Utilizando el trauma para impulsar la creatividad y el éxito | Emily Trusk | TEDxFondduLac

Esta charla tuvo lugar en un evento TEDx con el formato de conferencia TED, pero organizado de manera independiente por una comunidad local. Para más información: http://ted.com/tedx

La actuación de palabra hablada de la poeta local Emily Trusk sirve para compartir su historia y exponer sus ideas sobre cómo la poesía y otras formas de escritura pueden ayudar a otros a contar sus historias.

Esta charla fue patrocinada en colaboración con Sirna Productions. Emily Trusk es empática, soñadora empedernida, cantante y artista, pero sobre todo poetisa. Utiliza las palabras y la voz para dar sentido a la oscuridad. La poesía es su manera de sanar el trauma y usar esas experiencias para crear arte. Emily se graduó en la UW Oshkosh en literatura inglesa y actualmente es coordinadora de acción comunitaria en el Thelma Sadoff Center for the Arts en Fond du Lac, Wisconsin.

No hablamos sobre ir a rehabilitación
o beber demasiado después del trabajo.

Expertos en esconder latas de cerveza
tras cajas de herramientas,

balbuceando palabras
al empleado del súper.

No hablamos de nuestra sexualidad
a menos que sea hetero y convencional.

No hablamos de ella

porque nos aterra ser atacados
en la acera por un extraños

que solo nos conocen
por las manos que estrechamos.

No hablamos sobre nuestras madres

y los cuerpos
que han sacrificado por nosotros.

No hablamos de los monstruos
que han invadido nuestros dormitorios,

que se han llevado cosas
que no les pertenecen,

cosas que habíamos guardado.

No hablamos de las negras noches
pasadas doblados frente al espejo,

con sangre goteando de nuestros dedos,

ojos de huracán girando,
lloviendo de dolor,

sin saber si lloramos
por el corte o por la violación.

No hablamos de estas cosas.

Decimos: "Hola, ¿cómo estás?"

"Yo genial".

Nos arremangamos.

Decimos: "¿Quieres beber algo?"

Para mí, la poesía es terapia.

Es mi manera de vivir la vida
tras el trauma.

Dejo ir las cosas poniéndolas
sobre papel y dejándolas ahí

en vez de darles vueltas en mi mente.

Tras muchos años, me he dado cuenta de
que la poesía siempre ha sido mi terapia.

Recuerdo que de niña me castigaban

por ser muy traviesa.

Solía rimar palabras para pasar el rato.

Componía canciones para los chicos
que me rompían el corazón en secundaria.

Cuando mi familia se rompió

y se me arrebató la vida
tal y como la conocía,

escribí poesía.

Cuando me autolesionaba, escribía poesía.

Cuando me recuperaba de las autolesiones
y mis cicatrices sanaban, escribía poesía.

Cuando tomaba demasiadas
pastillas para dormir

en el estado más oscuro y depresivo
de mi vida, al ir a la universidad...

escribía poesía.

Era la única manera.

Verán, hay una interconexión
en la economía de palabras en mi trabajo

que sirve de puente

desde una persona rota

a un bello mosaico de colores y emociones

que me convierten en quien soy hoy.

Y sanar a través de la poesía
va más allá de las palabras.

Se adentra en el mundo
de la conciencia plena y la respiración.

Cuando escribo, busco un lugar tranquilo
en mi mente y en el mundo físico

y me permito simplemente existir.

Agradezco mi trauma,

porque ahora creo arte a través del dolor.

Los saltos de línea en mis poemas
me recuerdan que debo respirar,

tomarme un momento
y apreciarlo por lo que es

y por lo que está por llegar.

Me vuelvo vulnerable estando ante Uds.

interpretando mi trabajo.

Pero en verdad, esa es la mejor parte.

Mi esperanza es no solo sanar
a los que comparten mis experiencias

sino animar a esas personas
a que compartan su propia alma,

a revelarse en su oscuridad
para encontrar su luz,

para crear su propio arte
a través del dolor.

Animo a todos a que compartan su alma.

Les animo a escribir
cartas de amor a sí mismos

a través de la poesía, arte, música,
lo que tengan, sea cual sea la forma.

Ahora saben que la poesía es mi terapia.

¿Cuál será la suya?

El último poema que voy a interpretar
se titula "Durmiendo en la ducha".

Salir de la cama es hoy difícil.

Alzar la cabeza de la almohada,
que me traga para luego escupirme.

El sol golpea el alféizar de mi ventana
y dice: "Estoy aquí. Sal y juguemos".

Me reclino en el colchón.

Hoy he fracasado.

Me convenzo de que no estoy bien
y de que no lo voy a conseguir.

Ahora hay luz diurna,
pero todo lo que veo es azul.

Así que me vuelvo a dormir,
no un sueño profundo sino una siesta

lleno de pesadillas y cosas feas
que hacen que quiera dormir más,

en silencio, sola.

Mi mejor amiga me llama, no hago caso.

Lo entenderá,

ya ha estado en mi situación.

Lo que no sé es que ella
también me necesita,

cómo me necesita el sol,

cómo me necesita la luna,

cómo la necesito a ella
ahora más que nunca.

Arrojo mi almohada al suelo,
me levanto, fortalecida,

voy al baño, tomo mi taza, me cepillo
los dientes, llevaba días sin hacerlo.

De todos modos, ¿quién me iba a besar?

Soy fea, una fracasada, he engordado.

No puedo contar mis dedos,
lloro a mares.

¿Quién habla?

¿Soy yo?

¿Quién es?

Me meto en la ducha, pero caigo
fría, húmeda, temblando.

Agarro el bote de champú
para sentirme mejor,

pero estoy harta de agarrarlo
para sentirme mejor.

Aún así lo hago.

Aunque mis músculos son firmes
y estoy hecha para moverme,

mi cerebro me ordena: "No lo hagas".

Tengo una entrega, no la he empezado.

Dije a mi profesor que estaba enferma y...

es cierto.

Pero siento como si mintiese.

El lamento es grueso como la capa de leche
de la bebida de hace 2 semanas en la pica.

No he fregado los platos.

No me he encontrado bien. No importa.

Mi padre me llama por teléfono
todos los días a las 3:00.

Ensayo qué decirle.

No quiero que se preocupe por mí.

Ya tiene muchas preocupaciones.

Así que respondo: "Estoy bien. ¿Y tú?"

Me responde lo mismo y me preocupo.

¿Y si él se siente tan cansado
y tan abrumado como yo?

Gracias.

(Aplausos)