Cómo se dibuja la realidad | Allan McDonald | TEDxTegucigalpa

Esta charla es de un evento TEDx, organizado de manera independiente a las conferencias TED.

¿Cómo se dibujo la realidad de un país?, en esta poderosa presentación, Allan nos comparte numerosas experiencias en su vida como caricaturista, desde amenazas por publicar contenido considerado "no adecuado", hasta el proceso crudo de inspiración que a veces le ha tocado vivir.

Caricaturista, ilustrador, artista y eterno observador de la sociedad hondureña, Allan McDonald es actualmente uno de lo más reconocidos caricaturistas en Honduras.

Con su caricatura, Allan ha logrado sintetizar la realidad y presentárnosla de una manera original, honesta y reflexiva.

Ha recibido premios a nivel nacional e internacional, incluyendo el Premio Mundial de Prensa que otorga la ONU. En 1998, una publicación de Inglaterra lo colocó entre los mejores 20 caricaturistas del mundo. La lista sigue y es por ello queremos invitarlos a que vean más de su trabajo y descubran por su cuenta por qué este hondureño ha sido merecedor de tan destacados reconocimientos.

Por su creatividad, y por ser un referente de la cultura gráfica hondureña, consideramos que Allan McDonald está #MarcandoLaDiferencia en Honduras.

Buenas tardes.

Vengo a...
no sé a qué, pues...

porque lo único que puedo
hacer en la vida es dibujar.

Pero voy a contarles un poco
de lo que hago.

Cómo lo hago.

Es algo incómodo para un dibujante

explicar cómo se dibuja.

O cómo uno entiende o cree entender
esta realidad, este país

que hace muchos años se nos ha negado.

Tuvimos el honor, el orgullo,
de nacer acá.

Pero fue como una casualidad,
como una jugada del destino.

Porque ya sabemos que el país
no es nuestro.

Que solo somos pasajeros.

Que los dueños del país son otros;
tres o cuatro familias, nada más.

Pero bien.

Les voy a contar un poco la historia
de cómo empecé a hacer caricaturas.

Yo nací en un pueblo
ya perdido en la historia.

San Antonio de Oriente,
que está al oriente del país.

Este pueblo me vio nacer.
Nací a las 3 de la mañana

por una partera que no la encontraban.

Entonces la anduvieron buscando
de casa en casa.

Entonces supe que desde que nací
venía para estorbar a la gente.

Así que en ese pueblo
no me quieren, pues.

Siempre recuerdan
las desveladas que daba.

Además, de niño me iba a caminar
por las noches

porque tengo insomnio,
siempre lo tuve, desde siempre.

Y tenían que andarme buscando
con leños encendidos, y todo eso.

Pero bueno, empecé a ir
a una escuela rural, unidocente.

Una escuela de adobe, de los años 70.

Y bueno, las escuelas
no han cambiado todavía.

Los maestros pues sí, algunos.

Pero tuve la dicha, la desgracia,
o la fortuna --no sé--

de no aprender matemáticas,
de no entender los números.

Nunca los entendí.

La aritmética para mí fue algo
que no sabía para qué servía.

Entonces me puse a dibujar.
Me ponía a hacer cosas.

Me ponía a hacer mapas, escudos, todo.

La maestra me dijo:
"Bueno, solo para eso servís".

Así que pasé a la pizarra,
me daba unos yesos de colores...

Y empecé a hacer dibujos.

Es lo único que servís, pues.
Así que ahí te vas a quedar

haciendo dibujos toda la tarde.

Era como un castigo.

Me quedaba dibujando,
dibujando toda la tarde.

Y yo prefería eso.

Luego mis papás me trajeron
a Tegucigalpa.

Y acá crecí.

Crecí en los años 80.

Los que han crecido en esa etapa,
en esa época, en esa década

se darán cuenta que fue complicado
crecer en la era de los gorilas,

de los años verdes, los años
en que era prohibido respirar.

Entonces allí, en esa época

todo el mundo estaba ocupado en
ser comunista o en ser paramilitar

y yo estaba ocupado en ser niño.

Así que no me importaba lo que pasaba.

Pero mis padres estaban
involucrados políticamente.

Y tenían que esconderse muchas veces.

Estar en un lado, en otro.

Eso me creó una estabilidad emocional.

Y yo me refugié en el dibujo.

Pero hubo un momento en que
alguien me vio dibujar.

Y me dijo: "Yo voy a llevar
esta caricatura a un periódico".

Y la llevó, en 1986,
al diario El Heraldo.

Publicaron la caricatura
contra todo pronóstico.

Estuve trabajando...
tenía como 9 nueve años.

Y luego pasé a trabajar a otro periódico.

Y luego tuve que ir a La Prensa.
Me contrató diario La Prensa.

Lo cual tenía que viajar a San Pedro Sur.

Y yo tenía como 10 años,
yo no podía viajar

ni sabía que existía San Pedro Sur.

Entonces, bueno,
estuve 4 años en La Prensa.

Luego La Prensa me mandó
a El Heraldo de nuevo.

26 años en El Heraldo.

Toda una vida haciendo caricatura.

Y siempre fue complicado para mí
tener una relación.

Desde un inicio mi relación
con la gente fue complicada.

La relación con La Prensa
para mí es complicada.

La relación con los editores
fue complicada.

Cuando empezaron a censurar mi trabajo.

Cuando me empezaron a decir:
"Esos pichingos son feos,

no tienen ojos, son amarillos,
son monstruos, parecen monstruos".

Claro, en un país donde hay tetas
artificiales con el visto de la gente,

los normales les parecen monstruos.

Entonces seguí con mi trabajo
contra toda censura.

Al final fueron acostumbrándose
a mis ideas, a mi trabajo, creo.

Y no sé si me tenían porque no tenían
dinero para darme las prestaciones

o porque siempre ellos han tenido
la idea de que el pueblo es tonto,

y que no ven las caricaturas,
y que no ven los horóscopos.

Que realmente lo único cierto
que hay en los periódicos

es el horóscopos y las caricaturas.

Es lo único que dice la realidad ahí.

Algunas veces el crucigrama,
pero a veces no encajan.

Bueno, esos 26 años,
Uds. ya se imaginan,

26 años de estar peleando todos los días.

Y conmigo mismo también, pues.

Hubo momentos, hay anécdotas increíbles.

Todos los días de mi vida
me pasó una anécdota.

Antes la gente escribía cartas.

Era su forma,
era el Facebook de los pobres.

Y mandaban unas historias.

Me contaban historias,
me contaban su vida a veces.

Y me tocó mucho combinar mi vida
privada con mi vida de caricaturista.

Tenía que...

Una vez una muchacha me escribió una carta

diciendo que se iba a suicidar.

Estaba en esa etapa de quererse suicidar.

Pero que una caricatura mía
la había visto

y había reflexionado,
pero igual se quería matar.

(Risas)

Así que era algo que
ella no podía hacer nada.

Sin embargo hice hincapié
en un personaje mío

que se suicidaba a las 3 de la tarde.

Y empecé...

Yo no podía responderle a la muchacha
por una carta porque no tenía remitente.

Sin embargo, empecé a dedicar caricaturas
a esa persona para que no se matara.

Nunca supe qué pasó.

Una de las cosas
más difíciles que me pasó,

es bien curioso,

porque fue la mejor caricatura
que yo creo que hice en mi vida.

Y fue una caricatura...

Es un cuadro en blanco,
totalmente blanco, blanco, blanco.

Fue una caricatura
por el azar, por el destino,

por la nostalgia, por la angustia.

Y porque no se me ocurrió nada.

Por eso hice una caricatura
de un cuadro en blanco.

Pero fue una mañana que a mi hermana
la internaron en el hospital.

Y yo la acompañé.

Y fue todo el día en el hospital.

A eso de las 5 de la tarde
me llaman por beeper.

Había unos aparatos que
se llaman beeper.

(Risas)

Que se llamaban beeper,
eso ya pasó, de la Era del Hielo.

Me cayó un mensaje:

"Estamos esperando tu caricatura,
¿dónde está tu caricatura?"

A las 5 de la tarde.

En un hospital, sin lápiz, sin papel.

El periódico cierra a las 6 de la tarde.

Si a las 6 de la tarde Ud. se muere
ya no salió en el periódico.

Así que se salvó.

Le recomiendo que si se quieren
morir un día,

muéranse antes de las 6 de la tarde.

Díganle al ladrón que los mate
antes de la 6 de la tarde.

Para que salga en el periódico,

y por lo menos tenga un recuerdo.

Bueno, me llamaron y me dijeron:

"¿Dónde está tu caricatura?
vamos a cerrar el periódico".

Y yo estaba en el hospital.

Me fui, crucé la calle,
agarré un teléfono público.

Y llamé al diagramador,
al diseñador.

Y le expliqué... le iba a explicar:
"Fíjate que no tengo caricatura,

entonces mirá, agarrá una página
en blanco, una página carta,

y en la caricatura que hice ayer, cortá
la firma mía y la ponés en una esquina".

"Pero eso qué,
que ahí me van a correr, pues".

"No, esa es la caricatura
de mañana".

Eso fue en 1995, 96...

porque era Carlos Roberto Reina
el presidente.

Y el título es...
el título de la caricatura será:

"El plan de gobierno".

(Aplausos)

El gobierno de Reina terminó
y nunca hubo gobierno.

Nunca hubo un plan.

Mi hermana desgraciadamente murió.

Y yo recuerdo esa caricatura por tantas
cosas que se tejieron alrededor de ella.

Desde ese momento empecé
a dibujar con otros ojos.

Con otras manos.

Y fui creciendo en el arte del dibujo,
contra todo pronóstico de la vida,

de la muerte, de la censura.

Y contra todo control del poder.

Todos los gobiernos
han tratado de controlar

a los que somos honestos en este país.

A los que dan la cara.

A los que luchan.

Así que me planteé que no hay cosa
más allá de la vida que la caricatura.

Que para mí la caricatura es
la cuarta dimensión de la vida.

Y que seguramente será esa la única
forma en que yo pueda ganarme la vida.

La única forma que yo tenga para darle
de comer a mi hija, a mi familia.

Yo no porque casi no como.

Bueno, ya lo notaron.

Pero con eso me compro mis lápices.

Pese a todo el control que existe
para que no siga haciendo caricatura.

Así que más allá de todo eso,

más allá de todas las razones que
les explico, que les he contado,

de algunas anécdotas.

Y de algunas caricaturas
que Uds. están viendo ahí

que nunca fueron publicadas.

Y que yo digo...

(Risas)

¿Sería porque no las entendieron?

Yo quiero saber que no fueron publicadas
más porque no las entendió el editor.

No encuentro otras razones.

Porque aquí, hablar sobre
la Iglesia católica,

hablar sobre el cardenal, sobre el Papa,

sobre el presidente a veces es un tabú.

Romper todos esos esquemas
no ha sido fácil.

Para mí tampoco fue difícil.

Yo hacía la caricatura y simplemente

lo planteaba como una inocencia,
que no sabía.

Y siempre me jugué eso.

Siempre entregaba las caricaturas
faltando 5 minutos para las 6

para que no hubiera tiempo de censurar
ni tiempo de buscar otra caricatura.

Llegué al colmo de publicar caricaturas
contra el dueño del periódico.

Pero es que los personajes que dibujo
se parecen al dueño del periódico

y yo no sabía.

(Risas)

De verdad.

Si Uds. conocen al dueño del periódico,
saben que se parece.

Pero hubo gobiernos complicados para mí.

Que te llamaban
y te invitaban a almorzar,

y te ofrecían un montón de cosas
pero a través de otras personas.

Es bien complicado eso de los
periódicos cuando trabajás ahí,

cuando hacés caricaturas ahí.

Desde ese momento evité el contacto
con la gente, con los compañeros,

y dejé de ir al periódico.

Porque antes, mientras
hacía las caricaturas

--yo no tengo una mesa para dibujar.

Yo dibujo en cualquiera lado:

en la mesa del comedor,
en la mesa de...

donde hacen la comida...
el desayunador

y cosas así, yo dibujo
en cualquier lado--

Entonces en el periódico también
dibujaba en cualquier lado.

No exigí nunca una mesa de dibujo.

El otro caricaturista que sí tenía,
ganaba 3 veces mejor que yo,

y tenía su mesa de dibujo
y un set de marcadores.

Y yo dibujaba con lápiz Bic.

Ese era el lápiz que yo...
con el que dibujo, pues.

Y dibujaba en cualquier papel,
no tenía que ser un papel especial.

Y entonces antes de publicar
la caricatura ya me llamaban.

Me llamaba alguien,
el secretario del presidente:

"Mirá Allan, no publiqués
esa caricatura".

"¿Cuál caricatura?"
"Esa que va a salir mañana".

En los años 80 había agentes
del DMI, del G2.

Ahora esos agentes se llaman periodistas,
fotógrafos, qué sé yo.

Y ellos observan y tienen contacto
con la gente del pueblo.

Así que decidí no volver al periódico.
Hago caricaturas en mi casa.

Bendito el Internet,
las envío por Internet.

Y así voy pasando.

Pero todo lo que les hablo
solamente son excusas

para que se vayan estos 20 minutos
porque no sé qué decir en 20 minutos.

Mi vida dura un minuto.

En un minuto les puedo contar
qué es mi vida.

Pero 20 minutos para mí
es una tortura, no sé qué decir.

Entonces me invento cosas,
me invento palabras,

para que Uds. tengan una idea
de quién soy o qué hago.

Pero la verdad es que hago caricaturas,
y seguiré haciendo caricaturas

porque no olvido mi principio
del inicio de toda esta historia.

No olvido nunca el hilo conductor
que me llevó a hacer caricaturas.

Esa realmente es la única verdad,
la única realidad.

Yo hago caricaturas porque
no sé matemáticas,

porque no sé aritmética.

Y seguramente seguiré
haciendo caricaturas.

Porque en verdad, en verdad, en verdad...

2 más 2 no es 4 en este país.
Muchas gracias.

(Aplausos)