La Universidad de California
Santa Barbara presenta
Voces
Douglas Adams, creador de
La Guía del Viajero Intergaláctico
Loros, el Universo,
y Todo
Muchas gracias, señoras y señores
Es una experiencia interesante,
inusual y extraña para mi
estar en mi ciudad natal.
Que es ...
Sobre los libros
que Constance mencionó al
introducirme,
La Guía del Viajero,
Dirk Gentil y otros,
ninguno era mi favorito.
Mi libro favorito
es de lo que hablaré esta noche.
Es gracioso como, con frecuencia ...
Todos los autores
que conozco,
su libro favorito es el que
se vendió menos.
El pequeño de la camada
Aquel que siempre
adoraste más que todos.
Y les quiero contar
cómo sucedió esto.
En algún momento a mitad de los 80s,
sonó el teléfono.
Y la voz dijo,
“Queremos que vayas a Madagascar.
Que vayas a buscar una
extraña especie de lemur,
llamada aye-aye.
El avión sale en dos semanas,
nos gustaría estés en él.”
Yo—asumiendo era un
número equivocado—dije “¡sí!”
antes que descubrieran su error.
Pero resultó que en realidad
habían decidido
“Aquí hay alguien que
no sabe nada de lémures,
nada del aye-aye,
nada de Madagascar,
mandémoslo a él.”
Así empecé a
investigar algo de esto,
y resulta es muy interesante.
Los lémures eran el primate
dominante en todo el mundo
Unas criaturas muy,
pero muy, gentiles y agradables.
Así como del
tamaño de un gato,
y se columpiaban en los árboles
pasándola bien.
Y entonces, Gondwana se separó.
Suena como a un
grupo de rock de los 70s
desintegrándose por
diferencias musicales.
Pero como quizá recuerden
Gondwana era una
vasta masa continental
que consistía en lo que sería
Sudamérica, África, la India
el sureste de Asia, Australasia
—no—Australia, Australia y no
—esto va a resultar
importante después—
no Nueva Zelanda
que resultó ser un trozo de tierra
que salió por debajo del océano.
Como decía,
los lémures eran el primate
dominante del mundo
y cuando estas masas se separaron,
y Madagascar fue una de ellas,
Madagascar salió por ahí
en medio de lo que de pronto
era el Océano Índico
Llevándose consigo una muestra
representativa
de los animales de ese periodo,
incluyendo muchos lémures.
Y básicamente se quedaron ahí
por millones y millones de años
en gran aislamiento.
Mientras, en el resto del mundo,
emergió una nueva criatura.
Llegó una nueva criatura
mucho más inteligente
que los lémures
—según ella—
mucho más competitiva,
mucho más agresiva,
e increíblemente interesada
en todo lo que se puede hacer con ramas.
Las ramas eran maravillosas.
Puedes hacer mucho con ramas
puedes escarbar en la tierra
con ramas,
puedes rascar la corteza
de árboles y sacar bichos,
pueden golpease entre
si con ramas.
Si hubieran copias de la
revista “RamaUser” en esos días,
estas criaturas harían
fila para comprarla.
Y estas criaturas
—que, como seguro han adivinado,
se llaman monos—
porque eran más competitivos
y más agresivos,
y vivían en el mismo hábitat
que los lémures,
suplantaron exitosamente a los lémures
en todo el mundo
excepto Madagascar.
Porque Madagascar estaba ahí
en medio del Océano Índico
y no podían llegar allí.
No pudieron llegar allí hasta
hace unos 1500 años
gracias a asombrosos
avances en tecnología de ramas
llegaron allí en botes,
y eventualmente aviones.
Y de pronto los lémures,
que habían tenido este lugar para ellos
por millones y millones
y millones de años,
se enfrentaron de pronto
a su antiguo enemigo: el mono.
Así que, esto es Madagascar,
y resulta que el más
raro de los lémurs
—y cuando digo el más raro
en este momento
a mediados de los 80s
se pensaba que era el más
raro de los lémures
ahora hemos descubierto un lemur
aún más raro llamado lemur dorado,
directo al número uno
de lémures en peligro de extinción—
pero el aye-aye es un muy
muy peculiar animal.
Parece la conglomeración
de muchos otros tipos de animales.
Por ejemplo,
tiene orejas como de zorro,
unos dientecitos
como de conejo,
una pluma de
avestruz como cola,
y tiene unos ojos muy raros,
de hecho tiene los ojos
de Marty Feldman.
Que parecen como
si te estuvieran mirando
pero allá en otra dimensión
justo sobre tu hombro izquierdo.
Y también tiene esta muy
pero muy peculiar característica,
que su dedo medio en ambas manos
es esqueléticamente delgado y muy largo.
Y resulta que sólo
hay otro animal
en todo el mundo con esta característica.
Y es llamado
—me fascinan los zoólogos
y su vivida imaginación—
se llama el “pósum de dedos largos”.
Es una criatura que vive
en Nueva Guinea,
y es de hecho su cuarto dedo
el esqueléticamente delgado y alargado
Y esto es lo que nos dice
que no hay relación alguna
entre estos animales,
es pura convergencia evolutiva,
porque el factor común
entre Madagascar y el aye-aye,
y Nueva Guinea y
el pósum de dedos largos
es que en ambos hábitats
no hay pájaros carpinteros.
Como pueden ver, la cosa es
—la vida es muy muy oportunista
y tomará ventaja de cualquier
fuente de alimentos que encuentre.
Y si no hay pájaros carpinteros hurgando
bajo la corteza de árboles por bichos,
entonces, en ese caso, serán los mamíferos
quienes crecerán el dedo esqueléticamente
delgado y largo para hurgar en el árbol,
y obtener esta fuente de alimento
que son los bichos bajo la corteza.
Entonces, el aye-aye es ésta
muy muy muy extraña criatura
Entonces se pensaba
que quedaban como quince de ellas.
Y de hecho no vivían
exactamente en Madagascar
sino en una pequeña
selva tropical en una isla
junto a la costa de Madagascar,
llamada Nosy Mangabe,
justo en la esquina noreste
de Madagascar
Y para llegar allí, lo que hay que hacer,
es que hay que volar en un 747
a Madagascar
Y luego en un terrible
cacharro de aeroplano
de Madagascar al puerto noreste.
Y de ahí hay que seguir
en una excelente serie
decreciente de carretas y camionetas,
hacia un pequeño puerto
donde debería haber un bote
que nos llevaría a Nosy Mangabe.
Así que llegamos allí,
llegamos al puerto,
y buscábamos por allí el bote
que nos llevaría a Nosy Mangabe,
y no lo podíamos ver.
Y le preguntábamos a la gente
—sabes—“¿donde está el bote”,
y ellos nos dirían
“¡Allí está! ¡Allí está!”
y no podíamos ver
a lo qué estaban apuntando
porque una horrible vieja
barca oxidada se atravesaba.
Como habrán adivinado,
esta horrible vieja barca oxidada
nos llevaría a Nosy Mangabe.
Y no cumplía lo que a mi parecer
es el requisito básico de un bote,
y es que estaba lleno
de océano.
Y a mi me parecía
que el propósito de un bote
es mantener el océano afuera.
Como sea, cruzamos hacia
Nosy Mangabe.
Esta pequeñita, muy muy
bonita isla tropical.
Y enfrentamos un problema
y es que, no sólo el animal
vive en los árboles
—nadie lo ha visto por
años y años y años—
vive en los árboles y
además es un animal nocturno.
Y la calidad de las baterías
en Madagascar era muy muy mala.
Así que, pasamos noche tras noche
tras noche,
vagando por la selva,
bajo lo que sólo podría
describir como: la lluvia.
Algo andrajosos,
pasamos básicamente noche
tras noche
enroscados bajo impermeables,
mirándonos, diciendo,
“para de llover”.
Y de vez en cuando diríamos algo como,
“Todo por este maldito animal.”
De hecho, es maravilloso,
Encontramos esta choza
de una clase de cazador,
—no cazador—guardabosques.
Y era una pequeña choza.
De hecho llena de vida salvaje.
Lo que pasaba, verán,
es que abrirías la puerta,
y escucharías estos ruidos...
y prenderías la luz y
todo se detendría.
Y verías estas pequeñas
arañas gigantes en la pared,
cada una en la boca
¡con un bicho a medio comer!
Y dirían, “¿sí?”
Y apagarías la luz y ...
Entonces este es nuestro refugio, saben.
Nos la pasábamos genial.
Y eventualmente ...
En una noche,
estábamos todos—como dije—
enroscados bajo los impermeables,
y fuimos así
a vagar por allí,
y de pronto,
levanté la mirada a una rama
y a esta altura sobre mi cabeza
salió esta criatura.
La criatura salió sobre la rama,
me miró hacia abajo,
yo la miré, y cuando me miraba
—obviamente no le agradó
nada lo que vio—
se dio la vuelta y se fue.
Todo duró como diez segundos.
Y a eso fue a lo que venimos.
En verdad lo había visto, lo vimos
—apenas logramos tomar una
fotografía del momento—
pero de pronto me di cuenta,
vimos un aye-aye.
Ahora, yo estaba
absorto por el momento,
por razones que no me podía
explicar de inmediato.
Porque un mes antes ni
había escuchado de este animal
y ahora estaba aquí, mirándolo,
pensando que algo
extraordinario había pasado.
Así que empecé a
pensar un poco en esto,
y este es el pensamiento que puder armar.
Viajando hasta aquí,
viajando en un 747 a Antananarivo,
que es la capital de Madagascar,
y este terrible cacharro de
aeroplano
que nos llevó a la esquina noreste,
y en la excelente serie decreciente
de carretas y camionetas,
y en la horrible vieja barca oxidada
que nos llevó a la selva
donde básicamente caminamos
en la selva noche tras noche,
fue como si hubiéramos
tomado un viaje de tiempo
—un viaje en el tiempo—
de regreso por la historia
de la tecnología de ramitas.
Y lo que este encuentro había sido,
lo que este encuentro había sido es:
Yo era un mono viendo a un lémur.
Y de pronto piensas,
en la enorme cantidad de historia
hasta este momento que no pensamos
—no nos damos cuenta—que ya tenemos.
Nuestras raíces en el planeta
se remontan mucho mucho tiempo atrás,
y normalmente no
pensamos mucho en eso.
Y hace falta esta confrontación
para darte cuenta de lo amplia
y profunda que es nuestra familia.
Entonces pense,
bueno esto es muy interesante.
Y hablé con la persona que había
sido allí como guía,
que era un zoólogo
que habían mandado
para asegurarse que yo no
me cayera de los árboles y eso.
Y su nombre es Mark Carwardine,
y le dije,
”Me encantaría si pudiéramos ...,
te gustaría la idea de
ir así como por el mundo
buscando otras especies
raras de animales en peligro,
quizá escribir un libro?”
Y el dijo,
“pues, ¡a eso es a lo que me dedico!”
“Así que sí, OK.”
Y así lo hicimos.
Ahora, hubo una pausa en ese momento
porque yo había firmado para
escribir un par de novelas.
Escribí “La agencia holística de
detectives de Dirk Gently”
y “La obscura hora del té del alma”,
y luego era hora de salir.
Y el primer lugar al que fuimos,
fuimos a buscar un animal particular
que es el dragón de Komodo.
Ahora ya sabes como
son los lagartos, ¿no?
Digo son así como...
El dragón de Komodo es
un poco más grande que eso.
El más grande que vimos
medía como 13 pies de largo,
y su cabeza llegaba como hasta aquí
bien pinche enorme
creo que es el término técnico.
Se cree que son el origen
del mito del dragón chino
—porque pues son enormes,
lagartos gigantes,
tienen escamas, devoran personas,
literalmente devoran personas,
y no lanzan fuego de verdad,
pero tienen el peor aliento de cualquier
criatura conocida por la humanidad.
Y viven en esta isla
llamada Komodo.
No es suficiente—resulta—
que la isla tenga mil quinientos
dragones devoradores de personas.
Resulta que el animal con mayor
peligro de extinción en la lista
es cualquiera que no sean los dragones.
De hecho—como dije—devoran personas.
Y no es que te coman así
de golpe,
no te embisten sólo así
de pronto y te tragan.
Más bien se acercan
sigilosamente
y te dan una mordidita.
Porque su saliva es tan virulenta
que no herida no va a sanar
y luego de un rato vas a morir.
Y alguno de los dragones
te comerá
—no importa si es el
mismo que te mordió—
tienen esta estrategia
de tener criaturas muertas
y muriendo por la isla
tantas como puedan,
y con eso se pueden mantener.
Pero resulta que no es
suficiente que la isla
tenga mil quinientos
dragones que devoran personas.
Sólo para hacerlo un
poquíto más interesante,
también tiene más serpientes venenosas
—por metro cuadrado—
que cualquier región equivalente
en todo el planeta.
Así nos aproximamos a Komodo
—debo decir—un poco nerviosos,
y con un poco de rodeos.
De hecho nos acercamos
dando tantos rodeos
que fuimos via Melbourne en Australia.
Y pasamos por Melbourne
por alguien que
queríamos ir a ver
un hombre llamado Dr. Struan Sutherland.
De hecho les quiero leer
un poco sobre él,
un gran experto en veneno de serpientes.
Me debo disculpar antes
de leer esto, de hecho,
por el hecho de que mi acento
australiano no es muy bueno.
Pero luego, que diablos,
ustedes son estadounidenses,
tampoco notarán la diferencia.
Hay un hombre en Melbourne
que quizá sabe más
de serpientes venenosas
que nadie más en la Tierra.
Su nombre es el Dr. Struan Sutherland,
y ha dedicado su vida entera
a estudiar el veneno.
“Y estoy cansado de hablar de eso”,
nos dijo cuando lo fuimos
a ver la mañana siguiente
cargados con grabadoras y libretas.
“No soporto esas
criaturas venenosas,
esas serpientes e
insectos y peces y todo eso.
Miserables, mordiéndolos a todos.
Y la gente espera que les
diga que hacer sobre eso.
Yo les diré que tiene que hacer.
¡No dejen que los muerdan!
Es la respuesta.
Ya he tenido suficiente
diciéndolo a todos.
Hidroponía, eso es interesante.
Les digo lo que quieran
sobre hidroponía.
Una cosa fascinante,
cultivar artificialmente en agua,
técnica muy interesante.
Necesitamos saber todo sobre eso
si vamos a ir a Marte y eso.
¿A donde dijeron que van a ir?”
“Komodo.”
“Pues no se dejen morder,
no puedo decir más.
Y no regresen corriendo porque
no van a llegar a tiempo,
y ya tengo aquí suficiente.
Miren esta oficina, llena
de animales venenosos por doquier.
Ven ese tanque, lleno de hormigas
coloradas. Pequeñas venenosas.
¿Qué vamos a hacer con ellas?
Como sea, tengo unos pastelitos
por si tienen hambre.
¿Quieren unos pastelitos?
No puedo recordar donde los puse.
Hay algo de té, pero no muy bueno.
Como sea, ¡siéntense por favor!
Así que van a Komodo.
Pues no se porque quieren hacer eso
pero supongo tendrán sus razones.
Hay quince diferentes tipos
de serpientes en Komodo,
la mitad de ellas son venenosas.
Las potencialmente mortales
son la víbora de Russell,
la víbora bambú y la cobra india.
La cobra india es la quinceava
más mortal en el mundo,
y las otras catorce están
aquí en Australia.
Por eso me cuesta tanto
encontrar tiempo
para mi hidroponía,
con estas víboras por todos lados.
Y arañas. La araña más venenosa
es la araña de Sídney,
como quinientas personas al
año son picadas por arañas.
Muchas solían morir,
así que desarrollé un antídoto
para que la gente me dejara de molestar.
Nos tomó años. Luego hicimos el kit
para detectar mordeduras de serpiente.
No que necesites un kit para
saber cuando te ha mordido una serpiente,
eso normalmente lo sabes, pero
el kit es para saber
que clase de serpiente, y
así darte el tratamiento adecuado.
¿Quieren ver un kit? Tengo un par
aquí en el refrigerador del veneno.
Veamos. ¡Ah! Miren,
los pastelitos también están aquí.
Rápido, coman mientras siguen frescos.
Pastelitos, yo mismo los hice.”
Nos dio los kits detectores
de veneno de serpientes
y esos pastelitos caseros
y se retiró a su escritorio,
desde donde sonreía alegremente
tras su barba rizada y corbata de moño.
Admiramos los kits que
eran pequeñas cajas eficientes
empacadas con botellitas,
una pipeta, una jeringa,
y unas complicadas instrucciones
que no querría tener que leer
por primera ves en pánico.
Y le preguntamos cuantas serpientes
lo habían mordido a él.
“Ninguna,” nos dijo.
“Otra área en la que me hecho un experto
es en dejar que otras personas
manejen los animales peligrosos.
No lo haría yo mismo.
No quiero ser mordido, ¿verdad?
¿Qué dicen las solapas de mis libros?
‘Pasatiempos: jardinería, con guantes;
pesca, con botas;
viajar, con cuidado.‘
Es la respuesta. ¿Qué más?
Además de las botas lleven
pantalones gruesos holgados.
Y preferentemente una docena
de personas frente a ustedes
haciendo tanto ruido como puedan.
Las víboras perciben las
vibraciones y se alejan.
Excepto si es la
víbora de la muerte
o también llamada víbora sorda,
que sólo se queda allí.
Pueden caminar justo sobre
ella y no pasa nada.
He sabido de doce personas
pasando sobre una víbora de la muerte
y la doceava accidentalmente
tropezó con ella y fue mordida.
Normalmente es seguro
ser el doceavo en la línea.
No comen sus pastelitos.
Vamos, cómanlos,
hay más en el refrigerador del veneno.”
Preguntamos, tentativamente, si podríamos
llevarnos un kit detector
de mordidas a Komodo.
“Claro que si, claro que si.
Lleven cuantos quieran.
No les servirán de nada porque
son para serpientes australianas.”
”¿Y luego qué hacemos si nos muerde
algo mortal?” Pregunté.
Me miró fijamente como si fuera idiota.
“¿Pues qué crees que vas a hacer?” dijo.
“Te mueres.
Eso significa mortal.”
“¿Pero qué hay de abrir la herida
y succionar el veneno?” pregunté.
“Al menos serías tú y no yo,” dijo.
“No querría tener veneno en la boca.
Aunque no te haría ningún daño,
sus toxinas tienen alto peso molecular
así que no penetrarán
los vasos sanguíneos en la boca
como lo hace el alcohol y otras drogas.
Y el veneno será destruido por
los ácidos de tu estómago.
Pero tampoco es que vaya
a ayudar de mucho.
Digo, no vas a poder extraer
mucho del veneno,
pero seguro vas a empeorar
la herida intentando.
Y en un lugar como Komodo significa
una herida seriamente infectada
además de una pierna
llena de veneno.
Septicemia, gangrena,
algo te va a matar.”
“¿Y un torniquete?” pregunté.
“Bien, pues si no te importa
que luego te corten la pierna.
Tendrías que hacerlo porque
si bloqueas por completo el
flujo de sangre morirá.
Y si encuentras a alguien
en esa parte de Indonesia
a quien confiarías cortar tu pierna
eres más valiente que yo.
No, te voy a decir,
lo único que puedes hacer
es un vendaje a presión
directo sobre la herida
y envolver toda la pierna firmemene,
pero no demasiado.
Para detener el flujo de sangre pero
no por completo o pierdes la pierna.
Mantén la pierna,
o lo que te hayan mordido,
por debajo de tu corazón y cabeza.
Mantente muy quieto, respira despacio
y ve inmediatamente a un doctor.
Si estás en Komodo eso
significa un par de días,
para cuando estarás muerto.
La única solución,
y lo digo muy en serio,
es que no te dejes morder.
No hay razón para que ocurra.
Todas las serpientes se
alejarán de tu camino
mucho antes que las veas.
No te tienes que preocupar
de las serpientes si tienes cuidado.
No, de lo que en verdad te debes
preocupar es de las criaturas marinas.”
“¿Qué?”
“Pez escorpión, piedra, serpiente marina.
Más venenosos que cualquier cosa
en la tierra.
Te pica un pez piedra y
tan sólo el dolor te mata.
La gente se ahoga sólo
para detener el dolor.”
“¿Donde está esos animales?”
“Ah, en el mar. Hay montones.”
No me acercaría si fuera tú.
Lleno de seres venenosos. Los odio.”
“¿Hay algo que le guste?”
“Sí”, dijo, “Hidroponía”.
“No”, yo dije, “¿que si hay
alguna criatura venenosa
a la que le tenga cariño?”
Miró por la ventana por un momento.
“Había una,” dijo, “pero me dejó.”
Como sea, mi favorito entre todos
los animales que fuimos a ver,
mi favorito era un animal
conocido como kakapo.
El kakapo es un tipo de loro.
Vive en Nueva Zelanda.
Es un loro no volador,
ha olvidado como volar.
Tristemente, también ha olvidado
que ha olvidado como volar.
A un kakapo seriamente preocupado
se le ha visto saltando de un árbol.
La opinión está dividida sobre
lo que luego ocurrió:
unos dicen que desarrolló una
rudimentaria habilidad de paracaidismo,
otros dicen que vuela
como un ladrillo.
Pero la cosa es
—puedo hablar de un kakapo
seriamente preocupado—
pero es poco probable encontrar
un kakapo seriamente preocupado
porque los kakapos no han
aprendido a preocuparse.
Parece algo extraordinario de decir
pero preocuparse es algo en
lo que somos terriblemente buenos,
nos viene tan natural a nosotros,
pensamos debe ser tan
natural como respirar.
Pero resulta que preocuparse
es sólo un hábito adquirido
igual que cualquier otro.
Es algo a lo que estás genéticamente
presupuesto para hacer o no.
Y la cosa es que el kakapo
creció en Nueva Zelanda
un país donde, antes de llegar
humanos, no habían depredadores.
Y son depredadores quienes,
al pasar generaciones,
te enseñan a preocuparte.
Y sin depredadores nunca se te
ocurrirá la necesidad de preocuparte.
Dije antes que Nueva Zelanda
resultó ser
un trozo de tierra que
salió por debajo del océano.
Y por esto, cuando emergió,
No tenía nada de vida
—quizá unos peces muertos.
Así que los únicos animales
que habitaron Nueva Zelanda
fueron los animales que
podían volar allí, es decir aves.
También unas cuantas
especies de murciélagos
que son mamíferos,
pero entienden el punto
Así que sólo habían aves
en Nueva Zelanda.
Y, en ausencia de depredadores,
no había nada de
que preocuparse.
Es muy peculiar para nosotros
tratar de entender esto
porque nunca hemos encontrado
un ambiente sin depredadores.
¿Por qué no?
Porque nosotros somos depredadores y,
entonces, si estamos en un ambiente
es un ambiente con depredadores.
Para los europeos que llegaron
originalmente a Nueva Zelanda,
... perdón, eso es algo
extraordinario que decir.
Por supuesto antes que ellos
llegaron los maorís
y antes de ellos los moriori,
los maorís se comieron a los moriori
y luego llegaron los europeos.
Pero antes de todo esto—como decía—
no habían depredadores en la isla, y
las aves vivían sin preocupaciones.
De hecho puedes ver otro ejemplo de esto
si vas a las Galápagos,
hay un tipo de animal,
un ave en las Islas Galápagos
llamado el bobo patiazul.
Y el bobo patiazul así se llama
—me parece—por dos razones:
una tiene que ver con
el color de sus patas,
y la otra con esta clase de
comportamiento que voy a describir.
Porque aparentemente te puedes
acercar a un bobo patiazul
—estará por ahí sentado en
la playa o en una rama—
y llegarías hasta allí
y podrías así como levantarlo.
Y lo que el bobo estará pensando
es que cuando termines con él
lo regresarás a su lugar.
Y si no has vivido
generación tras generación
de gente tratando de comerte,
es fácil llegar a esa conclusión.
Así que el kakapo, como decía,
creció en un ambiente sin
depredadores.
Y porque todas eran aves,
y porque la naturaleza es—como digo—
muy oportunista
y la vida fluirá a cualquier nicho
donde pueda hacer una vida,
—si puedo ser algo pillo y
antropomorfizar por un momento—
es como si algunas aves se dieran cuenta,
“Sabes, esta cosa de volar
es muy muy cara.
Requiere mucha energía,
comes un poco, vuelas un poco,
comes, vuelas,
porque cada que comes
algo—sabes—
pesas un poco más y es difícil volar,
así que comes, y vuelas—digo—
hay otras formas de vida.”
Y es como si algunas aves dijeran,
“Sabes, de hecho podríamos
tener una comida más grande,
¡y luego paseamos contoneando!”
Así gradualmente, tras
varias generaciones
muchas aves perdieron
su habilidad de volar,
tomaron la vida en la tierra.
El kiwi, el ave más famosa
—supongo—en Nueva Zelanda,
el weka, y el viejo loro de la noche
—como se le llama—el kakapo.
Que es un ave grande, gorda,
suave, esponjosa, y lúgubre.
Y porque nunca aprendió a preocuparse,
cuando llegó el hombre y trajo consigo
a fieras mortales como perros,
y gatos, y armiños,
y el más destructivo de los animales
—luego del humano—que es
Rattus rattus la rata del barco.
De pronto estas aves se
contoneaban por sus vidas.
Excepto que de hecho
no sabían cómo hacer eso
porque al confrontarse con
un animal depredador,
no sabían que hacer,
no conocían cual era la norma social,
sólo esperaban que el otro
animal haga el primer movimiento,
que por supuesto—usualmente—
es repentino y mortal.
Así de pronto de tener
una población de
—no sabemos exactamente cuantos—
probablemente no un millón,
pero cientos de miles de estas aves,
su población cayo disparada
a cerca de cuarenta.
Que es donde más o menos está
en este momento.
Y hay grupos de personas que
han dedicado sus vidas enteras
a tratar de salvar estos animales,
tratar de conservarlos.
Y uno de los problemas
que se han encontrado
es que está muy bien
protejerlos
—de depredadores—que es
muy muy muy difícil de hacer.
Pero el siguiente problema que tienen
es el ritual de apareamiento del kakapo.
Porque resulta que el ritual
de apareamiento del kakapo
es increíblemente tardado,
fascinantemente complicado,
y casi completamente ineficaz.
Algunos dicen que la llamada
de apareamiento del kakapo macho
activamente ahuyenta a la kakapo hembra
la clase de comportamiento
que de otro modo solo encontrarías
en discotecas.
Quienes han escuchado la llamada
de apareamiento del kakapo macho
te dirán, que apenas
se puede escuchar,
es algo como ...
Les diré lo que hacen.
Este animal—unas
cien noches al año—
realiza su ritual de apareamiento.
Lo que hace es buscar
un gran agrupamiento rocoso
mirando sobre los grandes
valles de Nueva Zelanda,
Porque la acústica es muy
importante para lo que va a suceder.
Prepara una especie de
cuenco donde se sienta.
Se sienta allí,
y expulsa todo el aire de estos
grandes sacos que tiene en su pecho.
Y se sienta allí
—esta cámara de reverberación, es
una especie de cámara de reverberación—
y se sienta allí noche tras
noche tras noche
unas cien noches al año,
ocho horas de noche,
interpretando los primeros compases
de «El Lado oscuro de la Luna».
Ahora, veo unos cabellos grises por aquí
así que sabrán a lo que me refiero.
Que como recordarán empieza
con este gran boom, boom, boom,
como un latido de corazón.
Y este es el sonido
que hace el kakapo.
Pero es tan profundo,
que más bien lo sientes cuando
vibra la boca de tu estómago.
Puedes apenas ajustar tu
oído para escucharlo.
Yo nunca logré escucharlo,
pero quienes lo hicieron dicen
que es un sonido espeluznante
porque más que escucharlo
como que lo sientes.
Y es un sonido grave.
Un muy muy profundo sonido grave,
apenas por debajo de lo perceptible.
Resulta que los sonidos graves
tienen dos características importantes.
Una es que son unas grandes
y largas ondas,
grandes y largas ondas que
viajan grandes distancias,
y llenan los grandes valles de
la isla sur de Nueva Zelanda.
Y eso es bueno. Es bueno.
Pero hay otra característica
de los sonidos graves,
la que podrías conocer,
si tienes esta clase de—ya sabes—
aparatos de sonido estéreo.
Donde hay dos pequeñitas que
te dan los sonidos agudos,
y las tienes que colocar muy
cuidadosamente en la habitación,
porque van a definir
la imagen estéreo.
Y tienes lo que se
llama un subwoofer
que es la caja que
va a producir los sonidos graves
y la puedes poner donde
quieras en la habitación.
La puedes poner detrás del
sofá si quieres,
pues la otra característica
de un sonido grave
—y recuerda que hablamos de
la llamada de apareamiento del kakapo—
¡es que no puedes saber
de donde viene!
Así que imagina, si quieres,
al kakapo macho allí sentado,
haciendo estos booms que,
si hay una hembra por ahí
—que probablemente no la hay—
y si le gusta el sonido del boom
—que probablemente no—
¡entonces no puede encontrar
a quién lo está haciendo!
Pero supón que lo hace,
supón que ella está por allí
—probablemente no—
que le gusta el sonido del boom
—probablemente tampoco—
que ella lo puede encontrar a él
—probablemente no puede—
ella sólo consentirá a copular
¡si el árbol Podocarpus está dando fruta!
Todos hemos tenido
relaciones como esa ...
Pero suponiendo que superen
esos obstáculos,
suponiendo que ella lo encuentre,
ella sólo pondrá un huevo
cada dos o tres años
que pronto será devorado
por un armiño o rata.
Y piensas, bien
—antes de tratar de
salvarlos y conservarlos—
¡cómo han logrado sobrevivir
por tanto tiempo!
Y la respuesta es terriblemente
interesante:
nos parece un comportamiento absurdo,
pero sólo porque su ambiente ha cambiado
en una forma particular y dramática
que nos es completamente invisible.
Y su comportamiento está perfectamente
ajustado al ambiente en que se derralló
y completamente desajustado al
ambiente en que se encuentra ahora.
Porque en un ambiente
donde nada te está depredando,
no te quieres reproducir muy rápido.
Y resulta que puedes graficar
esto en una computadora.
Si tomas una tasa
de reproducción,
y la habilidad de
un cierto ambiente
para mantener un particular
nivel de población.
Cuando empiezas con una
tasa de reproducción muy baja,
y lo graficas sobre
varias generaciones
verás que la población sube
y sube y sube
y luego como que se
estabiliza en un nivel constante.
Sube un poco la tasa de reproducción,
y sube aún un poco más,
y luego se estabiliza
en cierto nivel.
Sube la tasa de reproducción
otro poco más,
y sube, y se va muy alto,
y baja, y es muy bajo,
y sube, muy algo, y se mantiene
en una onda sinusoidal.
Sube un poco más la tasa, y
empieza a oscilar entre cuatro valores.
La subes más y más y más
y de pronto te topas con
esta condición de moda llamada caos.
Donde la población del animal
varía dramáticamente de un año a otro,
y tocará el cero en algún momento
por la pura matemática de la
situación.
Y una vez que tocas el cero,
como que ya no hay vuelta.
Y entonces, como la naturaleza
tiene a ser eficiente,
no va a gastar energías y
recursos
en algo de lo que no hay retorno.
Así que la tasa de reproducción de
un animal en un ambiente sin depredadores
se ajustará al nivel
apropiado de reproducción.
Ahora, si no hay nada tratando
de comerte—en particular—
esa tasa de reproducción
va a ser muy baja.
Y es la tasa a la que el
kakapo se solía reproducir,
y se continua reproduciendo
a pesar de que ahora es depredado,
porque no sabe otra cosa que hacer.
Porque nada le ha enseñado nada
diferente en el camino,
porque el cambio ocurrió
tan de pronto,
que no hay como una pendiente,
una pendiente gradual de
presión evolutiva,
que es lo que tiende a
producir el cambio.
Si tienes un cambio dramático
no hay dirección a cual ir
y lo que tienes es desastre.
De nuevo, si puedo antropomorfizar
por un momento,
lo que parece haber ocurrido
al animal
al alcanzar una crisis
en su población piensa,
“¡Wow, wow! Debo hacer, hacer,
lo que hago fantásticamente bien,
lo que me caracteriza,
¡que es que me reproduzco
muy muy despacio!”
Y su población decrece.
“Tengo que hacer eso que yo hago,
¡y reproducirme muy muy muy
muy despacio!”
Y nos parece absurdo porque vemos
una imagen más completa que ellos no ven.
Pero si es el tipo de comportamiento que
has evolucionado exitosamente a producir,
hacer cualquier otra cosa iría
contra su naturaleza kakapo,
sería algo “in-kakapo” que hacer.
Y no tiene nada que le enseñe
otra cosa de lo que ha hecho siempre,
sigue su estrategia exitosa,
y por los cambios a su alrededor,
ya no es una estrategia exitosa,
y el animal está en un terrible apuro.
Hay otro animal que fuimos a ver,
que tiene aún más apuros.
Es el Baiji,
el delfín chino del río Yangtze,
que es un delfín de río casi ciego.
Y está casi ciego,
porque no hay nada que ver
en el río Yangtze.
Miles y miles de años
de agricultura
en las orillas del río Yangtze
han depositado tanto lodo
y limo en él,
que el río se ha tornado
completamente turbio.
Una palabra de la que
no sabía su significado
hasta que vi el río Yangtze,
y básicamente
no puedes ver nada en él.
Así estos animales, delfines como dije,
gradualmente perdieron el uso de la vista.
Ahora—como todos sabemos—los animales
marinos tienen esta otra facultad,
que pueden desarrollar,
que es la del sonido.
Y lo que los delfines del río Yangtze
hicieron por miles de años,
mientras su visión se deterioraba,
es que sus habilidades sonares se
volvieron más y más sofisticadas,
más poderosas y más complejas.
Y es muy interesante, de hecho
lo puedes ver—si quieres—
el desarrollo de un feto Baiji,
y verás justamente
—como puedes o no saber—
que hay algo de verdad
en la idea
de que el desarrollo del feto
recapitula las etapas
en el desarrollo evolutivo
del animal.
Y verán, justo al comienzo del
desarrollo del feto,
tiene los ojos en su lugar
normal de delfín,
relativamente bajos a
ambos lados de la cabeza.
Y gradualmente,
conforme pasaron las generaciones,
sus ojos migraron a la
parte superior de la cabeza,
y puedes ver esto al
irse desarrollando el feto.
Porque gradualmente, tras generaciones,
la única luz venía
directamente desde arriba
y no había luz de ambiente,
y cuando esta se acaba,
los ojos gradualmente se atrofian.
Y, en su lugar, las habilidades
sonares toman control.
Estos animales desarrollaron
increíblemente sensibles
e increíblemente precisas
habilidades para navegarse
en el agua usando el sonar.
Y todo estaba muy bien.
Hasta el siglo veinte cuando
el humano inventó el motor de diesel.
Y de pronto se desata un infierno
bajo la superficie del Yangtze,
porque de pronto está lleno de ruido.
Y de pronto estos animales se encuentran
atrapados por algo que ellos
—que nadie podía haber previsto—
que aquello en que ahora dependían
ha sido completamente abrumado
por la contaminación del ruido
que ponemos en los océanos.
Así de pronto estos animales
que solían ser muy sofisticados
en su habilidad para
desplazarse,
están ahora chocando con cosas,
chocando contra botes,
contra hélices de los barcos,
encontrándose enredados en
las redes de pescadores,
porque básicamente estropeamos
la siguiente de sus facultades.
Y es un sentimiento muy curioso,
Recuerdo estar sentado en un bote
sobre el río Yangtze y mirando,
bueno tratando de mirar
—no podías ver nada porque es turbio,
y ya sabes lo que turbio significa—
y darse cuenta que todo este ruido
allá abajo significa ...
Es muy curioso pensar que
podría haber un delfín por
allí cerca de mi
—No lo sabía, pero para entonces,
esto fue hace diez años,
sólo quedaban unos doscientos
en un cuerpo de agua de unas
doscientas millas,
así que no tenías idea si
habría alguno cerca de ti—
pero es curioso porque piensas
si tú y otra persona,
otra criatura,
viven en el mismo mundo,
entonces se deberían sentir parecido.
Pero algo que entiendes
al ver diferentes animales
es que por su historia
evolutiva,
y por las formas en
que se han desarrollado,
y las formas que han desarrollado
para percibir al mundo,
podrán habitar el mismo mundo
pero un universo completamente
distinto
Un universo completamente
distinto porque tú creas
tu propio universo a partir de la
información que recibes de tus sentidos.
Así, te das cuenta que tú estás aquí,
y hay un delfín allí,
y tu te sientes a gusto, y el delfín
podría estar en una especie de infierno.
Pero no tiene forma de
comunicarte eso
porque nosotros nos pusimos a cargo,
y no hay forma de comunicarle
a la administración,
que hay un problema.
Así de pronto me interesé mucho en
qué se podría escuchar
en el río Yangtze.
Ahora, íbamos a grabar unos programas
de radio de la BBC estando allí,
así que junto con Mark Carwardine
el zoologo,
también venía un técnico de audio
de la BBC.
Así que le dije,
“¿Podríamos lanzar un micrófono
al Yangtze
para poder saber qué es
lo que se escucha dentro del río?
Y el dijo,
“Ojalá me hubieras dicho eso
antes de salir de Londres.”
Y dije, “¿Por qué?”
Y el dijo, “Pues porque habría
podido simplemente sacar
un micrófono a prueba de agua, sabes,
pero no mencionaste nada sobre
grabar bajo el agua.”
Y dije, “No. No lo hice.
¿Hay algo que podamos hacer sobre esto?”
Y el dijo, “Pues de hecho, si hay
una técnica
que nos enseñan en la BBC para grabar
bajo el agua en una emergencia.
¿Alguno de ustedes dos trae condones?”
Y no teníamos. No era esa clase de viaje.
Decidimos lo mejor sería
ir y comprar unos.
Y así salimos por las calles de
Shanghai tratando de comprar condones,
y les tengo que leer este
pequeño pasaje sobre esto.
La “Tienda de la Amistad” parecía un
lugar prometedor para comprar condones,
pero tuvimos cierta dificultad
para dar a entender esta idea.
Pasamos de mostrador a mostrador
en una gran tienda departamental,
que consistía de distintos
locales individuales,
puestos y mostradores,
pero nadie nos podía ayudar.
Empezamos con los puestos donde
parecían vender suministros médicos,
pero sin éxito.
Para cuando llegamos a los puestos
que vendían sujeta-libros y palillos
sabíamos que la cosa iba mal,
pero al fin encontramos una
joven asistente que hablaba inglés.
Le tratamos de explicar
qué es lo que queríamos,
pero parecía alcanzar el límite
de su vocabulario muy rápido.
Así, saqué mi cuaderno de notas,
y dibujé un condón cuidadosamente,
incluyendo el pequeño
globito en la punta.
Ella frunció el ceño,
pero no captó la idea.
Nos trajo una cuchara de madera,
una vela, un como cuchillo de papel y,
sorpresivamente,
un pequeño modelo de porcelana
de la Torre Eiffel
y luego al fin se postró
en postura de derrota.
Otras chicas del puesto
se acercaron para ayudar,
pero fueron también vencidas
por nuestro dibujo.
Al fin me armé de valor e hice
una pequeña y delicada mímica,
y al fin les cayó el veinte.
“¡Ah!” dijo la primera chica,
envuelta en gran sonrisa. “¡Si!”
Nos miraron todas fascinadas
al comprender la idea.
— “¿Sí entiendes?”, pregunté.
— “¡Sí! Sí, entiendo.”
— “¿Tienes unos?”
— “No,” dijo. “No tener.”
— “Oh.”
— “Pero, pero, ...”
— “¿Sí?”
— “Yo digo donde vas, ¿OK?”
— “Gracias, muchas gracias. Si.”
– “Tu vas 616 calle Nanjing. OK.
Ellos tienen.
Tu pregunta ‘cubre-goma’. ¿OK?”
— “¿Cubre-goma?”
— “Cubre-goma. Tu pregunta.
Ellos tienen. OK. ¡Buen día!”
Aguantándose una risita se
cubría la boca con la mano.
De nuevo dimos las gracias, profusamente,
y nos despedimos sonriendo.
La noticia parecía haber recorrido
rápidamente por la tienda,
y todos nos correspondían el saludo.
Parecían estar muy agradecidos
de que les preguntamos.
Al llegar al 616 de la calle Nanjing,
que resultó ser otra tienda
departamental más pequeña, y no
un burdel
como veníamos medio sospechando,
nuestra pronunciación de ‘cubre-goma’
nos defraudó
y produjo otra ola de
desconcertada incomprensión.
Esta ves fui directo a la mímica
que nos había servido tan bien,
y pareció funcionar a la primera.
La asistente de la tienda, una señora
más madura con el cabello maltratado,
marchó directamente a un gabinete,
nos trajo un paquete y lo colocó
triunfante en el mostrador
frente a nosotros.
¡Éxito!, pensamos, abrimos el paquete
y encontramos que contenía
una lámina de pastillas.
“Idea correcta,” suspiró Mark.
“Método equivocado.”
Pronto batallábamos de nuevo
mientras explicábamos a
la un poco ofendida señora
que eso no era precisamente
lo que buscábamos.
Para entonces habían unas quince
personas a nuestro alrededor,
algunos, yo estaba convencido,
nos vinieron siguiendo desde
la Tienda de la Amistad.
Una de las cosas que
pronto descubres en China,
es que estamos todos en el zoológico.
Si te quedas quieto por un momento,
la gente se acercará para quedarte viendo.
Lo desconcertante es que no te miran
con atención o curiosidad,
sólo se quedan ahí,
a veces justo frente a ti,
y te miran sin expresión como
un anuncio de comida para perros.
Al fin un joven con cara
pálida y lentes
se abrió paso, dijo hablaba
algo de inglés, y que si podía ayudar.
Le agradecimos y dijimos, sí,
queríamos comprar condones,
unos cubregomas, y nos encantaría
si pudiera explicar eso por nosotros.
Nos miró confundido,
tomó el paquete rechazado
sobre el mostrador
frente a la molesta asistente
de la tienda y dijo,
“No quiere cubregoma. ¡Esto mejor!”
“No,” dijo Mark.
“Definitivamente queremos cubregoma,
no pastillas.”
“¿Por qué cubregoma?” Pastilla mejor.”
“Tu le dices,” dijo Mark.
“Es para grabar a los delfines,” dije.
“De hecho no los delfines.
Lo que queremos grabar es el
sonido en el Yangtze que ...
va a ir sobre el micrófono,
sabes, y ...”
“Oh, dile que te quieres
follar a alguien,”
dijo el técnico de audio.
“Y no puedes esperar.”
Para entonces el joven se alejaba
nerviosamente de nosotros,
al notar de pronto que
estábamos peligrosamente dementes,
que debería darnos por nuestro
lado y escapar.
Dijo algo apurado a la
asistente de la tienda
y se retiró entre la multitud.
Ella se encogió de hombros,
retiró las pastillas,
abrió otro gabinete
y sacó un paquete de condones.
Compramos nueve, para estar seguros.
Un par de días después
estábamos parados a las
orillas del Yangtze,
en un día gris y lluvioso.
Y pusimos el micrófono en
esta pequeña cosita rosa,
y lo echamos al agua.
Y, normalmente no hago imitaciones
pero para ustedes voy a imitar
lo que es el sonido bajo
la superficie del rio Yangtze.
Y es algo como esto.
El rio Yangtze, señoras y señores.
Y, de pronto me di cuenta
de lo espantoso
que causamos a estos pobres animales,
que viven en un mundo con un
oído super sentivo al sonido.
Y por eso estos animales
están desesperadamente en peligro
porque luego de quitarles
una forma de vida
ahora les quitamos la segunda.
El problema es que
ahora quitaremos la tercera,
dije que cuando estuve
allí fue hace diez años,
quedaban doscientos de ellos,
hoy hay veinte.
Y por que los chinos están
construyendo estas gigantes presas
para contener al Yangtze
en uno de los lugares más bellos
y espectaculares del mundo,
las Tres Gargantas,
y están poniendo la presa allí
lo que significa que el delfín del Yangtze
definitivamente se extinguirá.
Y es terriblemente triste.
Lo peculiar de las presas
es que las seguimos construyendo
y ninguna parece hacer algún bien.
Bueno no del todo,
porque desafortunadamente hay
—en la historia de las presas—
dos que sirvieron, una es la Hoover
y la otra está allá en el noroeste
del Pacífico, la presa Coulee.
Y cada una del resto no sirve.
Y por alguna razón nunca nos
logramos detener ...
siempre pensamos construir sólo una más.
Creo tenemos cierta clase de
genes de castor, muy profundos ...
Pero lo triste es como digo que
el delfín del rio Yangtze
está definitivamente y sin duda
condenado a la extinción.
Y es muy peculiar para mi
estar viviendo en este momento
en una era extraordinaria,
un extraordinario renacimiento,
porque llegamos al punto en que
de pronto entendemos el valor
de la información,
como nunca antes.
Llamamos a esta
la era de la información.
Y descubrimos que la información
es el recurso más valioso que tenemos.
Y como sabrán hemos
gastado miles de millones de dólares
—con sobrada razón—tratando
de entender el genoma humano,
que es sólo una especie,
es sólo nosotros.
Y hemos llegado a entender
y comprender lo valioso que
es la información.
Y nunca habíamos entendido antes
cómo es que todo funciona junto,
porque antes teníamos ...
lo diré de esta manera.
En el pasado hemos hecho ciencia
desbaratando cosas
viendo cómo funcionan.
Y nos llevó a estos extraordinarios
descubrimientos,
extraordinarios niveles de
entendimiento,
pero el problema con desbaratar cosas
para ver cómo funcionan
es que aunque puedes llegar a las
partículas fundamentales,
los principios fundamentales,
las fuerzas fundamentales,
no entendemos en realidad
cómo funcionan
hasta verlas en movimiento.
Una de las cosas que surgió
como resultado de entender
estos principios fundamentales,
es que llegamos a inventar
esta cosa llamada computadora.
Y lo genial de la
computadora es que,
a diferencia de las herramientas
analíticas previas
—y hay un poco de ...
es gracioso cómo muchas
tienen que ver con el vidrio,
cuando primero nos topamos con vidrio,
que es una forma de arena,
inventamos las lentes,
y miramos al cielo,
y descubrimos, de eso,
la fundamental ...
estudiando el cielo
empezamos a descubrimos cosas
fundamentales sobre la gravedad,
y descubrimos que el universo
parece consistir
—terroríficamente—de casi
completamente nada.
Lo siguiente que hicimos con vidrio
fue ponerlo en microscopios,
y miramos abajo a este muy
muy sólido mundo alrededor,
y vimos las partículas
fundamentales, los átomos
—hechos de protones y neutrones
con electrones girando alrededor—
y descubrimos que
parecen consistir
espantosamente de casi
completamente nada.
Y que cuando sí encuentras algo
resulta que en realidad no está ahí,
no es en realidad una cosa ahí,
sólo la posibilidad de que
quizá pueda haber algo ahí.
No se siente tan real cómo esto.
Así lo siguiente que hicimos
con arena fue el silicio,
y creamos la computadora.
Y finalmente nos permite
poner las piezas juntas
y ver cómo funcionan.
Nos permite ver procesos
mientras funcionan,
y empezamos a ver cómo cosas
muy simples llevan inexorablemente
—iteración tras iteración—
a procesos enormemente complejos
que emergen y florecen.
Y en mi mente las cosas más
extraordinarias de nuestra era
—digo los que estuvimos allí
lo podrán recordar,
sabes, ver una persona caminar
en la luna por primera vez—
pero creo que lo más dramático
y extraordinario
que hemos visto en nuestra época
es poder ver, en pantallas de computadora,
el proceso por el que cosas
enormemente simples y primitivas,
procesos, instrucciones,
repetidas una y otra y otra vez,
muy muy rápido, e iteradas por
generaciones de instrucciones,
producen resultados enormemente
complejos.
Así de pronto empezamos a crear,
a partir de instrucciones
primitivas fundamentalmente simples,
podemos crear la forma en que
el viento se comporta en un túnel,
turbulencia de viento,
podemos ver a la luz bailar en
el ojo imaginario de un dinosaurio.
Lo hacemos todo con
instrucciones fundamentalmente simples.
Y como resultado de esto es
que finalmente
hemos entendido la forma en
que surgió la vida.
Ahora, hay un montón de cosas
que no sabemos sobre la vida.
Pero cualquier científico vivo te dirá,
que aunque hay un montón
que no entendemos,
ya no hay un gran misterio.
Ya no hay un gran misterio
porque hemos visto con nuestros
propios ojos
la forma en que simplicidad
da lugar a complejidad.
Cuando digo que no hay misterio
es como si imaginaras
tomar un detective del siglo XIX,
y ponerlo en equipo con un
detective de finales del siglo XX,
y darles este problema para investigar:
el sospechoso de un crimen
fue visto un día caminando
por las calles
en el centro de Londres,
y el siguiente
fue visto en algún lugar
en medio de Nuevo México.
Ahora el detective del siglo XIX dirá,
“Pues no tengo ni la más remota idea.
Digo, debe haber ocurrido alguna
clase de magia.”
Y no tendrá idea alguna
de como empezar a resolver
lo que aquí ha sucedido.
Para el detective del siglo XX,
quizá nunca pueda saber si el sujeto
se fue por British Airways,
o United, o American,
o donde rentó su coche,
o todas esas cosas,
quizá nunca descubra esos detalles,
pero no habrá ningún misterio
fundamental sobre lo que ha pasado.
Así para nosotros no hay
misterio fundamental sobre la vida.
Son todos los procesos de extraordinarias
erupciones de información.
Y es la información la que nos da
este fantásticamente rico
y complejo mundo en que vivimos.
Pero al mismo tiempo que
hemos descubierto esto,
lo estamos destruyendo a una velocidad
que no tiene precedente en la historia,
a menos que regreses al punto
en que nos golpeó un asteroide.
Así que hay una clase de terrible ironía
que en el momento en que mejor
somos capaces de entender,
y apreciar, el valor y
la riqueza de la vida alrededor,
la estamos destruyendo a la mayor
velocidad que ha sido destruida antes.
Y estamos perdiendo especie,
tras especie tras especie,
día tras día, sólo porque
porque lo estamos quemando
todo por combustible.
Y es una terrible condena de
nuestro propio entendimiento.
Pero, sabes, cometemos otro error,
de algún modo pensamos,
que todo está bien en
cierto modo fundamental,
porque todo esto estaba
“destinado a ocurrir”.
Ahora déjenme explicar como
llegamos a esta forma de pensar,
porque es exactamente
la forma de pensar
en que el kakapo está atrapado.
Porque, lo que ha sido
una estrategia muy exitosa para el kakapo
generación tras generación
por miles y miles de años,
de pronto es la equivocada,
y no tiene forma de saberlo
porque sólo hace lo que siempre
ha sido exitoso hasta entonces.
Y nosotros siempre hemos,
porque hacemos herramientas,
porque tomamos de nuestro ambiente
lo que necesitamos para
hacer lo que queremos
y siempre nos ha sido
muy exitoso ...
Les diré lo que ha pasado.
Es cómo si de hecho
oprimiéramos el botón de “pausa”
en nuestro proceso de evolución,
porque pusimos esta protección
a nuestro alrededor,
que consiste—ya sabes—
de medicina y educación y edificios,
y todas estas cosas que nos
protejen
de las presiones ambientales normales.
Y es nuestra habilidad de hacer
herramientas la que nos lo permite.
Ahora, en general, lo
que produce la especiación
es un pequeño grupo de animales
que se separa de la mayoría
por presión poblacional, un trastorno
geográfico o lo que sea.
Imagina, un pequeño grupo de pronto
se encuentra varado
en un ambiente un poco más frío.
Entonces, luego de unas
cuantas generaciones
los genes que favorecen
un abrigo más grueso
se expresarán
y regresas unas generaciones después,
y el animal tiene un abrigo grueso.
El humano, porque hacemos herramientas,
llegamos en un ambiente que es
mucho más frío,
y no tenemos que esperar
a ese proceso.
Porque vemos un animal
que ya tiene el abrigo más grueso
y decimos, ¡se lo quitamos a ese!
Así que hemos tomado control
de nuestro medio ambiente,
y eso está muy bien,
pero tenemos que ver más
allá de ese proceso.
Nos tenemos que elevar,
y tener una visión más alta
—y un entendimiento del efecto
que en realidad tenemos.
Ahora imagina—si quieres—
un humano primitivo,
y veamos cómo es que llega
a esta forma de pensamiento.
Está de pie, reconociendo su mundo
al final del día.
Y lo mira y piensa,
“Este es un mundo maravilloso
en que me encuentro.
Es muy bueno.
Digo, mira, estoy aquí,
detrás de mi las montañas,
y las montañas son geniales
porque hay cuevas en las montañas
donde tengo refugio,
ya sea del clima o de los osos
que a veces vienen y
me tratan de atacar.
Y me puedo refugiar, y eso es genial.
Y frente a mi está el bosque,
y el bosque está lleno de nueces,
y frutos y árboles,
y me alimentan, y son deliciosos
y me mantienen con vida.
Y por aquí atraviesa un arrollo
que tiene peces nadando en el,
y el agua es deliciosa,
yo bebo el agua,
y todo es fantástico.
Y ahí está mi primo Ug.
¡Y Ug ha cazado un mamut! ¡¡Bravo!!
¡Ug ha cazado un mamut!
¡Los mamuts son estupendos!
No hay nada mejor que un mamut,
porque un mamut,
básicamente te cubres con
la piel del mamut,
y te puedes comer la carne del mamut,
y puedes usar los huesos del mamut,
¡para cazar otros mamuts!
Este mundo, es un mundo
fantástico para mi.”
Y, parte de como tomamos
control de nuestro mundo,
tomamos control de nuestro ambiente,
es haciendo estas herramientas
que nos los permiten,
y nos hacemos preguntas
todo el tiempo.
Así esta persona se empieza
a hacer preguntas.
“Este mundo”, dice,
“bien, ¿quién ... hmm, quién lo hizo?”
Ahora, por supuesto,
porque hace cosas por si misma,
está buscando a alguien que
ha hecho a este mundo.
Se dice, “Entones, ¿quién
hizo a este mundo?
Bueno, pues debe ser alguien
un poco como yo.
Obviamente mucho mucho más grande,
y necesariamente invisible,
pero esa persona lo ha hecho.
Ahora, ¿por qué lo hizo?”
Siempre nos preguntamos “¿por qué?”
porque buscamos intención alrededor,
porque siempre hacemos
cosas con una intención.
Sabes, hervimos un huevo
para poder comerlo.
Así que vemos a las piedras
y vemos a los árboles,
y nos preguntamos cual es la intención,
aunque no hay ninguna intención.
Así nos preguntamos, que intención
tenía esta persona que hizo el mundo.
Y este es el punto en que piensas,
“Bien, pues me queda muy bien.
Sabes, las cuevas y los bosques,
y el arrollo, y los mamuts.
¡Lo ha de haber hecho para mi!
Digo, no hay otra conclusión
a la que puedas llegar.”
Y es un poco como un charco
que se despierta por la mañana
—se que normalmente no lo hacen,
pero permítanme, escribo
ciencia ficción.
Un charco se levanta una mañana y piensa,
“Este es un mundo muy
interesante en el que me encuentro.”
Me ajusta muy bien.
De hecho, me ajusta super bien,
digo, a la perfección, ¿no?
¡lo debieron hacer para tenerme en él!“
Y el Sol se levanta, mientras
continua narrando
la historia sobre este hueco
hecho para tenerlo a él.
Y el sol se levanta, y
gradualmente el charco
se va evaporando y evaporando,
y para cuando el
charco deja de existir,
sigue pensando,
sigue atrapado en esta idea,
de que el hueco estaba ahí para él.
Y si pensamos que el
mundo está aquí para nosotros,
lo seguiremos destruyendo
de la manera que lo seguimos destruyendo,
porque pensamos que no podemos dañar.
Hay mucha especulación
en una y otra dirección al momento,
sobre si hay vida o no
en otros planetas.
Carl Sagan, como saben,
le gustaba mucho la idea
de que debería haber.
Sólo los números dictan,
porque hay billones y
billones y billones
—como célebremente no dijo, de hecho—
de mundos allá afuera,
que la probablidiad
es que haya vida
inteligente allá afuera.
Pero hay otras voces al
momento que escucharás diciendo,
que si miras con cuidado
las circunstancias en la Tierra,
son tan extraordinariamente específicas
que la probabilidad de que haya
algo como esto allá afuera,
son de hecho muy remotas.
En cierto modo no importa.
Porque piensa en esto
—creo que Carl Sagan
mismo lo digo.
Hay dos posibilidades:
o hay vida
allá en otros planetas,
o no hay vida allá
en otros planetas.
¡Ambas son ideas extraordinarias!
Pero, hay una fuerte posibilidad
de que no haya allá afuera
nada remotamente parecido.
Y estamos tratando a este planeta,
esta extraordinaria, increíble, increíble
y extraordinaria pequeña bola de vida,
como algo a lo que podemos fastidiar
de la forma que nos plazca.
Y quizá no podemos.
Quizá la deberíamos estar quizá
cuidando un poco mejor.
No por el bien del mundo
—hablamos grandiosamente de
”salvar el mundo.”
No tenemos que salvar el mundo
—¡el mundo está bien!
El mundo ha pasado por
periodos de extinciones masivas.
Hace sesenta y cinco millones de años,
cuando un cometa cayó en la Tierra
al mismo tiempo que había grandes
erupciones volcánicas en la India,
que terminó con los dinosaurios,
y algo como el 90%
de la vida en el planta en ese entonces.
Regreso otros, creo que 150 millones
de años antes que eso,
a la frontera del Pérmico-Triásico,
otra gigante,
gigante, gigante extinción.
El mundo ha pasado por eso
muchas muchas veces antes.
Y lo que tiende a suceder,
lo que invariablemente
ocurre tras una extinción masiva,
es que hay un montón de
espacio disponible,
en las que nuevas formas de vida de
pronto emergen y florecen.
Justo como la extinción de los
dinosaurios hizo espacio para nosotros.
Sin esa extinción no estaríamos
hoy aquí.
El mundo está bien.
No tenemos que salvar el mundo
—el mundo es grande para
cuidarse por si mismo.
De lo que nos debemos preocupar,
es sobre si el mundo en que vivimos,
será o no capaz de sostenernos en él.
En eso tenemos que pensar.
Muchas gracias señoras y señores.
Y ahora si alguien tiene preguntas,
con gusto responderé a preguntas,
hay micrófonos aquí
al frente, les sugiero los usen.
Sí, hola.
Gracias. Maravillosa plática.
Dices que debemos cuidar
de no destruir el planeta.
Hay una sugerencia que se
ha hecho que es,
que destruimos el planeta
porque no pagamos el
verdadero costo de las cosas
cuando las consumimos.
El precio de la gasolina ha ido cayendo
en dólares reales y los vehículos son
más y más grandes,
y los Vehículos Inútiles Egoistas
—creo que son llamados—los VUD.
Sabes, como británico debo decir,
nos sentamos y pensamos,
“los estadounidenses quejándose
del precio de la gasolina,
han llegado casi a un cuarto
de lo que pagamos.”
Así que, me pregunto si lo que piensas
es una buena solución, si
pagáramos el verdadero costo de las coas,
si pagáramos diez dólares por galón
o lo que sea que realmente cueste
en términos de impacto al ambiente,
¿si eso haría una diferencia?
Umm. Quizá ..., yo ..., eso ...
Hay un problema del que estoy
muy consciente aquí.
Que es que, aunque hablo desde el
punto de vista de un conservacionista,
muy muy fuertemente, tienes que
mirar a la historia
de lo que nosotros y el movimiento
de conservación ha dicho
en los últimos diez años,
y los diez años previos,
y diez años antes de eso.
Y la mayoría de lo que hemos dicho
que teníamos que hacer,
o la manera de hacerlo,
ha resultado haber sido incorrecta.
Así, es difícil para mi pretender
pararme aquí y decir hay que hacer esto,
hay que hacer lo otro.
Porque quizá no es la
solución correcta.
Estoy terriblemente consciente de esto,
digo solo regresando,
estoy pensando en la protección
de animales en África, por ejemplo.
Que ocasión tras ocasión, lo hemos
hecho equivocadamente.
Y sí, los esfuerzos de conservación
de cada diez años son
tanto como de otra cosa,
de deshacer los problemas
de los últimos diez años.
Así que es una cuestión de
constante auto-educación,
tratar de asimilar la información,
tratar de ver las consecuencias
de lo que se ha hecho hasta ahora,
y ver que aprendemos de eso.
Ahora podría ser que si
multiplicamos el costo del gas
diez veces o lo que sea, que los
efectos que eso tendría ...
que tendría montones de efectos
no intencionales, que entrarían en juego.
Y creo que lo mejor que podemos
hacer es seguir informándonos,
estar tan conscientes como podamos
sobre lo que está pasando,
sobre el tipo de retroalimentación
de decir que ahora vamos a hacer
que el verdadero costo del daño que
estás causando es lo que debes pagar,
eso quizá puede ser una
muy buena respuesta;
pero también me preocupa
que no sea la respuesta.
Que es una forma complicada de
decir: “No se.”
Dos preguntas. Primero.
¿Sabes donde está tu toalla?
No.
OK.
Ese siempre fue mi problema.
Es muy gracioso lo
de la toalla porque, ...
Te diré de donde salió.
Estaba de vacaciones con unos amigos,
en un chalet en Corfú.
Y cada día que
saldríamos a la playa,
justo cuando íbamos
a salir a la playa
habría un problema,
¡y el problema es que Douglas
no podía encontrar su toalla!
¿Donde estaba mi toalla? ¿Bajo la cama?
¿Al final de la cama?
¿En la cama?
¿Estaba en el baño?
¿En el tendedero afuera?
¿En la lavadora ...? ¿Estaba en ...?
No tenía idea, día tras día,
de donde fregados estaba mi toalla.
Así que un día empecé a pensar
que debía ser sintomático de alguien
que es profundamente caótico.
Pero entonces ...
No se siquiera si fue a
mi a quien se le ocurrió primero,
o alguien que sabía esto
se lo ocurrió la idea de que alguien
que era más organizado que yo,
sería alguien que realmente
supiera donde está su toalla.
Y entonces, cuando estaba
escribiendo La Guía, lo puse ...
A veces pones cosas porque
sabes lo que significan.
Es como una marca para ti mismo
que en el próximo borrador
vas a poner allí algo
que significa para todos lo
que esto significa para ti.
Sabes. Y luego como que se quedó ahí,
y resulta que sí significa algo
también para todos.
¿Eso contesta tu pregunta?
OK. También, nos comportamos como
descendientes de monos que usan ramas
o descendientes de
limpiadores de teléfonos.
Creo que tenemos mucho de
ambos en nuestros genes, me parece.
Absolutamente me voy a matar si
me voy de aquí sin preguntar esto.
La pregunta que me ocurrió
cuando mi amigo
me forzó a tomar el primer libro
La Guía del Viajero Intergaláctico, y
leí las primeras frases
en el primer párrafo,
“¿¡Qué en esta Tierra de Dios tiene
en contra de los relojes digitales!?”
Bueno, tengo que admitir
que han mejorado
desde que escribí eso.
Pero si lo piensas,
digo los primeros relojes
digitales eran ...,
ves un reloj regular con manecillas
y tienes un gráfico de pastel.
¿Recuerdan la época cuando
nos solíamos emocionar
por los gráficos de pastel
que nos hacían las computadoras?
“¡Ohhh! ¡Gráficos de pastel!”
Pues al mismo tiempo que nos emocionaban
los gráficos de pastel
y lo que podían hacer por
nuestro entendimiento del mundo,
estábamos diciendo,
“Gráficas de pastel en la muñeca no.
Esa es tecnología anticuada.
No, no queremos algo a lo que sólo
echas una mirada para saber la hora.
Queremos algo con lo que debas
ir a una esquina obscura, y
poner en el piso tu portafolios,
y oprimir un botón para leer,
‘Oh, son las 11:43. ¿Eso es ..? ¿Hmm ...?
¿Cuanto falta para las doce el día?’ ”
Y eso era progreso.
Pero digo, lo genial de
los seres humanos,
—mientras nos burlamos de ello—
es que no sólo inventamos
cosas nuevas,
y que hacen las cosas mejor.
Incluso cosas que funcionan perfectamente
bien, no las podemos dejar en paz,
y es el aspecto más lindo y
encantador de los seres humanos,
que seguimos inventando cosas
que ya nos salieron bien una vez.
Digo como las llaves del baño,
es muy muy simple,
la abres y sale agua,
la cierras y deja de salir.
Y como que entendimos bien eso.
Eso funciona. Pero es increíble cuando,
sabes, el lobby de un hotel o aeropuerto,
y te acercas al lavabo
con un poco de
ansiedad, sabes.
“¿Qué hago? ¿Giro algo?
¿Oprimo algo? ¿Jalo algo?
¿¡Lo pateo!?
¿Sólo tengo que estar cerca de él?”
Y cuando el agua empieza a salir
porque me detectó cierta clase de
energía cerebral o lo que sea.
“Ahora, ¿cómo lo detengo?
¿Es mi trabajo detenerlo?
¿Se detendrá solo?”
Digo, creo que habíamos
resulto eso de la llaves.
Pero creo que es maravilloso
cómo es que seguimos
inventando aún cuando ya funciona,
porque es nuestra forma de escapar
máximos locales, ¿o no?
Creo que es todo lo que
tengo que decir. Gracias.