Mi nombre es Lydia X.Z. Brown.
Soy abogada, defensora,
activista, educadora
pensadora estratégica
y escritora sobre los derechos
y la justicia
de las personas con discapacidad.
Por más de 10 años
me he enfocado
en la violencia que se da
a nivel interpersonal y estatal
hacia las personas con discapacidad
muy marginadas
sobre todo las personas
con diferentes tipos de discapacidad,
raza, clase social, género,
sexualidad, idioma y nación.
Como toda persona con discapacidad
es imposible
que exista solo un caso
en el que me haya dado cuenta
de la falta de accesibilidad
o de las prácticas de exclusión social
porque crecí
en un entorno capacitista.
Al igual que muchas personas
con autismo
también sufrí de acoso escolar
en la escuela.
Sentí ese distanciamiento
en cómo me relacionaba
y cómo se relacionaban
las personas no autistas.
Uno de los momentos
en el que fui más consciente
de las graves injusticias
contra las personas con discapacidad
fue cuando estaba en el colegio
ya que se difundieron
una serie de incidentes.
Y en muchos de esos casos
Los jóvenes con autismo
fueron expulsados
y acusados en un tribunal penal
por el simple hecho de ser autistas.
Algunos de ellos fueron detenidos
y encarcelados por mucho tiempo
a veces durante horas
e incluso mucho antes
de acusarlos de agredir a los profesores.
La mayoría de ellos
eran blancos.
Otros eran estudiantes negros o morenos.
Y, en todos esos casos
se dio a conocer,
a través de los informes públicos
de esos incidentes
que los jóvenes involucrados
debían de ser controlados
y no ser discriminados
por sus discapacidades.
Para mi, eso fue un claro indicio
de la violencia generalizada
contra las personas con discapacidad
en especial a los más marginados.
En el caso de los estudiantes blancos
si no tenían suerte
fueron obligados
a abandonar la escuela.
Sin embargo, varios estudiantes negros
fueron condenados por años
y otros eran asesinados en el acto.
A pesar de la aprobación
de la Ley ADA hace treinta años
las agencias gubernamentales
y las organizaciones individuales
en especial
aquellas defensoras de los discapacitados
violan de manera flagrante y descarada
las disposiciones de la ley ADA.
Las agencias gubernamentales
encargadas de apoyar, brindar y permitir
el acceso
a las personas con discapacidad
por lo general,
ignoran ese compromiso.
Lo mismo pasa con las empresas privadas
y organizaciones no lucrativas.
Las universidades
no apoyan
a sus estudiantes con discapacidad.
Las empresas
no respetan
a sus empleados con discapacidad.
En general,
a pesar de que la ley se ha modificado
los valores y las creencias
que tenemos como sociedad
no han cambiado nada
porque no se puede legislar la moral.
Puedes aprobar las mejores leyes
hasta puedes supervisar
y hacer que se cumplan
pero eso no significa
que hayas cambiado la manera de pensar,
hablar, entender,
reaccionar y actuar
sobre la discapacidad
en la sociedad.
Cuando pienso
en las veces que la ADA
no hizo lo suficiente,
no es sólo por su lenguaje,
sino también
en como los defensores,
las cortes y todos aquellos
con puestos privilegiados
y con acceso a recursos
optan por actuar a favor
o en contra de la ADA.
Y esto se ve
en todas partes.
Las organizaciones dedicadas
a la discapacidad
con acceso al poder,
el privilegio y los recursos
por lo general, sólo defienden
los intereses y las cuestiones
que afectan
a los que ya tienen mayor privilegio
en las comunidades
de personas con discapacidad.
Solo se preocupan por los problemas
que afectan
a las personas blancas, adineradas
y con títulos.
Personas que ellos consideran aceptables.
Pero para las personas
con discapacidad, marginadas,
negras, con pocos ingresos,
indocumentadas,
con otro estatus migratorio,
los que pertenecen a minorías religiosas
y a los colectivos LGBT,
aquellos que no pueden trabajar
bajo las normas del capitalismo,
todos esos temas de inclusión
en el ámbito laboral,
la accesibilidad
en las piscinas de un hotel
o el poder llevar
a tu perro de asistencia en el avión
pueden ser importantes
pero no nos beneficia
de la misma forma
que a los que tienen más privilegios.
Y ahí es donde se ven las diferencias.
¿Dónde están las personas privilegiadas
cuando se habla del derecho
que tienen
los estudiantes negros con discapacidad
al sistema de comunicación
aumentativa y alternativa?
¿Dónde están cuando se cometen
actos de violencia
contra las personas negras
y nativas con discapacidad
en los sistemas penitenciarios?
¿Dónde están cuando la policía
abusa de su poder
contra las trabajadoras sexuales,
los que consumen drogas ilegales
sin ser blancos
o los que no provienen de familias
y vecindarios
de clase media o alta?
¿Dónde están cuando las universidades
impiden no sólo
a los estudiantes con discapacidad
a que tengan acceso
a los diversos recursos
sino también a aquellos
que son homosexuales, transexuales
personas de color,
que están obligados
sobre todo a los más marginados,
a dejar la universidad
o incluso
impiden que vayan a una?
¿Dónde están
esos mismos defensores
cuando piensan no sólo
en cómo están representadas o no
las personas con discapacidad
en los medios de comunicación
en la política electoral
o cuando nuestro país
ocasiona esa discapacidad
a nivel mundial
a través de las guerras
del imperialismo
y de la colonización?
Debemos insistir
cuanto sea posible
para que el dinero vuelva
a los miembros afectados
de la comunidad
y salga de los sistemas más dañinos
como el sistema de adopción,
policial, penitenciario
o las prácticas
coercitivas en salud mental.
Debemos exigir que se recuperen
los recursos y el poder
y esto implica la renuncia
de las personas
sin discapacidad
de las personas blancas
aquellos que han atesorado y controlado
una gran cantidad de poder,
privilegios y recursos
a costa de las personas
con discapacidad marginadas
y eso se debe comenzar
desde nuestras organizaciones.
Las organizaciones sin fines de lucro
suelen estar dirigidas
por personas blancas, por hombres
por personas sin discapacidad
o con discapacidades aceptables
y eso se tiene que cambiar.
Y solo será cuando las personas al mando
renuncien a sus posiciones.
Que no te digan que no tienes voz.
Qué se les diga que su voz
no tiene que ser la que esté a cargo
y tenga todo el poder.