Valores familiares | Deon Jones | TEDxAmericanUniversity

Una pieza clave en el desarrollo de un niño es tener adultos que se preocupen por él. Este hecho puede transformar la vida de un niño para siempre.

Deon Jones fue miembro del equipo de Opportunity@Work encargado de poner en marcha la iniciativa TechHire a nivel nacional anunciada por el presidente Obama para conectar más estadounidenses con empleos bien remunerados basados en el uso de la tecnología. Más allá de este trabajo, Deon se ha convertido en una voz reconocida a nivel nacional a favor de la movilidad social y bienestar de los jóvenes, especialmente de aquellos que crecen en la pobreza o en comunidades de riesgo. Como apasionado activista por la juventud, ha sido el portavoz nacional de una campaña por la justicia juvenil, en la que ha viajado por todo el mundo exponiendo el objetivo de la organización: acabar con el encarcelamiento de jóvenes en el sistema de justicia para adultos de EE. UU. Además, también ha formado parte de 'America’s Promise Alliance', una organización fundada por el general Colin Powell para acabar con la grave crisis de estudiantes que abandonan la escuela en EE. UU.

Esta charla es de un evento TEDx, organizado de manera independiente a las conferencias TED. Más información en: http://ted.com/tedx

(Canta) Le importaba a alguien,

pensaban en mí,

se tomaron su tiempo para cuidarme.

Me alegra que les importara.

Me alegra que les importara.

Me alegra tanto que yo les importara.

(Habla) Paso mucho tiempo

pensando en cómo puedo
marcar la diferencia en el mundo.

Dedico mucho tiempo a pensar

cómo puedo dejar una huella
en la vida de los demás.

Que yo recuerde,

siempre he querido que el Creador,

el Señor, se sirva de mí.

Nací en Misisipi,
en un lugar pobre y muy rural.

El pueblo en el que pasé
la mayor parte de mi infancia

se llamaba Wiggins, en Misisipi.

A unos 5 kilómetros al norte de Wiggins
había una comunidad segregada

llamada Bond, allí en Misisipi.

Les daré una idea de lo pequeña que era:

la población de ambos sitios
juntos era de 4500 personas.

Siendo pueblos tan pequeños,

con mi familia paterna y materna,

estoy emparentado con casi
todas las personas negras de allí.

(Risas)

Es un pueblo tan pequeño

que deben asegurarse de vestirse
e ir debidamente peinados.

No salgan con un pañuelo
en la cabeza para ir a Walmart,

porque están destinados
a encontrarse con algún conocido.

Durante mi infancia en Misisipi,

pasamos mucho tiempo
en casa de mi bisabuela Shug.

Mi bisabuela Shug
vivía en casa de su madre

porque su propia casa
tenía algunos problemas entonces.

Por eso pasé gran parte de mi infancia
en casa de mi tatarabuela.

Esa casa no tenía refrigeración,

así que cuando teníamos calor,
poníamos ventiladores en las ventanas

con una pequeña bolsa de hielo
para refrescarnos.

Sin calefacción central, nos quedábamos
de pie junto a la madera y estufa de gas

y, claro está, nos achicharrábamos
las manos y el trasero.

(Risas)

Para usar el baño,

teníamos que conseguir
un cubo, llenarlo de agua

y vaciarlo en la taza
para poder tirar de la cadena.

Una de nuestras tareas favoritas
era tender la ropa,

porque no teníamos secadora.

Crecer en casa de la bisabuela Shug,

en verdad, no era
muy divertido para un niño.

Pero como mi madre
tenía dos o tres trabajos,

porque tenía que cuidar
de mi hermana lo mejor posible,

y mis tías y tíos hacían de todo,

desde conducir camiones
a trabajar en la industria maderera,

o en restaurantes de comida rápida

o limpiando hoteles

con horarios caóticos.

Por eso, casi siempre acabábamos
en casa de la bisabuela Shug.

A mi hermana y a mí nos dejaban allí
por la mañana antes del Head Start,

y la mayoría de las veces,
era antes del amanecer.

Solía meterme
en la cama de la abuela Shug

y mi hermana iba a la otra habitación,
donde estaba la madre de mi madre,

la abuela Tootie,

y se metía en su cama.

Crecí creyendo siempre
que era el favorito de la bisabuela Shug,

porque era el único de sus nietos
a quien ella permitía dormir en su cama.

Pero con el paso del tiempo
me di cuenta

de que era el único nieto
que no le daba patadas de noche,

no estiraba los brazos,

no me movía en toda la noche.

Más tarde, nos levantábamos
para ir a Head Start,

y al volver nos encontrábamos
con un ambiente completamente distinto.

La cama estaba perfectamente hecha.

En el sur, los mayores dicen

que no debes meterte en la cama
si no es para dormir.

Así que nos sentábamos en el suelo.

No teníamos tele por cable,

así que la bisabuela Shugh
nos hacía ver a Oprah.

Teníamos una antena que nos permitía
ver los canales ABC, PBS y Fox.

Solíamos ver a Oprah
a las 3:00 p. m., en ABC, canal 13.

La bisabuela decía: "Todos deben
mirar a Oprah porque es alguien,

y quiero que todos aprendan bien
la lección para llegar a ser alguien".

En uno de los episodios,

Oprah contó la historia de su infancia.

Nació en Kosciusko, Misisipi.

Su abuela era sirvienta

que colgaba la ropa
en una cuerda de tender

mientras Oprah la observaba

y le decía: "Oprah Gail,
tienes que fijarte bien ahora

porque debes aprender
a hacer esto tú misma algún dia".

Y Oprah contó

que eso que todos tenemos,
el instinto humano, la llevó a decir:

"No, mi vida no será así".

La mayoría de los que
hemos crecido en el sur,

la mayoría de los que
tenemos abuelas negras,

sabemos que probablemente
no lo dijo en voz alta.

(Risas)

No iba a arriesgarse.

Pero ese instinto de prosperar
y no simplemente de sobrevivir,

ese instinto de buscar
algo mejor de lo que se ve,

a eso me aferré
y con eso salí al mundo.

Fue ese instinto lo que me condujo
de ser desertor escolar

a ser el primero de los hijos de mi madre
en graduarse de la universidad.

Fue ese instinto lo que me llevó
de un estado como Misisipi,

todavía presa de las injusticias raciales,

a ser interino en el gobierno
del primer presidente afroamericano.

(Aplausos)

Es el mismo instinto
que me llevó de un hogar sin padre

a ser una figura paterna
y un hermano mayor

para muchos jóvenes encarcelados
en prisiones para adultos.

No lo digo para conseguir un aplauso,

aunque lo agradezco,

sino que lo digo porque hay poder

cuando alguien aporta
algo a la vida de un niño

y le permite ver mejor por sí mismo

y cambiar su trayectoria.

Gracias a la bisabuela Shug,

que no podía proporcionarme
mucha riqueza material,

que no tenía contactos
para meterme aquí o allá,

pero que me amaba,

me cuidaba,

y me hacía ver a Oprah.

(Risas)

Desde entonces, he visto todos
los episodios del programa de Oprah.

(Risas)

Me gustaría que hicieran
un concurso sobre Oprah,

porque siempre ganaría.

Pero incluso cuando fui a Atlanta,
cuando estaba en cuarto curso,

porque mi madre
huyó en medio de la noche

de un hombre que le pegaba
en el desayuno, el almuerzo y la cena,

--nada te prepara para ver
cómo golpean a tu madre con un cinturón--.

Así que huimos.

Incluso cuando llegué
a Atlanta desde Misisipi,

mantuve ese ritual:

llegar a casa,

a las 4:00 p. m., hora del este,
ABC, canal 2 de Atlanta,

para ver a Oprah.

La mayor parte de mi vida,
o en realidad toda mi vida,

Oprah ha sido un constante
y permanente arcoíris en mi nube.

Llegué aquí, a la American University,
en el verano de 2010

y en mi último curso
tuve el increíble privilegio

de tener a Julian Bond como profesor.

Toda una leyenda,
un ícono de los derechos civiles.

En una clase del primer semestre,

teníamos que escribir
un trabajo de 20 páginas

sobre un ícono de los derechos civiles

y había que entrevistarlo.

Tuve el honor de poder hacer el mío
sobre la Dra. Maya Angelou,

una de las mejores
experiencias de mi vida,

porque fue solo unos meses
antes de que falleciera.

En una de esas entrevistas,

dijo que alguien había pagado mi corona,

que me la colocase y la llevase.

Fue pagada por los esclavos que vinieron
y fueron vendidos en subastas

para que yo pudiera ser el fruto
nacido de su semilla.

Fue pagada por aquellos
que sangraron y murieron,

como Vernon Dahmer y Medgar Evers,

Malcolm X, Martin Luther King
y Fannie Lou Hamer,

que dijo: "Cuestiono a EE. UU.

¿Esto es EE. UU., tierra de gente libre,
hogar de los valientes,

donde tenemos que dormir
con los teléfonos descolgados

porque nos amenazan diariamente
solo por querer nuestra libertad?".

Ellos la han pagado.

Ellos la han pagado para nosotros.

Porque nos la han pagado a Uds. y a mí,

y alguien ha sido
nuestro arcoíris en las nubes,

tenemos la responsabilidad
de ayudar a otros.

Uno de cada tres jóvenes en este país

crecerá sin tener nunca un mentor,

ya sea estructurado o natural.

Eso significa que hoy
cerca de 16 millones de jóvenes

cumplirán los 19

sin tener alguien que los apoye,

que les diga: "Te veo, te escucho.

Lo que dices y tú
como persona me importas".

Recuerdo a un joven con el que trabajé

que fue puesto en una cárcel
para adultos a los 16 años.

Una vez me llamó y me dijo:
"Solo quería darle las gracias".

"¿Por qué?", le pregunté.

Contestó: "Por aceptar
mis llamadas a cobro revertido,

por mandarme libros,

por darme apoyo,

por no dejarme nunca,

por cuidar de mi madre..."

--quien no lo había visto en un año--

"... por no verme nunca como un monstruo".

Se me humedecieron los ojos

porque, primero,

"gracias" es lo más grande
que se le puede decir a alguien.

Los que somos creyentes,
"gracias" es lo que decimos a Dios.

Y segundo, lo que decía

es que yo era la primera persona
en verlo y tratarlo como un ser humano.

La Dra. Angelou me dijo
en una de nuestras entrevistas:

"Si solo vas a recordar una cosa
de nuestras conversaciones,

recuerda esta frase que nos ha llegado
de los tiempos de antes de Cristo

de un dramaturgo romano
llamado Terencio..."

--Terencio con una "R"--

"... que dijo: 'Soy un ser humano.

Nada humano me es extraño'".

Soy un ser humano.

Nada humano me es extraño.

¿Qué significa?

Que todos tenemos el mismo instinto
humano de ser grandes como un Dr. King,

un Mahatma Gandi,

una Madre Teresa.

Pero todos tenemos el mismo instinto
humano para cometer el acto más vil.

Porque somos humanos,
nada humano nos es extraño.

Debemos recordar eso.

Debemos comprender

que la mayor responsabilidad
que tenemos en nuestro país

es elevar la humanidad
y apoyar a los jóvenes.

Muchos me dicen: "Deon, lo he intentado,

sobre todo con niños
de entornos de alto riesgo.

Lo he intentado.

Actualmente, esos niños
son de una especie distinta.

No hay esperanza para ellos".

Sin embargo, según los estudios,

la mayoría de los niños que crecen sin
un mentor, sin un adulto que los cuide,

siempre han querido uno,

porque comprendían el poder esa mentoría.

Jonathan McClard necesitaba un mentor.

Jonathan necesitaba
un arcoíris en su nube.

Jonathan era listo,
divertido e inteligente.

Quería ser psiquiatra.

Quería tener un ingreso extra,
montar un bar con parrilla en la playa.

Pero perdimos a Jonathan tres veces.

Lo perdimos cuando fue imputado
como adulto teniendo solo 16 años

y enviado a una prisión para adultos.

Lo perdimos emocionalmente
cuando fue condenado

y le dijeron que pasaría 30 años
en una prisión para adultos.

Jonathan nunca llegó
a entrar en esa cárcel

porque la tercera vez que lo perdimos

fue unos días antes de cumplir 17,

cuando se ahorcó en su celda.

Jonathan necesitaba a alguien
en el sistema que se preocupase por él.

Jonathan necesitaba
un arcoíris en su nube.

Jonathan necesitaba a alguien
que apoyase sus sueños.

En este viaje de la vida,

tienen la oportunidad
de ser el arcoíris de alguien.

La bisabuela Shug murió durante mi primer
curso aquí, en la American University,

y recuerdo esa noche perfectamente.

Volvía del ensayo de coro

en el autobús de la universidad,
de vuelta al campus,

y entre Tilly Campus y Ward Circle

recibí la llamada de que
la bisabuela Shug había fallecido.

El instinto humano
dice que se debe llorar,

que debía gritar, gemir,
estar lleno de dolor.

Fue una de las muertes familiares
más duras que he vivido.

Pero en ese momento,

me acordé de cuando me sentaba
en el suelo de madera

para mirar a Oprah

y la bisabuela Shug estaba sentada
en su mecedora azul,

ubicada entre su cama y el tocador.

En los tiempos más oscuros,

cuando parece que no hay ninguna luz,

ella tenía un himnario
de la Iglesia Metodista Unida

en su tocador.

Lo sacaba en los momentos más oscuros.

Decía:

(Canta) "Querido Señor,

toma mi mano.

Guíame.

Deja que me levante.

Señor, estoy cansado.

Soy débil.

Señor, estoy fatigado

por la tormenta,

en la noche.

Guíame hacia la luz.

Toma mi mano,

querido Señor,

y llévame a casa".

(Habla) Pensé en cómo podría
honrar mejor su vida.

Pensé en cómo ella
hubiese querido que yo continuase.

Y supe que la única
manera de poder continuar,

la única manera de honrar su vida,

era seguir el propósito que el Creador
había dispuesto para mí.

Y ese propósito es asegurarme
de que todos los seres humanos,

especialmente nuestros jóvenes,

tengan la oportunidad
de vivir su mejor vida.

Todos podemos hacerlo.

Estoy totalmente convencido
de que nuestra vida mejora

cuando ofrecemos algo
que los demás nos han ofrecido.

Para algunos puede ser emitir un cheque

a favor de una organización local
o nacional de apoyo a la juventud.

Para otros, podría tener la forma
de una mentoría personalizada

donde hacen voluntariado semanal
en el club de jóvenes.

Para algunos de Uds. quizá sea
una simple sonrisa, un "buenos días"

y una conversación alentadora con un joven

que vean en el transporte público
o caminando por la calle.

Pero deben tomar la decisión de hacerlo.

Y cuando deciden implicarse,

cuando decidimos ser el arcoíris
en la nube de alguien,

un joven puede vivir con la esperanza
de ser el próximo presidente de EE. UU.,

en vez de temer a ser
el próximo Michael Brown.

Una joven puede vivir con el sueño de ser
directora ejecutiva o Mellody Hobson

en vez de temer ser la siguiente
joven en su familia

que tendrá que vender
su cuerpo para poder vivir.

Una persona joven que se identifica
como lesbiana, gay, bisexual, transgénero,

queer o amante del mismo género

puede vivir con la esperanza
de ser juez de la Corte Suprema

en vez de plantearse el suicidio

porque no es querida
por quienes más deberían amarla.

Si nos preocupamos más,

si decidimos ser el arcoíris
en la nube de alguien,

si lo hacemos,

quizá Kalief Browder,

un joven imputado como un adulto,

que nunca tuvo un juicio

pero pasó tres años en la prisión
de la isla Rikers en Nueva York.

Uno de esos tres años lo pasó
en una celda de aislamiento.

Finalmente lo liberaron porque
descubrieron que no había cometido

el delito por el que se lo acusaba.

Intentó ir al colegio, pero no funcionó.

Si nos hubiéramos preocupado más,

cuando la madre de Kalief
salió un día a su patio trasero,

no lo habría encontrado colgado
de la ventana de su cuarto.

Tenemos el poder
de cuidar y apoyar a los jóvenes,

de formar a una nueva
generación de líderes.

Trabajarán en la administración pública,

serán profesores,
serán la próxima Beyoncé.

Lo conseguirán.

Se subirán a un escenario

y cuando les pregunten
cómo llegaron adonde están ahora:

"¿Habrá sido gracias a Uds.?",

responderán:

(Canta) Le importaba a alguien,

pensaban en mí,

se tomaron su tiempo para cuidarme.

Me alegra que les importara.

Me alegra que les importara,

Me alegra tanto que yo les importara".

Gracias.

(Aplausos)