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Os lo podéis imaginar: estáis en
un bar y, sabes, o en una discoteca,
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todo eso, y te pones a hablar
con una chica, y al rato, pues,
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sale en la conversación
"¿y tú en qué trabajas?"
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Y como piensas que tu trabajo es interesante,
le dices "Soy matemático". (Risas)
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El 33,51 % de las chicas (Risas)
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en ese momento simulan una llamada
telefónica urgente y se van. (Risas)
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El 64,69 % de las chicas intentan
desesperadamente cambiar de tema y se van. (Risas)
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Hay un 0,8 % que son tu prima,
tu novia y tu madre, (Risas)
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que saben que trabajas en algo raro pero
no se acordaban en qué (Risas)
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y hay un 1 % que
sigue la conversación.
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Cuando esa conversación
sigue, invariablemente
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en algún momento aparece
una de estas 2 frases:
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A) "Yo es que era fatal con las
matemáticas, pero no era culpa mía,
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es que el profesor
era horroroso". (Risas)
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Y B) "¿Pero eso de las matemáticas
para qué sirve?" (Risas)
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Me ocuparé del caso B.
(Risas)
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Cuando alguien te pregunta para
qué sirven las matemáticas,
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no te está preguntando por aplicaciones
de las ciencias matemáticas.
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Te está preguntando:
"¿Y yo por qué tuve que estudiar
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esa mierda que no volví
a usar nunca?" (Risas)
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Es lo que te está preguntando realmente.
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Ante esto, cuando a un
matemático le preguntan
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para qué sirven las matemáticas,
los matemáticos nos dividimos en grupos.
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Un 54,51 % de los matemáticos
toma una postura al ataque,
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y un 44,77 % de los matemáticos
toma una postura a la defensiva.
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Hay un 0,8 %, raro,
entre los que me incluyo.
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¿Qué son los del ataque?
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Los del ataque son matemáticos
que te dicen que esa pregunta
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no tiene sentido, porque las matemáticas
tienen un sentido propio en sí mismas,
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son un edificio bellísimo que tiene
una lógica propia que se construye
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y que no hace falta que uno esté siempre
mirando las posibles aplicaciones.
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¿Para qué sirve la poesía?
¿Para qué sirve el amor?
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¿Para qué sirve la vida misma?
¿Qué pregunta es esa? (Risas)
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Hardy, por ejemplo, es un
exponente de este ataque.
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Y los que están a la
defensiva te dicen que
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aunque no te des cuenta, cariño, las
matemáticas están detrás de todo. (Risas)
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Estos siempre nombran, siempre,
nombran los puentes y las computadoras.
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Si no sabes matemática
se te cae el puente. (Risas)
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Realmente las computadoras
son todo matemáticas.
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Ahora a estos les ha dado también
por decirte que detrás
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de la seguridad informática y las tarjetas
de crédito están los números primos.
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Estas son las respuestas que te va a dar
tu profe de matemática si le preguntas.
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Es de los de la defensiva.
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Vale, pero ¿y quién lleva razón?
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¿Los que dicen que las matemáticas
no tienen por qué servir para nada,
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o los que dicen que realmente
está detrás de todo?
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Realmente tienen razón los dos.
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Pero os he dicho que yo era de ese
0,8 % raro que dice otra cosa, ¿verdad?
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Así que, vale, preguntadme
para qué sirven las matemáticas.
-
(El público pregunta)
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¡Vale! Un 76,34 % de la gente
ha preguntado, hay un 23,41 %
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que se ha callado, y un 0,8 %
que yo no sé lo que están haciendo esos.
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Bueno, querido 76,31%, las matemáticas
es verdad que no tienen
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por qué servir para nada, es verdad
que son un edificio precioso,
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un edificio lógico, probablemente uno
de los mayores esfuerzos colectivos
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que el ser humano ha hecho
a lo largo de la historia.
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Pero también es verdad que allá donde
los científicos, donde los técnicos,
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andan buscando teorías matemáticas,
modelos que les permitan avanzar,
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ahí están, en el edificio de
las matemáticas, que lo permean todo.
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Es verdad que tenemos que ir algo más al fondo,
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vamos a ver qué hay detrás de la ciencia.
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La ciencia funciona por intuición,
por creatividad, y las matemáticas
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doman la intuición y doman la creatividad.
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A casi todo el mundo que no lo ha oído
antes le sorprende que si uno cogiera
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una hoja de papel de 0,1 mm de grosor,
esas que utilizamos normalmente,
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lo suficientemente grande,
y la pudiera doblar 50 veces,
-
el grosor de ese montón ocuparía
la distancia de la Tierra al Sol.
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Tu intuición te dice: "Eso es imposible".
Echa la cuentas y verás que sí.
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Para eso sirven las matemáticas.
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Es verdad que la ciencia, toda la ciencia,
solamente tiene sentido
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porque nos hace comprender mejor
el mundo este hermoso en el que estamos.
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Y porque nos hace, nos ayuda
a sortear las trampas
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del mundo este doloroso
en el que estamos.
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Hay ciencias que tocan
esa aplicación con la mano.
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La ciencia oncológica, por ejemplo.
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Y hay otras que la miramos
desde lejos, con envidia a veces,
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pero sabiendo que somos su soporte.
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Todas las ciencias básicas
son el soporte de aquellas,
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y entre ellas las matemáticas.
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Todo lo que hace a la ciencia
ser ciencia es el rigor de la matemática.
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Y ese rigor les viene porque
sus resultados son eternos.
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Seguramente han dicho,
o os han dicho alguna vez,
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que un diamante es
para siempre, ¿verdad?
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¡Depende lo que uno
entienda por siempre!
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¡Un teorema, eso sí
que es para siempre! (Risas)
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El teorema de Pitágoras,
eso es verdad
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aunque se haya muerto Pitágoras,
te lo digo yo. (Risas)
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Aunque se hunda el mundo el teorema
de Pitágoras seguiría siendo verdad.
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Allá donde se junten un par de catetos
y una buena hipotenusa (Risas)
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el teorema de Pitágoras funciona
a tope, a tope. (Aplausos)
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Bueno, los matemáticos nos
dedicamos a hacer teoremas.
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Verdades eternas. Pero no siempre
es tan fácil saber qué es
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una verdad eterna, un teorema,
y qué es una mera conjetura.
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Hace falta una demostración.
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Por ejemplo: imaginaos que tengo aquí
un campo grande, enorme, infinito.
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Lo quiero cubrir con piezas iguales,
sin dejar huecos.
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Podría usar cuadrados, ¿verdad?
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Podría usar triángulos.
Círculos no, que dejan huequitos.
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¿Cuál es la mejor pieza que puedo usar?
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La que para cubrir la misma superficie
tiene un borde más pequeño.
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Pappus de Alejandría, en el año 300
dijo que lo mejor era usar hexágonos,
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como hacen las abejas.
¡Pero no lo demostró!
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El tío dijo "¡hexágonos, uh, lo peta,
venga, hexágonos, dámelo!"
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No lo demostró, se quedó en una
conjetura, dijo "¡Hexágonos!"
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El mundo, como sabéis, se dividió
entre pappistas y anti-pappistas,
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hasta que 1700 años después,
1700 años después,
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en 1999 Thomas Hales
demostró que Pappus
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y las abejas llevaban razón,
que lo mejor es usar hexágonos.
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Y eso se convirtió en un teorema,
el teorema del panal,
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que va a ser verdad para
siempre, siempre jamás,
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más que cualquier diamante que tengas. (Risas)
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¿Pero qué pasa si vamos a 3 dimensiones?
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Si quiero llenar el espacio,
con piezas iguales, sin dejar huecos,
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puedo usar cubos, ¿verdad?
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Esferas no, que dejan huequitos. (Risas)
-
¿Cuál es la mejor pieza
que puedo usar?
-
Lord Kelvin, el de los grados Kelvin
y todo eso, ese dijo
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que lo mejor era usar
un octaedro truncado (Risas)
-
que como todos sabéis (Risas)
¡Es esto de aquí! (Aplausos)
-
¡Vamos! ¿Quién no tiene un octaedro truncado en casa? (Risas)
-
Aunque sea de plástico. Nene, trae
el octaedro truncado, que vienen visitas.
-
¡Todo el mundo tiene! (Risas)
Pero Kelvin no lo demostró.
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Se quedó en una conjetura,
la conjetura de Kelvin.
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El mundo como sabéis, se dividió
entre kelvinistas y anti-kelvinistas (Risas)
-
hasta que ciento y pico años después,
ciento y pico años después,
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alguien encontró una estructura mejor.
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Weaire y Phelan, Weaire y Phelan
encontraron esta cosita de aquí,
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(Risas) esta estructura a la que pusieron
el imaginativo nombre de
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estructura de Weaire y Phelan. (Risas)
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Parece una cosa rara
pero no es tan rara,
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también está presente en la naturaleza.
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Es muy muy curioso que esta estructura,
por sus propiedades geométricas,
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se utilizó para construir
el edificio de la natación
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en los Juegos Olímpicos de Pekín.
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Allá Michael Phelps ganó
8 medallas de oro, se convirtió
-
en el mejor nadador de todos los tiempos.
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Bueno, de todos los tiempos
hasta que salga otro mejor, ¿no?
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Cómo le pasa a la estructura
de Weaire y Phelan,
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es la mejor hasta que salga otra mejor.
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Pero cuidado, porque esta sí
que tiene la oportunidad,
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de que aunque pasen ciento y pico años,
aunque sea dentro de 1700 años,
-
alguien demuestra que esta
es la mejor pieza posible.
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Y entonces será un teorema,
una verdad para siempre, siempre jamás.
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Más que cualquier diamante.
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Así que, bueno, si queréis decirle
a alguien que le queréis para siempre (Risas)
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le podéis regalar un diamante,
pero si le queréis decir
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que le queréis para siempre, siempre,
¡regaladle un teorema! (Risas)
-
Eso sí, quieto, lo tendréis que demostrar,
-
que vuestro amor no se quede en conjetura.
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(Aplausos)