Un nuevo equilibrio urbano-rural | Francisco Liernur | TEDxRiodelaPlata

Esta charla es de un evento TEDx, organizado de manera independiente de las conferencias TED. Más información en: http://ted.com/tedx

¿Cuál es la relación entre los problemas habitacionales de las ciudades y su sistema de producción de alimentos? En su charla, Francisco nos muestra su perspectiva sobre el problema y algunas posibles soluciones. Es arquitecto, investigador Principal del CONICET y profesor en las Universidades Torcuato Di Tella y Católica de Chile. Se formó en Historia del Arte e Historia de la Arquitectura en Italia y Alemania. Dictó clases en instituciones de América, Europa y Asia. Domina en distintos niveles siete idiomas, entre ellos chino y latín.Trabajó con colegas como Clorindo Testa, publicó 11 libros y dio más de 100 conferencias.

Las ciudades son un invento maravilloso.

Son una suerte de súper condensadores
de energía y de recursos

que han venido potenciando las capacidades
humanas a lo largo de los siglos.

Pero suele olvidarse que en el origen
de las ciudades está la agricultura.

Desde su nacimiento fueron posibles
porque la producción de alimentos

creció de manera tal que permitió
que una parte de la población

dejara de trabajar en los campos

y pudiera empezar a dedicarse
a otras actividades

que son las que han ido constituyendo
la civilización.

Entre las ciudades y el campo
existe desde hace miles de años

un ciclo que enriquece mutuamente
a uno y otro lado.

Y que cuando es virtuoso redunda
en beneficios para todos,

pero que cuando pierde armonía,
genera problemas también para todos.

Desde esta perspectiva, como historiador
de la arquitectura y la ciudad

me gustaría compartir
con Uds. mi punto de vista

acerca de uno de esos problemas.

El de los asentamientos precarios.

Me parece que es oportuno repensarlo

porque a pesar de que
desde hace al menos un siglo

expertos, instituciones internacionales,

organizaciones sin fines de lucro,

organizaciones populares, intelectuales,
partidos políticos y tantos otros

vienen haciendo propuestas sobre el tema

y accionando sobre el tema,
de todas maneras la población

de estos sectores precarios de las
ciudades no ha dejado de crecer.

A mi juicio ocurre que hemos estado
mirando el árbol sin ver el bosque.

Es decir, focalizamos nuestra atención
en los asentamientos mismos

sin advertir que estos forman parte,
junto con el desarrollo urbano,

con la producción de alimentos y por
lo tanto con el conjunto del territorio

de un ciclo que los unifica.

Para entender este ciclo conviene pensar
que en un polo está el mundo rural

y en el otro el mundo urbano.

Y los asentamientos precarios son una
de las tensiones entre ambos polos.

Cuando se mejoran las tecnologías
en el polo rural

disminuye el requerimiento de mano de obra

y parte de la población
es expulsada hacia las ciudades.

Si las ciudades pueden ofrecerles
empleos estables,

esos migrantes se integrarán
a sus estructuras de funcionamiento,

lo que incluye el acceso a una vivienda.

Finalmente, terminarán constituyéndose
en residentes permanentes.

El problema es que si las ciudades
no están en condiciones de ofrecer

esos empleos estables,
los migrantes se transformarán

de todas maneras en residentes permanentes

porque encontrarán en ellas
recursos elementales e ínfimos

para su subsistencia,

a lo que se agrega los beneficios
de la vida urbana.

El costo es que al no estar
integrados al sistema

se verán obligados a habitar
en condiciones precarias,

insuficientes, marginales.

Ahora bien, de una manera
u otra las ciudades

habrán aumentado su población

y el crecimiento de esta población
exigirá al polo rural

nuevos avances en la tecnología
para producir alimentos

y por lo tanto el ciclo se va
a reiniciar, con nueva potencia.

La aceleración del ciclo
en los últimos 50 años

explica que ya no se trata
de urbanizaciones.

Se trata de mega urbanizaciones.

Es decir, gigantescos aglomerados
que se estima que en 10 años

probablemente se duplicarán.

La mayoría localizados en países que

ya atraviesan severísimas
crisis de habitación

y por lo tanto con gran población
en habitación precaria.

Para alimentar este crecimiento
de la población urbana,

que se ha multiplicado en las
últimas décadas, se ha desarrollado

un sistema de producción
de alimentos industrializado

que a primera vista parece una solución

pero que en realidad constituye
un factor de aceleración del ciclo

que se agrega a ancestrales
procesos de desertificación

que empuja campesinos hacia
las ciudades para acentuar este éxodo.

De esto proceso da cuenta el hecho de que

una hectárea cultivada
con métodos avanzados

de la industria de la alimentación

genera mil veces más valor

que esa misma hectárea
cultivada con métodos antiguos.

El problema es que la mayor parte de
los países de África, América latina,

con mucho campesinado, esos campesinos

siguen cultivando a la manera antigua.

Se puede ver este proceso en México.

Después de la firma del
Tratado de Libre Comercio,

en México el maíz que hasta entonces

era cultivado de manera antigua
y comunitaria

fue reemplazado por una avalancha
de grano barato de EE.UU.

En consecuencia, miles de campesinos
quedaron sin sus fuentes de trabajo.

No se necesita ser demasiado
sutil para advertir

que hay una relación entre eso
y el hecho de que diariamente

miles de migrantes intenten
atravesar la frontera hacia EE.UU.

Muchos de ellos probablemente
encontrarán empleo,

tratándose de un país rico
como es EE.UU.

Incluso accederán a algún tipo
de vivienda por más modesta que sea.

Pero eso es impensable
en los países pobres

que ya tienen estos problemas
en Asia, África y América latina

y que no están en condiciones de
ofrecer esos empleos precarios.

Lo paradójico es que con ese
crecimiento de las ciudades

los migrantes terminan transformándose
en nuevos consumidores

de la agricultura industrializada global.

Se insiste en proponer como solución
enésimos planes de vivienda

o, en los últimos años, otorgar
título de propiedad de los terrenos

o de las construcciones, o urbanizar
los asentamientos precarios.

Esto no es una solución
porque potencia el ciclo

y eso potencia la alimentación
mediante la agricultura industrializada

con los desastres ecológicos,
ambientales, demográficos, biológicos,

que estamos viviendo en la actualidad

que ese tipo de procesos trae aparejado.

Por eso creo que es un error considerar

a los asentamientos precarios
como un problema.

No lo son en sí mismos.

Son síntomas, expresiones
de un desequilibrio en el ciclo,

de una de estas condiciones
desequilibradas del ciclo

cuya solución por lo tanto

requiere encarar el tema
del territorio en su totalidad.

Hace unos años tuve la suerte
de ser invitado

a un evento en la ciudad
de Chengdu, en China.

Para mi sorpresa, el micro
que nos vino a buscar al hotel

en vez de llevarnos hacia el centro
nos dejó en una plantación de zapallos.

Y en medio de esa plantación de zapallos

me encontré con un
edificio recién inaugurado

de un centro súper sofisticado de artes.

Allí comprobé que existían
maneras y acciones concretas

para establecer nuevas relaciones
entre el campo y la ciudad.

Este tipo de acciones,
fui comprobando con el tiempo,

no se reducen a ese ejemplo.

Hay muchas otras.

Actualmente hay muchos esfuerzos
y muy avanzados

en desarrollo de métodos agrarios
de agricultura regenerativa.

Es un tipo de agricultura
que genera más empleo,

trata mejor a la tierra,
tiene muy buenos rendimientos

y aplica nuevas tecnologías.

La agricultura urbana
y la agricultura periurbana.

El uso de sistemas de información

para recobrar sistemas de producción
de cultivos agrícolas

o de producción ganadera antiguos,
muy diversificados.

El teletrabajo.

La posibilidad de realizas actividades
a distancia mediante estos medios.

La localización de las sedes de
tecnológicas estadunidenses

no en las grandes ciudades sino
en pequeños pueblos y ciudades.

Basta de mirar el sistema de
equilibrio territorial en Alemania.

Volviendo a China,
las numerosas nuevas universidades

que se construyen en medio
de aldeas rurales.

De ser correcta mi hipótesis,

el déficit de vivienda urbana podría
con el tiempo dejar de constituir

una gran preocupación.

Una de las preocupaciones principales.

Porque los potenciales habitantes
de los asentamientos

y muchos de los actuales
pobladores tendrían alternativas

de encontrar nuevas formas
de subsistencia, de progreso,

integrados con otros sectores de la
sociedad en un territorio equilibrado.

No es una utopía.

Se requiere abordar el tema
del territorio en su conjunto

y animarse a trabajar en esa dirección.

Estoy convencido de que recobrar
la armonía del ciclo de campo y ciudad

que ha venido existiendo
a lo largo de milenios es posible

y solo depende de nosotros.