El poder de la sonrisa | Angie Rosales | TEDxBarcelona

This talk was given at a local TEDx event, produced independently of the TED Conferences. En su charla llena de positivismo y de emociones Angie nos muestra como la sonrisa puede ayudar a personas enfermas y hospitalizadas.

Directora de Pallapupas que tiene como misión crear un espacio para la risa durante el proceso de la enfermedad, y convertir así los hospitales en espacios más amables y llenos de vida a través de actuaciones artísticas, con un equipo de profesionales remunerados, orientadas a niños y a personas mayores, en estrecha colaboración con el personal sanitario

About TEDx, x = independently organized event In the spirit of ideas worth spreading, TEDx is a program of local, self-organized events that bring people together to share a TED-like experience. At a TEDx event, TEDTalks video and live speakers combine to spark deep discussion and connection in a small group. These local, self-organized events are branded TEDx, where x = independently organized TED event. The TED Conference provides general guidance for the TEDx program, but individual TEDx events are self-organized.* (*Subject to certain rules and regulations)

Muy buenas tardes.
Bona tarda.

Supongo que estáis cansados o cansadas,

yo soy la última

y no me quiero comer el marrón,
quiero que lo sepáis,

osea que me hacen Uds. el favor de
darse unas cachetitas así en las mejillas

¡Venga, venga, venga! ¡Vamos, vamos!
Ahí, ahí.

Me suben los brazos vertical
y horizontalmente, ahí, ahí va,

ahí lo veo bien ese TEDx Barcelona.

Y nos levantamos y nos acuclillamos,
¡venga vamos, vamos, vamos, vamos!

Ahí, ahí, ¡veo por ahí algunos que faltan,
algunas, vamos!

¡Uh por aquí está lleno!
¡Venga para arriba!

¡Venga, venga! ¡Venga, venga!

Bien, okay, aprobado TEDx Barcelona.
¡Genial!

(Aplausos)

Bueno, yo no sé si alguna vez
os habéis hecho esta pregunta:

[¿Conoces el poder de la sonrisa?]

¿No? No pasa nada.

Yo tampoco me la había hecho hasta que,
una mañana de verano de 1997,

un compañero de profesión, yo soy actriz,
me invitó a un casting

como payasa de hospital.

Payasa de hospital, ¿pero eso qué es?
No lo había oído jamás en mi vida.

Bueno, me convenció, fui al casting,
lo hice, me lo pasé estupendamente

y me fui a mi casa, un casting más.

Al cabo de unas semanas
me llamaron para decirme

que me habían escogido,
que la formación empezaba inmediatamente

y que se haría dentro de un hospital.

Guau. Eso sí que no estaba en mis planes.

Mis hijos eran pequeños, así que
reorganicé mi vida a toda prisa

para poder asistir a la formación,

porque ya había un gusanillo
que empezaba a picarme,

¿qué era eso de payasa de hospital?
Qué cosa más rara.

Ahí estaba yo, el día que me dijeron,
a la hora que me dijeron,

toda estupenda divina,
ole que me voy para el hospital.

Ay Dios mío qué ajena era yo
a todo lo que me venía.

El primer lugar que vi fue
una UCI pediátrica.

Pero antes me zarandearon,

hasta llegar allí me zarandearon
un montón de emociones.

El olor, el olor en el hospital,
todavía lo tengo por ahí.

Las paredes blancas,
las batas blancas,

los altavoces llamando a los pacientes
para que pasaran por consulta.

Y llegamos a la UCI.

Abrimos la puerta... ¡puf!

Aquello era otra cosa.

Luz tenue, silencio,
mucho, mucho silencio...

bip, bip, bip, bip.

El personal sanitario hacía su trabajo
y asombraba

lo aparentemente ajenos que estaban
a aquel dolor.

Los padres y las madres sentados
al lado de sus hijos y de sus hijas

tristes y muy asustados.

Y por supuesto los niños.

Niños y niñas de todas las edades,
inconscientes o semiinconscientes

luchando por sus vidas.

En todo eso andaba yo cuando de repente
apareció la pareja de payasos de hospital

a la que había ido a observar.

Y lo que pasó fue mágico,
absolutamente mágico.

El espacio se transformó,
el silencio se convirtió en música,

la música entró en los corazones
de los padres y de las madres

y sus miradas se tiñeron de esperanza,
pero sobre todo de consuelo.

El personal sanitario
se volvió totalmente loco,

osea yo en un momento, pensé:
esta gente está de la cabeza.

porque se pusieron animadísimos
con los payasos,

pero luego entendí
lo aparentemente ajenos que estaban,

para nada.

Para nada.

Hubo una historia que me tocó,
me tocó especialmente.

La de un niño que ya
no iba a salir del hospital,

de hecho sus padres le visitaban allí,
porque aquella era su casa,

había perdido la vista,
solamente escuchaba por un oído,

apenas tenía movilidad en su cuerpo
y estaba en una silla de ruedas.

Aún y con eso, la pareja de payasos
actuó para él,

adecuó la actuación para los sentidos
que sí le funcionaban.

Cuando acabé la formación
que por supuesto lo hice

como toda una profesional,

supe que algo grande había pasado.

Me fui a mi casa y lloré, lloré y lloré,

y decidí que de mayor
quería ser payasa de hospital.

Y por eso fundé Pallapupas.

Payasa porque nada me parecía
más hermoso y digno

que compartir un momento de tantísimo dolor
con otro ser humano

a través del humor.

Y porque nunca me había imaginado
que la risa te acercara tantísimo

a otra persona.

No sé si os ha pasado alguna vez,

pero, ¿habéis coincidido
con alguien en un grupo

a alguien que no conocíais demasiado,
con quien habéis tenido conexión,

con quien os habéis echado
unas buenas risas,

y con quien después de eso,
habéis tenido la sensación

de que era un poquito más
amigo o amiga?

¿Sí?

¡Ay, no! Qué lástima.

¿Si bebo agua me voy de cámara?

¿No?

Pues para el agua que me voy.

Perdón.

Claro, después de ser testigo
de tantísimo dolor,

llevo años dándole vueltas
a una pregunta:

¿cómo es posible que el dolor y el humor
convivan en un mismo espacio?

De verdad, soy madre de tres hijos
y me ha costado mucho

llegar a la respuesta

y creo que tiene que ver con que
no nos educan para, no nos explican

que vamos a envejecer, que vamos a morir,
que sufrimos,

así que nosotros vamos haciendo
planes y más planes en la vida

totalmente ajenos a lo vulnerables
que somos a ellas,

y sobre todos a los planes
que la vida tiene para nosotros.

Pero cuando la vida te da un revés
de semejante manera,

os aseguro que
el orden de prioridades cambia,

pero sobre todo uno aprende
que las circunstancias

no se pueden cambiar.

Esas no.

Con esas no hay nada que hacer.

Pero sí la actitud
con la que tú te enfrentas a ellas.

Pero no como un acto heroico,
no, no, no nos confundamos eh,

como la máxima expresión
de la libertad.

La libertad de decidir
qué actitud voy a tomar

frente a ese problema.

Esque si no, no se explica que durante
catorce años en hospitales

y habiendo visitado
a medio millón de personas,

no nos hayan echado a patadas
de alguna habitación

o de algún quirófano.

De hecho, a esta conclusión a la que
yo tan brillantemente he llegado,

luego una se pone a leer y a informarse
y bueno, han llegado muchos otros antes,

aquí no se ha inventado nada,
por supuesto.

Una de las personas que llegó a esta
conclusión también es Viktor Frankl,

que lo escribe en su libro
"El hombre en busca de sentido".

Él era un psiquiatra vienés, judío,
que había sido capturado por los nazis,

y metido en un campo de concentración.

Él vivió con muchísimo dolor
el haber sobrevivido

al lado de todas
las personas que murieron

porque todas las personas con las que
él había compartido la experiencia

habían muerto.

Y llegó a esa conclusión:
esas circunstancias

esa realidad en Europa
en ese momento de la historia

era imposible cambiarla.

Lo que él consiguió es que los nazis
no entraran en esa parcela de libertad

esa fue suya
y no se la robaron jamás.

Esto, los padres y las madres
que están en los hospitales,

lo tienen clarísimo.

Nada ni nadie les va a robar
ni a ellos ni a sus hijos

un momento de felicidad
o de risa.

No.

Por eso, estamos seguros
de que reír te llena de vida.

De hecho, hay muchos estudios publicados,
hay uno de la Universidad de Maryland,

para mí, que da una
información interesante.

Como por ejemplo, que reír
durante cinco minutos

equivale a 45 minutos
de ejercicio aeróbico.

Anda que no nos hubiéramos
ahorrado gimnasio...

Que el reír verdadero,
ese que nace de dentro,

moviliza 400 músculos del cuerpo,

que genera endorfinas,
que favorece la sexualidad,

que combate el estrés,
que favorece la productividad,

¿qué más se puede pedir?

Creo que son datos
suficientemente importantes

e interesantes como para que
nos los tomemos

un poco más en serio.

Y ahora, un vídeo.

[Canción Happpy As The Sun
de Tyrone Wells]

[Aplausos]

¡Qué serios!
Ahora, míralo, hombre claro,

con lo guapo que es.

Llevar la risa a los espacios de dolor
es posible,

nosotros lo hacemos
cada día.

Somos profesionales
de las artes escénicas

que ponemos el teatro
al servicio de la salud.

Siempre, siempre, siempre,
en estrecha relación

con el personal sanitario.

Para humanizarla,
para hacer de los hospitales

lugares más amables,

porque sabemos que mejora
la salud física y emocional

de las personas enfermas

y sí, trabajamos en quirófano,

para que los niños
entren así,

¡adiós papi!

¿Habéis visto aquel programa de tele
que no me acuerdo cómo era

porque no veo mucha tele,
pero hacían así? ¿Cómo?

Ese, ese. Así.

Y dices: van a un quirófano.

Pues sí.

Conseguimos que
la inducción a la anestesia

se haga sin utilizar la fuerza,
trabajamos en los hospitales

para gente mayor
porque a ellos también

les pertenece el humor.

Nos sacamos la nariz roja para trabajar
el teatro con personas que padecen

una enfermedad mental.

Pero lo verdaderamente importante
es que el teatro y el humor

en un contexto sanitario
nos hace más fuertes

y más libres frente al dolor.

Porque de eso se trata, ¿no?

De que cada uno de nosotros pueda ser
más libre frente a sus circunstancias,

las de ahora y las del futuro.

De hecho, nos han pasado cosas
maravillosas, como ver a un cirujano

que sale de dentro de un quirófano
así con esas batas que llevan,

las mascarillas,

los gorros, sacándose los guantes,
diciendo: ¡dónde están los Pallapupas!

¡Dónde están los Pallapupas
que los necesito en quirófano!

Cuando eso sucede,
sabes que algo profundo

se está transformando.

Cuando una joven con anorexia
ingresada en un hospital

pide asistir a las sesiones
de teatro social de Pallapupas,

¡puf! Sabes que algo questá pasando.

Cuando los alumnos de medicina
ya no tienen plaza para entrar

en la asignatura que impartimos
en esa carrera,

sabes que algo está cambiando.

Y cuando la señora Pepita,
que esto es real, pasó hace dos semanas,

llama a nuestra oficina
pidiendo por las Pallapupas

porque les quiere agradecer
lo mucho que la ayudaron

mientras estuvo ingresada,
te llenas de satisfacción

y tienes la certeza

de que estás por el buen camino.

Nosotros, Pallapupas,
ya estamos caminando.

¿Nos ayudas a llenar los hospitales
de risas que te dan vida?

Gracias.

[Aplausos]