Soy una inmigrante venezolana
y llevo seis años viviendo en EE.UU.
Si me preguntan acerca
de mi vida como expatriada,
diría que he tenido suerte.
Pero no ha sido fácil.
De niña, nunca me imaginé que
un día dejaría atrás mi tierra natal.
Participé por primera vez
en una protesta estudiantil en 2007,
cuando el presidente clausuró
una de las principales redes de noticias.
Cursaba mis estudios de grado
en la carrera de Comunicación,
y por primera vez me di cuenta
de que la libre expresión
no estaba garantizada.
Sabíamos que la cosa se ponía mal,
pero nunca imaginamos lo que vendría:
una crisis económica,
el colapso de la infraestructura,
apagones en toda la ciudad,
decadencia del sistema de salud pública
y falta de medicamentos,
brotes de enfermedades y hambre.
Nos mudamos a Canadá
con mi marido en 2013,
y siempre pensamos que volveríamos a casa
cuando pasara un poco la crisis.
Pero nunca lo hicimos.
Casi todos mis amigos de la juventud
han abandonado el país,
pero mis padres aún están allí.
Hubo días en que, hablando
por teléfono con mi mamá,
se escuchaba gente
gritando y llorando en el fondo
mientras estallaban en la calle
las bombas de gas lacrimógeno.
Y mi madre me decía siempre,
como si yo no escuchara nada:
"No te preocupes, Johannita,
estamos bien".
Pero por supuesto que me preocupo.
Son mis padres, y estoy
a 4000 millas de distancia.
Hoy soy una entre más de cuatro millones
de venezolanos que dejaron su país.
Muchos de mis amigos
son inmigrantes venezolanos
y, hace unos años, empezamos a hablar
de cómo hacer una diferencia
viviendo tan lejos.
Así nació "Code for Venezuela" en 2019.
Empezó como con una hackatón,
porque somos expertos en tecnología,
y pensamos que podíamos usar
nuestras habilidades técnicas
para crear soluciones
para la gente en la zona.
Pero primero, teníamos que encontrar
expertos que vivieran en Venezuela
para que nos guiaran.
Habíamos visto tantas otras hackatones
que habían creado soluciones tecnológicas
increíbles, astutas y ambiciosas
que sonaban geniales en teoría
pero finalmente no funcionaban
en los países que se proponían ayudar.
Muchos de nosotros llevamos
años viviendo en el exterior
y nos hemos distanciado
de los problemas cotidianos
que enfrenta la gente en Venezuela.
Entonces recurrimos a expertos
que estuvieran viviendo en el país.
Por ejemplo, el doctor Julio Castro,
uno de los líderes
de Médicos por la Salud.
Cuando el Gobierno dejó de publicar
estadísticas oficiales de salud en 2015,
el Dr. Julio empezó a recolectar
información por su cuenta,
con un sistema informal pero coordinado
a base de telefonía móvil.
El sistema monitorea personal disponible,
suministros médicos, tasa de mortalidad,
brotes de enfermedades.
Todo eso se compila en un informe
y se comparte en Twitter.
Se convirtió en nuestro experto
en salud en Venezuela.
Luis Carlos Díaz,
un periodista ampliamente reconocido
que denuncia actos de censura
y violaciones de derechos humanos
que sufre la gente de Venezuela,
nos ayuda a entender lo que pasa allí,
porque las noticias están
bajo el control del Gobierno.
Decimos que estas personas son
nuestros héroes en el terreno.
Con su asesoramiento,
definimos una serie de desafíos
para los participantes de las hackatones.
En esa primera hackatón,
tuvimos 300 participantes
de siete países
que presentaron 16 proyectos.
Elegimos los proyectos
con mayor potencial
y los seguimos desarrollando
después del evento.
Hoy voy a compartir con Uds.
dos de nuestros proyectos más exitosos
para darles una idea del impacto
que estamos teniendo hasta ahora.
Se llaman "MediTweet"
y "Blackout Tracker".
MediTweet es un bot
de Twitter inteligente
que ayuda a los venezolanos
a encontrar las medicinas que necesitan.
En este momento, en Venezuela,
si te enfermas y vas a un hospital,
es muy probable que no tengan
los insumos necesarios para tratarte.
La situación está tan mal
que muchas veces los pacientes
salen con una "lista de compras"
en lugar de una receta del médico.
Yo vivo esta necesidad en carne propia.
A mi mamá le detectaron un cáncer en 2015.
Necesitaba una punción lumbar
para que le dieran el diagnóstico final
y un plan de tratamiento.
Pero no tenían la aguja necesaria
para el procedimiento.
Yo estaba en Venezuela en ese momento,
y veía cómo mi mamá empeoraba día a día.
Después de buscar por todos lados,
encontramos la aguja en un sitio web
que es como el eBay de Latinoamérica.
Encontré al vendedor en una panadería,
y fue como comprar
algo en el mercado negro.
Mi mamá le llevó la aguja al doctor
y él le hizo el procedimiento.
Sin eso, mi madre podría haber muerto.
Pero no son solo suministros médicos
sino también medicinas.
Cuando le dieron el diagnóstico,
compramos los medicamentos
en una farmacia estatal
y fue prácticamente gratis.
Pero luego la farmacia estatal
se quedó sin stock,
y aún teníamos seis meses
de tratamiento por delante.
Seis meses de tratamiento por delante.
Compramos algunas medicinas
en línea y el resto en México.
Ahora lleva tres años en remisión
y, cada vez que llamo,
me dice: "Estoy bien, no te preocupes".
Pero no todos pueden irse del país,
y muchos no están bien
de salud como para viajar.
Por eso la gente recurre a Twitter
para comprar y vender medicinas
con la etiqueta #ServicioPublico.
Nuestro bot escanea Twitter
buscando la etiqueta #ServicioPublico
y conecta usuarios que buscan
un medicamento específico
con gente que vende
el medicamento que les sobra.
También recolectamos la ubicación
de esos usuarios de Twitter
y utilizamos los datos
en una herramienta de visualización.
Esto le da a organizaciones locales
como Médicos por la Salud
una idea de dónde tienen escasez.
También podemos aplicar
algoritmos de aprendizaje automático
para detectar focos de enfermedad.
Si ellos han recibido ayuda humanitaria,
esto podría ayudarles
a tomar mejores decisiones
sobre la distribución de suministros.
Nuestro segundo proyecto
se llama "Blackout Tracker".
En este momento Venezuela
tiene una crisis de electricidad.
El año pasado, Venezuela sufrió
lo que algunos consideran
como el peor episodio de cortes
de electricidad de su historia.
Yo estuve dos largos días
sin poder comunicarme con mis padres.
Algunas ciudades
tuvieron cortes todos los días.
Pero de esto solo te enteras
por las redes sociales.
El Gobierno no anuncia
los apagones en el noticiero.
Cuando se corta la electricidad,
muchos venezolanos tuitean
rápidamente su ubicación
con la etiqueta #SinLuz,
antes de que su teléfono
se quede sin batería,
para que la gente en todo el país
sepa lo que está pasando.
Al igual que MediTweet,
Blackout Tracker escanea Twitter
buscando la etiqueta #SinLuz
y crea un mapa con los datos
de la ubicación de esos usuarios.
Rápidamente se puede ver
dónde hay apagones hoy
y cuántos apagones ha habido
a lo largo del tiempo.
La gente quiere saber qué pasa,
y esta es nuestra respuesta.
Pero también es una manera
de responsabilizar al Gobierno.
Para ellos es fácil negar
que existe el problema
y ofrecer excusas,
porque no hay datos oficiales.
Blackout Tracker muestra
la real gravedad del problema.
Ahora bien, en Silicon Valley
habrá quien pensará
que estos proyectos no son
grandes innovaciones tecnológicas.
Pero justamente de eso se trata.
Estos proyectos no son
terriblemente avanzados,
pero es lo que necesita
la gente de Venezuela
y pueden tener un impacto enorme.
Más allá de estos proyectos, tal vez
nuestro logro más importante
es que se ha creado un movimiento
en donde gente de todo el mundo se une
y usa su capacidad profesional para crear
soluciones para la gente de Venezuela.
Y como trabajamos en conjunto
con habitantes de Venezuela,
estamos creando las soluciones
que ellos quieren y necesitan.
Lo que tiene de bueno esto
es que estamos usando
nuestra capacidad profesional,
lo que nos resulta fácil y natural.
Hacer una diferencia no es
algo tan difícil para nosotros.
Si alguien en San Francisco
contratara profesionales
para crear soluciones
como MediTweet o Blackout Tracker,
le costaría una pequeña fortuna.
Al donar nuestros servicios,
estamos teniendo un impacto mayor
que si donáramos simplemente dinero.
Y Uds. pueden hacer lo mismo,
no necesariamente en Venezuela,
sino en sus propias comunidades.
En un mundo más conectado que nunca,
aún se ven comunidades especializadas
que viven aisladas en sus propios silos.
Hay muchas maneras de ayudar,
pero yo creo que Uds. pueden
usar su capacidad profesional
para conectar comunidades diversas
y crear soluciones efectivas
a través de esas relaciones.
Cualquier persona con conocimientos
y capacidades profesionales
tiene el poder de traer
esperanza a la comunidad.
Para nosotros en Code for Venezuela,
esto es solo el principio.
Gracias.
(Aplausos)