En este preciso momento, mientras doy esta charla, las principales ciudades del mundo asentadas en deltas se están hundiendo, ciudades como Nueva York, Londres, Tokio, Shanghái, Nueva Orleans y también la ciudad donde vivo, Bangkok. Esta versión es la más conocida del cambio climático. Esta es la mía. Nada inusual, tan solo un cocodrilo cruzando la calle. (Risas) El impacto del cambio climático en las ciudades en peligro de hundirse es enorme. Aquí pueden ver el proceso de urbanización de Bangkok, cómo la ciudad crece en todas direcciones, cómo los suelos porosos de cultivo --suelos capaces de absorber agua-- se transformaron en una selva de concreto. Así lucen varias calles después de 30 minutos de lluvia. Y cada vez que llueve, desearía convertir mi automóvil en un bote. Esta tierra no tiene lugar para el agua, ha perdido su capacidad de absorción. La región metropolitana de Bangkok está poblada por 15 millones de personas que viven, trabajan y se desplazan en un delta fluvial en constante cambio. Bangkok se hunde más de un centímetro cada año, es decir, cuatro veces más rápido que el índice estimado de aumento del nivel del mar. Podríamos estar por debajo del nivel del mar en el 2030, un futuro que no es tan lejano. No es coincidencia que esté aquí, en mi carácter de arquitecta paisajista. De niña, crecí en una vivienda continua cerca de una calle siempre transitada por muchos vehículos. Frente a mi casa había un estacionamiento de concreto, y eso era mi parque de juegos. Las únicas criaturas que encontraba para jugar eran estas pequeñas plantas que se escabullían e intentaban crecer entre las grietas del pavimento. Con mis amigos jugábamos a ver quién conseguía cavar el hueco más grande a través de estas grietas, para que la pequeña planta pudiera escabullirse y crecer. La arquitectura paisajista me brinda la oportunidad de continuar con mi ambición de crear estas grietas, (Risas) de reconectar las tierras cubiertas de concreto con la naturaleza. En el pasado, los tailandeses, mi pueblo, nos adaptábamos al ciclo de estaciones húmedas y secas, y se podía decir que éramos anfibios: Vivíamos en la tierra y en el agua, nos adaptábamos a ambos entornos, y las lluvias eran bien recibidas porque fertilizaban las tierras. Pero ahora las lluvias significan... desastres. En 2011, Tailandia sufrió la inundación más dañina y costosa en su historia. La inundación convirtió el centro de Tailandia en un lago enorme. En el centro de esta imagen pueden observar la escala de la inundación en comparación con Bangkok, resaltada en amarillo. El agua rebosaba desde el norte y avanzaba hacia varias provincias. Millones de habitantes, incluso mi familia y yo, fuimos desplazados y perdimos nuestro hogar. Algunos tuvieron que escapar de la ciudad. Muchos temían perder sus hogares y pertenencias así que se quedaron en las zonas inundadas, sin electricidad ni agua potable. Para mí, esta inundación fue una clara señal de que nuestra infraestructura moderna, particularmente nuestra idea de combatir las inundaciones con concreto, nos ha vuelto extremadamente vulnerables a las incertidumbres del clima. Pero encontré mi vocación en lo más terrible de este desastre. No podía quedarme sentada mientras mi ciudad se hundía. La ciudad me necesitaba y yo tenía la capacidad de resolver este problema. Hace seis años comencé mi proyecto; mi equipo y yo ganamos la competencia por el diseño del parque Chulalongkorn Centenary. Se trató de una ambiciosa misión para celebrar el centenario de la primera universidad de Tailandia, la cual cedió este terreno para construir un parque público en nuestra ciudad. En muchas ciudades, tener un parque puede ser de lo más normal, pero no es así en Bangkok, que tiene uno de los índices más bajos de espacios públicos verdes per cápita entre las megaciudades de Asia. Nuestro proyecto dio lugar al primer parque público en los últimos 30 años. El parque de cuatro hectáreas, una gran grieta en el centro de Bangkok, se inauguró el año pasado. (Aplausos) Gracias. (Aplausos) Pasamos cuatro años en incontables reuniones explicando, una y otra vez, que este parque no era simplemente un espacio recreativo o algo estético: ayudaría a la ciudad a lidiar con el agua, ayudaría a la ciudad a enfrentar el cambio climático. Funciona de esta manera: Bangkok es una ciudad plana, así que aprovechamos la fuerza de gravedad e inclinamos el parque entero para recoger cada gota de lluvia. La fuerza de gravedad hace que el agua se deslice desde el punto más alto al más bajo. Este parque posee un sistema constituido por tres elementos. Primero, el techo verde. Se trata del techo verde más grande que hay en Tailandia y cubre los tanques de agua de lluvia y el museo. Durante la estación seca, el agua de lluvia recolectada sirve para irrigar el parque por un mes. El agua en el techo verde se desliza a los humedales, donde hay plantas locales que ayudan a filtrarla y limpiarla. En el otro extremo se encuentra el estanque de retención, donde se acumula toda el agua. En este estanque hay bicicletas acuáticas; la gente puede usarlas y contribuir así a la limpieza del agua. Su ejercitación se vuelve una parte importante del sistema hídrico del parque. Cuando la vida te da lluvias, te diviertes con el agua. (Risas) El parque Centenary brinda un espacio tanto para las personas como para el agua, y esto es precisamente lo que nosotros y nuestras ciudades necesitamos. Se trata de un diseño anfibio. El parque no pretende deshacerse del agua, sino crear una forma en que podamos convivir con ella. No desperdicia ni una sola gota de lluvia y tiene la capacidad de recolectar y almacenar un millón de galones de agua. (Aplausos) Gracias. (Aplausos) Creo que cada proyecto es una oportunidad para crear más grietas verdes en medio de esta selva de concreto. Mediante la arquitectura paisajista es posible convertir algo como este techo de concreto en una zona de agricultura urbana que ayude a absorber la lluvia, reducir la isla de calor y cultivar alimentos en medio de la ciudad. Las estructuras abandonadas de concreto pueden reconvertirse en puentes peatonales verdes. Y hay otro parque a prueba de inundaciones en la Universidad de Thammasat, que tendrá el techo verde más grande de todas las zonas universitarias del Sudeste Asiático. Las inundaciones extremas se han vuelto algo normal para nosotros. Esto pone al Sudeste Asiático, la zona con la mayor cantidad de costas, en gran peligro. Crear parques de este tipo es solamente una solución. La concientización sobre el cambio climático implica que cada uno de nosotros desde nuestra área de especialización tenemos una obligación cada vez mayor de entender los riesgos de este fenómeno y dedicar nuestro trabajo a solucionar el problema. Porque si nuestras ciudades continúan de la misma manera, las mismas catástrofes se repetirán una y otra vez. Crear soluciones para las ciudades en peligro de hundirse es hacer que lo imposible... se vuelva posible. Y, con este fin, me gustaría compartir una palabra que siempre tengo en mente: "tangjai". "Tang" significa literalmente "mantenerse firme", y "jai" quiere decir "corazón", "pon todo tu corazón en alcanzar tu meta". En la lengua tailandesa, cuando te comprometes a hacer algo, colocas "tangjai" delante de las palabras, de esta forma tu corazón estará presente en tus acciones. Sin importar qué tan difícil sea el camino o cuán grande la grieta continúas avanzando hacia tu meta, porque estás comprometido de todo corazón. Y es verdad, Tailandia es nuestro hogar. Esta tierra es mi único hogar, y con ella me comprometo de todo corazón. ¿Y ustedes? Gracias. (Aplausos) Gracias. Kòp kun ka. (Aplausos)