Aquellos que han visto
la película “Moneyball”
o han leído el libro de Michael Lewis,
estarán familiarizados con
la historia de Billy Beane.
Billy tenía todo
para ser un gran jugador,
todos los reclutadores se lo decían.
Ellos le dijeron a sus padres
que predecían que iba a ser una estrella.
Pero lo que realmente pasó
cuando firmó el contrato, que por cierto,
él no quiso firmarlo
porque quería ir a la universidad,
que es lo que mi madre,
que me ama de verdad,
dijo que yo también debía hacer y lo hice.
Bueno, a él no le fue muy bien.
Luchó con fuerza.
Se cambió de equipo un par de veces,
fue a parar en las ligas menores
durante gran parte de su carrera,
y terminó en la administración
llegando a ser director general
de los Atléticos de Oakland.
Para muchos de Uds,
terminar en administración,
que es también lo hago,
se ve como un éxito.
Les puedo asegurar que para un chico
que trata de llegar a las ligas mayores,
terminar en administración no es
ninguna historia de éxito, es un fracaso.
Lo que quiero compartir con Uds.
es que nuestro sistema de salud
o médico, es tan malo para predecir
lo que le sucederá a los pacientes,
como los reclutadores al predecir
lo que le pasaría a Billy Beane.
Y, sin embargo, cada día
a miles de personas en este país
se les diagnostican
enfermedades preexistentes.
Oímos hablar de
prehipertensión, predemencia,
preansiedad y estoy casi seguro
de que me autodiagnostiqué eso
en los camerinos. (Risas)
También nos referimos a
las afecciones subclínicas.
Hay aterosclerosis subclínica,
endurecimiento de las arterias subclínico,
obviamente vinculado a
ataques cardíacos, potencialmente.
Uno de mis favoritos
se llama acné subclínico.
Si investigan sobre acné subclínico,
quizá encuentren un sitio, como yo hice,
que dice que este es el tipo
de acné más fácil de tratar. (Risas)
No tienen las pústulas o
el enrojecimiento y la inflamación.
Tal vez porque
en realidad no tiene acné.
Mi apelativo para todas esas afecciones,
es otra enfermedad preexistente:
yo las llamo absurdas. (Risas)
En el béisbol, el juego sigue el prejuego.
Las temporadas siguen las pretemporadas.
Pero en la mayoría de estas enfermedades,
ese no es el caso, o al menos no siempre.
Es como si siempre hubiese
un retraso por la lluvia en muchos casos.
Tenemos lesiones precancerosas
que no siempre se convierten en cáncer.
Y, sin embargo, si tomamos, por ejemplo,
la osteoporosis subclínica, un mal
del adelgazamiento de los huesos,
la enfermedad preexistente,
también conocida como osteopenia,
tendríamos que tratar a
270 mujeres durante 3 años
para evitar que se rompan un hueso.
Son muchísimas mujeres,
cuando se multiplica por el número
de mujeres diagnosticadas
con esta osteopenia.
¿No es de extrañar,
teniendo en cuenta todos
los costos y los efectos secundarios
de los medicamentos para el tratamiento
de estos males preexistentes, que cada año
gastemos más de dos billones de dólares
en atención médica y sin embargo,
100 000 personas al año
–y eso es una estimación conservadora–
mueren no por causa de
las enfermedades que tienen,
sino por los tratamientos que les damos
y las complicaciones de los mismos?
Hemos medicalizado todo en este país.
A las mujeres en la audiencia,
les tengo muy malas noticias
que ya conocen
y es que hemos medicalizado
cada fase de su vida.
El primer strike es
cuando llegan a la pubertad.
Ahora tienen algo que les sucede
una vez al mes y que está medicalizado.
Es un trastorno que debe ser tratado.
Segundo strike viene si se embarazan
y también está medicalizado.
Deben probar la tecnología
de punta en el embarazo,
de lo contrario algo puede ir mal.
Tercer strike es la menopausia.
Todos sabemos qué pasó
cuando millones de mujeres
recibieron terapia de reemplazo hormonal
para los síntomas menopáusicos
durante décadas,
hasta que de repente nos dimos cuenta,
por los resultados de un estudio grande,
financiado por los Institutos
Nacionales de Salud (NIH) que decía:
en realidad, mucho de la terapia de
reemplazo hormonal
puede hacer más daño que bien
a muchas de estas mujeres.
Por si acaso, no quiero
dejar de lado a los hombres,
soy uno de ellos, después de todo.
Tengo muy malas noticias
para todos Uds. en esta sala
y para todos los que nos escuchan
y ven en otros lugares:
todos Uds. tienen una enfermedad
universal y mortal.
Esperen un momento.
Se llama “premuerte”. (Risas)
Todos y cada uno de Uds. la tiene,
porque tienen el factor de riesgo
que es estar vivo.
Pero tengo algunas buenas noticias
porque soy periodista y
me gusta terminar las cosas
de una manera feliz o visionaria.
Y esa buena noticia es que si pueden
sobrevivir hasta el final de mi charla,
veremos si eso les ocurre a todos,
serán “presupervivientes”.
Ya antes inventé lo de la “premuerte”,
pero si he tomado ese término
de otra persona, pido disculpas,
creo que lo he inventado.
Pero no he inventado presuperviviente.
Presuperviviente es lo que algún
grupo de apoyo a personas con cáncer
quisiera llamar a los que sólo
tienen un factor de riesgo,
pero no han tenido ese cáncer.
Ustedes son presupervivientes.
Estuvo gente de HBO aquí esta mañana.
Me pregunto si Mark Burnett,
está aún entre el público;
me gustaría sugerirle
un programa de telerrealidad
llamado “Presuperviviente”.
Si Ud. desarrolla una enfermedad,
queda fuera de la isla.
Pero el problema es
que tenemos un sistema
que es completamente...
básicamente promovió esto.
Hemos seleccionado,
en cada punto de este sistema,
hacer lo que hacemos y dar a todos
una enfermedad preexistente y finalmente
una enfermedad, en algunos casos.
Comencemos con
la relación médico-paciente.
Los médicos, la mayoría de ellos,
tienen un sistema de pago por servicio.
Prácticamente reciben incentivos
para más procedimientos, exámenes,
prescripciones de medicamentos.
Los pacientes acuden a ellos,
quieren hacer algo.
Somos estadounidenses,
no podemos quedarnos de brazos cruzados;
tenemos que hacer algo.
Y lo que quieren es medicamentos.
Quieren un tratamiento, que se les diga
lo que tienen y la forma de tratarlo.
Si el médico no lo hace,
irán a otro lugar.
Eso no es muy bueno para el negocio de los médicos.
O peor aún, si les diagnostican algo
y el médico no ordenó
las pruebas, los demandan.
Tenemos las compañías farmacéuticas
que constantemente tratan de ampliar
las indicaciones y el número de personas
elegibles para un tratamiento dado,
porque eso, obviamente,
incrementa sus ingresos.
Tenemos grupos de apoyo, como el
que ha surgido con el presuperviviente,
que quieren hacer
que más y más personas sientan
que están en riesgo o que podrían
tener una enfermedad,
para así recaudar más fondos
y aumentar su visibilidad, etc.
Pero, no se trata,
a pesar de lo que los periodistas
suelen hacer, no se trata de culpar
a unos jugadores en particular.
Todos somos responsables.
Yo soy responsable.
De hecho, apoyo a los Yankees,
me refiero a apoyar al
peor delincuente posible,
cuando se trata de hacer
todo lo que se puede hacer.
Gracias.
Pero cada uno es responsable.
Fui a la escuela de medicina,
y nunca llevé cursos llamados
“cómo pensar con escepticismo”
o “cómo hacer para no ordenar exámenes”.
Tenemos este sistema
en el que eso es
justamente lo que hacemos.
Y de hecho, tuve que ser periodista
para entender todos estos incentivos.
Ya saben, a los economistas
les gusta decir
que no hay gente mala,
solo hay malos incentivos.
Y efectivamente, eso es cierto.
Porque hemos creado
una especie de “Campo de sueños”
cuando se trata de la tecnología médica.
Al traer otra máquina para resonancia
magnética, estamos llevando al hospital
un robot que le dice a todo el mundo
que tiene que hacerse una cirugía robótica.
Bueno, hemos creado un sistema en
el que si lo construyes, ellos vendrán.
Pero en realidad se puede convencer
perversamente a la gente
de que tiene que venir.
Solo al ser periodista me di cuenta
realmente de que era parte del problema
y cómo todos somos
parte de este problema.
Todos los días,
medicalizaba factores de riesgo,
escribía cuentos, encargaba historias
que no necesariamente
intentaban que la gente se preocupara,
aunque eso era lo que ocurría a menudo.
Pero, ya saben, hay maneras de salir.
Vi a mi propio internista
la semana pasada y me dijo:
“Ya sabes” y me dijo algo
que todos en esta audiencia
me hubiesen dicho de forma gratuita,
pero le pagué por la exclusiva:
que necesito perder peso.
Bueno, tiene razón. Honestamente,
sufro de presión arterial alta
desde hace doce años,
a la misma edad que mi padre la tuvo
y es una enfermedad real.
No se trata de prehipertensión,
es realmente hipertensión,
presión arterial alta.
Bueno, él tiene razón, pero no me dijo
que tenía preobesidad o
prediabetes, ni nada de eso.
Tampoco dijo que debía tomar estatinas,
que necesitaba bajar el colesterol.
Me dijo: “Baje un poco de peso
y regrese a verme en breve
o simplemente llámeme
y hágame saber lo que está haciendo”.
Así que ese es mi camino a seguir.
Billy Beane, por cierto,
se enteró de lo mismo.
Aprendió, de ver a este chico,
que finalmente contrató
y que fue todo un éxito para él,
que no estaba tirándole por las vallas,
no se balanceaba en cada terreno
de juego como lo hacen los bateadores,
favoritos de todos los equipos
costosos como los Yankees,
a ellos les gusta reclutar estos chicos.
Este chico le dijo, tienes que ver a
los chicos, tienes que salir y buscar
a quienes les gusta caminar
porque llegar a la base caminando
es igualmente bueno y
en nuestro sistema de salud
tenemos que averiguar
¿es realmente un buen lanzamiento,
o debemos dejar pasar
y no batearle a todo?
Gracias. (Aplausos)