¿Qué hace que los letreros de neón brillen? Una animación de 360º

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La represa Hoover construida en 1936 dio lugar a una fuente de energía hidroeléctrica e hizo que un desierto somnoliento cobrara vida: Las Vegas, Nevada. Gracias a la energía de la represa, Las Vegas se llenó en poco tiempo de vibrantes exhibiciones. La fuente de estas deslumbrantes luces eran lámparas de neón. En esta espectacular animación de 360º explorarás el colorido mundo de los letreros de neón, mientras Lippy nos explica qué los hace brillar.

Lección de Michael Lipman, dirigida por Lippy.

La represa Hoover construida en 1936

dio lugar a una enorme fuente
de energía hidroeléctrica

e hizo que un pueblo somnoliento
en el desierto cobrara vida:

Las Vegas, Nevada.

Gracias a la energía de la represa,

Las Vegas se llenó en poco tiempo
de vibrantes exhibiciones.

La fuente de estas deslumbrantes
luces era el gas de neón eléctrico.

Existen dos complicados obstáculos
para crear carteles luminosos

a partir de este gas inodoro
y naturalmente claro:

capturarlo y hacerlo brillar.

El inventor francés Georges Claude
ideó técnicas para superar ambos.

En 1902,

desarrolló un método para licuar
y separar gases específicos del aire,

lo que posibilitó la producción de neón
a nivel industrial por primera vez.

Para 1910, había ideado una forma
de atrapar el gas en un tubo de vidrio

con un electrodo especial en ambos
extremos, y así nació la luz de neón.

En talleres como los de Claude,

los artesanos, conocidos
como "dobladores de tubos",

hacían carteles de neón a mano.

Calentaban pequeñas partes
de un tubo de vidrio largo y hueco

y rápidamente lo doblaban
según la forma planificada.

Una vez enfriado el vidrio, ponían
electrodos en cada uno de sus extremos

y extraían el aire con una bomba de vacío.

Luego, introducían corriente
de alto voltaje en el tubo

para quitar todas las impurezas
dentro del vidrio.

Por último, bombeaban el gas de neón
al interior y sellaban los electrodos.

Cuando un letrero de neón
se enciende, la corriente eléctrica

hace que algunos de los electrones
en los átomos de neón se aceleren

y se liberen de sus órbitas, dejando atrás
iones con carga positiva.

A medida que estos electrones liberados
se mueven de un lado a otro,

chocan con otros átomos de neón,
lo que hace que también ellos se ionicen.

Cuando estos electrones regresan
a sus niveles de energía normales,

su exceso de energía es transportado
por los protones, o partículas de luz.

Todo esto sucede en un instante,

y lo que vemos al encender el letrero
de neón es el brillo de los fotones.

Si bien es común llamar letrero "de neón"
a cualquier letrero que contenga gas,

existen cinco gases diferentes
que se usan para esto.

Cada tipo de gas

emite fotones de diferente longitud
de onda al electrificarse,

y esto corresponde
a diferentes colores de la luz.

El neón produce un brillo anaranjado
o rojizo; el argón, un lavanda pálido;

el helio, un rosado polvoriento;

el criptón, un blanco plateado;
el xenón; un púrpura claro.

Estos cinco gases se pueden combinar
en un tubo revestido con color

para crear un arcoíris electrificado
de texto e imágenes.

Los dueños de negocios
rápidamente se dieron cuenta

que estos colores eran
efectivos para atraer clientes.

A diferencia de las bombillas,

el letrero de neón no tiene
filamentos incandescentes que se queman,

y puede brillar continuamente por 40 años
antes de que el gas se termine.

En la década de 1930,

los letreros de neón iluminaban
las tiendas de todo el mundo.

Debido a la fragilidad
de los tubos de vidrio,

con frecuencia no era posible
enviarlos a localidades lejanas.

La mayoría de los letreros de neón
eran fabricados en tiendas locales de neón

e instalados en zonas cercanas.

Abundaban los letreros con humor,
personalidad y diseños intrincados.

No había dos que fueran iguales.

Hacia el final de
la Segunda Guerra Mundial,

los plásticos se habían vuelto
muy accesibles y baratos,

por lo que los letreros de plástico
reemplazaron a los de neón

como nuevos mensajeros.

En muchas ciudades
se quitaron los letreros de neón,

pues se los veía como anticuados.

Hoy día, la producción de letreros de neón

es apenas una fracción
de lo que solía ser.

Pero el oficio de doblar tubos
perdura relativamente inalterado.

Nuevas creaciones realizadas
por artesanos locales

perduran junto a las sobrevivientes
del apogeo del neón,

ocultos a simple vista en las calles
de varias ciudades alrededor del mundo.