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Hola a todos
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El ego no es nada más que un sentimiento de ti mismo como un ser separado.
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Es un sentimiento de Yo en lugar de Nosotros.
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Ahora, obviamente,
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puesto que una relación es algo sobre Nosotros,
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es fácil ver cómo la simple mayor amenaza
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a una relación, es el ego humano.
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Pero ¿qué dimensión del ego humano es de hecho la más peligrosa para las relaciones?
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La respuesta es: la necesidad del ego de verse a sí mismo como Bueno.
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El obstáculo número 1 a las relaciones
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Tú naciste dentro de una sociedad
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Socialización es una parte integral de una sociedad que aun no ha despertado.
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En una sociedad que aun no ha despertado hay valores colectivos sociales y culturales.
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Cuando valoramos una cosa, condenamos la opuesta.
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Por ejemplo, auto sacrificio puede ser un valor social y egoísmo es condenado.
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Consideramos bueno uno y malo el otro.
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Para mantener el orden social, socializamos a los niños.
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Esto significa que los entrenamos a comportarse de una manera que es aceptable para la sociedad en la que vivimos.
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Adoctrinamos a los niños con nuestros valores sociales y culturales y los recompensamos cuando acatan esos valores.
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Los castigamos cuando muestran comportamientos que contradicen nuestros valores sociales y culturales.
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Así que, de niños, si queremos que nuestras necesidades sean satisfechas, sobrevivir en la sociedad y
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tener una oportunidad de experimentar cosas como amor, pertenecer, colaboración y seguridad
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en vez de aislamiento y entonces acabar solos, que es peor que la muerte, tenemos sólo una opción:
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Adoptar los valores de la sociedad en la que hemos nacido y mantenernos en ellos.
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Vergüenza es el estado de sentimiento doloroso que resulta de compararte a ti mismo con tus valores,
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valores que adoptaste de tu sociedad, y quedarte por debajo.
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La gente que más forcejea con la vergüenza son los que de niños fueron disciplinados por adultos
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que no podían mantener una clara distinción entre actuar mal
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y ser malo.
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Por ejemplo, coger una galleta del tarro de las galletas te hizo ser una niña mala
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no es la acción, eres tú.
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Algunas veces podemos avergonzar no sólo con las cosas que decimos sinó con nuestra mirada.
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Les miramos como diciendo "¿qué diablos te pasa?¿cómo haces esto?"
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¿Qué significa todo esto?
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¿Cómo combinamos esto?
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El ego humano está preocupado primero y principalmente con ser bueno y parecer bueno a los demás.
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Así que ¿cuál es el enemigo número 1 del ego humano?
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La respuesta es vergüenza,
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que consiste en ser malo o en ser inapropiado.
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El ego lidiará con la vergüenza con todo tipo de maneras destructivas
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y todos conocemos cuánto daño pueden hacer en nuestras vidas los mecanismos de supervivencia.
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Lidiamos con la vergüenza minimizándola, negándola, desviándola,
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ignorándola completamente, dividiéndola en alter egos, proyectándola,
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tapándola, convirtiéndola en síntomas físicos, sobrecompensándola, intelectualizándola,
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aislándonos y autolesionándonos.
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Tenemos todo tipo de maneras de hacer esto.
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Todo esto se hace para evitar aceptar la vergüenza
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porque es el enemigo número 1 del ego humano.
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El ego humano no sabe cómo aceptar la vergüenza como parte de sí mismo.
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Cuando el ego entra en un estado de defensa en forma de culpar
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lo está haciendo para así poder evitar lidiar directamente con su propia vergüenza.
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Por esta razón quiero que mires mi vídeo en YouTube titulado:
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"Desviación: el mecanismo de supervivencia venido del infierno"
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También quiero que veas mi vídeo en YouTube titulado:
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"Cómo vencer la vergüenza"
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Todos deseamos tanto tener relaciones que nos hagan sentir bien.
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Queremos relaciones que sean armoniosas y que incrementen nuestro bienestar y felicidad.
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La cuestión es: ¿Las queremos más que queremos preservar nuestro auto concepto?
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Hasta que no somos conscientes y nuestro ego no está controlando la nave de nuestras vidas,
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la mayoría de nosotros priorizamos nuestro auto concepto por encima de nuestras relaciones
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y por encima de la gente que queremos.
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Ahora necesitamos hablar de la vergüenza desviada.
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La desviación es lo que sucede cuando algo que alguien dice o hace
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activa nuestra vergüenza
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y en vez de lidiar con nuestra vergüenza directamente
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la lanzamos de vuelta a la otra persona.
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Haciendo esto nos enzarzamos en una especie de partida de ping-pong de vergüenza desviada.
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¡Mira porqué tú eres tan mala persona en esta circunstancia!
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¡No! ¡Mira porqué tú eres tan mala persona en esta circunstancia!
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¡No! ¡Mira porqué tú eres tan mala persona en esta circunstancia!
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La mayoría de discusiones siguen este patrón de ping-pong de vergüenza desviada.
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Este tipo de desviación es de hecho un tipo de proyección.
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Es una proyección de la propia vergüenza sobre la otra persona.
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Por ejemplo,
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una madre puede sentir vergüenza cuando su criatura expresa una emoción negativa hacia ella.
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Esto la hace sentir como una mala madre
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pero su ego no puede manejar eso y así ella desvía esa vergüenza hacia la criatura.
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Ella decide que a la criatura le debe pasar algo serio.
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O una persona le pide a un amigo la honesta verdad.
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La honesta verdad le hace sentir avergonzado de sí mismo
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no puede manejar la verdad, así que decide que el amigo es una persona horrible.
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O una esposa engaña a su marido
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ella se siente avergonzada pero no puede afrontarlo
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así que ella lo convierte en la culpa de su marido porque no le prestó suficiente atención.
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O una celebridad no responde un email porque recibe miles de ellos.
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El fan se lo toma personalmente y le hace sentir avergonzado
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no puede manejarlo, así que su ego evita esa vergüenza decidiendo
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que la celebridad es mala y se une a su grupo de odiadores.
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Uno de los escenarios más comunes que conduce a la desviación de vergüenza
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es el establecimiento de límites.
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A veces, cuando establecemos un límite con alguien
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eso le produce sentirse rechazado de algún modo,
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activa su vergüenza.
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Así que, como resultado tiene que hacer a la otra persona incorrecta por tener el límite, en primer lugar
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antes que lidiar directamente con su propia vergüenza.
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Por ejemplo, digamos que tienes un amigo que te coge algo prestado sin pedir permiso.
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Eso es traspasar un límite
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así que, digamos que tu estableces un límite y dices "No estoy conforme con eso"
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Si eso activa su vergüenza, es decir, se siente como una mala persona o inadecuado por hacerlo
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y no puede lidiar directamente con esa vergüenza, lo que hará es desviarla sobre ti
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considerándote un amigo horrible que es súper egoísta.
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Aquellos de nosotros que tenemos límites débiles, hemos de tener cuidado con algo:
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a menudo establecemos límites de una manera que provoca vergüenza.
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No sentimos que tengamos el derecho a tener límites a menos que alguien sea malo por traspasarlos.
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Así que, podríamos establecer un límite que dice que no está bien cogerme cosas, diciendo:
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¿Cómo pudiste llegar a pensar que es correcto tomar algo prestado sin pedírmelo??
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Eso le convierte en malo o inapropiado y así, estableciendo el límite de esa manera,
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estamos literalmente desviando la vergüenza, la vergüenza que nosotros tenemos
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por el simple hecho de tener un límite.
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Creemos que tener ese límite nos hace malos o incorrectos.
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Si te ves a ti mismo como malo te separas de tu ser.
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Una división, llamada consciente e inconsciente, tiene que formarse en ti para lidiar con ello.
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Y lo mismo ocurre cuando ves a otro como malo.
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Tienes que separarte de él.
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Así, finalmente, la relación se acaba emocionalmente, y entonces se acaba físicamente.
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Para poder comprenderlo, piensa en ello de esta manera:
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Los límites son naturales
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Uno puede afirmar un límite, un sentido de sí mismo
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incluyendo un Sí y un No sin que ello te provoque un estado defensivo.
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Si se te despierta un estado defensivo significa que la vergüenza está ahí.
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Si la vergüenza no estuviera allí, lo que otra gente dice y hace no nos heriría tan profundamente.
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Aquellos de nosotros que sufrimos más en las relaciones somos los que sentimos más vergüenza.
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Y aquellos de nosotros con más vergüenza somos los que desviamos más la vergüenza y los que
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entramos en relaciones con gente que tiene un patrón de desviar la vergüenza sobre otros.
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La maldad, en nuestra sociedad, está integralmente asociada a la idea de culpa o fallo.
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Esto es por lo que cuando estamos en una conversación sobre algo que salió mal
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es tan común ver a la gente pasarse la culpa de uno a otro
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porque no pueden manejar sentirse como que ellos fueron los que hicieron algo mal
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porque hacer algo mal significa que son malos.
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¿Qué tal si te dijera que hay una manera de seguir conectado con tu pareja en vez de separado
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cuando esto ocurre? ¿Qué tal si te dijera que hay una manera de acabar con la partida de ping pong
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de irse pasando la vergüenza?
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¿Qué tal si fuera a decirte que hay una manera de tener relaciones armoniosas?
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Y la respuesta es: reconocer tu propia vergüenza.
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Por ejemplo, digamos que un hombre está a la defensiva
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en una discusión porque ha decidido que su esposa es demasiado necesitada.
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Cuando mira dentro de sí mismo
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podría descubrir que la vergüenza que se esconde debajo de esa acusación
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es el hecho de que él no se siente capaz de proveer nada de lo que ella necesita,
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y es esa vergüenza de no sentirse capaz lo que él necesita expresar y reconocer dentro de la relación.
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La vergüenza desviada no consiste sólo en lo que decimos a otra gente,
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es también la historia que nos contamos a nosotros mismos.
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Nos contamos una historia,
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una historia de auto engaño
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sobre cómo las cosas son culpa de la otra gente,
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todo se trata de ellos,
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estamos desviando la vergüenza incluso cuando no estamos realmente CON ellos,
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cuando estamos sentados en nuestra habitación solos.
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Así, incluso en esos momentos, tenemos que admitir nuestra vergüenza,
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tenemos que mirar debajo de esa acusación para ver qué hay acerca de mí ahora mismo,
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en ese escenario, que yo siento que está mal o que no es correcto.
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Literalmente, cuandoquiera que te sientas a la defensiva en cualquier situación
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o empieces a oir la voz interior contando una historia sobre cómo algún otro está haciendo algo malo,
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pregúntate:
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¿De qué me siento avergonzado justo aquí y en este momento?
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¿Qué hay en esta situación que me hace sentir como una
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mala persona?
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O defectuoso
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o no suficientemente bueno
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o inadecuado?
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Si estás en una relación comprométete a hacer de esto una parte de tus conversaciones sobre conflictos.
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Decide que ambos vais a parar durante un momento, haréis una introspección para descubrir de qué os sentís avergonzados sobre la situación
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y lo admitiréis el uno al otro.
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Te voy a dar un aviso:
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cuando te comprometes con este tipo de comportamiento o interacción entre tú y otra persona
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es imperativo que ninguno de los dos ataque cuando las defensas están bajadas.
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Es tentador, especialmente si nos sentimos muy impotentes.
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Si alguien dice: bueno, de lo que me siento avergonzado en esta situación es esto,
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y nosotros usamos eso como una oportunidad para atacar.
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Lo que quiero decir con hacer eso es: ¡Sí, tienes razón! ¡Eso es exactamente lo que hiciste!
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¡Y deberías sentirte muy mal por eso! ¡Yo ya te lo dije!
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Si tú utilizas cuando la guardia está bajada como una oportunidad para atacar, eso es nada menos que abuso.
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Así pues, si estás intentando admitir la vergüenza en una relación
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tiene que haber un acuerdo mutuo de que esto no ocurrirá.
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Nuestro terror número 1 es que al admitir nuestra vergüenza otra gente lo usará para condenarnos.
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Si estás estableciendo un límite sé sensible al hecho
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de que hemos crecido en una sociedad que nos enseña
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que ciertas necesidades, ciertos deseos y ciertas preferencias son inadecuados,
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por tanto nuestros límites son inapropiados.
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Y así pues, sé sensible también al hecho de que hemos sido enseñados que traspasar
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cualquier tipo de límite te hace malo o equivocado.
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Y así pues, sé sensible a cómo estableces ese límite.
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Trata de establecer ese límite con otra gente de un modo que no implique que hay algo inadecuado,
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defectuoso o malo en ellos.
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Construye el límite sobre qué es correcto e incorrecto para ti específicamente
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y porqué,
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en vez de sobre qué está mal en ellos.
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Si crecimos en hogares donde fuimos avergonzados por tener nuestros propios límites,
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sentimos que tenemos que justificar los límites
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y la manera en que los justificamos es proyectando la vergüenza que sentimos
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por valorar nuestros propios límites,
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de un modo que convierte a la otra persona en una mala persona por violarlos,
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sin importar si sabía o no de la existencia del límite antes de cruzarlo.
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Le hicimos malo o inadecuado en nuestra mente incluso por sentir que podemos tener un límite y seguir siendo una buena persona, en primer lugar.
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Si queremos relaciones amorosas con nosotros mismos hemos de solucionar la vergüenza que sentimos.
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Si queremos relaciones amorosas con otra gente
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hemos de ayudarles a solucionar su vergüenza en vez de aumentarla.
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Admitiendo la vergüenza que sentimos en nuestras relaciones, especialmente con nuestros amigos y parejas,
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tenemos la mayor oportunidad de tener relaciones armoniosas.
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Tenemos una oportunidad
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de tener una relación que realmente sienta bien en vez de permitir que nuestros egos estén enzarzados en una guerra consistente en preservar nuestra propia auto-imagen.
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Admitiendo nuestra propia vergüenza permitimos a la gente relacionarse con nosotros de una manera conectada
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y de una forma segura.
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Que tengas una buena semana