé cuenta de que... no tenemos nada en común.
-
- ¿Y no los vuelve a ver?
- No, no puedo.
-
Siempre intento volver a ver a la gente que he amado.
-
Necesito saber lo que hacen, qué es de su vida.
-
Aunque no los vea durante meses.
-
Siempre saber que están, en alguna parte,
-
que donde están están bien y que...
-
basta con un toque para volver a vernos.
-
No sé si se lo imagina, es...
-
es importante.
-
Uno busca borrar a alguien de su vida,
-
y al final borra un poco de su propia vida.
-
Y además la vida ya hace todo
para separar a la gente, así que...
-
Un...
-
Un boli.
-
Es un regalo de mi amigo por su cumpleaños.
-
-¿Por el cumpleaños de él?
-
- Sí. Siempre ha preferido
hacer regalos en vez de recibir.
-
Un tarjeta postal.
-
De una amiga.
-
Hace muchísimo que no sabía nada de ella.
-
Vive en Brasil, en Sao Paulo.
-
Desde hace cinco años, es monja.
-
Me escribe para decir que lo ha dejado todo
-
y que acaba de casarse...
-
con un cura. [risas]
-
Si pudiera, cogería el primer avión.
-
- ¿Queda algo?
- A ver qué queda...
-
Sí.
-
Una...
-
Una tarjeta de biblioteca
y una tarjeta de donante de órganos.
-
- ¿De qué?
- Sí, de donante de órganos.
-
Si muero, donaré mis órganos.
-
Esto no lo tomo casi nunca, pero
-
siempre llevo encima por...
-
por... el insomnio.
-
Lo peor es entre las 4 y las 5 de la mañana.
-
Cuando no has previsto nada.
-
Cuando no tienes ni un buen libro
-
o algunas galletas para picotear.
-
Un paquete de tabaco.
-
- ¿Fuma mucho?
- ¿Yo?
-
No, no fumo.
-
Es para los amigos.
-
- ¿Y tiene muchos amigos?
-
- Pues... no.
-
Precisamente tengo un amigo
que tiene una teoría sobre eso.
-
Dice que el ser humano
tiene una capacidad limitada para tener amigos.
-
Que si se añade uno nuevo,
-
se echa a uno que ya se tenía.
-
Estoy de acuerdo. Creo que en la vida
no se pueden tener más que dos o tres.
-
O menos... [risas]
-
- ¿Y cuáles son las cualidades
que más le conmueven en un hombre?
-
- ¿Que más me conmueven?
-
Pues justo eso, que se puede conmover.
-
También que pueda admirar, es importante.
-
Pero bueno, también es válido para las mujeres.
-
Creo que quiero más aun a alguien
-
si es capaz de emocionarse.
-
Es cierto.
-
- ¿Y su amigo? ¿Tiene esa cualidad?
-
- Creo que sí.
-
- ¿Y cuáles son sus defectos?
-
- "Émilie Muller, 2ª". [clac]
-
- Tenemos que hacer otra toma
porque nos quedábamos sin película,
-
hablábamos de su amigo
y le preguntaba cuáles eran sus defectos.
-
- Ah, sí.
-
Sólo le conozco uno, pero es terrible.
-
- ¿Cuál?
-
- Todos lo quieren...
-
pero él no quiere a nadie.
-
- Siga.
-
- Una navaja.
-
- Una armónica. ¿Se dice "un" o "una" armónica?
-
- Una, creo.
-
- Un imperdible, una agenda vieja...
-
- ¿Lleva algún libro?
- ¿Un libro?
-
Sí, siempre.
-
- ¿Puede enseñármelo?
-
¿Qué es?
-
- Es un libro de recuerdos.
-
Es lo único que leo, y biografías, y diarios personales.
-
Tengo que... estar segura de que
lo que leo lo vivió alguien.
-
Si no, se me hace pesadísimo.
-
Éste es un... libro de un escritor estadounidense.
-
Hay un momento en el que explica
que su madre murió
-
sin haber dicho nunca nada de él.
-
¿Y sabe por qué?
-
Porque con cada libro, él pensaba
que el siguiente sería mejor,
-
y por tanto digno de ella.
-
Es brillante, ¿no?
-
Leo muy pocos libros de cabo a rabo.
-
Siempre salto entre lecturas,
de una página a otra, constantemente.
-
- ¿Pero por qué?
-
- ¿Ya ha conocido usted la mujer de su vida?
-
- ¿Cómo dice?
-
- Sí, la mujer, la que con la primera mirada
sustituye a todas las demás.
-
Pongamos que la busca y que no la conocía.
-
Sólo estará seguro de que cuando esté ella ante usted,
-
por primera vez, no habrá dudas de que
la que usted buscaba era ella.
-
La lectura es igual.
-
Al leer buscamos todos algo único.
-
Pero ese algo, claro, nunca lo encontramos.
-
- ¿Y si encontrara ese algo?
-
- Pues me trastornaría la vida, simplemente. [risas]
-
- "Émilie Muller, 3ª. [clac]
-
- Adelante.
-
- Creo que he terminado.
-
Ah, no, hay un bolsillo pequeño.
-
Éste es mi amigo. Duerme.
-
Es el único momento en el que tolera
que le saquen una foto.
-
Ésta es mi madre, cuando era joven.
-
Encontré esta foto hace unos días en un baúl.
-
Nunca la había visto.
-
Me gusta la mirada de mi madre,
sobre todo su sonrisa.
-
Es la primera vez que la veo en brazos de un hombre
que no sea mi padre.
-
Parecen muy enamorados.
-
Me alegra que antes de nosotros,
-
antes de mi padre, pudo ser feliz.
-
- ¿Sus padres son importantes para usted?
-
- Sí, lo son todo para mí.
-
La idea de que un día ellos...
-
Tiemblo de pensarlo.
-
- ¿Me puede hablar de cuando era pequeña?
-
- Durante mucho tiempo fue pequeña.
-
- ¿Por qué?
- No quería crecer, estaba tan bien.
-
No recuerdo qué escritor dijo que
-
no recuerda haber tocado suelo
cuando era pequeño
-
de tanto de iba de brazos en brazos.
-
A mí me pasa igual.
-
Tenía padres muy tranquilizadores
que me protegieron mucho.
-
- ¿De qué origen es?
-
Soy... húngara.
-
- ¿Podría decir algo en húngaro,
un poema por ejemplo?
-
- No va a entender gran cosa.
-
- No importa.
-
[recita en húngaro, o eso parece]
-
- De acuerdo.
- Ya está.
-
- Cuando era pequeña, ¿sabía usted
-
qué quería ser de mayor?
-
- Sí, queríamos ser astronautas yo y mi hermano.
-
[risas] Astronauta, sí.
-
Nos pasábamos el tiempo observando el cielo.
-
Si nos proponen ir a Venus, Marte o Júpiter,
-
habríamos saltado de contentos
y nos habríamos ido enseguida.
-
- ¿Y no ocurrió?
- No.
-
Vaya a ser usted por qué. [risas]
-
- ¿Podemos cortar? Ya está.
Han pasado 15 minutos.
-
- ¿Ya? Ah, vale.
-
- Muchas gracias.
- Adiós.
-
- Adiós.
-
No olvide comprobar sus datos fuera
-
con el joven que está en el pasillo.
-
Ya le llamaremos, dentro de una semana.
-
¿Me podrían traer un poco de eau, por favor?, porque...
-
- Le quedan cuatro.
-
¿Quieres la siguiente ahora?
-
- Me apetece hacer una pequeña pausa.
-
- Sí.
-
- Diles que no tardaré, diez o quince minutos...
-
- Sí, las hago esperar.
- Gracias.
-
- Voy enfrente, eh.
-
- ¡Eh, Olivier!
- ¿Sí?
-
- Se ha olvidado su bolso, Émilie.
-
¿Te da tiempo a pillarla?
-
- ¿Este bolso? Si no es el suyo.
-
- Oye, que acabamos de rodar con él.
-
- No es suyo, seguro, no llevaba bolso.
-
¿Pues de quién es?
-
- ¡Alice, Alice!
- ¿Sí?
-
- Alice, dime, ¿de quién es este bolso?
- Es mío.
-
- No [incrédulo].
- Que sí, que es mío.