Si alguien les preguntara
cuáles son las tres palabras que describen
su reputación, ¿qué responderían?
¿Cómo describirían las personas su juicio,
su conocimiento, o su comportamiento, en diferentes situaciones?
Me gustaría explorar con ustedes
por qué la respuesta a estas preguntas
será tan importante
en una era donde la reputación será su ventaja más valiosa.
Me gustaría presentarles a alguien
cuya vida se transformó gracias al mercado
basado en la reputación.
Sebastian Sandys es un anfitrión en el establecimiento de hospedaje
Airbnb desde el 2008.
Me reuní con él recientemente, y mientras tomábamos
varias tazas de té, me contó
cómo se había enriquecido su vida gracias
a la llegada de huéspedes de todo el mundo.
Más de 50 personas se han quedado en su casa
del siglo XVIII, donde vive con su gato Squeak.
Les hablo de Squeak porque el primer huésped de Sebastian
vio correr a un ratón grande en la cocina
y le prometió que no iba a dejarle un comentario negativo
si conseguía un gato.
Así que Sebastian compró a Squeak para proteger su reputación.
Como muchos de ustedes saben, Airbnb es un nicho de mercado
de par a par que conecta a las personas que tienen espacio para alquilar
con personas que están buscando un sitio donde quedarse
en más de 192 países.
Los lugares que se alquilan son espacios que uno
esperaría, como un cuarto extra o casas de vacaciones,
pero parte de la magia son los lugares únicos
a los que tenemos acceso: casas de árboles, carpas de indios,
hangares de aviones, iglúes.
Si no le gustan los hoteles, hay un castillo cerca
que puede alquilar por 5000 dólares la noche.
Es un ejemplo maravilloso de cómo la tecnología
está creando un mercado
para cosas que antes no tenían un nicho.
Déjenme mostrarles un mapa de París
para que vean lo rápido que está creciendo.
Esta imagen aquí es del 2008.
Los puntos rosados representan propiedades que ofrecen alojamiento.
Hace unos cuatro años, dejar que extraños se quedaran en su casa
parecía una idea de locos.
Ahora veamos el mapa para el 2010.
Y ahora, en el 2012
Hay un anfitrión de Airbnb en casi todas las calles principales en París.
La gente se está dando cuenta del poder de la
tecnología para liberar la capacidad en desuso
y dar valor a toda clase de activos,
desde habilidades, hasta espacios o posesiones materiales,
de una manera y a una escala nunca antes vista.
Es una economía y una cultura llamada consumo colaborativo,
donde personas como Sebastian
pueden volverse microempresarios.
Ofrece incentivos para ganar y ahorrar dinero
de los bienes con los que cuentan actualmente.
Pero la verdadera magia y la fuente secreta detrás
de los mercados de consumo colaborativo como Airbnb
no es el inventario o el dinero.
Es el uso del poder de la tecnología para generar
confianza entre desconocidos.
Esta parte de Airbnb realmente sorprendió a Sebastian el verano pasado
durante las protestas en Londres.
Se despertó a las 9, y cuando revisó su correo electrónico
vio que tenía muchos mensajes de gente que le preguntaba
si estaba bien.
Antiguos huéspedes de todo el mundo habían visto que
las protestas estaban a una calle de donde vivía, y todos
querían saber si necesitaba algo.
Sebastian me dijo: «Trece antiguos huéspedes me contactaron
antes de que mi propia madre me llamara».
Esta anécdota refleja enormemente por qué
estoy completamente apasionada con el consumo colaborativo
y por qué decidí que después de terminar mi libro
iba a empezar a tratar de convertirlo en un movimiento global.
Porque en el fondo, se trata de empoderamiento.
El consumo colaborativo permite que las personas tengan conexiones significativas,
conexiones que nos permitan redescubrir
la naturaleza humana que habíamos perdido,
al relacionarse en mercados como Airbnb, Kickstarter,
Etsy, que se basan en relaciones personales
y no en transacciones vacías.
La ironía es que estas ideas nos llevan de dregreso
a los principios de los mercados antiguos y a comportamientos colaborativos
que están muy arraigados en todos nosotros.
Solo estamos reinventándolos para que sean relevantes
en la era del Facebook.
Estamos, literalmente, empezando a entender que hemos moldeado
nuestro mundo para compartir, intercambiar, arrendar, hacer trueques o cambiar
cualquier cosa. Compartimos nuestros autos en WhipCar,
nuestras bicicletas en Spinlister, nuestras oficinas en Loosecubes,
nuestros jardines en Landshare. Estamos prestando y pidiendo prestado
dinero a extraños en Zopa y Lendind Club.
Intercambiamos clases de lo que sea, desde clases de sushi,
hasta clases de códigos en Skillshare
e incluso compartimos nuestras mascotas en DogVacay.
Bienvenidos al maravilloso mundo del consumo colaborativo
que nos permite igualar lo que queremos con lo que tenemos
más democráticamente.
El consumo colaborativo es el inicio de una transformación
de nuestra manera de pensar sobre la oferta y la demanda,
pero también hace parte de un cambio masivo de valores que está en progreso
en el que en vez de consumir para competir con sus vecinos,
las personas consumen para conocer a sus vecinos.
Y la razón clave por la cual está tomando auge tan rápido
es porque cada adelanto de la tecnología
incrementa la eficiencia y el tejido social de confianza
que hace que compartir sea cada vez más fácil.
He observado cientos de estos mercados,
y la confianza y la eficiencia son siempre los ingredientes críticos.
Déjenme darles un ejemplo.
Este es Chris Mok, de 46 años, quien creo que tiene
el mejor título de puesto de trabajo: SuperRabbit.
Hace cuatro años, desafortunadamente Chris perdió su trabajo
como comprador de arte en Macy’s, y como muchas personas,
le fue difícil encontrar un nuevo trabajo durante la recesión.
Hasta que por casualidad leyó un artículo sobre
TaskRabbit.
La historia de TaskRabbit empieza como muchas
de las grandes historias con un perro tierno llamado Kobe.
En febrero del 2008,
Leah y su esposo estaban esperando un taxi para
ir a cenar, cuando Kobe vino corriendo hacia ellos
con la lengua afuera.
Se dieron cuenta de que no tenían comida para perro.
Kevin tuvo que cancelar el taxi y hacerse paso en la nieve.
Más tarde, los autoproclamados obsesionados con la informática
empezaron a hablar sobre lo bueno que sería si existiera
un eBay para hacer encargos.
Seis meses después, Leah renunció a su trabajo,
y nació TaskRabbit.
En ese momento, Leah no se dio cuenta de que ella estaba incursionando
en una idea aún más grande a la que llamó red de servicios.
Se trata esencialmente de cómo usamos nuestras relaciones en línea
para hacer cosas en el mundo real.
Para que TaskRabbit opere, las personas subcontratan
las tareas que quieren hechas, dicen el precio
que están dispuestos a pagar, y después los Rabbits veteranos
licitan para hacer la tarea.
De hecho, hay cuatro pasos y un proceso riguroso de entrevistas
diseñado para encontrar a las personas que serían
los mejores asistentes personales y para eliminar a los Rabbits indeseados.
En la actualidad, hay más de 4000 Rabbits en todo Estados Unidos
y otros 5000 en lista de espera.
Las tareas que están disponibles son lo que uno se imagina,
como ayudar con las labores domésticas
o hacer las comprar del supermercado.
El otro día me enteré de que 12 5000
cargas de ropa, se lavaron y doblaron
a través de TaskRabbit.
Pero me encanta que la tarea más publicada,
más de 100 veces al día, es algo que muchos de
nosotros hemos sufrido al hacer:
si, armar muebles de Ikea. (Risas) (Aplausos)
Es brillante. Nosotros podremos reírnos, pero Chris
está ganando unos 5000 dólares por mes
haciendo encargos como medio de vida.
El 70 % de la nueva fuerza de trabajo
viene de personas que estaban desempleadas o subempleadas.
Pienso que TaskRabbit y otros ejemplos de consumos colaborativos
son como puestos de limonadas a mayor escala. Son brillantes.
Cuando lo piensas, es increíble, ¿cierto?,
que en los últimos 20 años, hayamos pasado
de confiar en las personas en línea a llegar a compartir información,
a confiar a la hora de ingresar los datos de nuestra tarjeta de crédito,
y ahora entramos en una tercera ola de confianza:
conectar extraños en quien poder confiar, para crear toda
clase de nichos de mercado a base de personas.
De hecho leí un estudio fascinante
del Pew Center esta semana que revelaba que
un usuario activo de Facebook es tres veces más propenso
a pensar que la mayoría de personas son confiables, comparado con una persona que no usa internet.
La confianza virtual transformará la manera de confiar el uno con el otro
cara a cara.
A pesar de todo mi optimismo, y soy una optimista,
nunca sobra una buena dosis de precaución, o más bien, una necesidad urgente
de tratar algunas preguntas urgentes y complejas.
¿Cómo asegurarnos que nuestras identidades digitales reflejen nuestras
identidades reales? ¿Queremos que sean iguales?
¿Cómo podemos imitar la manera en que la confianza se construye cara a cara, en un ambiente virtual?
¿Cómo detenemos a alguien que se comportó mal
en una comunidad para que no lo vuelva a hacer bajo otra apariencia?
Del mismo modo en que las compañías usan algún tipo de
historia crediticia para decidir si puedes obtener un plan de teléfono celular,
o la tasa de una hipoteca, los mercados que dependen
de transacciones entre extraños
necesitan alguna clase de mecanismo para que ustedes sepan que
Sebastian y Chris son confiables,
y ese mecanismo es la reputación.
La reputación mide qué tanto confía la comunidad en una persona.
Tomemos el ejemplo de Chris.
Pueden ver que más de 200 personas le han dado
una evaluación promedio de 4,99 sobre 5.
Hay más de 20 páginas de comentarios acerca de su trabajo
describiéndolo como superamigable y rápido,
y ya ha alcanzado el nivel 25, el más alto nivel,
convirtiéndose en un SuperRabbit.
Ahora —(Risas)— Amo esa palabra, SuperRabbit.
Curiosamente, Chris se dio cuenta de que a medida que su reputación
aumentaba, también aumentaban sus oportunidades de ganar una subasta
y cuánto podía cobrar.
En otras palabras, para los SuperRabbits, la reputación
tiene un valor en el mundo real.
Sé lo que muchos de ustedes están pensando.
Esto no es nada nuevo. Solo fíjense en los «power sellers»
de eBay o en la calificación con estrellas de Amazon.
La diferencia es que, con cada transacción que hacemos,
con cada comentario que dejamos, cada persona que reportamos, cada insignia que ganamos,
dejamos un rastro de nuestra reputación
de qué tanto pueden —o no pueden— confiar en nosotros.
Y no es solo la amplitud, sino el volumen
de los datos de reputación lo que es impresionante.
Consideren esto: hay cinco millones de noches reservadas
en Airbnb solo en los últimos seis meses.
30 millones de personas han compartido el vehículo en Carpooling.com.
Este año, las plataformas de préstamos de red de pares
recibirán créditos por un valor de dos billones de dólares.
Todo esto suma millones de datos de reputación
sobre qué tan bien, o qué tan mal, nos comportamos.
Ahora, capturar y correlacionar los rastros de información
que dejamos en diferentes lugares es un reto enorme,
pero un reto que debemos resolver.
Las personas como Sebastian están empezando, con toda razón, a preguntar,
¿no deberíamos ser dueños de nuestros datos de reputación?
¿La reputación que he construido en Airbnb
debería viajar conmigo
de una comunidad hacia otra?
Lo que quiero decir es que, supongamos que Sebastian empieza a vender libros
de segunda mano en Amazon. ¿Por qué debería empezar desde cero?
Es como cuando me mudé a Sidney desde Nueva York.
Era ridículo. No podía acceder a un plan de teléfono celular
porque mi historia de crédito no viajó conmigo.
Era un fantasma en el sistema.
No estoy sugiriendo que el siguiente paso
de la economía de la reputación sea
añadir múltiples calificaciones para obtener un puntaje final sin mucho valor.
La vida de las personas ya es demasiado compleja, y ¿quién querría hacer eso?
También quiero aclarar que esto no se trata de añadir
todos los tuits, los «likes», y las invitaciones de amistad como piezas.
Estas personas miden la influencia, no los comportamientos
que indican nuestra confiabilidad.
Pero lo más importante que tenemos que tener en cuenta
es que la reputación es principalmente contextual.
Solo porque Sebastian sea un anfitrión maravilloso
no quiere decir que también pueda armar muebles de Ikea.
El gran reto está en descifrar qué clase de datos
vale la pena usar porque el futuro
va a depender de un agregado inteligente de la reputación,
y no de un simple algoritmo.
Es solo cuestión de tiempo antes de que seamos capaces
de hacer una búsqueda, del tipo Facebook o Google,
y ver la historia completa del comportamiento de alguien
en diferentes contextos a través del tiempo.
Imagino un flujo en tiempo real de todas las personas que han confiado en ti,
mostrando cuándo, dónde y por qué, tu confiabilidad en TaskRabbit,
tu limpieza como huésped en Airbnb,
tu conocimiento en Quora o [ininteligible],
todo esto se encontrará en un solo lugar,
y estará disponible en una especie de tablero
que dirá cuál es tu capital de reputación.
Este es un concepto que estoy investigando actualmente
y sobre el cual estoy escribiendo un libro, y al cual defino
como el valor de tu reputación, tus intenciones,
capacidades y valores en comunidades y nichos de mercado.
Esta no es una frontera distante.
De hecho, hay una ola de empresas emergentes del estilo de Connect.Me
y Legit y TrustCloud que tratan de entender cómo
agregar, monitorear y usar tu reputación en línea.
Entiendo que para algunos de ustedes este concepto puede
sonar como Big Brother, y sí, hay enormes problemas
en cuanto a transparencia y privacidad que debemos resolver,
pero al final, si podemos recopilar nuestra reputación personal,
podremos tener más control sobre ella, y de paso extraer
el inmenso valor que contiene.
Y también, a diferencia de nuestra historia de crédito,
nosotros sí podemos moldear nuestra reputación.
Piensen en Sebastian
y cómo compró un gato para influenciar su reputación.
Dejando el tema de la privacidad a un lado, el otro asunto realmente interesante
en el que estoy trabajando es ¿cómo le damos poder a los fantasmas digitales,
personas que por cualquier razón, no están activas en línea,
pero que son unas de las personas más confiables en el mundo?
¿Cómo tomamos sus contribuciones en sus trabajos,
sus comunidades y sus familias,
y convertimos ese valor en capital de reputación?
Por último, cuando sepamos cómo hacerlo correctamente, el capital de reputación
podría crear una enorme alteración positiva
sobre quién tiene poder, confianza e influencia.
Un puntaje de tres dígitos, la tradicional historia de crédito,
que solo el 30 por ciento de nosotros sabe cuál es,
ya no será el factor que determine
cuánto cuestan las cosas, lo que podemos comprar,
y en muchas instancias, lo que limite lo que podemos hacer en el mundo.
De hecho, la reputación es una moneda que creo que será
más poderosa que el historial de crédito en el siglo XXI.
La reputación será la moneda que diga
que alguien puede confiar en mí.
Lo interesante es que la reputación
es el elemento socioeconómico
que hace que el consumo colaborativo funcione,
pero las fuentes de las que se generaría,
así como sus aplicaciones, son más grandes que este espacio.
Déjenme darles un ejemplo del mundo de la contratación de personal,
en el que los datos de la reputación hacen que un currículo
parezca una reliquia del pasado.
Hace cuatro años, los blogueros de tecnología y empresarios
Joel Spolsky y Jeff Atwood, decidieron empezar
algo llamado Stack Overflow.
Stack Overflow es una plataforma en la que
programadores experimentados pueden hacer preguntas
técnicas altamente detalladas a otros programadores
sobre temas como pequeños píxeles o extensiones de «chrome».
Este sitio recibe 55 000 preguntas al día,
y el 80 % de estas recibe respuestas acertadas.
Los usuarios ganan su reputación de varias formas,
pero básicamente lo hacen convenciendo a sus colegas
de que ellos saben de lo que están hablando.
Un par de meses después de inaugurado el sitio, los fundadores
se enteraron de algo interesante,
que de hecho no los sorprendió en absoluto.
Se enteraron de que los usuarios colocaban
sus puntajes de reputación al inicio de sus currículos,
y que los empleadores entraban a la plataforma
para encontrar personas con talentos únicos.
Hoy en día miles de programadores encuentran
mejores trabajos de esta forma, ya que Stack Overflow
y su tablero de reputación brindan una valiosa oportunidad
para conocer cómo se comportan realmente las personas,
y lo que sus colegas piensan de ellos.
Pero lo más grandioso que creo que está pasando en Stack Overflow
es increíblemente excitante.
Las personas están empezando a darse cuenta de que la reputación
que generan en un lugar tiene valor
más allá del ambiente en el que se generó.
Esto es muy interesante.
Cuando uno habla con superusuarios, ya sea un SuperRabbit
o superpeople en Stack Overflow, o Uberhosts,
todos mencionan cómo el tener una alta reputación
desencadena un sentido de su propio poder.
En Stack Overflow, crea un campo con igualdad de condiciones,
permitiendo a las personas con verdadero talento subir hacia la cima.
En Airbnb, las personas se vuelven más importantes
que los espacios. En TaskRabbit,
las personas controlan su actividad económica.
Cuando terminé de tomar té con Sebastian, me dijo que
en los días malos, lluviosos, cuando no tiene un solo cliente
en su librería, piensa en toda la gente alrededor del
mundo que ha dicho algo maravilloso sobre él,
y en lo que eso significa para él como persona.
Sebastian va a cumplir 50 este año, y está convencido
de que toda la reputación que ha construido en Airbnb
lo llevará a hacer algo interesante
el resto de su vida.
Solo hay algunos momentos en la historia
en los que existe la oportunidad de reinventar
parte de cómo funciona nuestro sistema socioeconómico.
Estamos presenciando uno de esos momentos.
Pienso que estamos en el inicio de una revolución colaborativa
que será tan significativa como la revolución industrial.
En el siglo XX, la invención del crédito
transformó nuestro sistema de consumo y de muchas formas,
controló quién tenía acceso a qué.
En el siglo XXI, las nuevas redes de confianza
y el capital de reputación que generan, reinventarán
la manera de pensar sobre la riqueza, mercados, poder
e identidad personal, en formas que ni siquiera podemos imaginar.
Muchas gracias. (Aplausos)
(Aplausos)