La mayoría de la gente
reconoce su nombre
y sabe que es famoso por decir algo,
pero viendo el impacto de larga duración
de sus enseñanzas en el mundo,
muy pocas personas saben
quién fue Confucio realmente,
qué dijo realmente,
y por qué lo dijo.
En medio del caos del
siglo VI a.C. en China,
donde los estados en guerra luchaban
sin fin entre sí por la supremacía,
y los gobernantes eran
asesinados con frecuencia,
a veces por sus propios familiares,
Confucio ejemplificaba la benevolencia
y la integridad
y, a través de su enseñanza,
se convirtió en uno de los
más grandes filósofos de China.
Hijo de noble, pero criado en
la pobreza desde edad muy temprana
tras la prematura muerte de su padre,
Confucio desarrolló lo que sería
una empatía de toda la vida por
el sufrimiento de la gente común.
Apoyando apenas a su madre
y su hermano con discapacidad
como pastor y administrador
en un granero,
y con otros trabajos,
fue solo con la ayuda de un amigo rico
que Confucio pudo estudiar
en los Archivos Reales,
donde formó su visión del mundo.
Aunque los textos antiguos allí
eran considerados por algunos
como reliquias irrelevantes del pasado,
Confucio se inspiró en ellos.
A través del estudio y la reflexión,
Confucio llegó a creer que el carácter
humano se forma en la familia
y por la educación en el ritual,
la literatura y la historia.
Una persona cultivada de esta manera
trabaja para ayudar a los demás,
guiándolos por inspiración moral
en vez de hacerlo por fuerza bruta.
Para poner su filosofía en práctica,
Confucio se hizo asesor del gobernante
de su estado natal de Lu.
De otro estado enviaron al gobernante de
Lu una tropa de bailarinas como regalo;
el gobernante ignoró sus deberes
disfrutando de las chicas en privado,
y Confucio renunció en repudio.
Pasó los siguientes años
viajando de estado en estado,
buscando un gobernante digno de servicio
y se aferró a sus principios.
No fue fácil.
De acuerdo con su filosofía, y
contrariamente a la práctica del momento,
Confucio disuadió a gobernantes de confiar
en castigos severos y en el poder militar
para gobernar sus tierras
porque creía que un buen gobernante
inspira a otros a seguirlo
de manera espontánea
en virtud de su carisma ético.
Confucio creía también
que el amor y el respeto
aprendidos en la familia
son fundamentales para
todas las otras virtudes,
el deber personal a la familia, a veces
reemplazará obligaciones con el Estado.
Por eso, cuando un duque se jactó
de que sus súbditos eran tan rectos
que un hijo testificó en
contra de su propio padre
cuando su padre robó una oveja,
Confucio informó al duque
que los padres e hijos genuinamente
rectos se protegen entre sí.
Durante sus viajes, Confucio
casi muere de hambre,
fue encarcelado brevemente,
y su vida fue amenazada
en varias oportunidades.
Pero no se amargó.
Confucio tenía fe en que el cielo
tenía un plan para el mundo,
y enseñó que una persona virtuosa
siempre podía encontrar la alegría
en el aprendizaje y la música.
Al no encontrar
el gobernante que buscaba,
Confucio regresó a Lu
y se convirtió en un maestro y filósofo
tan influyente
que ayudó a modelar la cultura china
y reconocemos su nombre en
todo el mundo, incluso hoy.
Para sus discípulos, Confucio fue
la encarnación viviente de un sabio que
conduce a otros a través de su virtud,
y registraron sus dichos
que, con el tiempo, fueron editadas
en un libro titulado "Las analectas".
Hoy, millones de personas en el mundo
adhieren a los principios de Confucio,
y aunque su significado preciso
se ha debatido durante miles de años,
cuando le pidieron que resumiera
sus enseñanzas en una sola frase,
el propio Confucio dijo:
"No hagas a otros lo que
no quieres para ti mismo".
2500 años después, sigue siendo
un sabio consejo.