La mayoría de nosotros soñamos con el paraíso perfecto. Empezaré llevándolos a mi paraíso. Así está el clima al despertar por la mañana. (Risas) Así es cómo vas al trabajo. (Risas) Y cuando terminas de trabajar, esto es lo que pagas de impuestos. (Risas) Una vez más, nos ponemos a pensar, "¿El paraíso? Trabajar no puede ser lo más importante". Así que déjenme llevarlos a un día en la playa, en el paraíso. (Risas) ¿Hace falta algo? Amigos, ¿verdad? Seguramente, así se verán tus vecinos. Porque en este lugar hay más cerditos que personas. (Risas) Ahora, si están pensando, "Dios mío, si así es el paraíso, no quiero ir", déjenme decirles algo sobre este lugar que puede hacerlos cambiar de parecer. El paraíso se llama Dinamarca. Es el país en el que nací y donde viví hasta los 18 años. También, resulta que los daneses son de las personas más felices del mundo. Sí. A pesar del mal clima, los altos impuestos y tantos cerditos, los daneses dicen ser muy felices. Tienen eso que nosotros llamamos una buena base del bienestar. Hace 40 años, los economistas empezaron a contabilizar la felicidad, y desde entonces, Dinamarca ha estado en los primeros lugares de la lista de los lugares más felices para vivir en el mundo. Cuando la ONU publicó, en 2012, el primer Índice Global de Felicidad, Dinamarca volvió a ocupar el primer puesto. ¿Por qué son tan felices los daneses? Bueno, hay muchas razones, pero principalmente, les hablaré de tres cosas. Trataré de darles cosas factibles, que en verdad puedan hacer y maneras para sembrar semillas que hagan que la felicidad crezca como lo hacen los daneses hoy en día. Insisto en sembrar semillas porque, como todos sabemos, el cambio toma tiempo. Y ese proceso empieza sembrando semillas. A veces, cuando hablo de la felicidad de los daneses, mucha gente reacciona diciéndome: "Qué bien, pero no soy danés y no vivo en Dinamarca". Incluso Hilary Clinton lo dijo en un debate recientemente. "Me encanta Dinamarca, pero no somos Dinamarca". Así que, déjenme decirles algo. Yo soy danesa, pero he vivido en París, por los últimos 20 años. Pero lo más importante es que he recibido cartas de quienes leyeron mi libro de todas partes del mundo - Japón, Corea, Taiwán, Francia - diciéndome que también viven con estos valores, y que llevan una buena vida. No son valores daneses. Son valores humanos. Nos pertenecen a todos nosotros. Así que les voy a hablar de la confianza. Les voy a hablar de la libertad de ser ustedes mismos y de encontrar un propósito. En Dinamarca, la confianza es un roble muy grande que ha crecido un 80 %. El 80 % de los daneses confía el uno en el otro. En la mayoría de los países ni siquiera ha germinado, solo ha crecido en un 5 % en los peores casos, y en Europa solo ha crecido un 25 %. En Dinamarca, todo se resume a una sola imagen. Bebés durmiendo afuera de un restaurante. Seguro dirán: "¡Nadie los está cuidando!". Yo diría: "Todos lo están haciendo". Es tanta la confianza en Dinamarca que puedes dejar a tu bebé durmiendo afuera mientras almuerzas. Una mujer danesa intentó hacerlo en Nueva York. La arrestaron. (Risas) Ahora... la confianza... se reduce a algo que es elemental. Si queremos vivir en un mundo con más confianza en las ciudades, tener amigos en quienes confiemos, se tiene que empezar con uno mismo. La primera semilla que puedes sembrar es ser una persona de confianza. Y demuestra que también confías en los demás, lo más que puedas. Esto empieza con algo que es fundamental. Empieza con simplemente hacer lo que dices y decir lo que haces. ¿A qué me refiero con eso? Me refiero a que, si digo que voy a hacer algo, lo hago. Y si no lo hago, lo digo. Así de simple es la semilla de la confianza. He viajado a algunos de los países con menos confianza. Y siempre digo que, si queremos vivir en un lugar o un mundo con más confianza, uno debe ser de confianza, y confiar en los demás. Esto aplica en muchas formas en nuestro día a día. Desde decirle a tu amigo que irás a ayudarle con algo y de verdad ir. O quedar de hacer algo con un compañero y cumplir con lo que acordaron. Y si cambias de opinión, ¡dilo! Puedo llevarlo al siguiente nivel y hablarles del ganador al Premio Nobel, Muhammad Yunus, quien creó el Banco Grameens en Bangladesh, un país con un 5 % de confianza. Él le dio préstamos a miles de personas sin ninguna garantía. El 95 % pagó su deuda. Si él pudo hacerlo en dichas circunstancias, debería ser de inspiración para todos. Confiar es algo que nosotros decidimos hacer cada día. Decir que algunas personas no lo hacen no es motivo para que tú tampoco lo hagas. Podemos elegir ser parte del grupo que fomenta un mundo con más confianza. La segunda semilla es la libertad para ser tú mismo. También tiene que ver con la confianza. Se trata de confiar en ti mismo, para ser tú. En Dinamarca, el propósito principal de la educación es desarrollar la personalidad del niño. Le enseñamos a nuestros niños que aquello para lo que son buenos es importante para la sociedad. No se te considera mejor persona por ser bueno en matemáticas o en lenguas extranjeras. Puedes ser el mejor de la clase en creatividad o cocina. Sin importar cuál sea tu talento, es importante y lo valoramos. Esto le da a los jóvenes daneses una muy buena base para escoger una vida que corresponda con su personalidad. Porque desde pequeños se les enseña que sea cual sea su rol, es importante para la sociedad. Déjenme contarles una historia. Hace algunos meses, salí a cenar con amigos en Dinamarca, y había una mujer que se veía particularmente feliz esa noche. Ella me explicó que estaba tan feliz porque su hijo al fin había descubierto lo que quería hacer en la vida. Yo le dije: "¿En serio?". "Cada día se levanta muy entusiasmado para ir a la escuela. Es maravilloso". Pregunté: "¿Qué estudia tu hijo?". Ella dijo: "Logística y Metodología". Yo dije: "Qué bien. ¿Y qué hará después?". Se me quedó viendo y dijo, sonriendo: "Será el hombre de la basura". (Risas) Siendo sinceros, algunos de ustedes pueden pensar: "¿A qué padre le gustaría que su hijo fuera el hombre de la basura?". Pero adivinen qué. Aquí es donde reside una parte de la clave para esta gran pregunta. Cuando eliges libremente lo que quieres hacer en la vida sin que los demás te juzguen. Y por cierto, esto incluye a los padres, quienes suelen proyectar sus propias ambiciones en sus hijos. ¿Qué podría hacerte sentir mejor que tener un hijo como un reflejo tuyo? Un mini yo. Algunos podrán decir: "Bueno, el sistema educacional no funciona de esa manera en mi parte del mundo". Tal vez no. Pero aún así eres libre de elegir tu manera de reaccionar ante las decisiones de los demás para ser ellos mismos. Tú puedes decidir no juzgar, sino alentar y apoyar las decisiones de los demás para ser ellos mismos. Cuando se trata de tu decisión y tu libertad para elegir tu vida hay que regresar a las semillas de la felicidad. Porque a veces, o podría decir que casi siempre, no somos libres. Tenemos demasiadas responsabilidades, pagar la renta, los gastos de la escuela, tener que terminar un proyecto con el que nos comprometimos... Ahora, esto lo sé porque la mayoría de las decisiones que yo he tomado en realidad, comenzaron conmigo sembrando una semilla que poco a poco ha crecido en algo que yo pude elegir. La única razón por la que estoy aquí hoy es porque sembré una semilla hace dos años y medio cuando empecé a escribir mi libro. Después de haber estado 18 años en un mundo corporativo, renuncié a mi trabajo hace apenas 3 meses. Y, sinceramente, mientras esta semilla crecía no sabía a dónde me llevaría. Pero el saber, o pensar que fui yo quien la sembró me hizo feliz. El punto es que, si uno no siembras semillas, seguro que no va a pasar nada. No importa cuánto tiempo tarde tu semilla en crecer, lo que importa es que estás más cerca de convertirte en ti mismo. Tan solo esto le dará gran bienestar a sus vidas. Y, ¿qué podemos hacer? Podríamos tratar de descubrir cuándo dejamos de ser nosotros mismos. Encontrar ese sueño, sembrar la semilla, y asegurarnos de que la próxima vez veamos a alguien que lucha por la libertad de elegir su propia vida, sin juzgar. Apoyemos y alentemos. La última semilla de la que hablaré es el propósito. ¿A qué me refiero con "propósito"? A esto. Tal vez se pregunten quién está detrás. Permítanme presentarles a Ali. Puede que vean a un lavaplatos, pero si le preguntan a sus compañeros, ellos dirán que Ali es parte del equipo a cargo del mejor restaurante del mundo. Cuando Noma ganó el premio al mejor restaurante del mundo, el chef, René Redzepi, llevó a todo el equipo a Londres para recibir el premio en el escenario. Por problemas de documentación, Ali no pudo asistir, así que todo el equipo subió al escenario usando una playera con la foto de Ali. Para la gente que trabaja en Noma, se trata de vivir tus sueños, de vivir tus pasiones, de ser parte de un proyecto en común. ¿Qué podemos aprender de ellos? Claro que esto está relacionado con la segunda semilla de hacer algo que de verdad te apasione. Sembrar las semillas de tus sueños te da una sensación de propósito. Hacer algo que amas te da una sensación de propósito. Entonces, si visualizamos esto a nivel nacional, ¿cómo se ve? En Dinamarca, a 7 de cada 10 personas les gusta pagar impuestos porque sienten ese compromiso y responsabilidad individual del proyecto en común de un estado benefactor. Les da un propósito y eso es una de las cosas que los hace sentirse felices. No son víctimas del sistema. Son parte de él. Hay dos cosas que pueden originar una falta de propósito. Una puede ser el no estar haciendo lo que te gusta en la vida, pero también puede ser el no sentirse parte de algo. Cuando solo haces lo que te dijeron que tenías que hacer, siendo como una víctima de tu propia existencia. ¿Qué se puede hacer al respecto? Podemos encontrar esa pasión dentro de nosotros. Encontrar ese sueño, sembrar la semilla y que el cuidar de ella se vuelva nuestra responsabilidad para que crezca en algo que sí sea de nuestra elección. Sembrar las semillas de nuestros sueños nos da un propósito, nos da esperanza, y nos hace felices. Les he habado de la confianza, de la libertad para ser uno mismo, y de encontrar un propósito. Pero lo que nos da la vida no es lo que realmente importa, sino lo que hacemos con ello. No importa si naces en un país con mucha confianza, la libertad para ser uno mismo y con muchos propósitos si lo das por sentado y no lo aprovechas. Está en nosotros decidir vivir con estos valores, poco a poco, lo mejor que podamos. Es responsabilidad de cada uno asegurarnos de que si queremos vivir en un mundo con más confianza, que nosotros seamos de confianza y que confiemos en los demás. No te quedes ahí sentado, esperando a que alguien más llegue con la solución. Sé la solución. No seas parte del problema. Sé parte de la solución. Estos valores nos pertenecen a todos. Están para que los elijamos y espero haberles demostrado que no tienes que ser danés o mudarte a Dinamarca para encontrar la felicidad. Está dentro de todos nosotros y en las decisiones que tomamos para sembrar las semillas de la felicidad y para ser y elegir encarnar el cambio que queremos ver en el mundo. Gracias. (Aplausos)