Muchas gracias, señoras y señores
Es una experiencia muy interesante,
e inusual, y extraña para mi
estar hablando en mi ciudad natal.
Que es ...
Ahora, sobre los libros
que Constance mencionó cuando
ella me introducía,
La Guía del Viajero,
Dirk Gentil y demás,
no eran mis favoritos.
Y mi libro favorito
es de lo que vengo a hablar esta noche.
Es gracioso como, frecuentemente ...
Virtualmente todos los autores
que conozco,
su libro favorito es aquel que
se vendió menos.
Es el pequeño de la camada,
es aquel que tu siempre
simplemente amaste más que todos.
Y lo que les quiero decir
es cómo sucedió esto.
En algún momento a mediados de los 80s,
sonó el teléfono.
Y la voz dijo,
“Queremos que vayas a Madagascar.
Queremos que vayas a buscar una
extraña especie de lémur,
llamada aye-aye.
El avión sale en dos semanas,
nos gustaría que estés en él.”
Así que yo—asumiendo que tenían
el número equivocado—dije “¡sí!”
antes que pudieran descubrir su error.
Pero en realidad resultó
que habían decidido
“Bueno, aquí hay alguien que
no sabe nada sobre lémures,
nada sobre el aye-aye,
nada sobre Madagascar,
mandémoslo a él.”
Así que empecé a
investigar algo sobre esto,
y resulta que es muy interesante.
Los lémures solían ser el primate
dominante en todo el mundo
Son unas criaturas muy,
pero muy, gentiles y agradables.
Eran así como del
tamaño de un gato,
y se solían columpiar en los árboles
pasando un buen rato.
Y entonces, Gondwana se separó.
Siempre suena como a un
grupo de rock de los 70s
desintegrándose por razones
de diferencias musicales.
Pero como quizá recuerden
Gondwana era una
vasta masa continental
que consistía en lo que
se convertiría en
Sudamérica, África, la India
el sureste de Asia, Australasia
—ah, no—Australia, Australia y no
—y esto va a resultar
importante después—
no Nueva Zelanda
que resultó ser un trozo de tierra
que salió desde debajo del océano.
Y como decía,
los lémures eran el primate
dominante en el mundo
y cuando estas masas se separaron,
y Madagascar fue una de ellas,
Madagascar salió por ahí
navegando
en medio de lo que de pronto
se convirtió en el Océano Índico
Y se llevó consigo una muestra
representativa
de los animales de ese periodo,
lo que incluía muchos lémures.
Y básicamente se quedaron ahí
por millones y millones de años
en glorioso aislamiento.
Mientras que, en el resto del mundo,
emergió una nueva criatura.
Llegó una nueva criatura
que era mucho más inteligente
que los lémures
—según ella—
mucho más competitiva,
mucho más agresiva,
e increíblemente interesada
en todo lo que puedes hacer con ramitas.
Las ramitas eran absolutamente
maravillosas.
Hay tantas cosas que puedes
hacer con ramitas
puedes escarbar en la tierra
con ramitas,
puedes rascar tras la corteza
de los árboles y sacar bichos,
y se pueden golpear unos
a otros con ramas.
Si hubieran copias de la
revista “RamitaUser” en esos días,
estas criaturas habrían
hecho fila para comprarla.
Y estas criaturas
—que, como probablemente han adivinado,
se llaman monos—
porque eran más competitivos
y más agresivos,
y vivían en el mismo hábitat
que los lémures,
suplantaron exitosamente a los lémures
en todo el mundo
excepto por Madagascar.
Porque Madagascar estaba por ahí
en medio del Océano Índico
y no podían llegar allí.
No pudieron llegar allí hasta
hace unos 1500 años
gracias a asombrosos
avances en tecnología de ramitas
pudieron llegar allí en botes,
y eventualmente aviones.
Y de pronto los lémures,
que habían tenido este lugar para ellos
por millones y millones
y millones de años,
de pronto se enfrentaron
a su antiguo enemigo: el mono.
Así que, esto es Madagascar,
y resulta que el más
raro de los lémurs
—y cuando digo el más raro de los lémurs,
en este momento particular
a mediados de los 80s
se pensaba que era el más
raro de los lémurs;
ahora hemos descubierto un lémur
aún más raro llamado lémur dorado,
que salió disparado al número uno
de lémures en peligro de extinción—
pero el aye-aye es un muy
muy peculiar animal.
Parece como la conglomeración
de muchos otros tipos de animales.
Por ejemplo,
tiene orejas como de zorro,
unos dientecitos
mordiscones como de conejo,
y una pluma de
avestruz como cola,
y tiene unos ojos muy raros,
de hecho tiene los ojos
de Marty Feldman.
Que parecen casi como
si te estuvieran mirando
pero allá en otra dimensión
justo sobre tu hombro izquierdo.
Pero también tiene esta muy
pero muy peculiar característica,
que su dedo medio en ambas manos
es esqueléticamente delgado y muy largo.
Y resulta que sólo
hay otro animal
en todo el mundo con esta característica.
Y es llamado
—me fascinan los zoólogos
y su vivida imaginación—
se llama el “pósum de dedos largos”.
Es una criatura que vive
en Nueva Guinea,
y es de hecho su cuarto dedo
el esqueléticamente delgado y alargado
Y esto es lo que nos dice
que no hay relación alguna
entre estos animales,
es pura convergencia evolutiva,
porque el factor común
entre Madagascar y el aye-aye,
y Nueva Guinea y
el pósum de dedos largos
es que en ambos hábitats
no hay pájaros carpinteros.
Como pueden ver, la cosa es
—la vida es muy muy oportunista
y tomará ventaja de cualquier
fuente de alimentos que encuentre.
Y si no hay pájaros carpinteros hurgando
bajo la corteza de los árboles por bichos,
entonces, en ese caso, serán los mamíferos
quienes crecerán el dedo esqueléticamente
delgado y largo para hurgar en el árbol,
y obtener esta fuente de alimento
que son los bichos bajo la corteza.
Entonces, el aye-aye es ésta
muy muy muy extraña criatura
Entonces se pensaba
que quedaban como quince de ellas.
Y de hecho no vivían
exactamente en Madagascar
sino en una pequeña isla
de bosque tropical
junto a la costa de Madagascar,
llamada Nosy Mangabe,
justo en la esquina noreste
de Madagascar
Y para llegar allí, lo que hay que hacer,
es que hay que volar en un 747
a Madagascar
Y luego en un terrible
cacharro de aeroplano
de Madagascar al puerto noreste.
Y de ahí hay que seguir
en una excelente serie
decreciente de carretas y camionetas,
hacia un pequeño puerto
donde debería haber un bote
que nos llevaría a Nosy Mangabe.
Así que llegamos allí,
llegamos al puerto,
y buscábamos por allí el bote
que nos llevaría a Nosy Mangabe,
y no lo podíamos ver.
Y le preguntábamos a la gente
—sabes—“¿donde está el bote”,
y ellos nos dirían
“¡Allí está! ¡Allí está!”
y no podíamos ver
a lo qué estaban apuntando
porque esta horrible vieja
barca oxidada nos estorbaba.
Bien, como habrán adivinado,
esta horrible vieja barca oxidada
nos llevaría a Nosy Mangabe.
Y no cumplía lo que a mi parecer
es el requisito básico de un bote,
y es que básicamente estaba lleno
de océano.
Y me parecía a mi
que el punto de un bote
es mantener el océano afuera.
Como sea, cruzamos hacia
Nosy Mangabe.
Y es esta pequeñita, muy muy
bonita isla tropical.
Y enfrentamos un problema
y es que, no sólo este animal
vive en los árboles
—nadie lo ha visto por
años y años y años—
vive en los árboles y
además es un animal nocturno.
Y la calidad de las baterías
en Madagascar era muy muy mala.
Así que, pasamos noche tras noche
tras noche,
vagando por la selva,
bajo lo que sólo se podría
describir como: la lluvia.
Quedando algo andrajosos,
básicamente pasamos noche
tras noche
enroscados bajo los impermeables,
mirándonos, y diciendo
“deja de llover”.
Y de vez en cuando diríamos algo como,
“¡gah! todo por encontrar
este maldito animal.”
De hecho, es maravilloso,
Encontramos esta choza
de una clase de cazador,
—no cazador—guardabosques.
Y era una pequeñita choza.
De hecho llena de vida salvaje.
Lo que pasaba, ves,
es que abrirías la puerta,
y escucharías estos ruidos...
y prenderías la luz y
todo se detendría.
Y verías estas pequeñas
arañas gigantes en la pared,
cada tendiendo en la boca
¡un bicho a medio comer!
Y dirían, “¿sí?”
Y apagarías la luz y...
Entonces este es nuestro refugio, sabes,
Nos la pasábamos genial.
Y eventualmente...
En una noche, una noche,
estábamos todos—como dije—
enroscados bajo los impermeables,
y fuimos así como que
a vagar por allí,
y de pronto, de pronto,
levanté la mirada a una rama
y a esta altura sobre mi cabeza
salió esta criatura.
La criatura salió sobre la rama,
me miró hacia abajo,
y yo la miré, y cuando me miraba
—obviamente no le agradó
nada lo que vio—
se dio la vuelta y se fue.
Todo duró como diez segundos.
Y a eso fue a lo que venimos.
En verdad lo había visto, lo vimos
—apenas logramos obtener una
fotografía del momento—
pero de pronto me di cuenta,
vimos un aye-aye.
Ahora, yo estaba
absorto por el momento,
por razones que no me podía
explicar de inmediato.
Porque un mes antes ni
había escuchado de este animal
y ahora estaba aquí, mirándolo,
pensando que algo
extraordinario había pasado.
Así que empecé a
pensar un poco en esto,
y este es el pensamiento que puder armar.
Viajando hasta aquí,
viajando en un 747 a Antananarivo,
que es la capital de Madagascar,
y este terrible cacharro de
aeroplano
que nos llevó a la esquina noreste,
y en la excelente serie decreciente
de carretas y camionetas,
y en la horrible vieja barca oxidada
que nos llevó a la selva
donde básicamente caminamos
en la selva noche tras noche,
fue como si hubiéramos
tomado un viaje de tiempo
—un viaje en el tiempo—
de regreso por la historia
de la tecnología de ramitas.
Y lo que este encuentro había sido,
lo que este encuentro había sido es:
Yo era un mono viendo a un lémur.
Y de pronto piensas,
en la enorme cantidad de historia
hasta este momento que no pensamos
—no nos damos cuenta—que ya tenemos.
Nuestras raíces en el planeta
se remontan mucho mucho tiempo atrás,
y normalmente no
pensamos mucho en eso.
Y hace falta esta confrontación
para darte cuenta de lo amplia
y profunda que es nuestra familia.
Entonces pense,
bueno esto es muy interesante.
Y hablé con la persona que había
sido allí como guía,
que era un zoólogo
que habían mandado
para asegurarse que yo no
me cayera de los árboles y eso.
Y su nombre es Mark Carwardine,
y le dije,
”Me encantaría si pudiéramos ...,
te gustaría la idea de
ir así como por el mundo
buscando otras especies
raras de animales en peligro,
quizá escribir un libro?”
Y el dijo,
“pues, ¡a eso es a lo que me dedico!”
“Así que sí, OK.”
Y así lo hicimos.
Ahora, hubo una pausa en ese momento
porque yo había firmado para
escribir un par de novelas.
Escribí “La agencia holística de
detectives de Dirk Gently”
y “La obscura hora del té del alma”,
y luego era hora de salir.
Y el primer lugar al que fuimos,
fuimos a buscar un animal particular
que es el dragón de Komodo.
Ahora ya sabes como
son los lagartos, ¿no?
Digo son así como...
El dragón de Komodo es
un poco más grande que eso.
El más grande que vimos
medía como 13 pies de largo,
y su cabeza llegaba como hasta aquí
bien pinche enorme
creo que es el término técnico.
Se cree que son el origen
del mito del dragón chino
—porque pues son enormes,
lagartos gigantes,
tienen escamas, devoran personas,
literalmente devoran personas,
y no lanzan fuego de verdad,
pero tienen el peor aliento de cualquier
criatura conocida por la humanidad.
Y viven en esta isla
llamada Komodo.
No es suficiente—resulta—
que la isla tenga mil quinientos
dragones devoradores de personas.
Resulta que el animal con mayor
peligro de extinción en la lista
es cualquiera que no sean los dragones.
De hecho—como dije—devoran personas.
Y no es que te coman así
de golpe,
no te embisten sólo así
de pronto y te tragan.
Más bien se acercan
sigilosamente
y te dan una mordidita.
Porque su saliva es tan virulenta
que no herida no va a sanar
y luego de un rato vas a morir.
Y alguno de los dragones
te comerá
—no importa si es el
mismo que te mordió—
tienen esta estrategia
de tener criaturas muertas
y muriendo por la isla
tantas como puedan,
y con eso se pueden mantener.
Pero resulta que no es
suficiente que la isla
tenga mil quinientos
dragones que devoran personas.
Sólo para hacerlo un
poquíto más interesante,
también tiene más serpientes venenosas
—por metro cuadrado—
que cualquier región equivalente
en todo el planeta.
Así nos aproximamos a Komodo
—debo decir—un poco nerviosos,
y con un poco de rodeos.
De hecho nos acercamos
dando tantos rodeos
que fuimos via Melbourne en Australia.
Y pasamos por Melbourne
por alguien que
queríamos ir a ver
un hombre llamado Dr. Struan Sutherland.
De hecho les quiero leer
un poco sobre él,
un gran experto en veneno de serpientes.
Me debo disculpar antes
de leer esto, de hecho,
por el hecho de que mi acento
australiano no es muy bueno.
Pero luego, que diablos,
ustedes son estadounidenses,
tampoco notarán la diferencia.
Hay un hombre en Melbourne
que quizá sabe más
de serpientes venenosas
que nadie más en la Tierra.
Su nombre es el Dr. Struan Sutherland,
y ha dedicado su vida entera
a estudiar el veneno.
“Y estoy cansado de hablar de eso”,
nos dijo cuando lo fuimos
a ver la mañana siguiente
cargados con grabadoras y libretas.
“No soporto esas
criaturas venenosas,
esas serpientes e
insectos y peces y todo eso.
Miserables, mordiéndolos a todos.
Y la gente espera que les
diga que hacer sobre eso.
Yo les diré que tiene que hacer.
¡No dejen que los muerdan!
Es la respuesta.
Ya he tenido suficiente
diciéndolo a todos.
Hidroponía, eso es interesante.
Les digo lo que quieran
sobre hidroponía.
Una cosa fascinante,
cultivar artificialmente en agua,
técnica muy interesante.
Necesitamos saber todo sobre eso
si vamos a ir a Marte y eso.
¿A donde dijeron que van a ir?”
“Komodo.”
“Pues no se dejen morder,
no puedo decir más.
Y no regresen corriendo porque
no van a llegar a tiempo,
y ya tengo aquí suficiente.
Miren esta oficina, llena
de animales venenosos por doquier.
Ven ese tanque, lleno de hormigas
coloradas. Pequeñas venenosas.
¿Qué vamos a hacer con ellas?
Como sea, tengo unos pastelitos
por si tienen hambre.
¿Quieren unos pastelitos?
No puedo recordar donde los puse.
Hay algo de té, pero no muy bueno.
Como sea, ¡siéntense por favor!
Así que van a Komodo.
Pues no se porque quieren hacer eso
pero supongo tendrán sus razones.
Hay quince diferentes tipos
de serpientes en Komodo,
la mitad de ellas son venenosas.
Las potencialmente mortales
son la víbora de Russell,
la víbora bambú y la cobra india.
La cobra india es la quinceava
más mortal en el mundo,
y las otras catorce están
aquí en Australia.
Por eso me cuesta tanto
encontrar tiempo
para mi hidroponía,
con estas víboras por todos lados.
Y arañas. La araña más venenosa
es la araña de Sídney,
como quinientas personas al
año son picadas por arañas.
Muchas solían morir,
así que desarrollé un antídoto
para que la gente me dejara de molestar.
Nos tomó años. Luego hicimos el kit
para detectar mordeduras de serpiente.
No que necesites un kit para
saber cuando te ha mordido una serpiente,
eso normalmente lo sabes, pero
el kit es para saber
que clase de serpiente, y
así darte el tratamiento adecuado.
¿Quieren ver un kit? Tengo un par
aquí en el refrigerador del veneno.
Veamos. ¡Ah! Miren,
los pastelitos también están aquí.
Rápido, coman mientras siguen frescos.
Pastelitos, yo mismo los hice.”
Nos dio los kits detectores
de veneno de serpientes
y esos pastelitos caseros
y se retiró a su escritorio,
desde donde sonreía alegremente
tras su barba rizada y corbata de moño.
Admiramos los kits que
eran pequeñas cajas eficientes
empacadas con botellitas,
una pipeta, una jeringa,
y unas complicadas instrucciones
que no querría tener que leer
por primera ves en pánico.
Y le preguntamos cuantas serpientes
lo habían mordido a él.
“Ninguna,” nos dijo.
“Otra área en la que me hecho un experto
es en dejar que otras personas
manejen los animales peligrosos.
No lo haría yo mismo.
No quiero ser mordido, ¿verdad?
¿Qué dicen las solapas de mis libros?
‘Pasatiempos: jardinería, con guantes;
pesca, con botas;
viajar, con cuidado.‘
Es la respuesta. ¿Qué más?
Además de las botas lleven
pantalones gruesos holgados.
Y preferentemente una docena
de personas frente a ustedes
haciendo tanto ruido como puedan.
Las víboras perciben las
vibraciones y se alejan.
Excepto si es la
víbora de la muerte
o también llamada víbora sorda,
que sólo se queda allí.
Pueden caminar justo sobre
ella y no pasa nada.
He sabido de doce personas
pasando sobre una víbora de la muerte
y la doceava accidentalmente
tropezó con ella y fue mordida.
Normalmente es seguro
ser el doceavo en la línea.
No comen sus pastelitos.
Vamos, cómanlos,
hay más en el refrigerador del veneno.”
Preguntamos, tentativamente, si podríamos
llevarnos un kit detector
de mordidas a Komodo.
“Claro que si, claro que si.
Lleven cuantos quieran.
No les servirán de nada porque
son para serpientes australianas.”
”¿Y luego qué hacemos si nos muerde
algo mortal?” Pregunté.
Me miró fijamente como si fuera idiota.
“¿Pues qué crees que vas a hacer?” dijo.
“Te mueres.
Eso significa mortal.”
“¿Pero qué hay de abrir la herida
y succionar el veneno?” pregunté.
“Al menos serías tú y no yo,” dijo.
“No querría tener veneno en la boca.
Aunque no te haría ningún daño,
sus toxinas tienen alto peso molecular
así que no penetrarán
los vasos sanguíneos en la boca
como lo hace el alcohol y otras drogas.
Y el veneno será destruido por
los ácidos de tu estómago.
Pero tampoco es que vaya
a ayudar de mucho.
Digo, no vas a poder extraer
mucho del veneno,
pero seguro vas a empeorar
la herida intentando.
Y en un lugar como Komodo significa
una herida seriamente infectada
además de una pierna
llena de veneno.
Septicemia, gangrena,
algo te va a matar.”
“¿Y un torniquete?” pregunté.
“Bien, pues si no te importa
que luego te corten la pierna.
Tendrías que hacerlo porque
si bloqueas por completo el
flujo de sangre morirá.
Y si encuentras a alguien
en esa parte de Indonesia
a quien confiarías cortar tu pierna
eres más valiente que yo.
No, te voy a decir,
lo único que puedes hacer
es un vendaje a presión
directo sobre la herida
y envolver toda la pierna firmemene,
pero no demasiado.
Para detener el flujo de sangre pero
no por completo o pierdes la pierna.
Mantén la pierna,
o lo que te hayan mordido,
por debajo de tu corazón y cabeza.
Mantente muy quieto, respira despacio
y ve inmediatamente a un doctor.
Si estás en Komodo eso
significa un par de días,
para cuando estarás muerto.
La única solución,
y lo digo muy en serio,
es que no te dejes morder.
No hay razón para que ocurra.
Todas las serpientes se
alejarán de tu camino
mucho antes que las veas.
No te tienes que preocupar
de las serpientes si tienes cuidado.
No, de lo que en verdad te debes
preocupar es de las criaturas marinas.”
“¿Qué?”
“Pez escorpión, piedra, serpiente marina.
Más venenosos que cualquier cosa
en la tierra.
Te pica un pez piedra y
tan sólo el dolor te mata.
La gente se ahoga sólo
para detener el dolor.”
“¿Donde está esos animales?”
“Ah, en el mar. Hay montones.”
No me acercaría si fuera tú.
Lleno de seres venenosos. Los odio.”
“¿Hay algo que le guste?”
“Sí”, dijo, “Hidroponía”.
“No”, yo dije, “¿que si hay
alguna criatura venenosa
a la que le tenga cariño?”
Miró por la ventana por un momento.
“Había una,” dijo, “pero me dejó.”
Como sea, mi favorito entre todos
los animales que fuimos a ver,
mi favorito era un animal
conocido como kakapo.
El kakapo es un tipo de loro.
Vive en Nueva Zelanda.
Es un loro no volador,
ha olvidado como volar.
Tristemente, también ha olvidado
que ha olvidado como volar.
A un kakapo seriamente preocupado
se le ha visto saltando de un árbol.
La opinión está dividida sobre
lo que luego ocurrió:
unos dicen que desarrolló una
rudimentaria habilidad de paracaidismo,
otros dicen que vuela
como un ladrillo.
Pero la cosa es
—puedo hablar de un kakapo
seriamente preocupado—
pero es poco probable encontrar
un kakapo seriamente preocupado
porque los kakapos no han
aprendido a preocuparse.
Parece algo extraordinario de decir
pero preocuparse es algo en
lo que somos terriblemente buenos,
nos viene tan natural a nosotros,
pensamos debe ser tan
natural como respirar.
Pero resulta que preocuparse
es sólo un hábito adquirido
igual que cualquier otro.
Es algo a lo que estás genéticamente
presupuesto para hacer o no.
Y la cosa es que el kakapo
creció en Nueva Zelanda
un país donde, antes de llegar
humanos, no habían depredadores.
Y son depredadores quienes,
al pasar generaciones,
te enseñan a preocuparte.
Y sin depredadores nunca se te
ocurrirá la necesidad de preocuparte.
Dije antes que Nueva Zelanda
resultó ser
un trozo de tierra que
salió por debajo del océano.
Y por esto, cuando emergió,
No tenía nada de vida
—quizá unos peces muertos.
Así que los únicos animales
que habitaron Nueva Zelanda
fueron los animales que
podían volar allí, es decir aves.
También unas cuantas
especies de murciélagos
que son mamíferos,
pero entienden el punto
Así que sólo habían aves
en Nueva Zelanda.
Y, en ausencia de depredadores,
no había nada de
que preocuparse.
Es muy peculiar para nosotros
tratar de entender esto
porque nunca hemos encontrado
un ambiente sin depredadores.
¿Por qué no?
Porque nosotros somos depredadores y,
entonces, si estamos en un ambiente
es un ambiente con depredadores.
Para los europeos que llegaron
originalmente a Nueva Zelanda,
... perdón, eso es algo
extraordinario que decir.
Por supuesto antes que ellos
llegaron los maorís
y antes de ellos los moriori,
los maorís se comieron a los moriori
y luego llegaron los europeos.
Pero antes de todo esto—como decía—
no habían depredadores en la isla, y
las aves vivían sin preocupaciones.
De hecho puedes ver otro ejemplo de esto
si vas a las Galápagos,
hay un tipo de animal,
un ave en las Islas Galápagos
llamado el bobo patiazul.
Y el bobo patiazul así se llama
—me parece—por dos razones:
una tiene que ver con
el color de sus patas,
y la otra con esta clase de
comportamiento que voy a describir.
Porque aparentemente te puedes
acercar a un bobo patiazul
—estará por ahí sentado en
la playa o en una rama—
y llegarías hasta allí
y podrías así como levantarlo.
Y lo que el bobo estará pensando
es que cuando termines con él
lo regresarás a su lugar.
Y si no has vivido
generación tras generación
de gente tratando de comerte,
es fácil llegar a esa conclusión.
Así que el kakapo, como decía,
creció en un ambiente sin
depredadores.
Y porque todas eran aves,
y porque la naturaleza es—como digo—
muy oportunista
y la vida fluirá a cualquier nicho
donde pueda hacer una vida,
—si puedo ser algo pillo y
antropomorfizar por un momento—
es como si algunas aves se dieran cuenta,
“Sabes, esta cosa de volar
es muy muy cara.
Requiere mucha energía,
comes un poco, vuelas un poco,
comes, vuelas,
porque cada que comes
algo—sabes—
pesas un poco más y es difícil volar,
así que comes, y vuelas—digo—
hay otras formas de vida.”
Y es como si algunas aves dijeran,
“Sabes, de hecho podríamos
tener una comida más grande,
¡y luego paseamos contoneando!”
Así gradualmente, tras
varias generaciones
muchas aves perdieron
su habilidad de volar,
tomaron la vida en la tierra.
El kiwi, el ave más famosa
—supongo—en Nueva Zelanda,
el weka, y el viejo loro de la noche
—como se le llama—el kakapo.
Que es un ave grande, gorda,
suave, esponjosa, y lúgubre.
Y porque nunca aprendió a preocuparse,
cuando llegó el hombre y trajo consigo
a fieras mortales como perros,
y gatos, y armiños,
y el más destructivo de los animales
—luego del humano—que es
Rattus rattus la rata del barco.
De pronto estas aves se
contoneaban por sus vidas.
Excepto que de hecho
no sabían cómo hacer eso
porque al confrontarse con
un animal depredador,
no sabían que hacer,
no conocían cual era la norma social,
sólo esperaban que el otro
animal haga el primer movimiento,
que por supuesto—usualmente—
es repentino y mortal.
Así de pronto de tener
una población de
—no sabemos exactamente cuantos—
probablemente no un millón,
pero cientos de miles de estas aves,
su población cayo disparada
a cerca de cuarenta.
Que es donde más o menos está
en este momento.
Y hay grupos de personas que
han dedicado sus vidas enteras
a tratar de salvar estos animales,
tratar de conservarlos.
Y uno de los problemas
que se han encontrado
es que está muy bien
protejerlos
—de depredadores—que es
muy muy muy difícil de hacer.
Pero el siguiente problema que tienen
es el ritual de apareamiento del kakapo.
Porque resulta que el ritual
de apareamiento del kakapo
es increíblemente tardado,
fascinantemente complicado,
y casi completamente ineficaz.
Algunos dicen que la llamada
de apareamiento del kakapo macho
activamente ahuyenta a la kakapo hembra
la clase de comportamiento
que de otro modo solo encontrarías
en discotecas.
Quienes han escuchado la llamada
de apareamiento del kakapo macho
te dirán, que apenas
se puede escuchar,
es algo como ...
Les diré lo que hacen.
Este animal—unas
cien noches al año—
realiza su ritual de apareamiento.
Lo que hace es buscar
un gran agrupamiento rocoso
mirando sobre los grandes
valles de Nueva Zelanda,
Porque la acústica es muy
importante para lo que va a suceder.
Prepara una especie de
cuenco donde se sienta.
Se sienta allí,
y expulsa todo el aire de estos
grandes sacos que tiene en su pecho.
Y se sienta allí
—esta cámara de reverberación, es
una especie de cámara de reverberación—
y se sienta allí noche tras
noche tras noche
unas cien noches al año,
ocho horas de noche,
interpretando los primeros compases
de «El Lado oscuro de la Luna».
Ahora, veo unos cabellos grises por aquí
así que sabrán a lo que me refiero.
Que como recordarán empieza
con este gran boom, boom, boom,
como un latido de corazón.
Y este es el sonido
que hace el kakapo.
Pero es tan profundo,
que más bien lo sientes cuando
vibra la boca de tu estómago.
Puedes apenas ajustar tu
oído para escucharlo.
Yo nunca logré escucharlo,
pero quienes lo hicieron dicen
que es un sonido espeluznante
porque más que escucharlo
como que lo sientes.
Y es un sonido grave.
Un muy muy profundo sonido grave,
apenas por debajo de lo perceptible.
Resulta que los sonidos graves
tienen dos características importantes.
Una es que son unas grandes
y largas ondas,
grandes y largas ondas que
viajan grandes distancias,
y llenan los grandes valles de
la isla sur de Nueva Zelanda.
Y eso es bueno. Es bueno.
Pero hay otra característica
de los sonidos graves,
la que podrías conocer,
si tienes esta clase de—ya sabes—
aparatos de sonido estéreo.
Donde hay dos pequeñitas que
te dan los sonidos agudos,
y las tienes que colocar muy
cuidadosamente en la habitación,
porque van a definir
la imagen estéreo.
Y tienes lo que se
llama un subwoofer
que es la caja que
va a producir los sonidos graves
y la puedes poner donde
quieras en la habitación.
La puedes poner detrás del
sofá si quieres,
pues la otra característica
de un sonido grave
—y recuerda que hablamos de
la llamada de apareamiento del kakapo—
¡es que no puedes saber
de donde viene!
Así que imagina, si quieres,
al kakapo macho allí sentado,
haciendo estos booms que,
si hay una hembra por ahí
—que probablemente no la hay—
y si le gusta el sonido del boom
—que probablemente no—
¡entonces no puede encontrar
a quién lo está haciendo!
Pero supón que lo hace,
supón que ella está por allí
—probablemente no—
que le gusta el sonido del boom
—probablemente tampoco—
que ella lo puede encontrar a él
—probablemente no puede—
ella sólo consentirá a copular
¡si el árbol Podocarpus está dando fruta!
Todos hemos tenido
relaciones como esa ...
Pero suponiendo que superen
esos obstáculos,
suponiendo que ella lo encuentre,
ella sólo pondrá un huevo
cada dos o tres años
que pronto será devorado
por un armiño o rata.
Y piensas, bien
—antes de tratar de
salvarlos y conservarlos—
¡cómo han logrado sobrevivir
por tanto tiempo!
Y la respuesta es terriblemente
interesante:
nos parece un comportamiento absurdo,
pero sólo porque su ambiente ha cambiado
en una forma particular y dramática
que nos es completamente invisible.
Y su comportamiento está perfectamente
ajustado al ambiente en que se derralló
y completamente desajustado al
ambiente en que se encuentra ahora.
Porque en un ambiente
donde nada te está depredando,
no te quieres reproducir muy rápido.
Y resulta que puedes graficar
esto en una computadora.
Si tomas una tasa
de reproducción,
y la habilidad de
un cierto ambiente
para mantener un particular
nivel de población.
Cuando empiezas con una
tasa de reproducción muy baja,
y lo graficas sobre
varias generaciones
verás que la población sube
y sube y sube
y luego como que se
estabiliza en un nivel constante.
Sube un poco la tasa de reproducción,
y sube aún un poco más,
y luego se estabiliza
en cierto nivel.
Sube la tasa de reproducción
otro poco más,
y sube, y se va muy alto,
y baja, y es muy bajo,
y sube, muy algo, y se mantiene
en una onda sinusoidal.
Sube un poco más la tasa, y
empieza a oscilar entre cuatro valores.
La subes más y más y más
y de pronto te topas con
esta condición de moda llamada caos.
Donde la población del animal
varía dramáticamente de un año a otro,
y tocará el cero en algún momento
por la pura matemática de la
situación.
Y una vez que tocas el cero,
como que ya no hay vuelta.
Y entonces, como la naturaleza
tiene a ser eficiente,
no va a gastar energías y
recursos
en algo de lo que no hay retorno.
Así que la tasa de reproducción de
un animal en un ambiente sin depredadores
se ajustará al nivel
apropiado de reproducción.
Ahora, si no hay nada tratando
de comerte—en particular—
esa tasa de reproducción
va a ser muy baja.
Y es la tasa a la que el
kakapo se solía reproducir,
y se continua reproduciendo
a pesar de que ahora es depredado,
porque no sabe otra cosa que hacer.
Porque nada le ha enseñado nada
diferente en el camino,
porque el cambio ocurrió
tan de pronto,
que no hay como una pendiente,
una pendiente gradual de
presión evolutiva,
que es lo que tiende a
producir el cambio.
Si tienes un cambio dramático
no hay dirección a cual ir
y lo que tienes es desastre.
De nuevo, si puedo antropomorfizar
por un momento,
lo que parece haber ocurrido
al animal
al alcanzar una crisis
en su población piensa,
“¡Wow, wow! Debo hacer, hacer,
lo que hago fantásticamente bien,
lo que me caracteriza,
¡que es que me reproduzco
muy muy despacio!”
Y su población decrece.
“Tengo que hacer eso que yo hago,
¡y reproducirme muy muy muy
muy despacio!”
Y nos parece absurdo porque vemos
una imagen más completa que ellos no ven.
Pero si es el tipo de comportamiento que
has evolucionado exitosamente a producir,
hacer cualquier otra cosa iría
contra su naturaleza kakapo,
sería algo “in-kakapo” que hacer.
Y no tiene nada que le enseñe
otra cosa de lo que ha hecho siempre,
sigue su estrategia exitosa,
y por los cambios a su alrededor,
ya no es una estrategia exitosa,
y el animal está en un terrible apuro.
Hay otro animal que fuimos a ver,
que tiene aún más apuros.
Es el Baiji,
el delfín chino del río Yangtze,
que es un delfín de río casi ciego.
Y está casi ciego,
porque no hay nada que ver
en el río Yangtze.
Miles y miles de años
de agricultura
en las orillas del río Yangtze
han depositado tanto lodo
y limo en él,
que el río se ha tornado
completamente turbio.
Una palabra de la que
no sabía su significado
hasta que vi el río Yangtze,
y básicamente
no puedes ver nada en él.
Así estos animales, delfines como dije,
gradualmente perdieron el uso de la vista.
Ahora—como todos sabemos—los animales
marinos tienen esta otra facultad,
que pueden desarrollar,
que es la del sonido.
Y lo que los delfines del río Yangtze
hicieron por miles de años,
mientras su visión se deterioraba,
es que sus habilidades sonares se
volvieron más y más sofisticadas,
más poderosas y más complejas.
Y es muy interesante, de hecho
lo puedes ver—si quieres—
el desarrollo de un feto Baiji,
y verás justamente
—como puedes o no saber—
que hay algo de verdad
en la idea
de que el desarrollo del feto
recapitula las etapas
en el desarrollo evolutivo
del animal.
Y verán, justo al comienzo del
desarrollo del feto,
tiene los ojos en su lugar
normal de delfín,
relativamente bajos a
ambos lados de la cabeza.
Y gradualmente,
conforme pasaron las generaciones,
sus ojos migraron a la
parte superior de la cabeza,
y puedes ver esto al
irse desarrollando el feto.
Porque gradualmente, tras generaciones,
la única luz venía
directamente desde arriba
y no había luz de ambiente,
y cuando esta se acaba,
los ojos gradualmente se atrofian.
Y, en su lugar, las habilidades
sonares toman control.
Estos animales desarrollaron
increíblemente sensibles
e increíblemente precisas
habilidades para navegarse
en el agua usando el sonar.
Y todo estaba muy bien.
Hasta el siglo veinte cuando
el humano inventó el motor de diesel.
Y de pronto se desata un infierno
bajo la superficie del Yangtze,
porque de pronto está lleno de ruido.
Y de pronto estos animales se encuentran
atrapados por algo que ellos
—que nadie podía haber previsto—
que aquello en que ahora dependían
ha sido completamente abrumado
por la contaminación del ruido
que ponemos en los océanos.
Así de pronto estos animales
que solían ser muy sofisticados
en su habilidad para
desplazarse,
están ahora chocando con cosas,
chocando contra botes,
contra hélices de los barcos,
encontrándose enredados en
las redes de pescadores,
porque básicamente estropeamos
la siguiente de sus facultades.
Y es un sentimiento muy curioso,
Recuerdo estar sentado en un bote
sobre el río Yangtze y mirando,
bueno tratando de mirar
—no podías ver nada porque es turbio,
y ya sabes lo que turbio significa—
y darse cuenta que todo este ruido
allá abajo significa ...
Es muy curioso pensar que
podría haber un delfín por
allí cerca de mi
—No lo sabía, pero para entonces,
esto fue hace diez años,
sólo quedaban unos doscientos
en un cuerpo de agua de unas
doscientas millas,
así que no tenías idea si
habría alguno cerca de ti—
pero es curioso porque piensas
si tú y otra persona,
otra criatura,
viven en el mismo mundo,
entonces se deberían sentir parecido.