(Música) Una de las mejores cosas de la ciencia es que cuando los científicos hacen un descubrimiento, no siempre es de la manera prescrita, como si solo se pudiera en un laboratorio bajo condiciones estrictas, con batas blancas y aparatitos científicos bien colocados que hacen beep. En realidad, los acontecimientos y las personas relacionadas con algunos de los mayores descubrimientos científicos son tan raros y variados como uno se pueda imaginar. Un ejemplo: la extraña historia de la teoría celular. La teoría celular tiene tres partes. 1.Todos los organismos están formados por una o más células. 2. La célula es la unidad básica en la estructura y organización de los organismos. 3. Todas las células proceden de células preexistentes. Para ser sincera, todo esto suena muy aburrido hasta que investigas a fondo en cómo se descubrió el mundo de los organismos microscópicos y su teoría. Todo empezó a principios del siglo XVII, en los Países Bajos, donde un inventor llamado Zacharias Jansen ideó el primer microscopio compuesto además del primer telescopio. A menudo se discuten ambas afirmaciones, pues, al parecer, no era el único aburrido que jugaba con un montón de lentes de cristal. A pesar de eso, el microscopio pronto se convirtió en un objeto popular que cada naturalista o científico de la época deseaba, como los iPad hoy en día. Una de esas personas, un holandés llamado Anton van Leeuwenhoek, que había oído hablar de esos aparatitos, en lugar de ir a comprarse uno, decidió hacerse el suyo propio. Era un artilugio pequeño y extraño, que parecía una pala diminuta como el cristal de unas gafas de sol. Si hubiera pegado dos, se habría hecho unas gafas fabulosas con las que no podrías ver mucho. Una vez que Leeuwenhoek terminó su microscopio, fue a la ciudad y miró todo lo que pudo, incluida la porquería de sus dientes. Sí, has oído bien. Así descubrió bacterias observando estos raspados dentales, y como la gente no se lavaba mucho los dientes, o no lo hacía en absoluto, seguro que tenía un montón de bacterias para observar. Cuando escribió sobre su descubrimiento, no las llamó bacterias, como las conocemos hoy, sino animalejos porque parecían pequeños animales. Mientras Leeuwenhoek observaba la suciedad de sus dientes, también se carteaba con un científico de Inglaterra llamado Robert Hooke. A Hooke le encantaban todos los aspectos de la ciencia, así que sabía un poco también de física, química y biología. Por tanto, es a Hooke a quien debemos agradecerle el término "célula", pues estaba mirando un trozo de corcho en su microscopio y sus pequeñas cámaras le recordaron las celdas, donde los monjes dormían en los monasterios. Como los dormitorios de un residencia estudiantil, pero sin tele, PC, ni compañeros molestos. Hooke era algo así como un científico infravalorado de su época, que atrajo la desgracia cuando cometió el error de meterse con uno de los científicos más famosos, Sir Isaac Newton. ¿Te acuerdas que dije que Hooke trabajaba en muchos campos diferentes? Bien, después de que Newton publicara un libro pionero sobre cómo los planetas se mueven por la gravedad. Hooke afirmó que Newton se había inspirado en su trabajo en física. A Newton, por así decirlo, no le gustó, lo que inició una tensa relación que duró hasta después de la muerte de Hooke, como parte de la investigación de Hooke, al igual que su único retrato, que "se perdió" gracias Newton. Afortunadamente, mucho se redescubrió después de la época de Newton, pero no su retrato, así que tristemente nadie sabe cómo era Robert Hooke. Avanzamos hasta el siglo XIX, cuando dos científicos alemanes descubrieron algo que hoy parece obvio, pero que ayudó a formar lo que ahora conocemos como teoría celular. El primer científico era Matthias Schleiden, un botánico que disfrutaba estudiando las plantas en el microscopio. Gracias a sus años estudiando diferentes especies de plantas, finalmente se dio cuenta de que cada planta estaba formada por células. Al mismo tiempo, en el otro extremo de Alemania, se encontraba Theodor Schwann, un científico que no solo estudió muestras de células animales en el microscopio y descubrió un tipo especial de neurona que lleva su nombre, sino que también inventó las bombonas de oxígeno de los bomberos y además tenía unas enormes patillas. Tras estudiar las células animales durante mucho tiempo, también llegó a la conclusión de que todos los animales estaban formados por células. Inmediamente, contactó por correo ordinario, —Twitter no se había inventado todavía—, con otros científicos del mismo campo, Schleiden le respondió y empezaron a trabajar en los inicios de la teoría celular. La manzana de la discordia surgió por la última parte de la teoría celular, sobre que las células procedan de células preexistentes. Schleiden no apoyaba esa parte, ya que estaba convencido de que las células surgían por formación celular libre, una especia de cristalización espontánea de la nada. Aquí es cuando otro científico, Rudolph Virchow, intervino con una investigación que demostraba que las células sí procedían de otras, investigación que —¿cómo decirlo? —- tomó prestada un científico judío llamado Robert Remark, lo que llevó a la pelea de otros dos científicos. Por tanto, desde la porquería de los dientes hasta Newton y la cristalización de las células de Schwann, la teoría celular se convirtió en una parte importante de la biología de hoy. Algunas cosas que sabemos hoy sobre la ciencia pueden parecer aburridas, pero cómo las descubrimos es increíblemente fascinante. Por tanto, si algo te aburre, investiga más a fondo. Probablemente tenga detrás una historia realmente rara.