[Cómo los lobos marinos cazan a sus presas] Al verlos tomando sol en las rocas o bamboleándose por las playas, pensarías que estos mamíferos perezosos no parecen tanto lobos marinos sino gatos domésticos marinos. Pero no dejes que su comportamiento te engañe. Bajo las olas, los lobos marinos son cazadores increíbles y resistentes, capaces de nadar de 6 a 29 km por hora y de cazar durante 30 horas seguidas. Estos majestuosos mamíferos se han ganado su nombre. Gracias a un conjunto de adaptaciones refinadas durante millones de años, se han convertido en ingeniosos forrajeros. Para conseguir su comida favorita, los lobos marinos cazan en aguas mucho más profundas que sus pares semiacuáticos. Algunas especies alcanzan profundidades de casi 400 metros, pues son capaces de resistir la presión creciente al colapsar su adaptable caja torácica y comprimir sus pulmones elásticos. Esto empuja el aire hacia arriba por las vías respiratorias más pequeñas y, mientras el oxígeno es expulsado de los pulmones, los cartílagos colapsan para que el oxígeno permanezca en las vías respiratorias más altas. Una vez en la superficie, este aire se empleará para inflar nuevamente los pulmones pero, por el momento, el ritmo cardíaco disminuye para preservar el oxígeno. El flujo sanguíneo se redirige únicamente hacia los órganos más vitales como el corazón, los pulmones y el cerebro que dependen de las reservas de oxígeno almacenadas en la sangre y los músculos. Cuando llegan a sus zonas de caza, los lobos marinos dependen de su visión superior para encontrar sus presas. Los ojos de la mayoría de los mamíferos poseen un "cristalino", una lente convexa y transparente cuya forma refracta la luz para posibilitar la visión. En las personas, esta lente tiene forma curva para poder procesar las ondas de luz del aire. Pero los lobos marinos requieren de una gran visión en las profundidades. Por esta razón, las lentes de sus ojos son mucho más redondeadas y refractan la luz bajo el agua. También tienen pupilas en forma lágrima capaces de dilatarse a un tamaño 25 veces mayor al original. Esto permite que entre tanta luz como sea posible, lo cual los ayuda a localizar sus presas incluso en los lugares más oscuros. Una vez que las acorralan, dependen de algo similar a un sexto sentido para finalmente atrapar su presa. Sus bigotes, o vibrisas, contienen queratina y muchas fibras nerviosas que llegan hasta lo profundo del tejido conectivo del rostro. Los lobos marinos tienen total control direccional de sus bigotes, que pueden permanecer planos contra su rostro o sobresalir en un ángulo de 90º. Correctamente afinados, los bigotes pueden percibir hasta los más mínimos movimientos del agua causados por otros peces. Y son tan precisos que permiten a los lobos marinos diferenciar entre objetos de incluso menos de 2 cm de diferencia en tamaño. Con estas herramientas, un lobo marino saludable puede capturar muchos peces como anchoas, caballas y calamares en cada una de sus excursiones. Y gracias a su excepcional memoria, pueden recordar numerosas zonas de caza, incluso aquellas que no han visitado en décadas. También recuerdan zonas de reproducción y crianza, además de las áreas que son amigables y las que no. Hay evidencia de que los lobos marinos pueden recordar cómo concretar tareas incluso después de 10 años sin práctica. Esto les permite navegar con tranquilidad por sus zonas predilectas. Pero a pesar de estas increíbles adaptaciones, se están dando cambios tan repentinos en sus hábitats que los lobos marinos no pueden tolerar. Debido a los océanos más cálidos por el calentamiento global, abundan las algas tóxicas. Estas algas son inofensivas para los peces, pero en los lobos marinos que se alimentan de esos peces, el ácido domoico de las algas puede causar convulsiones y daño cerebral. Las cambiantes condiciones de los océanos hacen que estas algas crezcan durante todo el año, y esto produce la muerte de cada vez más lobos marinos. Este trágico descubrimiento es una de las muchas formas en que el bienestar de las comunidades animales acuáticas puede ayudarnos a entender mejor los océanos. Estas advertencias nos incentivan a actuar y a protegernos a nosotros y a otros mamíferos marinos. Cuanto más aprendamos sobre los cambios en los océanos de los lobos marinos, mejor preparados estaremos para ayudar a que estas inteligentes criaturas sobrevivan.