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PATRULLA ROJA
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Para preparar el documental dedicado al 70 aniversario del comienzo de la
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Gran Guerra Patria, nuestro equipo de rodajé hizo por carretera la ruta Moscú-Brest
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cansados de ver el abandono en que se encuentra el campo ruso,
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entramos en territorio bielorruso. La vista que se abría ante nosotros, nos dejó boquiabiertos.
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ni un trozo de tierra desaprovechado. Hasta donde alcanza la vista
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se extienden los campos sembrados con todo tipo de cultivos.
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se pueden ver pastando rebaños de vacas rollizas
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ninguna granja abandonada
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pueblos cuidados, con casas confortables
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gente, tierras, granjas, maquinaria, todo funciona
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Por lo visto Bielorrusia produce hoy el doble de productos de alimentación, de lo que ella misma consume.
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Tema aparte es la limpieza que todo rodea y la calidad de las carreteras
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La carretera de Brest a Moscú, la construyeron en la URSS para la olimpiada de 1980
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el lado bielorruso de la autovía tiene poco que envidiar a las famosas autopistas alemanas,
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La velocidad permitida es de 130 km/h, en comparación con los 90 km/h
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del lado ruso de la carretera, llena de baches.
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En Bielorrusia no hay puestos fijos de la policía de tráfico
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durante el recorrido no vimos a ningún agente de tráfico parado en el arcen
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el control del tráfico se efectúa mediante cámaras de vigilancia
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y a lo largo de la calzada hay teléfonos de emergencia
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una pulcritud envidiable: no hay aquí nada que se parezca a nuestras polvorientas
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y sucias cunetas. En una palabra: Europa.
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Eso explica que el porcentaje de accidentes en Bielorrusia sea varias veces menor que el ruso
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Sorprendente, pero en Bielorrusia, a diferencia de la región de Smolensk
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no hubo incendios forestales. Los linderos surcados como cortafuegos en las cunetas junto a las
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zonas forestales,impiden que una colilla mal apagada pueda provocar un incendio
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También resultó que aquí los árboles no caen sobre las líneas de alta tensión
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Minsk. Sus calles sorprenden por lo límpias, lo pintoresco y el civismo de sus conductores
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En la ciudad no hay nada parecido a ese horroroso exceso de
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vallas publicitarias a la que estamos acostumbrados nosotros
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Minsk y otras ciudades de Bielorrusia, es zona en permanente construcción
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La vivienda que se levanta, los edificios de la esfera social, de la educación, ciencia y cultura,
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marcan claramente cual es el vector de desarrollo del estado.
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Por poner un ejemplo, el precio del metro cuadrado de vivienda en Minsk es inferior a 800$
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El país está vivo, la economía funciona, todas las esferas de la vida social.
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todo se mueve y marcha, a diferencia del desbarajuste que tenemos en Rusia
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Allá donde mires, queda claro que en Bielorrusia hay un sistema y una ley que funcionan
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Por supuesto que hay hoy en Bielorrusia graves dificultades económicas
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pero al menos aquí hay economía y no solo dos tuberías como en Rusia
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El aumento de los precios del combustible, comestibles y artículos de consumo
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ha golpeado el bolsillo de los bielorrusos. Pero incluso ahora con la subida,
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esos precios siguen siendo 2-3 veces inferiores a los nuestros
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Al ver esto, comienzas a caer en la cuenta del beneficio
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que le exprimen a esos mismos artículos nuestros capitalistas
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mientras trabajábamos en el rodaje, tuvimos la oportunidad de hablar con mucha gente
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y en todas las conversaciones, se dejaba ver la ofensa que provoca
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la total falta de objetividad de los medios rusos con respecto a Bielorrusia
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Sí, la gente quiere vivir mejor, pero no quieren verse en una situación como la rusa.
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Por cierto que para asesorarse en la resolución de los problemas económicos
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Alexánder Lukashenko no invitó a expertos occidentales, sino a especialistas chinos.
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Cuando regresábamos a Moscú, no nos abandonaba ese sentimiento de vergüenza y dolor por Rusia
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Cualquiera que haya visitado Bielorrusia, entenderá por qué nuetros dirigentes
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y los medios bajo su control, atacan de modo tan indecente a la hermana república
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Y ocurre eso porque Bielorrusia, no en la teoría, sino en la práctica, es una seria alternativa
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a la realidad de Rusia. Y esa alternativa, aparece
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como un hueso atravesado en la garganta de nuestro gobierno
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Traducción: Josafat S. Comín