En 1956, el arquitecto Frank Lloyd Wright propuso un rascacielos de 1,5 km de altura. Sería el edificio más alto del mundo por mucha diferencia: cinco veces más que la Torre Eiffel. Pero muchos críticos se burlaron del arquitecto, argumentando que la gente pasaría horas esperando el ascensor, o peor, que la torre colapsaría bajo su propio peso La mayoría de los ingenieros concordaban y, pese a la publicidad de la propuesta, esa torre titánica nunca se construyó. Hoy, sin embargo, se construyen edificios cada vez más altos en todo el mundo. Incluso hay empresas que planean construir rascacielos de más de 1 km de altura, como la Torre Jeddah en Arabia Saudita, tres veces más alta que la Torre Eiffel. Muy pronto, la maravilla de Wright de 1,5 km de alto podría hacerse realidad. ¿Qué era entonces lo que nos impedía construir estas megaestructuras hace 70 años, y cómo construimos hoy una estructura de 1,5 km de alto? En toda construcción, cada nivel de la estructura debe ser capaz de resistir los niveles superiores. Cuanto más alta es la estructura, mayor es el peso que ejercen los pisos de arriba sobre los de abajo. Este principio dicta desde hace tiempo el diseño de los edificios, y llevó a los arquitectos de la antigüedad a optar por pirámides con bases anchas que soportan los niveles superiores más livianos. Pero esta solución no se presta muy bien al diseño del paisaje urbano. Una pirámide de esa altura tendría unos 2400 metros de ancho, difícil de acomodar en el centro de una ciudad. Por suerte, los materiales resistentes como el hormigón nos evitan esta forma tan poco práctica. Los hormigones modernos están reforzados con fibras de acero para mayor resistencia y con polímeros reductores de agua para prevenir la formación de grietas. El hormigón del Burj Khalifa en Dubái, la torre más alta del mundo, tiene una resistencia aproximada de 8000 toneladas por metro cuadrado. ¡Sería el peso equivalente a más de 1200 elefantes africanos! El edificio puede resistir su peso propio, pero aun así necesita el apoyo del suelo. Sin fundaciones, un edificio de este peso se hundiría, se caería o se inclinaría. Para evitar que se hunda esta torre de casi medio millón de toneladas, se usaron 192 "pilotes", unos soportes de hormigón y acero fijados a 50 metros de profundidad. La fricción entre los pilotes y el suelo mantiene en pie esta gran estructura. Además de vencer la gravedad que lo empuja hacia abajo, el rascacielos también debe resistir la acción del viento que lo empuja de costado. En un día promedio, el viento puede ejercer una presión de hasta 8 kilos por m2 en una torre. Es como una ráfaga de bolas de boliche. El diseño aerodinámico de las estructuras, como la esbelta Torre Shanghái en China, puede llegar a reducir esa fuerza un 25 %. Y estructuras resistentes al viento colocadas dentro o fuera del edificio pueden absorber el resto de la presión eólica, como la Torre Lotte en Seúl. Pero aun con todas estas previsiones, durante un huracán es posible que haya oscilaciones de más de 1 metro en los pisos superiores. Para evitar que la cúspide se mueva con el viento, muchos rascacielos emplean un contrapeso de cientos de toneladas llamado "amortiguador de masa". El edificio Taipéi 101, por ejemplo, tiene una enorme bola metálica suspendida encima del piso 87. Cuando el viento mueve el edificio, la bola se balancea y absorbe la energía cinética de la torre. A medida que la bola acompaña el movimiento de la torre, unos cilindros hidráulicos en la base convierten la energía cinética en calor, y estabilizan la estructura. Gracias a todas estas tecnologías, nuestras megaestructuras pueden mantenerse en pie y estables. Pero moverse rápidamente por edificios de este tamaño es un desafío en sí. En la época de Wright, los ascensores más veloces alcanzaban apenas los 22 km/h. Afortunadamente, hoy tenemos ascensores que alcanzan los 70 km/h, y las cabinas del futuro podrían tener rieles magnéticos sin fricción para lograr velocidades aún mayores. Y algoritmos de control de tráfico agrupan a los pasajeros por destino para optimizar el recorrido de las cabinas. Los rascacielos han evolucionado mucho desde que Wright propuso su torre de 1,5 km. Ideas que antes parecían imposibles, ahora son desafíos arquitectónicos. Puede que ya sea solo cuestión de tiempo hasta que un edificio supere el kilómetro de altura.