Muchas gracias, señoras y señores Es una experiencia muy interesante, e inusual, y extraña para mi estar hablando en mi ciudad natal. Que es ... Ahora, sobre los libros que Constance mencionó cuando ella me introducía, La Guía del Viajero, Dirk Gentil y demás, no eran mis favoritos. Y mi libro favorito es de lo que vengo a hablar esta noche. Es gracioso como, frecuentemente ... Virtualmente todos los autores que conozco, su libro favorito es aquel que se vendió menos. Es el pequeño de la camada, es aquel que tu siempre simplemente amaste más que todos. Y lo que les quiero decir es cómo sucedió esto. En algún momento a mediados de los 80s, sonó el teléfono. Y la voz dijo, “Queremos que vayas a Madagascar. Queremos que vayas a buscar una extraña especie de lémur, llamada aye-aye. El avión sale en dos semanas, nos gustaría que estés en él.” Así que yo—asumiendo que tenían el número equivocado—dije “¡sí!” antes que pudieran descubrir su error. Pero en realidad resultó que habían decidido “Bueno, aquí hay alguien que no sabe nada sobre lémures, nada sobre el aye-aye, nada sobre Madagascar, mandémoslo a él.” Así que empecé a investigar algo sobre esto, y resulta que es muy interesante. Los lémures solían ser el primate dominante en todo el mundo Son unas criaturas muy, pero muy, gentiles y agradables. Eran así como del tamaño de un gato, y se solían columpiar en los árboles pasando un buen rato. Y entonces, Gondwana se separó. Siempre suena como a un grupo de rock de los 70s desintegrándose por razones de diferencias musicales. Pero como quizá recuerden Gondwana era una vasta masa continental que consistía en lo que se convertiría en Sudamérica, África, la India el sureste de Asia, Australasia —ah, no—Australia, Australia y no —y esto va a resultar importante después— no Nueva Zelanda que resultó ser un trozo de tierra que salió desde debajo del océano. Y como decía, los lémures eran el primate dominante en el mundo y cuando estas masas se separaron, y Madagascar fue una de ellas, Madagascar salió por ahí navegando en medio de lo que de pronto se convirtió en el Océano Índico Y se llevó consigo una muestra representativa de los animales de ese periodo, lo que incluía muchos lémures. Y básicamente se quedaron ahí por millones y millones de años en glorioso aislamiento. Mientras que, en el resto del mundo, emergió una nueva criatura. Llegó una nueva criatura que era mucho más inteligente que los lémures —según ella— mucho más competitiva, mucho más agresiva, e increíblemente interesada en todo lo que puedes hacer con ramitas. Las ramitas eran absolutamente maravillosas. Hay tantas cosas que puedes hacer con ramitas puedes escarbar en la tierra con ramitas, puedes rascar tras la corteza de los árboles y sacar bichos, y se pueden golpear unos a otros con ramas. Si hubieran copias de la revista “RamitaUser” en esos días, estas criaturas habrían hecho fila para comprarla. Y estas criaturas —que, como probablemente han adivinado, se llaman monos— porque eran más competitivos y más agresivos, y vivían en el mismo hábitat que los lémures, suplantaron exitosamente a los lémures en todo el mundo excepto por Madagascar. Porque Madagascar estaba por ahí en medio del Océano Índico y no podían llegar allí. No pudieron llegar allí hasta hace unos 1500 años gracias a asombrosos avances en tecnología de ramitas pudieron llegar allí en botes, y eventualmente aviones. Y de pronto los lémures, que habían tenido este lugar para ellos por millones y millones y millones de años, de pronto se enfrentaron a su antiguo enemigo: el mono. Así que, esto es Madagascar, y resulta que el más raro de los lémurs —y cuando digo el más raro de los lémurs, en este momento particular a mediados de los 80s se pensaba que era el más raro de los lémurs; ahora hemos descubierto un lémur aún más raro llamado lémur dorado, que salió disparado al número uno de lémures en peligro de extinción— pero el aye-aye es un muy muy peculiar animal. Parece como la conglomeración de muchos otros tipos de animales. Por ejemplo, tiene orejas como de zorro, unos dientecitos mordiscones como de conejo, y una pluma de avestruz como cola, y tiene unos ojos muy raros, de hecho tiene los ojos de Marty Feldman. Que parecen casi como si te estuvieran mirando pero allá en otra dimensión justo sobre tu hombro izquierdo. Pero también tiene esta muy pero muy peculiar característica, que su dedo medio en ambas manos es esqueléticamente delgado y muy largo. Y resulta que sólo hay otro animal en todo el mundo con esta característica. Y es llamado —me fascinan los zoólogos y su vivida imaginación— se llama el “pósum de dedos largos”. Es una criatura que vive en Nueva Guinea, y es de hecho su cuarto dedo el esqueléticamente delgado y alargado Y esto es lo que nos dice que no hay relación alguna entre estos animales, es pura convergencia evolutiva, porque el factor común entre Madagascar y el aye-aye, y Nueva Guinea y el pósum de dedos largos es que en ambos hábitats no hay pájaros carpinteros. Como pueden ver, la cosa es —la vida es muy muy oportunista y tomará ventaja de cualquier fuente de alimentos que encuentre. Y si no hay pájaros carpinteros hurgando bajo la corteza de los árboles por bichos, entonces, en ese caso, serán los mamíferos quienes crecerán el dedo esqueléticamente delgado y largo para hurgar en el árbol, y obtener esta fuente de alimento que son los bichos bajo la corteza. Entonces, el aye-aye es ésta muy muy muy extraña criatura Entonces se pensaba que quedaban como quince de ellas. Y de hecho no vivían exactamente en Madagascar sino en una pequeña isla de bosque tropical junto a la costa de Madagascar, llamada Nosy Mangabe, justo en la esquina noreste de Madagascar Y para llegar allí, lo que hay que hacer, es que hay que volar en un 747 a Madagascar Y luego en un terrible cacharro de aeroplano de Madagascar al puerto noreste. Y de ahí hay que seguir en una excelente serie decreciente de carretas y camionetas, hacia un pequeño puerto donde debería haber un bote que nos llevaría a Nosy Mangabe. Así que llegamos allí, llegamos al puerto, y buscábamos por allí el bote que nos llevaría a Nosy Mangabe, y no lo podíamos ver. Y le preguntábamos a la gente —sabes—“¿donde está el bote”, y ellos nos dirían “¡Allí está! ¡Allí está!” y no podíamos ver a lo qué estaban apuntando porque esta horrible vieja barca oxidada nos estorbaba. Bien, como habrán adivinado, esta horrible vieja barca oxidada nos llevaría a Nosy Mangabe. Y no cumplía lo que a mi parecer es el requisito básico de un bote, y es que básicamente estaba lleno de océano. Y me parecía a mi que el punto de un bote es mantener el océano afuera. Como sea, cruzamos hacia Nosy Mangabe. Y es esta pequeñita, muy muy bonita isla tropical. Y enfrentamos un problema y es que, no sólo este animal vive en los árboles —nadie lo ha visto por años y años y años— vive en los árboles y además es un animal nocturno. Y la calidad de las baterías en Madagascar era muy muy mala. Así que, pasamos noche tras noche tras noche, vagando por la selva, bajo lo que sólo se podría describir como: la lluvia. Quedando algo andrajosos, básicamente pasamos noche tras noche enroscados bajo los impermeables, mirándonos, y diciendo “deja de llover”. Y de vez en cuando diríamos algo como, “¡gah! todo por encontrar este maldito animal.” De hecho, es maravilloso, Encontramos esta choza de una clase de cazador, —no cazador—guardabosques. Y era una pequeñita choza. De hecho llena de vida salvaje. Lo que pasaba, ves, es que abrirías la puerta, y escucharías estos ruidos... y prenderías la luz y todo se detendría. Y verías estas pequeñas arañas gigantes en la pared, cada tendiendo en la boca ¡un bicho a medio comer! Y dirían, “¿sí?” Y apagarías la luz y... Entonces este es nuestro refugio, sabes, Nos la pasábamos genial. Y eventualmente... En una noche, una noche, estábamos todos—como dije— enroscados bajo los impermeables, y fuimos así como que a vagar por allí, y de pronto, de pronto, levanté la mirada a una rama y a esta altura sobre mi cabeza salió esta criatura. La criatura salió sobre la rama, me miró hacia abajo, y yo la miré, y cuando me miraba —obviamente no le agradó nada lo que vio— se dio la vuelta y se fue. Todo duró como diez segundos. Y a eso fue a lo que venimos. En verdad lo había visto, lo vimos —apenas logramos obtener una fotografía del momento— pero de pronto me di cuenta, vimos un aye-aye. Ahora, yo estaba absorto por el momento, por razones que no me podía explicar de inmediato. Porque un mes antes ni había escuchado de este animal y ahora estaba aquí, mirándolo, pensando que algo extraordinario había pasado. Así que empecé a pensar un poco en esto, y este es el pensamiento que puder armar. Viajando hasta aquí, viajando en un 747 a Antananarivo, que es la capital de Madagascar, y este terrible cacharro de aeroplano que nos llevó a la esquina noreste, y en la excelente serie decreciente de carretas y camionetas, y en la horrible vieja barca oxidada que nos llevó a la selva donde básicamente caminamos en la selva noche tras noche, fue como si hubiéramos tomado un viaje de tiempo —un viaje en el tiempo— de regreso por la historia de la tecnología de ramitas. Y lo que este encuentro había sido, lo que este encuentro había sido es: Yo era un mono viendo a un lémur. Y de pronto piensas, en la enorme cantidad de historia hasta este momento que no pensamos —no nos damos cuenta—que ya tenemos. Nuestras raíces en el planeta se remontan mucho mucho tiempo atrás, y normalmente no pensamos mucho en eso. Y hace falta esta confrontación para darte cuenta de lo amplia y profunda que es nuestra familia. Entonces pense, bueno esto es muy interesante. Y hablé con la persona que había sido allí como guía, que era un zoólogo que habían mandado para asegurarse que yo no me cayera de los árboles y eso. Y su nombre es Mark Carwardine, y le dije, ”Me encantaría si pudiéramos ..., te gustaría la idea de ir así como por el mundo buscando otras especies raras de animales en peligro, quizá escribir un libro?” Y el dijo, “pues, ¡a eso es a lo que me dedico!” “Así que sí, OK.” Y así lo hicimos. Ahora, hubo una pausa en ese momento porque yo había firmado para escribir un par de novelas. Escribí “La agencia holística de detectives de Dirk Gently” y “La obscura hora del té del alma”, y luego era hora de salir. Y el primer lugar al que fuimos, fuimos a buscar un animal particular que es el dragón de Komodo. Ahora ya sabes como son los lagartos, ¿no? Digo son así como... El dragón de Komodo es un poco más grande que eso. El más grande que vimos medía como 13 pies de largo, y su cabeza llegaba como hasta aquí bien pinche enorme creo que es el término técnico. Se cree que son el origen del mito del dragón chino —porque pues son enormes, lagartos gigantes, tienen escamas, devoran personas, literalmente devoran personas, y no lanzan fuego de verdad, pero tienen el peor aliento de cualquier criatura conocida por la humanidad. Y viven en esta isla llamada Komodo. No es suficiente—resulta— que la isla tenga mil quinientos dragones devoradores de personas. Resulta que el animal con mayor peligro de extinción en la lista es cualquiera que no sean los dragones. De hecho—como dije—devoran personas. Y no es que te coman así de golpe, no te embisten sólo así de pronto y te tragan. Más bien se acercan sigilosamente y te dan una mordidita. Porque su saliva es tan virulenta que no herida no va a sanar y luego de un rato vas a morir. Y alguno de los dragones te comerá —no importa si es el mismo que te mordió— tienen esta estrategia de tener criaturas muertas y muriendo por la isla tantas como puedan, y con eso se pueden mantener. Pero resulta que no es suficiente que la isla tenga mil quinientos dragones que devoran personas. Sólo para hacerlo un poquíto más interesante, también tiene más serpientes venenosas —por metro cuadrado— que cualquier región equivalente en todo el planeta. Así nos aproximamos a Komodo —debo decir—un poco nerviosos, y con un poco de rodeos. De hecho nos acercamos dando tantos rodeos que fuimos via Melbourne en Australia. Y pasamos por Melbourne por alguien que queríamos ir a ver un hombre llamado Dr. Struan Sutherland. De hecho les quiero leer un poco sobre él, un gran experto en veneno de serpientes. Me debo disculpar antes de leer esto, de hecho, por el hecho de que mi acento australiano no es muy bueno. Pero luego, que diablos, ustedes son estadounidenses, tampoco notarán la diferencia. Hay un hombre en Melbourne que quizá sabe más de serpientes venenosas que nadie más en la Tierra. Su nombre es el Dr. Struan Sutherland, y ha dedicado su vida entera a estudiar el veneno. “Y estoy cansado de hablar de eso”, nos dijo cuando lo fuimos a ver la mañana siguiente cargados con grabadoras y libretas. “No soporto esas criaturas venenosas, esas serpientes e insectos y peces y todo eso. Miserables, mordiéndolos a todos. Y la gente espera que les diga que hacer sobre eso. Yo les diré que tiene que hacer. ¡No dejen que los muerdan! Es la respuesta. Ya he tenido suficiente diciéndolo a todos. Hidroponía, eso es interesante. Les digo lo que quieran sobre hidroponía. Una cosa fascinante, cultivar artificialmente en agua, técnica muy interesante. Necesitamos saber todo sobre eso si vamos a ir a Marte y eso. ¿A donde dijeron que van a ir?” “Komodo.” “Pues no se dejen morder, no puedo decir más. Y no regresen corriendo porque no van a llegar a tiempo, y ya tengo aquí suficiente. Miren esta oficina, llena de animales venenosos por doquier. Ven ese tanque, lleno de hormigas coloradas. Pequeñas venenosas. ¿Qué vamos a hacer con ellas? Como sea, tengo unos pastelitos por si tienen hambre. ¿Quieren unos pastelitos? No puedo recordar donde los puse. Hay algo de té, pero no muy bueno. Como sea, ¡siéntense por favor! Así que van a Komodo. Pues no se porque quieren hacer eso pero supongo tendrán sus razones. Hay quince diferentes tipos de serpientes en Komodo, la mitad de ellas son venenosas. Las potencialmente mortales son la víbora de Russell, la víbora bambú y la cobra india. La cobra india es la quinceava más mortal en el mundo, y las otras catorce están aquí en Australia. Por eso me cuesta tanto encontrar tiempo para mi hidroponía, con estas víboras por todos lados. Y arañas. La araña más venenosa es la araña de Sídney, como quinientas personas al año son picadas por arañas. Muchas solían morir, así que desarrollé un antídoto para que la gente me dejara de molestar. Nos tomó años. Luego hicimos el kit para detectar mordeduras de serpiente. No que necesites un kit para saber cuando te ha mordido una serpiente, eso normalmente lo sabes, pero el kit es para saber que clase de serpiente, y así darte el tratamiento adecuado. ¿Quieren ver un kit? Tengo un par aquí en el refrigerador del veneno. Veamos. ¡Ah! Miren, los pastelitos también están aquí. Rápido, coman mientras siguen frescos. Pastelitos, yo mismo los hice.” Nos dio los kits detectores de veneno de serpientes y esos pastelitos caseros y se retiró a su escritorio, desde donde sonreía alegremente tras su barba rizada y corbata de moño. Admiramos los kits que eran pequeñas cajas eficientes empacadas con botellitas, una pipeta, una jeringa, y unas complicadas instrucciones que no querría tener que leer por primera ves en pánico. Y le preguntamos cuantas serpientes lo habían mordido a él. “Ninguna,” nos dijo. “Otra área en la que me hecho un experto es en dejar que otras personas manejen los animales peligrosos. No lo haría yo mismo. No quiero ser mordido, ¿verdad? ¿Qué dicen las solapas de mis libros? ‘Pasatiempos: jardinería, con guantes; pesca, con botas; viajar, con cuidado.‘ Es la respuesta. ¿Qué más? Además de las botas lleven pantalones gruesos holgados. Y preferentemente una docena de personas frente a ustedes haciendo tanto ruido como puedan. Las víboras perciben las vibraciones y se alejan. Excepto si es la víbora de la muerte o también llamada víbora sorda, que sólo se queda allí. Pueden caminar justo sobre ella y no pasa nada. He sabido de doce personas pasando sobre una víbora de la muerte y la doceava accidentalmente tropezó con ella y fue mordida. Normalmente es seguro ser el doceavo en la línea. No comen sus pastelitos. Vamos, cómanlos, hay más en el refrigerador del veneno.” Preguntamos, tentativamente, si podríamos llevarnos un kit detector de mordidas a Komodo. “Claro que si, claro que si. Lleven cuantos quieran. No les servirán de nada porque son para serpientes australianas.” ”¿Y luego qué hacemos si nos muerde algo mortal?” Pregunté. Me miró fijamente como si fuera idiota. “¿Pues qué crees que vas a hacer?” dijo. “Te mueres. Eso significa mortal.” “¿Pero qué hay de abrir la herida y succionar el veneno?” pregunté. “Al menos serías tú y no yo,” dijo. “No querría tener veneno en la boca. Aunque no te haría ningún daño, sus toxinas tienen alto peso molecular así que no penetrarán los vasos sanguíneos en la boca como lo hace el alcohol y otras drogas. Y el veneno será destruido por los ácidos de tu estómago. Pero tampoco es que vaya a ayudar de mucho. Digo, no vas a poder extraer mucho del veneno, pero seguro vas a empeorar la herida intentando. Y en un lugar como Komodo significa una herida seriamente infectada además de una pierna llena de veneno. Septicemia, gangrena, algo te va a matar.” “¿Y un torniquete?” pregunté. “Bien, pues si no te importa que luego te corten la pierna. Tendrías que hacerlo porque si bloqueas por completo el flujo de sangre morirá. Y si encuentras a alguien en esa parte de Indonesia a quien confiarías cortar tu pierna eres más valiente que yo. No, te voy a decir, lo único que puedes hacer es un vendaje a presión directo sobre la herida y envolver toda la pierna firmemene, pero no demasiado. Para detener el flujo de sangre pero no por completo o pierdes la pierna. Mantén la pierna, o lo que te hayan mordido, por debajo de tu corazón y cabeza. Mantente muy quieto, respira despacio y ve inmediatamente a un doctor. Si estás en Komodo eso significa un par de días, para cuando estarás muerto. La única solución, y lo digo muy en serio, es que no te dejes morder. No hay razón para que ocurra. Todas las serpientes se alejarán de tu camino mucho antes que las veas. No te tienes que preocupar de las serpientes si tienes cuidado. No, de lo que en verdad te debes preocupar es de las criaturas marinas.” “¿Qué?” “Pez escorpión, piedra, serpiente marina. Más venenosos que cualquier cosa en la tierra. Te pica un pez piedra y tan sólo el dolor te mata. La gente se ahoga sólo para detener el dolor.” “¿Donde está esos animales?” “Ah, en el mar. Hay montones.” No me acercaría si fuera tú. Lleno de seres venenosos. Los odio.” “¿Hay algo que le guste?” “Sí”, dijo, “Hidroponía”. “No”, yo dije, “¿que si hay alguna criatura venenosa a la que le tenga cariño?” Miró por la ventana por un momento. “Había una,” dijo, “pero me dejó.” Como sea, mi favorito entre todos los animales que fuimos a ver, mi favorito era un animal conocido como kakapo. El kakapo es un tipo de loro. Vive en Nueva Zelanda. Es un loro no volador, ha olvidado como volar. Tristemente, también ha olvidado que ha olvidado como volar. A un kakapo seriamente preocupado se le ha visto saltando de un árbol. La opinión está dividida sobre lo que luego ocurrió: unos dicen que desarrolló una rudimentaria habilidad de paracaidismo, otros dicen que vuela como un ladrillo. Pero la cosa es —puedo hablar de un kakapo seriamente preocupado— pero es poco probable encontrar un kakapo seriamente preocupado porque los kakapos no han aprendido a preocuparse. Parece algo extraordinario de decir pero preocuparse es algo en lo que somos terriblemente buenos, nos viene tan natural a nosotros, pensamos debe ser tan natural como respirar. Pero resulta que preocuparse es sólo un hábito adquirido igual que cualquier otro. Es algo a lo que estás genéticamente presupuesto para hacer o no. Y la cosa es que el kakapo creció en Nueva Zelanda un país donde, antes de llegar humanos, no habían depredadores. Y son depredadores quienes, al pasar generaciones, te enseñan a preocuparte. Y sin depredadores nunca se te ocurrirá la necesidad de preocuparte. Dije antes que Nueva Zelanda resultó ser un trozo de tierra que salió por debajo del océano. Y por esto, cuando emergió, No tenía nada de vida —quizá unos peces muertos. Así que los únicos animales que habitaron Nueva Zelanda fueron los animales que podían volar allí, es decir aves. También unas cuantas especies de murciélagos que son mamíferos, pero entienden el punto Así que sólo habían aves en Nueva Zelanda. Y, en ausencia de depredadores, no había nada de que preocuparse. Es muy peculiar para nosotros tratar de entender esto porque nunca hemos encontrado un ambiente sin depredadores. ¿Por qué no? Porque nosotros somos depredadores y, entonces, si estamos en un ambiente es un ambiente con depredadores. Para los europeos que llegaron originalmente a Nueva Zelanda, ... perdón, eso es algo extraordinario que decir. Por supuesto antes que ellos llegaron los maorís y antes de ellos los moriori, los maorís se comieron a los moriori y luego llegaron los europeos. Pero antes de todo esto—como decía— no habían depredadores en la isla, y las aves vivían sin preocupaciones. De hecho puedes ver otro ejemplo de esto si vas a las Galápagos, hay un tipo de animal, un ave en las Islas Galápagos llamado el bobo patiazul. Y el bobo patiazul así se llama —me parece—por dos razones: una tiene que ver con el color de sus patas, y la otra con esta clase de comportamiento que voy a describir. Porque aparentemente te puedes acercar a un bobo patiazul —estará por ahí sentado en la playa o en una rama— y llegarías hasta allí y podrías así como levantarlo. Y lo que el bobo estará pensando es que cuando termines con él lo regresarás a su lugar. Y si no has vivido generación tras generación de gente tratando de comerte, es fácil llegar a esa conclusión. Así que el kakapo, como decía, creció en un ambiente sin depredadores. Y porque todas eran aves, y porque la naturaleza es—como digo— muy oportunista y la vida fluirá a cualquier nicho donde pueda hacer una vida, —si puedo ser algo pillo y antropomorfizar por un momento— es como si algunas aves se dieran cuenta, “Sabes, esta cosa de volar es muy muy cara. Requiere mucha energía, comes un poco, vuelas un poco, comes, vuelas, porque cada que comes algo—sabes— pesas un poco más y es difícil volar, así que comes, y vuelas—digo— hay otras formas de vida.” Y es como si algunas aves dijeran, “Sabes, de hecho podríamos tener una comida más grande, ¡y luego paseamos contoneando!” Así gradualmente, tras varias generaciones muchas aves perdieron su habilidad de volar, tomaron la vida en la tierra. El kiwi, el ave más famosa —supongo—en Nueva Zelanda, el weka, y el viejo loro de la noche —como se le llama—el kakapo. Que es un ave grande, gorda, suave, esponjosa, y lúgubre. Y porque nunca aprendió a preocuparse, cuando llegó el hombre y trajo consigo a fieras mortales como perros, y gatos, y armiños, y el más destructivo de los animales —luego del humano—que es Rattus rattus la rata del barco. De pronto estas aves se contoneaban por sus vidas. Excepto que de hecho no sabían cómo hacer eso porque al confrontarse con un animal depredador, no sabían que hacer, no conocían cual era la norma social, sólo esperaban que el otro animal haga el primer movimiento, que por supuesto—usualmente— es repentino y mortal. Así de pronto de tener una población de —no sabemos exactamente cuantos— probablemente no un millón, pero cientos de miles de estas aves, su población cayo disparada a cerca de cuarenta. Que es donde más o menos está en este momento. Y hay grupos de personas que han dedicado sus vidas enteras a tratar de salvar estos animales, tratar de conservarlos. Y uno de los problemas que se han encontrado es que está muy bien protejerlos —de depredadores—que es muy muy muy difícil de hacer. Pero el siguiente problema que tienen es el ritual de apareamiento del kakapo. Porque resulta que el ritual de apareamiento del kakapo es increíblemente tardado, fascinantemente complicado, y casi completamente ineficaz. Algunos dicen que la llamada de apareamiento del kakapo macho activamente ahuyenta a la kakapo hembra la clase de comportamiento que de otro modo solo encontrarías en discotecas. Quienes han escuchado la llamada de apareamiento del kakapo macho te dirán, que apenas se puede escuchar, es algo como ... Les diré lo que hacen. Este animal—unas cien noches al año— realiza su ritual de apareamiento. Lo que hace es buscar un gran agrupamiento rocoso mirando sobre los grandes valles de Nueva Zelanda, Porque la acústica es muy importante para lo que va a suceder. Prepara una especie de cuenco donde se sienta. Se sienta allí, y expulsa todo el aire de estos grandes sacos que tiene en su pecho. Y se sienta allí —esta cámara de reverberación, es una especie de cámara de reverberación— y se sienta allí noche tras noche tras noche unas cien noches al año, ocho horas de noche, interpretando los primeros compases de «El Lado oscuro de la Luna». Ahora, veo unos cabellos grises por aquí así que sabrán a lo que me refiero. Que como recordarán empieza con este gran boom, boom, boom, como un latido de corazón. Y este es el sonido que hace el kakapo. Pero es tan profundo, que más bien lo sientes cuando vibra la boca de tu estómago. Puedes apenas ajustar tu oído para escucharlo. Yo nunca logré escucharlo, pero quienes lo hicieron dicen que es un sonido espeluznante porque más que escucharlo como que lo sientes. Y es un sonido grave. Un muy muy profundo sonido grave, apenas por debajo de lo perceptible. Resulta que los sonidos graves tienen dos características importantes. Una es que son unas grandes y largas ondas, grandes y largas ondas que viajan grandes distancias, y llenan los grandes valles de la isla sur de Nueva Zelanda. Y eso es bueno. Es bueno. Pero hay otra característica de los sonidos graves, la que podrías conocer, si tienes esta clase de—ya sabes— aparatos de sonido estéreo. Donde hay dos pequeñitas que te dan los sonidos agudos, y las tienes que colocar muy cuidadosamente en la habitación, porque van a definir la imagen estéreo. Y tienes lo que se llama un subwoofer que es la caja que va a producir los sonidos graves y la puedes poner donde quieras en la habitación. La puedes poner detrás del sofá si quieres, pues la otra característica de un sonido grave —y recuerda que hablamos de la llamada de apareamiento del kakapo— ¡es que no puedes saber de donde viene! Así que imagina, si quieres, al kakapo macho allí sentado, haciendo estos booms que, si hay una hembra por ahí —que probablemente no la hay— y si le gusta el sonido del boom —que probablemente no— ¡entonces no puede encontrar a quién lo está haciendo! Pero supón que lo hace, supón que ella está por allí —probablemente no— que le gusta el sonido del boom —probablemente tampoco— que ella lo puede encontrar a él —probablemente no puede— ella sólo consentirá a copular ¡si el árbol Podocarpus está dando fruta! Todos hemos tenido relaciones como esa ... Pero suponiendo que superen esos obstáculos, suponiendo que ella lo encuentre, ella sólo pondrá un huevo cada dos o tres años que pronto será devorado por un armiño o rata. Y piensas, bien —antes de tratar de salvarlos y conservarlos— ¡cómo han logrado sobrevivir por tanto tiempo! Y la respuesta es terriblemente interesante: nos parece un comportamiento absurdo, pero sólo porque su ambiente ha cambiado en una forma particular y dramática que nos es completamente invisible. Y su comportamiento está perfectamente ajustado al ambiente en que se derralló y completamente desajustado al ambiente en que se encuentra ahora. Porque en un ambiente donde nada te está depredando, no te quieres reproducir muy rápido. Y resulta que puedes graficar esto en una computadora. Si tomas una tasa de reproducción, y la habilidad de un cierto ambiente para mantener un particular nivel de población. Cuando empiezas con una tasa de reproducción muy baja, y lo graficas sobre varias generaciones verás que la población sube y sube y sube y luego como que se estabiliza en un nivel constante. Sube un poco la tasa de reproducción, y sube aún un poco más, y luego se estabiliza en cierto nivel. Sube la tasa de reproducción otro poco más, y sube, y se va muy alto, y baja, y es muy bajo, y sube, muy algo, y se mantiene en una onda sinusoidal. Sube un poco más la tasa, y empieza a oscilar entre cuatro valores. La subes más y más y más y de pronto te topas con esta condición de moda llamada caos. Donde la población del animal varía dramáticamente de un año a otro, y tocará el cero en algún momento por la pura matemática de la situación. Y una vez que tocas el cero, como que ya no hay vuelta. Y entonces, como la naturaleza tiene a ser eficiente, no va a gastar energías y recursos en algo de lo que no hay retorno. Así que la tasa de reproducción de un animal en un ambiente sin depredadores se ajustará al nivel apropiado de reproducción. Ahora, si no hay nada tratando de comerte—en particular— esa tasa de reproducción va a ser muy baja. Y es la tasa a la que el kakapo se solía reproducir, y se continua reproduciendo a pesar de que ahora es depredado, porque no sabe otra cosa que hacer. Porque nada le ha enseñado nada diferente en el camino, porque el cambio ocurrió tan de pronto, que no hay como una pendiente, una pendiente gradual de presión evolutiva, que es lo que tiende a producir el cambio. Si tienes un cambio dramático no hay dirección a cual ir y lo que tienes es desastre. De nuevo, si puedo antropomorfizar por un momento, lo que parece haber ocurrido al animal al alcanzar una crisis en su población piensa, “¡Wow, wow! Debo hacer, hacer, lo que hago fantásticamente bien, lo que me caracteriza, ¡que es que me reproduzco muy muy despacio!” Y su población decrece. “Tengo que hacer eso que yo hago, ¡y reproducirme muy muy muy muy despacio!” Y nos parece absurdo porque vemos una imagen más completa que ellos no ven. Pero si es el tipo de comportamiento que has evolucionado exitosamente a producir, hacer cualquier otra cosa iría contra su naturaleza kakapo, sería algo “in-kakapo” que hacer. Y no tiene nada que le enseñe otra cosa de lo que ha hecho siempre, sigue su estrategia exitosa, y por los cambios a su alrededor, ya no es una estrategia exitosa, y el animal está en un terrible apuro. Hay otro animal que fuimos a ver, que tiene aún más apuros. Es el Baiji, el delfín chino del río Yangtze, que es un delfín de río casi ciego. Y está casi ciego, porque no hay nada que ver en el río Yangtze. Miles y miles de años de agricultura en las orillas del río Yangtze han depositado tanto lodo y limo en él, que el río se ha tornado completamente turbio. Una palabra de la que no sabía su significado hasta que vi el río Yangtze, y básicamente no puedes ver nada en él. Así estos animales, delfines como dije, gradualmente perdieron el uso de la vista. Ahora—como todos sabemos—los animales marinos tienen esta otra facultad, que pueden desarrollar, que es la del sonido. Y lo que los delfines del río Yangtze hicieron por miles de años, mientras su visión se deterioraba, es que sus habilidades sonares se volvieron más y más sofisticadas, más poderosas y más complejas. Y es muy interesante, de hecho lo puedes ver—si quieres— el desarrollo de un feto Baiji, y verás justamente —como puedes o no saber— que hay algo de verdad en la idea de que el desarrollo del feto recapitula las etapas en el desarrollo evolutivo del animal. Y verán, justo al comienzo del desarrollo del feto, tiene los ojos en su lugar normal de delfín, relativamente bajos a ambos lados de la cabeza. Y gradualmente, conforme pasaron las generaciones, sus ojos migraron a la parte superior de la cabeza, y puedes ver esto al irse desarrollando el feto. Porque gradualmente, tras generaciones, la única luz venía directamente desde arriba y no había luz de ambiente, y cuando esta se acaba, los ojos gradualmente se atrofian. Y, en su lugar, las habilidades sonares toman control. Estos animales desarrollaron increíblemente sensibles e increíblemente precisas habilidades para navegarse en el agua usando el sonar. Y todo estaba muy bien. Hasta el siglo veinte cuando el humano inventó el motor de diesel. Y de pronto se desata un infierno bajo la superficie del Yangtze, porque de pronto está lleno de ruido. Y de pronto estos animales se encuentran atrapados por algo que ellos —que nadie podía haber previsto— que aquello en que ahora dependían ha sido completamente abrumado por la contaminación del ruido que ponemos en los océanos. Así de pronto estos animales que solían ser muy sofisticados en su habilidad para desplazarse, están ahora chocando con cosas, chocando contra botes, contra hélices de los barcos, encontrándose enredados en las redes de pescadores, porque básicamente estropeamos la siguiente de sus facultades. Y es un sentimiento muy curioso, Recuerdo estar sentado en un bote sobre el río Yangtze y mirando, bueno tratando de mirar —no podías ver nada porque es turbio, y ya sabes lo que turbio significa— y darse cuenta que todo este ruido allá abajo significa ... Es muy curioso pensar que podría haber un delfín por allí cerca de mi —No lo sabía, pero para entonces, esto fue hace diez años, sólo quedaban unos doscientos en un cuerpo de agua de unas doscientas millas, así que no tenías idea si habría alguno cerca de ti— pero es curioso porque piensas si tú y otra persona, otra criatura, viven en el mismo mundo, entonces se deberían sentir parecido. Pero algo que te das cuenta al ver diferentes animales es que por su historia evolutiva, y por las formas en que se han desarrollado, y las formas que han desarrollado para percibir al mundo, podrán habitar el mismo mundo pero un universo completamente distinto Un universo completamente distinto porque tú creas tu propio universo a partir de la información que recibes de tus sentidos. Así, te das cuenta que tú estás aquí, y hay un delfín allí, y tu te sientes a gusto, y el delfín podría estar en una especie de infierno. Pero no tiene forma de comunicarte eso porque nosotros nos pusimos a cargo, y no hay forma de comunicarle a la administración, que hay un problema. Así de pronto me interesé mucho en qué se podría escuchar en el río Yangtze. Ahora, íbamos a grabar unos programas de radio de la BBC estando allí, así que junto con Mark Carwardine el zoologo, también venía un técnico de audio de la BBC. Así que le dije, “¿Podríamos lanzar un micrófono al Yangtze para poder saber qué es lo que se escucha dentro del río? Y el dijo, “Ojalá me hubieras dicho eso antes de salir de Londres.” Y dije, “¿Por qué?” Y el dijo, “Pues porque habría podido simplemente sacar un micrófono a prueba de agua, sabes, pero no mencionaste nada sobre grabar bajo el agua.” Y dije, “No. No lo hice. ¿Hay algo que podamos hacer sobre esto?” Y el dijo, “Pues de hecho, si hay una técnica que nos enseñan en la BBC para grabar bajo el agua en una emergencia. ¿Alguno de ustedes dos trae condones?” Y no teníamos. No era esa clase de viaje. Decidimos lo mejor sería ir y comprar unos. Y así salimos por las calles de Shanghai tratando de comprar condones, y les tengo que leer este pequeño pasaje sobre esto. La “Tienda de la Amistad” parecía un lugar prometedor para comprar condones, pero tuvimos cierta dificultad para dar a entender esta idea. Pasamos de mostrador a mostrador en una gran tienda departamental, que consistía de distintos locales individuales, puestos y mostradores, pero nadie nos podía ayudar. Empezamos con los puestos donde parecían vender suministros médicos, pero sin éxito. Para cuando llegamos a los puestos que vendían sujeta-libros y palillos sabíamos que la cosa iba mal, pero al fin encontramos una joven asistente que hablaba inglés. Le tratamos de explicar qué es lo que queríamos, pero parecía alcanzar el límite de su vocabulario muy rápido. Así, saqué mi cuaderno de notas, y dibujé un condón cuidadosamente, incluyendo el pequeño globito en la punta. Ella frunció el ceño, pero no captó la idea. Nos trajo una cuchara de madera, una vela, un como cuchillo de papel y, sorpresivamente, un pequeño modelo de porcelana de la Torre Eiffel y luego al fin se postró en postura de derrota. Otras chicas del puesto se acercaron para ayudar, pero fueron también vencidas por nuestro dibujo. Al fin me armé de valor e hice una pequeña y delicada mímica, y al fin les cayó el veinte. “¡Ah!” dijo la primera chica, envuelta en gran sonrisa. “¡Si!” Nos miraron todas fascinadas al comprender la idea. — “¿Sí entiendes?”, pregunté. — “¡Sí! Sí, entiendo.” — “¿Tienes unos?” — “No,” dijo. “No tener.” — “Oh.” — “Pero, pero, ...” — “¿Sí?” — “Yo digo donde vas, ¿OK?” — “Gracias, muchas gracias. Si.” – “Tu vas 616 calle Nanjing. OK. Ellos tienen. Tu pregunta ‘cubre-goma’. ¿OK?” — “¿Cubre-goma?” — “Cubre-goma. Tu pregunta. Ellos tienen. OK. ¡Buen día!” Aguantándose una risita se cubría la boca con la mano. De nuevo dimos las gracias, profusamente, y nos despedimos sonriendo. La noticia parecía haber recorrido rápidamente por la tienda, y todos nos correspondían el saludo. Parecían estar muy agradecidos de que les preguntamos. Al llegar al 616 de la calle Nanjing, que resultó ser otra tienda departamental más pequeña, y no un burdel como veníamos medio sospechando, nuestra pronunciación de ‘cubre-goma’ nos defraudó y produjo otra ola de desconcertada incomprensión.